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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

miércoles, 17 de febrero de 2021

Consagración vírgenes y profesión religiosa: Lecturas del Nuevo Testamento.

Leccionario V

VIII. EN LA CONSAGRACIÓN DE VÍRGENES Y EN LA PROFESIÓN RELIGIOSA

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
SIEMPRE EN TIEMPO PASCUAL; TAMBIÉN PUEDE USARSE FUERA DEL TIEMPO PASCUAL


 Hch 2, 42-47
Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, los discípulos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado, y los apóstoles hacían muchos prodigios y signos. Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.
Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban salvando.

Palabra de Dios.

II   Hch 4, 32-35
Un solo corazón y una sola alma

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.
Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.

Palabra de Dios.

III   Rom 6, 3-11
Andemos en una vida nueva

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos:
Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucito de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Pues si hemos sido incorporados a él en una muerte como la suya, lo seremos también en una resurrección como la suya; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo, para que fuera destruido el cuerpo de pecado, y, de este modo, nosotros dejáramos de servir al pecado; porque quien muere ha quedado libre del pecado.
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios.
Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

IV   Rom 12, 1-13
Presentad vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; este es vuestro culto espiritual.
Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Por la gracia de Dios que me ha sido dada os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene, sino estimaos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a cada cual. Pues, así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros cumplen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada cual existe en relación con los otros miembros.
Teniendo dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado, deben ejercerse así: la profecía, de acuerdo con la regla de la fe; el servicio, dedicándose a servir, el que enseña, aplicándose a la enseñanza; el que exhorta, ocupándose en la exhortación; el que se dedica a distribuir los bienes, hágalo con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace obras de misericordia, con gusto.
Que vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor
Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.

Palabra de Dios.

 1 Cor 1, 22-31
Nosotros predicamos a Cristo crucificado

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos:
Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados -judíos o griegos-, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Y si no, fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella
muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas, sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así como está escrito: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».

Palabra de Dios.

VI   1 Cor 7, 25-35
La soltera se preocupa de los asuntos del Señor

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos:
Acerca de los célibes no tengo precepto del Señor, pero doy mi parecer como alguien que, por la misericordia del Señor, es fiel.
Considero que, por la angustia que apremia, es bueno para un hombre quedarse así.
¿Estás unido a una mujer? No busques la separación.
¿Estás libre de mujer? No busques mujer; pero, si te casas, no pecas; y, si una soltera se casa, tampoco peca. Aunque esto tales sufrirán la tribulación de la carne; y yo quiero ahorrársela.
Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que está alegres, como si no se alegraran; los que compran, como no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido.
También la mujer sin marido y la soltera se preocupan de lo asuntos del Señor, de ser santa en cuerpo y alma; en cambio la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido.
Os digo todo esto para vuestro bien; no para poneros un trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Palabra de Dios.

VII   Ef 1, 3-14
Dios nos eligió en Cristo para que fuésemos santos e intachables por el amor

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo
para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
En él, por su sangre, tenemos la redención,
el perdón de los pecados,
conforme a la riqueza de la gracia
que en su sabiduría y prudencia
ha derrochado sobre nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad:
el plan que había proyectado realizar por Cristo,
en la plenitud de los tiempos:
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
En él hemos heredado también
los que ya estábamos destinados por decisión
del que lo hace todo según su voluntad,
para que seamos alabanza de su gloria
quienes antes esperábamos en el Mesías.
En él también vosotros,
después de haber escuchado la palabra de la verdad
el evangelio de vuestra salvación,
creyendo en el
habéis sido marcados con el sello del Espíritu Santo prometido.
Él es la prenda de nuestra herencia,
mientras llega la redención del pueblo de su propiedad,
para alabanza de su gloria.

Palabra de Dios.

VIII   Flp 2, 1-4
Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses.

Hermanos:
Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes у concordes con un mismo amor y un mismo sentir.
No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.

Palabra de Dios.

IX   Flp 3, 8-14
Lo perdí todo con tal de ganar a Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses.

Hermanos:
Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

Х   Col 3, 1-4
Aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.

Hermanos:
Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.

Palabra de Dios

XI   Col 3, 12-17
Por encima de todo, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.

Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Palabra de Dios.

XII   1 Tes 4, 1-3a. 7-12
Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses.

Hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros como comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguid adelante.
Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.
Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación.
Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino santa. Por tanto, quien esto desprecia, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.
Acerca del amor fraterno, no hace falta que os escriba, porque Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros; y así lo hacéis con todos los hermanos de Macedonia.
Sin embargo os exhortamos, hermanos, a seguir progresando: esforzaos por vivir con tranquilidad, ocupándoos de vuestros asuntos y trabajando con vuestras propias manos, como os lo tenemos mandado, para que os comportéis honestamente con los no cristianos y no tengáis necesidad de nadie.

Palabra de Dios.

XIII   1 Pe 1, 3-9
Sin haber visto a Jesucristo lo amáis

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesucristo, que, por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva; para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible, reservada en el cielo a vosotros, que, mediante la fe, estáis protegidos con la fuerza de Dios; para una salvación dispuesta a revelarse en el momento final.
Por ello os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas; así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas.

Palabra de Dios.

XIV   1 Jn 4, 7-16
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros,
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.

Palabra de Dios.

XV   Ap 3, 14b. 20-22
Cenaré con él y él conmigo

Lectura del libro del Apocalipsis.

Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios:
«Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono.
El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».

Palabra de Dios.

XVI   Ap 22, 12-14. 16-17. 20
¡Ven. Señor Jesús!

Lectura del libro del Apocalipsis.

Yo Juan, escuché una voz que me decía:
«Mira, yo vengo pronto y traeré mi recompensa conmigo para dar a cada uno según sus obras.
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.
Bienaventurados los que lavan sus vestiduras para tener acceso al árbol de la vida y entrar por las puertas en la ciudad.
Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para dar testimonio de esto a las iglesias
Yo soy la raíz y la descendencia de David, la estrella radiante de la mañana».
El Espíritu y la esposa dicen: «¡Ven!».
Y quien lo oiga, diga: «¡Ven!».
Y quien tenga sed, que venga. Y quien quiera, que tome el agua de la vida gratuitamente.
Dice el que da testimonio de estas cosas:
«Sí, vengo pronto».
Amén. ¡Ven, Señor Jesús!

Palabra de Dios.

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