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miércoles, 25 de marzo de 2020

Bendición de los animales.

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Segunda parte. Bendiciones que atañen a las construcciones y a las diversas actividades de los cristianos.

CAPÍTULO XXIII
BENDICIÓN DE LOS ANIMALES

802. Puesto que muchos animales, según los designios de la Divina Providencia del Creador, comparten en cierto modo la vida del hombre, por cuanto le sirven de ayuda en su trabajo, o le proporcionan alimento y compañía, nada impide que, en determinadas ocasiones, por ejemplo, en la fiesta de algún santo, se conserve la costumbre de invocar sobre ellos la bendición de Dios.

803. Este rito pueden utilizarlo el sacerdote, el diácono, y también el laico, con los ritos y fórmulas previstos para él.

804. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre la estructura de la celebración y sus elementos principales.

805. Cuando se trata de bendecir uno que otro animal o de la bendición de los animales con ocasión de alguna celebración, puede emplearse también el Rito breve que se indica más adelante, núms. 823-826.

I. RITO DE LA BENDICIÓN

Ritos iniciales

806. Reunida la comunidad, puede entonarse un canto adecuado, terminado el cual, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

807. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo:
Dios, que es admirable
en todas sus obras,
esté con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.

Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
_______________________________________
808. Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:
Proclamemos la grandeza
del Señor, nuestro Dios,
que todo lo hizo con sabiduría.
R. Amén.
_______________________________________

809. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Los animales, creados por Dios, habitan el cielo, la tierra y el mar, y comparten la vida del hombre con todas sus vicisitudes. Dios, que derrama sus beneficios sobre todo ser viviente, más de una vez se sirvió de la ayuda de los animales o también de su figura para insinuar en cierto modo los dones de la salvación. Los animales fueron salvados en el arca de las aguas del diluvio y, después del diluvio, quedaron asociados al pacto establecido con Noé; el cordero pascual recordaba el sacrificio pascual y la liberación de la esclavitud de Egipto; un gran pez salvaguardó a Jonás; unos cuervos alimentaron al profeta Elias; los animales fueron agregados a la penitencia de los hombres y, junto con toda la creación, participan de la redención de Cristo.

Al invocar, pues, (por intercesión de san N.) la bendición de Dios sobre estos animales, alabemos al Creador de todo,.démosle gracias por habernos elevado por encima de las demás criaturas y pidámosle que, conscientes de nuestra dignidad, vivamos siempre al amparo de su ley.

Lectura de la Palabra de Dios

810. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la Sagrada Escritura.

Dominad todos los animales que se mueven sobre la tierra Gén 1,1. 20-28: 
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Génesis.

Al principio creó Dios el cielo y la tierra.
Dijo Dios: «Bullan las aguas de seres vivientes, y vuelen los pájaros sobre la tierra frente al firmamento del cielo». y creó Dios los grandes cetáceos y los seres vivientes que se deslizan y que las aguas fueron produciendo según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Luego los bendijo Dios, diciendo: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad las aguas del mar; y que las aves se multipliquen en la tierra». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto. Dijo Dios: «Produzca la tierra seres vivientes según sus especies: ganados, reptiles y fieras según sus especies». Y así fue. E hizo Dios las fieras según sus especies, los ganados según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra». Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. Dios los bendijo; y les dijo Dios: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra».

Palabra de Dios.

811. O bien:

El hombre puso nombre a todas las bestias Gén 2, 19-20a
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Génesis.

El Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así el hombre puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo.

Palabra de Dios.

812. Pueden también leerse: 

Meterás en el arca los animales para que conserven la vida contigo Gén 6, 17-22
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Génesis.

Dijo Dios a Noé: «Yo voy a enviar el diluvio a la tierra para  exterminar toda criatura viviente bajo el cielo; todo cuanto existe en la tierra perecerá. Pero yo estableceré mi alianza contigo, y entrarás en el arca con tu mujer, tus hijos y sus mujeres. Meterás también en el arca una pareja de cada criatura viviente, macho y hembra, para que conserve la vida contigo. De cada especie de aves, de ganados y de reptiles de la tierra, entrará una pareja contigo para conservar la vida. Recoge toda clase de alimentos y almacénalos para que os sirva de sustento a ti y a ellos». Noé hizo todo lo que le mando Dios.

Palabra de Dios.

Ningún animal causará daño ni estrago por todo mi monte santo Is 11, 6-10
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del profeta Isaías.

Esto dice el Señor Dios: «En aquel día, habitará el lobo con el cordero, el leopardo se tumbará con el cabrito, el ternero y el león pacerán juntos: un muchacho será su pastor. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león como el buey, comerá paja. El niño de pecho retoza junto al escondrijo de la serpiente, y el recién destetado extiende la mano hacia la madriguera del áspid. Nadie causará daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país del conocimiento del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé será elevada como enseña de los pueblos: se volverán hacia ella las naciones y será gloriosa su morada».

Palabra de Dios.

813. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial . Sal 8, 2. 4-5. 7b-9 (R.: 10)
R. ¡Señor, Dios nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

V. ¡Señor, Dios nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos. R.

V. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él? R.

V. Todo lo sometiste bajo sus pies.
Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas. R.

814. O bien:

Sal 103, l-2a. 10-12. 25. 27-28 (R.: 27)
R. Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo.

V. Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad, 
la luz te envuelve como un manto. R.

V. De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes; 
en ellos beben las fieras de los campos,
el asno salvaje apaga su sed; 
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto. R.

V. Ahí está el mar: ancho y dilatado, 
en él bullen, sin número,
animales pequeños y grandes. R.

Sal 146, 5-6. 7-8. 9-11 (R.: 1b)
R. Alabad al Señor, que la música es buena.

V. Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R.

V. Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre. R.

V. Da su alimento al ganado
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los jarretes del hombre:
el Señor aprecia a los que lo temen,
que confían en su misericordia. R.

815. El ministro, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.

Preces

816. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento.

V. Dios creó al hombre y lo colocó en la tierra para que, ejerciendo el dominio sobre todos los animales, profesara la gloria del Creador. Proclamemos su alabanza, diciendo:
R. Cuántas son tus obras, Señor.
Bendito seas, Señor, que creaste a los animales y los pusiste bajo nuestro dominio, para que nos ayudaran en nuestro trabajo. R.
— Bendito seas, Señor, que para rehacer nuestras fuerzas nos das como
alimento la carne de los animales. R.
— Bendito seas, Señor, que, para entretenimiento de tus hijos, nos das la compañía de los animales domésticos. R.
— Bendito seas, Señor, que en las aves del cielo alimentadas por ti, nos das una señal deBendito seas, Señor, que nos has dado a tu Hijo como Cordero y has
querido que en Él nos llamáramos y fuéramos de verdad hijos tuyos. R.
— -Bendito seas, Señor, que por medio de las más humildes criaturas nos
atraes también a tu amor. R.

Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante.

817. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición, el ministro dice:
Oremos.

Y, según las circunstancias, todos oran durante algún tiempo en silencio.
Luego dice la oración de bendición.

Oración de bendición

818. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Oh, Dios, autor y dador de todos los bienes,
que has hecho que también los animales
sirvan de ayuda al hombre
en sus necesidades y en su trabajo,
te pedimos (por intercesión de san N.)
que utilicemos debidamente estos seres,
necesarios para nuestra subsistencia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

819. O bien:
Oh, Dios, que todo lo hiciste con sabiduría,
y que, después de crear al hombre a tu imagen,
le diste, con tu bendición,
el dominio sobre todos los animales, 
extiende tu mano con benevolencia
y concédenos que estos animales nos sirvan de ayuda
y nosotros, tus servidores,
ayudados con los bienes presentes,
busquemos con más confianza los futuros.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

820. Según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a los presentes y a los animales.

Conclusión del rito

821. El ministro concluye el rito, diciendo:
Dios, que creó los animales para nuestra ayuda,
nos proteja y guarde siempre
con la gracia de su bendición.
R. Amén.

822. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.

II. RITO BREVE

823. El ministro, al comenzar la celebración, dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
R. Que hizo el cielo y la tierra.

824. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:

Gén 2, 20a: El hombre puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo.

Cf. Sal 8, 7-9a Señor, le diste al hombre el mando sobre las obras de tus manos. Todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar.

825. Luego el ministro con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Oh, Dios, que todo lo hiciste con sabiduría,
y que, después de crear al hombre a tu imagen,
le diste, con tu bendición,
el dominio sobre todos los animales,
extiende tu mano con benevolencia
y concédenos que estos animales nos sirvan de ayuda
y nosotros, tus servidores,
ayudados con los bienes presentes, busquemos con más confianza los
futuros.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

826. Según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a los presentes y a los animales.

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