VIII. EN LA CONSAGRACIÓN DE VÍRGENES Y EN LA PROFESIÓN RELIGIOSA
LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
SOLO FUERA DEL TIEMPO PASCUAL
I Gen 12, 1-4a
Sal de tu tierra, de tu patria
Lectura del libro del Génesis.
En aquellos días, el Señor dijo a Abrán:
«Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y serás una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra».
Abrán marchó, como le había dicho el Señor.
Palabra de Dios.
II 1 Sam 3, 1-10
Habla, Señor, que tu siervo escucha
Lectura del primer libro de Samuel.
En aquel tiempo, el joven Samuel servía al Señor al lado de Elí.
La palabra del Señor era rara en aquellos días y no eran frecuentes las visiones.
Un día Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos habían comenzado a debilitarse y no podía ver.
La lámpara de Dios aún no se había apagado y Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios.
Entonces el Señor llamó a Samuel. Este respondió:
«Aquí estoy».
Corrió adonde estaba Elí y dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado».
Respondió:
«No te he llamado. Vuelve a acostarte».
Fue y se acostó.
El Señor volvió a llamar a Samuel.
Se levantó Samuel, fue adonde estaba Elí y dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado».
Respondió:
«No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte»,
Samuel no conocía aún al Señor, ni se le había manifestado todavía la palabra del Señor.
El Señor llamó a Samuel, por tercera vez. Se levantó, fue adonde estaba Elí y dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado».
Comprendió entonces Elí que era el Señor el que llamaba al joven. Y dijo a Samuel:
«Ve a acostarte. Y si te llama de nuevo, di: "Habla, Señor, que tu siervo escucha"». Samuel fue a acostarse en su sitio.
El Señor se presentó y llamó como las veces anteriores:
«Samuel, Samuel».
Respondió Samuel:
«Habla, que tu siervo escucha».
Palabra de Dios.
III 1 Re 19, 4-9a, 11-15a
Permanece de pie en el monte ante el Señor
Lectura del primer libro de los Reyes.
En aquellos días, Elías anduvo por el desierto una jornada de camino, hasta que sentándose bajo una retama, imploró la muerte diciendo:
«¡Ya es demasiado, Señor! ¡Toma mi vida, pues no soy mejor que mis padres!»
Se recostó y quedó dormido bajo la retama, pero un ángel lo tocó y dijo:
«Levántate y come».
Miró alrededor y a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y volvió a recostarse.
El ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y de nuevo dijo:
«Levántate y come, pues el camino que te queda es muy largo».
Elías se levantó, comió, bebió y, con la fuerza de aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
Allí se introdujo en la cueva y pasó la noche.
El ángel del Señor le dijo:
«Sal y permanece de pie en el monte ante el Señor».
Entonces pasó el Señor y hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebraba las rocas ante el Señor, aunque en el huracán no estaba el Señor.
Después del huracán, un terremoto, pero en el terremoto no estaba el Señor.
Después del terremoto fuego, pero en el fuego tampoco estaba el Señor
Después del fuego el susurro de una brisa suave. Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se mantuvo en pie a la entrada de la cueva.
Le llegó una voz que le dijo:
«¿Qué haces aquí, Elías?», y él respondió:
«Ardo en celo por el Señor, Dios del universo, porque los hijos de Israel han abandonado tu alianza, derribado tus altares y pasado a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para arrebatármela».
Le dijo el Señor:
«Vuelve a tu camino en dirección al desierto de Damasco».
Palabra de Dios.
IV 1 Re 19, 166, 19.21
Eliseo se levantó y siguió o Elías
Lectura del primer libro de los Reyes.
En aquellos días, el Señor dijo a Elías en el monte Horeb:
«Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo se Safat, de Abel Mejolá».
Partió Elías de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, quien se hallaba arando. Frente a él tenía doce yuntas; él estaba con la duodécima. Pasó Elías a su lado y le echó su manto encima.
Entonces Eliseo abandonó los bueyes y echó a correr tras Elías, diciendo:
«Déjame ir a despedir a mi padre y a mi madre y te seguiré».
Elías le respondió:
«Anda y vuélvete, pues ¿qué te he hecho?».
«Anda y vuélvete, pues ¿qué te he hecho?».
Eliseo volvió atrás, tomó la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio. Con el yugo de los bueyes asó la carne y la entregó al pueblo para que comiera. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios.
V Cant 2, 8-14
Levántate, amada mía, y vente
Lectura del libro del Cantar de los Cantares.
¡La voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan su perfume.
Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».
Palabra de Dios.
¡La voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan su perfume.
Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».
Palabra de Dios.
VI Cant 8, 6-7
Es fuerte el amor como la muerte
Lectura del libro del Cantar de los Cantares.
Grábame como sello en tu corazón,
grábame como sello en tu brazo,
porque es fuerte el amor como la muerte,
es cruel la pasión como el abismo;
sus dardos son dardos de fuego,
llamaradas divinas.
Las aguas caudalosas no podrán
apagar el amor,
ni anegarlo los ríos.
Quien quisiera comprar el amor
con todas las riquezas de su casa,
sería sumamente despreciable.
Palabra de Dios.
VII Is 44, 1-5
Dirá: "Soy del Señor"
Lectura del libro de Isaías.
Ahora escucha, Jacob, siervo mío,
Israel, mi elegido
Esto dice el Señor que te hizo,
que te formó en el vientre y te auxilia:
«No temas, siervo mío, Jacob,
a quien corrijo, mi elegido;
derramaré agua sobre el suelo sediento,
arroyos en el páramo;
derramaré mi espíritu sobre tu estirpe
y mi bendición sobre tus vástagos.
Brotarán como en un prado,Esto dice el Señor que te hizo,
que te formó en el vientre y te auxilia:
«No temas, siervo mío, Jacob,
a quien corrijo, mi elegido;
derramaré agua sobre el suelo sediento,
arroyos en el páramo;
derramaré mi espíritu sobre tu estirpe
y mi bendición sobre tus vástagos.
como sauces a la orilla de los ríos.
Uno dirá: "Soy del Señor";
otro se pondrá por nombre "Jacob";
uno escribirá sobre su mano: “Del Señor",
lo llamarán con respeto "Israel"».
Palabra de Dios.
VIII Is 61, 9-11
Desbordo de gozo en el Señor
Lectura del libro de Isaías.
A estirpe de mi pueblo será célebre entre las naciones,
y sus vástagos entre los pueblos.
Los que los vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor.
Desbordo de gozo en el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha puesto un traje de salvación,
y me ha envuelto con un manto de justicia,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.
Palabra de Dios
IX Jer 31, 31-37
Alianza nueva
Lectura del libro de Jeremías.
«Ya llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será una alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor -oráculo del Señor-.
Esta será la alianza que haré con ellos después de aquellos días -oráculo del Señor-: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo: "Conoced al Señor", pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor oráculo del Señor-, cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados».
Esto dice el Señor,
que puso el sol para alumbrar el día,
las leyes de la luna y las estrellas
para alumbrar la noche;
que agita el mar, y mugen sus olas,
su nombre es Señor del universo:
«Si fallaran estas leyes
que he dejado establecidas
-oráculo del Señor-,
también Israel dejará
de ser pueblo para mí».
Esto dice el Señor:
«Si pudiera medirse el cielo allá arriba
o escrutarse abajo los cimientos de la tierra,
entonces rechazaría a la estirpe de Israel,
por todo lo que hizo -oráculo del Señor-».
Palabra de Dios.
X Os 2. 16.21-22
Me desposare contigo para siempre
Lectura de la profecía de Oseas.
Esto dice el Señor:
«Yo la persuado,
la llevo al desierto, le hablo al corazón.
Me desposaré contigo para siempre,
me desposaré contigo
en justicia y en derecho,
en misericordia y en ternura,
me desposaré contigo en fidelidad
y conocerás al Señor».
Palabra de Dios.
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