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sábado, 28 de marzo de 2020

Bendición de los términos de una población.

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Segunda parte. Bendiciones que atañen a las construcciones y a las diversas actividades de los cristianos.

CAPÍTULO XXV
BENDICIÓN DE LOS TÉRMINOS DE UNA POBLACIÓN

848. En algunos lugares, la tradicional bendición de los términos de una población sigue vigente. Por esta razón se mantiene este formulario.

Este rito significa la reunión de la Iglesia desde los cuatro puntos cardinales,uniendo su actividad y el trabajo de los hombres con la fuerza de la Cruz de Cristo, para que el Evangelio sea norma de vida y guía del quehacer cristiano.

849. Esta bendición puede efectuarse en la fiesta de la Exaltación de la santa Cruz (14 de septiembre), el día 3 de mayo (antigua fiesta de la Invención de la santa Cruz), o bien el primer domingo del mes de mayo, u otro día apropiado, según las costumbres de cada lugar.

La bendición se hará con solemnidad, con participación del diácono, donde sea posible y con una procesión precedida de la Cruz y del Evangeliario.

RITO DE LA BENDICIÓN

850. Se va en procesión hasta el lugar en que tendrá lugar la bendición, mientras se cantan las letanías de los santos.

Bendición del oriente

851. Cuando se llega al lugar adecuado, fuera de la población, se canta en dirección a oriente el siguiente responsorio:
¡Oh, Cruz fiel, árbol único en nobleza! Jamás el bosque dio mejor tributo en hoja, en flor y en fruto.
R. ¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la vida empieza con un Peso tan dulce en su corteza! (T. P. Aleluya).
V. Tú, solo entre los árboles, crecido para tender a Cristo en tu regazo.
R. ¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la vida empieza con un Peso tan dulce en su corteza! (T. P. Aleluya).

852. Seguidamente se lee el siguiente Evangelio, en la forma acostumbrada, pero sin pedir la bendición:

Venimos de Oriente a adorar al Rey Mt 2, 1-12
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Mateo.

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes ya los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel"».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor.

853. Después del Evangelio, el celebrante rocía con agua bendita en dirección al oriente y dice:
Por la señal de la santa Cruz. (T. P. Aleluya).
R. Líbranos, Señor, Dios nuestro (T. P. Aleluya).
V. Oremos.
Escucha, Señor, nuestras súplicas 
y, ya que somos castigados por nuestros pecados, 
y padecemos la desgracia de las calamidades naturales,
líbranos de estos males, para gloria de tu Nombre, 
y preserva a nuestros términos de toda adversidad, 
para que lo que nazca en ellos sirva a tu majestad 
y remedie nuestras necesidades. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Bendición del Occidente

854. Luego el celebrante se vuelve hacia occidente, y se canta el siguiente responsorio:
Nosotros hemos de gloriarnos en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo: en Él está nuestra salvación, vida y resurrección.
R. Él nos ha salvado y libertado. (T. P. Aleluya).
V. Tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa Resurrección alabamos y glorificamos.
R. Él nos ha salvado y libertado. (T. P. Aleluya).

855. Seguidamente se lee el siguiente Evangelio, en la forma acostumbrada, pero sin pedir la bendición:

Fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios Mc 16, 15-20 
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Marcos.

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once, y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban».

Palabra del Señor.

856. Después del Evangelio, el celebrante rocía con agua bendita en dirección al occidente y dice:
Te adoramos, oh, Cristo, y te bendecimos. (T. P. Aleluya).
R. Porque con tu Cruz has redimido el mundo. (T. P. Aleluya).
V. Oremos.
Dios todopoderoso y eterno, 
autor y conservador de todos los bienes,
ante quien se dobla toda rodilla 
en el cielo, en la tierra y en el abismo;
confiados en tu misericordia, 
te suplicamos humildemente
que apartes de nuestros términos todas las tormentas 
y disperses las tempestades,
para que, libres de estas calamidades, 
demos gracias a tu majestad 
tengamos el ánimo mejor dispuesto 
para poder servirte. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Bendición del norte

857. Luego el celebrante se vuelve hacia el norte, y se canta el siguiente responsorio:
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la vida empieza con un peso tan dulce en su corteza!
R. Tú, solo entre los árboles, crecido para tender a Cristo en tu regazo. (T. P. Aleluya).
V. Esta señal de la Cruz brillará en el cielo, cuando venga el Señor para juzgar.
R. Tú, solo entre los árboles, crecido para tender a Cristo en tu regazo. (T. P. Aleluya).

858. Seguidamente se lee el siguiente Evangelio, en la forma acostumbrada, pero sin pedir la bendición:

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo Lc 1, 26-38 
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.

Palabra del Señor.

859. Después del Evangelio, el celebrante rocía con agua bendita en dirección al norte y dice:
Nosotros hemos de gloriarnos en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo. (T. P. Aleluya).
R. En él está nuestra salvación, vida y resurrección. (T. P. Aleluya).
V. Oremos.
Señor y Dios nuestro, 
dígnate conceder y conservarnos 
los frutos de la tierra, 
para que nos alegremos
 con tus beneficios temporales 
y sintamos el aumento de los dones espirituales. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Bendición del sur

860. Luego el celebrante se vuelve hacia el sur, y se canta el siguiente responsorio:
Esta señal de la Cruz brillará en el cielo, cuando venga el Señor para juzgar.
R. Y pondrá al descubierto los designios del corazón. (T. P. Aleluya).
V. El Hijo del hombre se sentará en el trono de su gloria y comenzará a juzgar el mundo con el fuego.
R. Y pondrá al descubierto los designios del corazón. (T. P. Aleluya).

861. Seguidamente se lee el siguiente Evangelio, en la forma acostumbrada, pero sin pedir la bendición:

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros Jn 1, 1-5. 9-14
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Juan.

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Palabra del Señor.

862. Después del Evangelio, el celebrante rocía con agua bendita en dirección al sur y dice:
Ésta es la Cruz del Señor. (T. P. Aleluya).
R. Huid enemigos; ha vencido el León de la tribu de Judá. (T. P. Aleluya).
V. Oremos.
Te rogamos, Señor y Dios nuestro, 
que mires nuestros términos 
con ojos serenos y rostro alegre, 
y envíes sobre ellos tu bendición, 
para que el granizo no los afecte, 
la fuerza de la tempestad no los arrase, 
la sequía no los debilite, 
las plagas no los dañen, 
ni el exceso de lluvia los malogre,
sino que lleves a madurez sus frutos íntegros 
y sean abundantes para nuestra utilidad. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

863. El celebrante, con la cruz en sus manos, hace la señal de la cruz a los cuatro puntos cardinales, diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
descienda y permanezca 
sobre nuestros términos y sobre sus frutos.
R. Amén.

864. Se vuelve procesionalmente a la iglesia, cantando las letanías de los santos.
Al llegar a la iglesia, se canta Reina del cielo si es tiempo pascual, o, en caso contrario, la Salve, y se despide la asamblea.

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