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jueves, 26 de marzo de 2020

Bendición de los campos, las tierras de cultivo y los terrenos de pasto.

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Segunda parte. Bendiciones que atañen a las construcciones y a las diversas actividades de los cristianos.

CAPÍTULO XXIV
BENDICIÓN DE LOS CAMPOS, LAS TIERRAS DE CULTIVO Y LOS TERRENOS DE PASTO

827. Con este rito los fieles manifiestan su agradecimiento a Dios, que con amor inefable creó el mundo y lo confió al cuidado del hombre, para que éste, con su trabajo asiduo, proporcionara a los hermanos lo necesario para el sustento.

828. Este rito puede emplearse en aquellas ocasiones más adecuadas de la vida agrícola, de manera que, con la ayuda de la oración, se santifique el trabajo humano, y la bendición del Señor acompañe las alternativas de las estaciones y sus faenas correspondientes.

829. Este rito pueden usarlo el sacerdote, el diácono, y también el laico, con los ritos y fórmulas previstos para él.

830. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de las personas, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre la estructura de la celebración y sus elementos principales.

RITO DE LA BENDICIÓN

Ritos iniciales

831. Reunida la comunidad, puede entonarse un canto adecuado terminado el cual, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

832. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo:
Dios, que es admirable en sus obras, 
esté con todos vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.

Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
____________________________________
833. Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:
Bendigamos unánimes a Dios,
que nos concede el rocío del cielo
y la fertilidad de la tierra.
R. Amén.
___________________________________

834. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Bendigamos a Dios, que con su omnipotencia creó la tierra y con su providencia la enriquece, y la dio a los hombres para que la cultivasen y de ella sacasen los frutos con que sustentar su vida.

Al mismo tiempo que damos gracias a Dios por su generosidad, aprendamos también, según las palabras del Evangelio, a buscar sobre todo el Reino de Dios y su justicia, ya que entonces todo lo que necesitemos se nos dará por añadidura.

Lectura de la Palabra de Dios

835. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la Sagrada Escritura.

Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno Gén 1, 1. 11-12. 29-31a
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Génesis.

Al principio creó Dios el cielo y la tierra.
Dijo Dios: «Cúbrase la tierra de verdor, de hierba verde que engendre semilla, y de árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra». Y así fue La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno».
Y dijo Dios: «Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira». Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.

Palabra de Dios.

836. O bien:

Dios puso al pueblo a caballo de sus montañas, los alimentó con las cosechas de sus campos Dt 32, 10c-14
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Deuteronomio.

Dios rodeó a su pueblo cuidando de él, lo guardó como a las niñas de sus ojos. Como el águila incita a su nidada, revolando sobre los polluelos, así extendió sus alas, los tomó y los llevó sobre sus plumas. El Señor solo los condujo, no hubo dioses extraños con él. Los puso a caballo de sus montañas, los alimentó con las cosechas de sus campos; los crió con miel silvestre, con aceite de rocas de pedernal; con requesón de vacas y leche de ovejas, con grasa de corderos y carneros, ganado de Basan y cabritos, con la flor de la harina de trigo, y por bebida, con la sangre fermentada de la uva.

Palabra de Dios.

837. Pueden también leerse: 

Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso Mt 6, 25-34
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No estéis agobiados por vuestra vida pensando que vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando que vais a comer, o que vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia».

Palabra del Señor.

La semilla germina y va creciendo, sin que el hombre sepa cómo Mc 4, 26-29
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Marcos.

Dijo Jesús: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Palabra del Señor.

838. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial Sal 103, 1-2a. 14-15. 24. 27-28 (R.: 24c)
R. La tierra está llena de tus criaturas, Señor.

V. Bendice, alma mía, al Señor,
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R.

V. Haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre.
Él saca pan de los campos,
y vino que le alegra el corazón;
y aceite que da brillo a su rostro,
y alimento que le da fuerzas. R.

V. Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas. R.

V. Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes. R.

839. O bien:

Sal 64, 10. 11-12. 13-14. (R.: cf. 6ab)
R. Tú nos respondes, Dios, salvador nuestro.

V. Tú cuidas la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
así preparas la tierra. R.

V. Riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes.
Coronas el año con tus bienes, 
tus carriles rezuman abundancia. R.

V. Rezuman los pastos del páramo,
las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan. R.

Sal 106, 35-36. 37-38. 41-42 (R.: a)
R. Dad gracias al Señor porque es bueno.

V. Transformó el desierto en estanques,
el erial en manantiales de agua.
Colocó allí a los hambrientos,
y fundaron una ciudad para habitar. R.

V. Sembraron campos, plantaron huertos,
recogieron cosechas.
Los bendijo y se multiplicaron,
y no les escatimó el ganado. R.

V. Levantó a los pobres de la miseria
y multiplicó sus familias como rebaños.
Los rectos lo ven y se alegran,
a la maldad se le tapa la boca. R.

840. El ministro, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.

Preces

841. Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento.

V. Dios providente, Padre de todos, se preocupa amorosamente por sus hijos y los alimenta y protege, bendiciendo la tierra para que dé los frutos para el sustento del hombre. Invoquémoslo con espíritu filial, diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
Tú que por el apóstol Pablo nos llamaste campo tuyo, haz que, cumpliendo en todo momento tu voluntad, vivamos siempre unidos a ti. R.
— Tú que nos enseñaste que somos sarmientos de aquella vid que es Cristo, haz que, permaneciendo en tu Hijo, demos fruto abundante. R.
— Tú que bendices la tierra y la enriqueces sin medida, haz que nuestros campos, con tu bendición, produzcan el alimento que necesitamos. R.
— Tú que multiplicas el trigo, con el cual nos das el pan nuestro de cada día y el alimento de la Eucaristía, concédenos cosechas abundantes con el rocío del cielo y la fertilidad de la tierra. R.
— Tú que alimentas a los pájaros del cielo y vistes a los lirios del campo, enséñanos a no estar agobiados pensando qué vamos a comer o con qué nos vamos a vestir, sino a buscar sobre todo tu reino y tu justicia. R.

Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante.

842. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición el ministro dice:
Oremos.

Y, según las circunstancias, todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego dice la oración de bendición.

Oración de bendición

843. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Señor, Padre santo, 
que mandaste al hombre 
que guardara y cultivara la tierra, 
te suplicamos con humildad 
que nos concedas siempre cosechas abundantes, 
des fertilidad a nuestros sembrados, 
y, alejando de nuestros campos las tormentas y el granizo, 
las semillas puedan germinar con abundancia. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

844. O bien:
Oh, Dios, que ya en el principio del mundo 
ordenaste en tu providencia
que la tierra germinara hierba verde 
y produjera toda clase de frutos, 
y proporcionas semilla para sembrar y pan para comer, 
te pedimos que esta tierra, 
fecundada por tu bondad 
y cultivada por el trabajo del hombre, 
rebose de frutos abundantes, 
y tu pueblo, colmado de tus dones, 
te alabe sin cesar ahora y siempre. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Conclusión del rito

845. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:
Dios, fuente de todos los bienes, 
os bendiga y dé fecundidad a vuestro trabajo, 
para que podáis alegraros de sus dones 
y proclamar siempre sus alabanzas.
R. Amén.
___________________________________
846. Si el ministro es laico, concluye el rito santiguándose y diciendo:
Dios, fuente de todos los bienes,
nos bendiga y dé fecundidad a nuestro trabajo,
para que podamos alegrarnos de sus dones
y proclamar siempre sus alabanzas.
R. Amén.
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847. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.

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