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viernes, 20 de marzo de 2020

Bendición de lo relacionado con los desplazamientos humanos.

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Segunda parte. Bendiciones que atañen a las construcciones y a las diversas actividades de los cristianos.

CAPÍTULO XIX
BENDICIÓN DE TODO LO RELACIONADO CON LOS DESPLAZAMIENTOS HUMANOS

720. La vida humana encuentra una eficaz ayuda en el uso de aquellos medios o instrumentos que sirven para acortar las distancias y hacer posible el encuentro, la unión y la mutua comunicación entre los hombres, y que pueden designarse, de un modo genérico, como medios relacionados con los desplazamientos humanos. Entre estas realidades cabe enumerar, por ejemplo, una calle o carretera, una plaza, un puente, una vía férrea, un puerto, un vehículo cualquiera, una nave y un avión.

Puesto que en el uso de dichos medios se aviva y fomenta la conciencia de las mutuas obligaciones, ello nos ofrece una buena ocasión de bendecir a Dios y de orar al mismo tiempo por las personas que los utilizarán en lo sucesivo.

721. El rito que aquí se ofrece puede utilizarse con motivo del estreno o inauguración de aquellos medios que, de un modo u otro, se relacionan con los viajes o los desplazamientos. No obstante, si en algún lugar es habitual que, en días determinados, la gente acuda a la Iglesia utilizando coches u otros medios de locomoción para implorar la bendición divina, como prenda de la protección de Dios en sus viajes, puede hacerse una bendición especial para este caso, sirviéndose de los elementos de este rito.

722. La bendición de calles o carreteras, puentes, plazas, vías férreas, atañe a la comunidad en cuyo beneficio se construyen. Por esto se requiere la presencia de la comunidad o, por lo menos, de algunos delegados suyos, que la representen.

723. Este rito pueden utilizarlo el sacerdote, el diácono y también el laico, con los ritos y fórmulas previstos para él.

724. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de las personas, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre la estructura de la celebración y sus elementos principales.

725. Cuando se ha de bendecir un solo vehículo, puede emplearse el Rito breve propuesto más adelante, núms. 743-747.

I. RITO DE LA BENDICIÓN

Ritos iniciales

726. Reunida la comunidad, puede entonarse un canto adecuado, terminado el cual, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

727. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo:
El Señor, que es el camino, y la verdad, y la vida, 
esté con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.

Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
___________________________________
728. Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:
Bendigamos concordes
a Jesucristo, el Señor,
que es el camino, y la verdad, y la vida.

Todos responden:
Amén.
__________________________________
729. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Cristo, el Hijo de Dios, vino al mundo para reunir a los dispersos. Por consiguiente, todo aquello que contribuye a que los hombres se unan entre sí es conforme a los designios de Dios, ya que la construcción de nuevas vías de comunicación y el progreso técnico en los transportes acortan las distancias existentes y suprimen la separación que existe entre los pueblos a causa de las montañas o los mares.

Pidamos al Señor que bendiga a los que han trabajado en la construcción de esta obra (este medio de transporte) y proteja con su ayuda a los usuarios.

Lectura de la Palabra de Dios

730. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada Escritura, elegido de manera que esté relacionado con las circunstancias concretas del caso.

Yo soy el camino y la verdad y la vida Jn 14, 6-7
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Juan.

Dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».

Palabra del Señor.

731. O bien:

En él vivimos, nos movemos y existimos Hch 17, 22-28
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: «Atenienses, veo que sois en todo extremadamente religiosos. Porque, paseando y contemplando vuestros monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: “Al Dios desconocido". Pues eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo. El Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene, siendo como es Señor de cielo y tierra, no habita en templos construidos por manos humanas, ni lo sirven manos humanas, como si necesitara de alguien, él que a todos da la vida y el aliento, y todo. De uno solo creó el género humano para que habitara la tierra entera, determinando fijamente los tiempos y las fronteras de los lugares que habían de habitar, con el fin de que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban; aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos; así lo han dicho incluso algunos de vuestros poetas: “Somos estirpe suya”».

Palabra de Dios.

732. Pueden también leerse: 

Que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale Is 40, 1a. 3-5
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del profeta Isaías.

Esto dice el Señor: «Consolad, consolad a mi pueblo». Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos juntos -ha hablado la boca del Señor-».

Palabra de Dios.

Había ido a Jerusalén para adorar Hch 8, 27-39
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Se levantó Felipe, se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido a Jerusalén para adorar. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y pégate a la carroza, Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó: “Entiendes lo que estás leyendo? Contestó: ¿Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?». E invitó a Felipe a subir y a sentarse con él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este: «Como cordero fue llevado al matadero, como oveja muda ante el esquilador, así no abre su boca. En su humillación no se le hizo justicia. ¿Quién podrá contar su descendencia? Pues su vida ha sido arranca da de la tierra». El eunuco pregunto a Felipe: «Por favor, de quien dice esto el profeta?; ¿de él mismo o de otro?». Felipe se puso a hablarle y, tomando pie de este pasaje, le anuncio la Buena Nueva de Jesús Continuando el camino, llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco: «Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?». Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su camino lleno de alegría.

Palabra de Dios.

El viento cesó y vino una gran calma Mc 4, 35-41
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Marcos.

Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!». El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: sur «¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!».

Palabra del Señor.

Allanad sus senderos Lc 3, 3-6: 
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.

Juan, el Bautista recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos;los valles serán rellenados, los montes y colinas serán rebajados; lo torcido será enderezado, lo escabroso será camino llano. Y toda carne verá la salvación de Dios».

Palabra del Señor.

Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar Jn 1, 47-51
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Juan.

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?». Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.

Yo soy el camino y la verdad y la vida Jn 14, 1-7
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Juan.

Estando Jesús a la mesa con sus discípulos, les dijo: «No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».

Palabra del Señor.

733. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial Sal 24, 4-5. 9-10. 12-13 (R.: 2a)
R. Dios mío, en ti confío.

V. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando. R.

V. Hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos. R.

V. ¿Hay alguien que tema al Señor?
Él le enseñará el camino escogido:
su alma vivirá feliz,
se descendencia poseerá la tierra. R.

734. O bien:

Sal 22, 1b-3. 4. 5. 6 (R.: cf. 3b)
R. Guíame, Señor, por el sendero justo.

V. El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar; 
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.

V. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

V. Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

V. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

Sal 150, 1b-2. 3-4. 5-6a (R.: cf. 2b)
R. Alabad al Señor por su inmensa grandeza.

V. Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento;
alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. R.

V. Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y citaras; 
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas. R.

V. Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes. 
Todo ser que alienta alabe al Señor. R.

735. El ministro, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.

Preces

736. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento.

Unamos nuestras voces para invocar humildemente a Jesucristo, el Señor, que es el camino que nos conduce a la patria definitiva.
R. Guía, Señor, nuestros pasos por tu camino.
— Jesús, Señor, que al hacerte hombre has querido convivir con los hombres, concédenos, con el apoyo de tu presencia constante, caminar felizmente por la senda de tu amor. R.
— Jesús, Señor, que recorrías las poblaciones anunciando tu Evangelio y curando a los enfermos, continúa transitando por nuestras plazas y calles y confórtanos con tu misericordia. R.
— Jesús, Señor, que te presentaste a los discípulos cuando navegaban por el mar y los libraste del peligro, asístenos siempre en las tempestades de este mundo. R.
— Jesús, Señor, que te hiciste compañero de camino de tus discípulos, bendice nuestros pasos e inflama nuestro corazón con tu palabra. R.
— Jesús, Señor, que al subir al cielo nos abriste camino a nosotros, ampáranos durante nuestra peregrinación en la tierra, hasta que lleguemos al hogar que tu Padre nos tiene preparado. R.
— Jesús, Señor, que nos encomendaste como hijos a María, tu madre, danos, por su intercesión, seguridad en nuestros viajes, para que un día podamos contemplarte y alegrarnos contigo para siempre. R.

Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante.

737. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición el ministro dice:
Oremos.

Y, según las circunstancias, todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego dice la oración de bendición.

Oración de bendición

738. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:

a) Bendición de un puente, de una calle o carretera, de una plaza, de una vía férrea, de un puerto, de un aeropuerto
Oh, Dios, que estás cerca 
de todos los que viven entregados a tu servicio 
y velas con solicitud de padre por los que confían en ti, 
dígnate preceder con tu gracia y seguir cerca con tu compañía 
a todos los que pasen por esta calle 
(carretera, plaza/este puente), 
para que, con tu protección, 
superen todas las dificultades de la vida, 
vean cumplidos sus deseos 
y lleguen felizmente al lugar de su destino. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

O bien:
Dios grande y misericordioso, 
ni la distancia ni el tiempo 
pueden separar de ti a los que tú proteges; 
asiste a tus siervos, que confían en ti,
dondequiera que se hallen; 
dígnate ser su guía y compañero 
a lo largo de todo su camino; 
que no les dañe ninguna adversidad, 
que ninguna dificultad se les oponga, 
que todo les sea ventajoso y próspero, 
para que, amparados por tu mano, 
alcancen felizmente sus justos deseos. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

b) Bendición de un vehículo cualquiera
Dios todopoderoso, creador del cielo y la tierra, 
que, en tu gran sabiduría, 
encomendaste al hombre hacer cosas grandes y bellas, 
te pedimos por los que usen este vehículo: 
que recorran su camino con precaución y seguridad, 
eviten toda imprudencia peligrosa para los otros,
y, tanto si viajan por placer o por necesidad, 
experimenten siempre la compañía de Cristo, 
que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
R. Amén.

c) Bendición de un avión
Señor, Dios nuestro, 
a quien las nubes sirven de carroza, 
y que avanzas en las alas del viento, 
concédenos que este avión, 
construido por el ingenio y la habilidad de tus hijos, 
recorra apaciblemente sus rutas 
y transporte a los viajeros 
felizmente y sin daño, 
gracias a tu protección,
hasta llegar al término de su viaje.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

O bien:
Señor, Dios nuestro, 
que avanzas en las alas del viento, 
el cielo proclama tu gloria 
y el firmamento pregona la obra de tus manos; 
te bendecimos y proclamamos tu grandeza, 
porque, en tu gran sabiduría,
encomendaste al hombre hacer cosas grandes y bellas. 
Concédenos que esta aeronave 
sirva para extender más ampliamente 
la gloria de tu Nombre 
y para una más rápida solución de nuestros negocios. 
Que, por tu bendición,
 los pilotos de este avión 
actúen siempre con prudencia y habilidad 
y, volando con seguridad y sin peligro, 
conduzcan a los pasajeros felizmente a su destino. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

d) Bendición de una barca
Atiende, Señor, nuestras súplicas, 
con las que imploramos tu clemencia,
para que alejes de esta barca todo vendaval adverso 
y domines con tu poder la turbulencia de las olas;
 así, los que en ella naveguen,
salvaguardados con tu protección, 
podrán ver realizados sus deseos 
y llegar salvos al puerto anhelado. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

e) Bendición de una nave
Oh, Dios, que con amor manejas el timón de la Iglesia 
en medio de las tempestades de este mundo, 
te pedimos que esta nave y sus pasajeros
naveguen favorablemente por sus rutas 
y, llevándote a ti por piloto,
puedan superar todos los riesgos del mar, 
disfruten felizmente de su viaje
y arriben un día con alegría 
al puerto de la seguridad eterna. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

739. Después de la oración de bendición, según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita los locales, los vehículos y a los asistentes, mientras se entona un canto adecuado.

Conclusión del rito

740. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:
El Señor os guíe en vuestros desplazamientos, 
para que hagáis en paz vuestro camino 
y lleguéis a la vida eterna.
R. Amén.
Luego dice:
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, 
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
___________________________________
741. Si es laico, el ministro, invocando la bendición de Dios y santiguándose, dice:
El Señor nos guíe en nuestros desplazamientos,
para que hagamos en paz nuestro camino
y lleguemos a la vida eterna.
R. Amén.
__________________________________

742. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.

II. RITO BREVE

743. El ministro, al comenzar la celebración, dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
R. Que hizo el cielo y la tierra.

744. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la Sagrada Escritura, por ejemplo:

Jn 14, 6: Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.

Mt 22, 37a. 39b-40: Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas.

745. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Oremos.
Dios todopoderoso, creador del cielo y la tierra, 
que, en tu gran sabiduría, 
encomendaste al hombre hacer cosas grandes y bellas, 
te pedimos por los que usen este vehículo: 
que recorran su camino con precaución y seguridad, 
eviten toda imprudencia peligrosa para los otros,
y, tanto si viajan por placer o por necesidad, 
experimenten siempre la compañía de Cristo, 
que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
R. Amén.

746. O bien, para una barca:
Atiende, Señor, nuestras súplicas, 
con las que imploramos tu clemencia,
para que alejes de esta barca todo vendaval adverso 
y domines con tu poder la turbulencia de las olas; 
así, los que en ella naveguen,
salvaguardados con tu protección, 
podrán ver realizados sus deseos 
y llegar salvos al puerto anhelado. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

747. Según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a los presentes y el vehículo.

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