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jueves, 19 de marzo de 2020

Bendición de gimnasios y otras instalaciones deportivas.

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Segunda parte. Bendiciones que atañen a las construcciones y a las diversas actividades de los cristianos.

CAPÍTULO XVIII
BENDICIÓN DE GIMNASIOS Y OTRAS INSTALACIONES DEPORTIVAS

702. Los ejercicios físicos son útiles para robustecer la salud corporal y conservar el equilibrio psíquico, no menos que para fomentar relaciones de fraternidad entre los hombres de cualquier raza, nación o condición. Para recordar estas ventajas, puede resultar oportuna la celebración de la bendición. Ésta puede tener lugar a raíz de la inauguración de algún gimnasio u otro local destinado a la práctica de la cultura física, sobre todo si lo utilizan principalmente los cristianos.

703. Esta celebración afecta tanto a aquellos en cuyo provecho se construyen estos complejos deportivos como a los que los dirigen o de un modo u otro trabajan en ellos. De ahí que la bendición no deba hacerse sin su asistencia.

704. Este esquema pueden usarlo el sacerdote o el diácono, los cuales, respetando la estructura del rito y sus elementos principales, adaptarán la celebración a las circunstancias del lugar y de las personas.

705. En aquellas regiones donde en el Tiempo pascual o en cualquier otro tiempo se juzga oportuno celebrar también la bendición en los gimnasios y otras instalaciones deportivas, se puede preparar una adecuada celebración adoptando los principales elementos descritos en este formulario.

RITO DE LA BENDICIÓN

Ritos iniciales

706. Al principio de la celebración, reunida la comunidad, puede entonarse un canto adecuado, terminado el cual, el celebrante dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

707. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo:
Dios, fuente y origen de todas las cosas, 
de quien nos vienen todos los bienes, 
esté con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.

Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.

708. El celebrante dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Dios nos ha dado las fuerzas para que le sirvamos con alegría, ayudemos a los hermanos, y nuestro cuerpo, sujeto a la ley de Dios, esté dispuesto para toda obra buena. Por tanto, Dios aprueba que dediquemos un tiempo al descanso del espíritu y al ejercicio corporal, que nos ayudan a mantener el equilibrio interior y a comportarnos fraternal y amistosamente con los demás.

Lectura de la Palabra de Dios

709. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada Escritura.

Corred así: para ganar 1 Cor 9, 24-27
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Corintios.

¿No sabéis que en el estadio todos los corredores cubren la carrera, aunque uno solo se lleva el premio? Pues corred así: para ganar. Pero un atleta se impone toda clase de privaciones; ellos para ganar una corona que se marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita. Por eso corro yo, pero no al azar; lucho, pero no contra el aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo someto, no sea que, habiendo predicado a otros, quede yo descalificado.

Palabra de Dios.

710. Pueden también leerse: 

Sois templo de Dios 1 Cor 3, 16-17
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Corintios.

¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros. 

Palabra de Dios.

Glorificad a Dios con vuestro cuerpo 1 Cor 6, 19-20
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Corintios.

¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios? Y no os pertenecéis, pues habéis sido comprados a buen precio. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!

Palabra de Dios.

Corro hacia la meta Flp 3, 12-15
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Filipenses.

No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado do por Cristo. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús. Todos nosotros, los maduros, debemos sentir así. Y, si en algo sentís de otro modo, también eso os lo revelará Dios.

Palabra de Dios.

711. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial Sal 99, 1b-2. 3. 4. 5 (R.: cf. 3c)
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

V. Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.

V. Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

V. Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.

V. «El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades». R.

712. O bien:

Sal 148, 5-6. 11-13b. 13c-14 (R.: cf. Is 6, 3c)
R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

V. Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.
Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará. R.

V. Reyes del orbe y todos los pueblos,
príncipes y jueces del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los ancianos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime. R.

V. Su majestad sobre el cielo y la tierra; 
él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R.

713. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.

Preces

714. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento.

Jesús, el Señor, que es nuestra alegría y nuestra fuerza, llama a todos los hombres hacia sí, para que los que están cansados y agobiados, permaneciendo en su amor, encuentren en él alivio y consuelo. Invoquémoslo, pues, diciendo confiadamente:
R. Atráenos hacia ti, Señor.
— Tú que eres la vida de todos los que redimiste con tu sangre:
R. Atráenos hacia ti, Señor.
— Tú que eres la fortaleza de los débiles y el premio de los fuertes:
R. Atráenos hacia ti, Señor.
— Tú que pasaste haciendo el bien y curando a todos:
R. Atráenos hacia ti, Señor.
— Tú que nos envías el Espíritu Defensor, para que nos robustezca:
R. Atráenos hacia ti, Señor.
— Tú que has puesto la fuente de la verdadera alegría en el amor a ti y a los hermanos:
R. Atráenos hacia ti, Señor.
— Tú que escuchas nuestras súplicas, para que nuestra alegría sea completa:
R. Atráenos hacia ti, Señor.
— Tú que quieres que, unidos a ti, tengamos un mismo pensar y un mismo sentir:
R. Atráenos hacia ti, Señor.

Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante.

715. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición el celebrante dice:
Oremos.

Y todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego el celebrante dice la oración de bendición.

Oración de bendición

716. El celebrante, con las manos extendidas, dice la oración de bendición:
Señor, te alabamos sin cesar, 
porque todo lo dispones de modo admirable 
y moderas con sabiduría 
el trabajo y las ocupaciones de los hombres, 
concediéndoles un tiempo de descanso y honesta diversión,
para reposo de sus cuerpos y alivio de sus mentes. 
Imploramos, Señor, tu clemencia, 
para que este lugar cumpla debidamente su misión,
favorezca el ocio y el recreo del espíritu 
y asegure la salud del cuerpo y de la mente, 
de modo que los que aquí acudan 
se enriquezcan mutuamente con un trato fraterno 
y juntos te alaben con alegría. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

717. Después de la oración de bendición, según las circunstancias, el celebrante rocía con agua bendita a los presentes y el local, mientras se entona un canto adecuado.

Conclusión del rito

718. El celebrante concluye el rito, diciendo, con las manos extendidas sobre los presentes:
Dios, que ilumina nuestras mentes 
y repone nuestras fuerzas corporales,
dirija todas nuestras acciones, 
para que poseamos, cada día con más plenitud, 
la alegría del corazón 
y la concordia de nuestras voluntades.
R. Amén.
Luego dice:
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, 
descienda sobre vosotros.
R. Amén.

719. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.

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