Entrada destacada

Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

viernes, 6 de marzo de 2020

Bendición de las asociaciones de ayuda a las necesidades públicas.

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Primera parte. Bendiciones que se refieren directamente a las personas.

CAPÍTULO VI. 
BENDICIÓN DE LAS ASOCIACIONES DE AYUDA EN LAS NECESIDADES PÚBLICAS.

443. La Iglesia, fiel al Evangelio, fomenta y afianza con su actuación cuanto de bueno existe en la comunidad humana. Aunque es tarea común de todo el pueblo de Dios aliviar las desgracias e infortunios en las necesidades públicas, son muy dignas de encomio aquellas asociaciones que, aunando sus esfuerzos, pueden prestar una ayuda más eficaz y procuran atraer a otros socios con el fin de prestar así en un momento de agobio una ayuda más eficaz.

444. Con el nombre de asociaciones de ayuda en las necesidades públicas se entiende aquí aquel tipo de asociaciones que tienen por objeto trasladar a los enfermos a centros médicos y hospitalarios, extinguir incendios, contener inundaciones, etc., aunque estas asociaciones formen parte de algún organismo establecido en la sociedad civil por la autoridad pública.

445. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo el sacerdote o el diácono. Estos, respetando la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración a las circunstancias de la asociación y del lugar.

RITO DE BENDICIÓN

Ritos iniciales

446. Reunidos los miembros de la asociación, se entona, según la oportunidad, un canto adecuado, terminado el cual, el celebrante dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

447. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo:
El Señor, que pasó haciendo el bien, 
esté con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.

Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.

448. El celebrante dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Dios, que es amor, queriendo hacer a los hombres partícipes de su amor, envió su Hijo al mundo para auxiliarlos y ayudar amorosamente a los afectados por la enfermedad, la invalidez o la adversidad; y Cristo mostró un amor tan grande a sus hermanos que consideró como hecho a sí mismo todo lo que se hiciera con ellos, llamó benditas de su Padre a las personas compasivas y les prometió la vida eterna.

Imploremos, pues, una abundante bendición del Señor sobre los miembros de esta asociación, que quieren dedicarse a ayudar a los hermanos.

Lectura de la Palabra de Dios

449. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada Escritura. Se elegirá la lectura que parezca más directamente relacionada con los fines de aquella asociación.

Cada vez que que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis Mt 25, 31-46
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme". Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos  forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?". Y el rey les dirá: "En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis". Entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí,
malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis". Entonces también estos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?". Él les replicará: "En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo". Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

Palabra del Señor.

450. O bien:

Parte tu pan con el hambriento Is 58, 1ab. 5-11
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del profeta Isaías.

Grita a pleno pulmón, no te contengas; alza la voz como una trompeta.
¿Es ese el ayuno que deseo en el día de la penitencia: inclinar la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza? A eso llamáis ayuno, día agradable al Señor? Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos. Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la  justicia, detrás de ti la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: «Aquí estoy». Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía. El Señor te guiará siempre, hartará tu alma en tierra abrasada, dará vigor a tus huesos. Serás un huerto bien regado, un manantial de aguas que no engañan.

Palabra de Dios.

451. Pueden también leerse: 

Practicad el bien, y no os atrapará el mal Tob 12, 6-13
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro de Tobías.

El ángel del Señor dijo a Tobías y a sus hijos: «Alabad a Dios y dadle gracias ante todos los vivientes por los beneficios que os ha concedido; así todos cantarán y alabarán su nombre. Proclamad a todo el mundo las gloriosas acciones de Dios y no descuidéis darle gracias. Es bueno guardar el secreto del rey, pero las gloriosas acciones de Dios hay que manifestarlas en público. Practicad el bien, y no os atrapará el mal. Más vale la oración sincera y la limosna hecha con rectitud que la riqueza lograda con injusticia. Más vale dar limosna que amontonar oro. La limosna libra de la muerte y purifica del pecado. Los que dan limosna vivirán largos años, mientras que los pecadores y malhechores atentan contra su propia vida. Os voy a decir toda la verdad, sin ocultaros nada. Os he dicho que es bueno guardar el secreto del rey y manifestar en público las gloriosas acciones de Dios. Pues bien, cuando tú y Sara orabais, era yo quien presentaba el memorial de vuestras oraciones ante la gloria del Señor, y lo mismo cuando enterrabas a los muertos. El día en que te levantaste enseguida de la mesa, sin comer, para dar sepultura a un cadáver, Dios me había enviado para someterte a prueba.

Palabra de Dios.

No hagas sufrir al hambriento Eclo 3, 30—4, 10 
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Eclesiástico.

El agua apaga el fuego ardiente, y la limosna perdona los pecados. Quien responde con favores será recordado más tarde, y cuando llegue la caída encontrará un apoyo. Hijo, no prives al pobre del sustento, ni seas insensible a los ojos suplicantes. No hagas sufrir al hambriento, ni exasperes al que vive en su miseria. No perturbes un corazón exasperado, ni retrases la ayuda al indigente. No rechaces la súplica del atribulado, ni vuelvas la espalda al pobre. No apartes los ojos del necesitado, ni le des ocasión de maldecirte. Porque si te maldice lleno de amargura, su Creador escuchará su imprecación. Hazte amar por la asamblea, y ante un grande baja la cabeza. Inclina tu oído hacia el pobre, y respóndele con suaves palabras de paz. Arranca al oprimido de la mano del opresor, y no seas débil cuando hagas justicia. Sé como un padre para los huérfanos y como un marido para su madre. Así serás como un hijo del Altísimo, y él te amará más que tu madre.

Palabra de Dios.

No te retraigas ante los que lloran Eclo 7, 32-35 
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Eclesiástico.

Tiende tu mano al pobre, para que tu bendición sea completa. Sé generoso con todos los vivos, y a los muertos no les niegues tu generosidad. No te retraigas ante los que lloran, y aflígete con los que se afligen. No dejes de visitar al enfermo, porque con estas obras te harás querer.

Palabra de Dios

Vinieron a Jesús trayendo un paralítico llevado entre cuatro Mc 2, 1-12
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Marcos.

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la palabra. Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?». Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados - dice al paralítico—“Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa"». Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».

Palabra del Señor.

¿Quién es mi prójimo? Lc 10, 25-37
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.

Se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo», Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de
más yo te lo pagaré cuando vuelva". ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».

Palabra del Señor.

También vosotros debéis lavaros los pies unos a otros Jn 13, 12-17 
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Juan.

Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica».

Palabra del Señor.

452. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial. Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 10-11. 12-13 (R.: 9a)
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

V. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

V. Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.

V. Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor, 
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

V. Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.

V. Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad? R.

453. O bien:

Sal 102, 1b-2. 3-4. 11-12. 13-14. 17-18 (R.: 8)
R. El Señor es compasivo y misericordioso, 
lento a la ira y rico en clemencia.

V. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre,
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

V. El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R.

V. Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R.

V. Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R.

V. La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos: 
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos. R.

454. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.

Preces

455. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias de los socios o del momento.

Cristo, el Señor, aguantando nuestros sufrimientos y aguantando nuestros dolores, pasó haciendo el bien, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Cimentados en su amor, invoquémoslo diciendo:
R. Enséñanos, Señor, a servir a los hermanos.
Tú que te hiciste pobre por nosotros y viniste, no para que te sirvieran, sino para servir, concédenos amar a los hermanos y ayudarlos en sus necesidades. R.
 Tú que con tu obra redentora hiciste un mundo nuevo en el que los hombres se sintieran solidarios unos de otros y se amaran entre sí, ayúdanos a trabajar con denuedo por la instauración de un modo de vivir auténticamente evangélico. R.
 Tú que quieres que todos los hombres se beneficien de tus bienes, haz que surjan en tu pueblo personas generosas que, impulsadas por la caridad, se dediquen de buen grado a la asistencia de los pobres y necesitados. R.
 Tú que quisiste que María, tu madre, fuera también madre nuestra, otórganos su protección para que sintamos continuamente su ayuda desde el cielo. R.

Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante.

456. Cuando no se dicen las Preces, antes de la oración de bendición, el celebrante, con estas palabras u otras semejantes, invita a todos a orar, implorando la ayuda divina:
Oremos, queridos hermanos, a Dios, que es amor, para que nos inflame con el fuego de su Espíritu y nos haga fervorosos en el amor recíproco, como Cristo nos ha amado.

Y, según la oportunidad, todos oran durante algún tiempo en silencio.

Sigue la oración de bendición.

Oración de bendición

457. El celebrante, con las manos extendidas, añade:
Bendito seas, Señor, Dios de misericordia, 
que en tu Hijo nos has dado 
un admirable ejemplo de caridad 
y por él nos has recomendado vivamente 
el mandato del amor; 
dígnate colmar de tus bendiciones ✠ 
a estos servidores tuyos, 
que quieren dedicarse generosamente 
a la ayuda de los hermanos; 
haz que, en las necesidades urgentes, 
te sirvan fielmente con una entrega total 
en la persona del prójimo. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Conclusión del rito

458. Después de la oración de bendición, según las circunstancias, se canta la antífona:

En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros.

V. Dijo Jesús a sus discípulos: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».

459. O bien la siguiente (Ubi caritas):

Ant. Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
Nos congregó y unió el amor de Cristo.
Regocijémonos y alegrémonos en él.
Temamos y amemos al Dios vivo,
y amémonos con corazón sincero.

Ant. Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
Pues estamos en un cuerpo congregados,
cuidemos no se divida nuestro afecto.
Cesen las contiendas malignas, cesen los litigios,
y en medio de nosotros esté Cristo Dios.

Ant. Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
Veamos juntamente con los santos,
tu glorioso rostro, ¡oh, Cristo Dios!
Éste será gozo inmenso y puro,
por los siglos de los siglos infinitos. Así sea.

U otro canto adecuado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No publico comentarios anónimos.