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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

jueves, 18 de febrero de 2021

Consagración vírgenes y profesión religiosa: Salmo responsorial; Aleluya y versículos antes del Evangelio.

Leccionario V

VIII. EN LA CONSAGRACIÓN DE VÍRGENES Y EN LA PROFESIÓN RELIGIOSA

SALMO RESPONSORIAL

 Sal 23, 16-2. 3-4ab. 5-6 (R.: cf. 6)
R.
Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.

V. Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R.

V. ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R.

V. Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R.

II   Sal 26, 1bcde. 4. 5. 8c-9abcd. 9e y 11 (R.: 8c)
R.
Tu rostro buscaré, Señor.

V. El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.

V. Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.

V. Él me protegerá en su tienda
el dia del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R.

V. Tu rostro buscaré, Señor.
No me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R.

V. No me abandones,
Dios de mi salvación.
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos. R.

III   Sal 32, 2-3. 4-5. 11-12. 13-14, 18-19. 20-21 (R.: 12b)
R.
Dichoso el pueblo que Dios se escogió como heredad.

V. Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones, R.

V. La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

V. El plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R.

V. El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres.
Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra. R.

V. Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

V. Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R.

IV   (opción 1) Sal 33, 2-3. 4-5.6-7.8-9 (R.: 2a; 9a)
R.
Bendigo al Señor en todo momento.
O bien:
R.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.

V. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

V. Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libro de todas mis ansias. R.

V. Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

V. El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.

IV (opción 2)   Sal 33, 10-11. 12-13. 14-15. 17 y 19 (R.: 2a; 9a)
R.
Bendigo al Señor en todo momento.
O bien:
R.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.

V. Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.

V. Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
у desee días de prosperidad? R.

V. Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. R.

V. El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R.

V   Sal 39, 2 y 4ab. 7-8a, 86-9. 10. 12 (R.: cf. 8a y 9a)
R.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

V. Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.

V. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy». R.

V. «-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». R.

V. He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R.

V. Tú, Señor, no me cierres tus entrañas;
que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre. R.

VI   Sal 44, 11-12. 14-15. 16-17 (R.: cf. Mt 25, 6)
R.
¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

V. Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R.

V. Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras. R.

V. Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra. R.

VII   Sal 62, 2.3-4.5-6. 8-9 (R.: 2b)
R.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

V. Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.

V. ¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.

V. Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.

V. Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.

VIII   Sal 83, 3. 4. 5 y 8a. 11. 12 (R.: 2)
R.
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor del universo!

V. Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R.

V. Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor del universo,
Rey mío y Dios mío. R.

V. Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Caminan de baluarte en baluarte. R.

V. Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados. R.

V. Porque el Señor Dios es sol y escudo,
el Señor da la gracia y la gloria;
y no niega sus bienes
a los de conducta intachable. R.

IX   Sal 99, 16-2. 3. 4. 5 (R.: 2b)
R.
Entrad en la presencia del Señor con vítores.

V. Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.

V. Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

V. Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.

V. El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R.


ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

I   Sal 132, 1bc
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Ved que dulzura, que delicia,
convivir los hermanos unidos. R.

II   Cf. Mt 11, 25
R.
Aleluya, aleluya, aleluya,
V. Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.

III   Lc 11, 28
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
y la cumplen. R.

IV   Jn 13, 34
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Os doy un mandamiento nuevo -dice el Señor-:
que os améis unos a otros, como yo os he amado. R.

V   Jn 15, 5
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos -dice el Señor
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante. R.

VI   2 Cor 8, 9
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre
para enriqueceros con su pobreza. R.

VII   Gál 6, 14
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz del Señor,
por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el
mundo. R.

VIII   Flp 3, 8-9
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura
con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él. R.

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