Ed. española 1979.
SEGUNDA PARTE
RITUAL DE LA PROFESIÓN DE LAS RELIGIOSAS
RITUAL DE LA PROFESIÓN DE LAS RELIGIOSAS
CAPITULO III
EL RITO DE LA PROFESIÓN PERPETUA DENTRO DE LA MISA
43. Para la celebración del rito de la profesión, por la que la religiosa se entrega perpetuamente a Dios, son días muy oportunos los domingos o las solemnidades del Señor, de la Virgen o de los Santos que más sobresalieron en la vida religiosa.
44. El rito de la profesión perpetua se celebra separadamente de los demás ritos de la profesión (cf. «Observaciones previas», núm. 8).
45. Avísese, con tiempo, a los fieles el día y la hora para que pueda acudir el mayor número posible.
46. Se dice la Misa correspondiente a la liturgia del día o la Misa ritual para el día de la profesión perpetua según las rúbricas (cf. «Observaciones previas», núms. 9-11).
47. Donde sea posible y la utilidad de los fieles no exija la celebración particular de todos los sacerdotes presentes, se prefiere la Misa concelebrada.
48. La profesión se hace, como de costumbre, junto a la sede. Colóquese en un lugar conveniente del presbiterio un asiento para la Superiora que ha de recibir la profesión de las hermanas; dispóngase los asientos para las que van a profesar de forma que los fieles puedan contemplar perfectamente la acción litúrgica.
49. Es laudable que las religiosas de clausura papal emitan sus votos perpetuos en el presbiterio.
50. Normalmente la profesión se tiene en la iglesia de la familia religiosa. Pero se puede celebrar el rito en la catedral o parroquia o en cualquier otra iglesia importante, si parece oportuno por razones pastorales, para honra de la vida religiosa y edificación del pueblo de Dios o para posibilitar una mayor asistencia.
51. Del mismo modo, si en alguna parte dos o más familias religiosas desean celebrar la profesión en el mismo sacrificio eucarístico es muy oportuno hacer la profesión en la catedral, en la parroquia o en cualquier iglesia importante, bajo la presidencia del Obispo. Cada una de las que van a profesar emitirá sus votos ante su respectiva Superiora.
Las monjas observarán cuidadosamente en esto las leyes de su clausura.
52. La acción litúrgica debe celebrarse con toda la solemnidad que requiere el rito, pero hay que evitar la suntuosidad que desdice de la pobreza religiosa El pan y el vino para consagrar, prepárese en cantidad suficiente para los ministros, los que van a profesar, sus padres, familiares, amigos y hermanos en religión. Por tanto, si sólo se usa un cáliz, que tenga suficiente capacidad.
53. El pan y el vino para consagrar, prepárese en cantidad suficiente para los ministros, los que van a profesar, sus padres, familiares, amigos y hermanos en religión. Por tanto, si sólo se usa un cáliz, que tenga suficiente capacidad.
54. Además de todo lo que se necesita para la Misa, prepárese: a) el Ritual de la profesión religiosa; b) los anillos y los demás símbolos de la profesión que se han de entregar, según las leyes y costumbres de la familia religiosa.
RITO DE ENTRADA
55. Reunido el pueblo y la comunidad religiosa, y, después de prepare todo lo necesario, avanza la procesión por medio de la iglesia hasta el altar, mientras el coro y el pueblo cantan el introito de la Misa. La procesión se hace del modo acostumbrado y es recomendable que participen en ella las que va a profesar acompañadas de la Superiora y la Maestra.
56. Al llegar al presbiterio, hacen una reverencia ante el altar y se colocan todos en los lugares designados para ellos; luego continúa la Misa.
LITURGIA DE LA PALABRA
57. En la liturgia de la Palabra se hace todo como de costumbre, excepto lo siguiente:
a) Se pueden tomar las lecturas de la Misa del dia o de los textos que se señalan en el Leccionario, pag. 191 (cf. «Observaciones previas», nums. 9-10).
b) Puede omitirse el Credo, aunque se prescriba en las rúbricas de la liturgia del dia.
c) Del mismo modo, se omite la oración de los fieles.
PROFESIÓN RELIGIOSA
Llamada o petición
58. Después de la lectura del Evangelio, el Celebrante y el pueblo se sientan; circunstancias lo piden, el Diácono o la Maestra llama por su nombre a cada las que van a profesar permanecen de pie. Después, si parece oportuno o las una de las que van a profesar.
Y ellas responden:
Aquí estoy, Señor; tú me has llamado.
o palabras semejantes, según la costumbre de la familia religiosa o del lugar.
59. Luego el Celebrante pregunta a las que van a profesar, con estas o semejantes palabras:
Queridas hermanas (hijas),
¿qué pedís a Dios y a su santa Iglesia?
Todas responden a la vez con estas o parecidas palabras:
Servir a Jesucristo, esposo de las vírgenes,
en esta Congregación religiosa
todos los días de nuestra vida.
El Celebrante, la Superiora y los miembros de la comunidad religiosa responden:
Te damos gracias, Señor.
o con palabras semejantes.
60. Si parece más conveniente, puede omitirse la llamada y las preguntas del Celebrante y se hace la petición del modo siguiente: una de las que van a profesar, de pie, en nombre de todas, dirigiéndose a la Superiora dice estas o parecidas palabras:
Nosotras N. y N.,
conscientes de que ya estamos consagradas a Dios
por los vínculos de la vida religiosa,
te pedimos, Madre (Hermana),
que nos admitas a la profesión perpetua
en esta Congregación de N.
para alabanza de Dios y servicio de la Iglesia.
La Superiora y todas las religiosas de la comunidad responden:
Te damos gracias, Señor.
Homilía o exhortación
61. Luego se sientan también las que van a profesar y se tiene la homilía o exhortación. En ella se comentan oportunamente las lecturas bíblicas y el don de la profesión religiosa para santificación de las elegidas y bien de la Iglesia de toda la humanidad.
Interrogatorio
62. Al acabar la homilía, las que van a profesar se levantan. El Celebrante les pregunta si están dispuestas a dedicarse a Dios y avanzar por la senda de la caridad perfecta, según la Regla o Constituciones de la familia religiosa. Las preguntas que aquí se indican pueden cambiarse u omitirse en parte, según la naturaleza e índole de la familia religiosa.
El Celebrante pregunta:
Queridas hijas (hermanas),
ya que por el bautismo habéis muerto al pecado
y estáis consagradas al Señor,
¿queréis ahora consagraros más íntimamente a Dios
con la profesión perpetua?
Todas las que van a profesar responden a la vez:
Sí, quiero.
Celebrante:
¿Queréis, con la gracia de Dios,
observar para siempre la castidad perfecta,
la obediencia y la pobreza,
a imitación de Jesucristo y de su Madre, la Virgen?
Las que van a profesar:
Sí, quiero.
Celebrante:
¿Queréis esforzaros con firmeza y constancia
por alcanzar la caridad perfecta para con Dios y el prójimo,
siguiendo fielmente el Evangelio
y observando vuestra Regla?
Las que van a profesar:
Sí, quiero.
Celebrante:
¿Queréis, bajo el impulso del Espíritu Santo,
gastar generosamente toda la vida
en servicio del pueblo de Dios?
Las que van a profesar:
Sí, quiero.
__________________________________________
63. En las familias religiosas de vida contemplativa es conveniente añadir:
Celebrante:
¿Queréis vivir únicamente para Dios
en la soledad y en el silencio,
en la oración asidua y en la penitencia alegre,
en el trabajo humilde y en las obras santas?
Las que van a profesar:
Si, quiero.
__________________________________________
64. Entonces el Celebrante confirma la decisión de las que van a profesar diciendo estas o semejantes palabras:
Dios, que comenzó en vosotras la obra buena,
él mismo la lleve a término hasta el día de Cristo Jesús.
Todas:
Amén.
Oración litánica
65. Todos se ponen de pie. El Celebrante, con las manos juntas, vuelto hacia el pueblo, dice:
Queridos hermanos,
supliquemos a Dios Padre,
dador de todo bien,
para que confirme piadosamente el propósito
que ha suscitado en estas hijas suyas.
66. El Diácono advierte:
Pongámonos de rodillas.
A continuación el celebrante, los ministros, las que van a profesar y el pueblo se arrodillan. Si en alguna parte está vigente la costumbre de que se postren las que van a profesar, puede conservarse. En el tiempo pascual y en los domingos, todos, excepto las que van a profesar, permanecen de pie.
67. Los cantores cantan las letanias del rito de la profesión religiosa todos responden. Puede omitirse alguna de las peticiones que se señalan con la misma letra. Se pueden introducir, en el lugar correspondiente, invocaciones a los santos que se veneran con especial devoción en la familia religiosa o el pueblo. También pueden añadirse otras peticiones, si es oportuno.
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Santa María, Madre de Dios. Ruega por nosotros
San Miguel. Ruega por nosotros
Santos Ángeles de Dios. Rogad por nosotros
San Juan Bautista. Ruega por nosotros
San José. Ruega por nosotros
Santos Pedro y Pablo. Rogad por nosotros
San Juan. Ruega por nosotros
Santa María Magdalena. Ruega por nosotros
Santos Esteban y Lorenzo. Rogad por nosotros
Santa Inés. Ruega por nosotros
San Basilio. Ruega por nosotros
San Agustín. Ruega por nosotros
San Benito. Ruega por nosotros
San Bernardo. Ruega por nosotros
Santos Francisco y Domingo. Rogad por nosotros
Santa Marina. Ruega por nosotros
Santa Escolástica. Ruega por nosotros
Santas Clara y Catalina. Rogad por nosotros
Santa Teresa de Ávila. Ruega por nosotros
Santa Rosa de Lima. Ruega por nosotros
Santa Juana Francisca de Chantal. Ruega por nosotros
Santa Luisa de Marillac. Ruega por nosotros
Santos y Santas de Dios. Rogad por nosotros
Muéstrate propicio. Líbranos, Señor
De todo mal. Líbranos, Señor
De todo pecado. Líbranos, Señor
De la muerte eterna. Líbranos, Señor
Por tu encarnación. Líbranos, Señor
Por tu muerte y resurrección. Líbranos, Señor
Por el envío del Espíritu Santo. Te rogamos, óyenos
Nosotros que somos pecadores. Te rogamos, óyenos
a) Para que hagas más fecunda la vida de la Iglesia,
con la oblación y el apostolado de tus hijas. Te rogamos, óyenos
a) Para que aumentes continuamente los dones del Espíritu
Santo en tu siervo el Papa N., y en los demás obispos. Te rogamos, óyenos
b) Para que ordenes la vida y el trabajo de las religiosas
a) Para que aumentes continuamente los dones del Espíritu
Santo en tu siervo el Papa N., y en los demás obispos. Te rogamos, óyenos
b) Para que ordenes la vida y el trabajo de las religiosas
al progreso de la sociedad humana. Te rogamos, óyenos
b) Para que lleves a todos los hombres
b) Para que lleves a todos los hombres
a la plenitud de la vida cristiana. Te rogamos, óyenos
c) Para que conserves y aumentes en todas las congregaciones religiosas
c) Para que conserves y aumentes en todas las congregaciones religiosas
la caridad de Cristo y el Espíritu que animo a sus Fundadores. Te rogamos, óyenos
c) Para que asocies plenamente a la obra de la redención
c) Para que asocies plenamente a la obra de la redención
a todos los que profesan los consejos evangélicos. Te rogamos, óyenos
d) Para que compenses con tus dones el sacrificio que representa
d) Para que compenses con tus dones el sacrificio que representa
para los padres de estas siervas tuyas la entrega de sus hijas. Te rogamos, óyenos
d) Para que de día en día configures a estas hijas tuyas
d) Para que de día en día configures a estas hijas tuyas
con Cristo, el primogénito entre muchos hermanos. Te rogamos, óyenos
e) Para que concedas la virtud de la perseverancia
e) Para que concedas la virtud de la perseverancia
a estas hijas tuyas. Te rogamos, óyenos
e) Para que bendigas, santifiques y consagres
e) Para que bendigas, santifiques y consagres
a estas hijas tuyas, hermanas nuestras. Te rogamos, óyenos
Jesús, Hijo de Dios vivo. Te rogamos, óyenos
Cristo, óyenos
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Cristo, escúchanos
Jesús, Hijo de Dios vivo. Te rogamos, óyenos
Cristo, óyenos
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Cristo, escúchanos
68. El Celebrante se levanta y, con las manos juntas, dice:
Escucha, Señor,
las súplicas de tu pueblo,
y con tu gracia
prepara los corazones de tus hijas,
para que el fuego del Espíritu Santo
purifique los corazones que se consagran a ti,
y los inflame vivamente de caridad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
Diácono:
Podéis levantaros.
Y todos se levantan.
Profesión
69. Al acabar la oración litánica, dos religiosas si es costumbre de la familia religiosa, se acercan a la sede de la Superiora y colocadas alli, de pie, actúan como testigos. Cada una de las que van a profesar, se acerca a la Superiora y lee la fórmula de la profesión que tiene escrita de su puño y letra.
70. Es de alabar que luego la profesa se acerque al altar y coloque sobre el la fórmula de la profesión. Si puede hacerse fácilmente, firma sobre el mismo altar el documento de la profesión y después se retira a su lugar correspondiente.
71. Al acabar, las profesas, de pie, pueden cantar, según las costumbres de la familia religiosa, una antifona u otro canto que exprese líricamente el sentido de entrega y alegría, por ejemplo:
Recíbeme según tu promesa y viviré;
Señor, no defraudes mi esperanza.
Bendición solemne o consagración de la profesa
72. Las religiosas que acaban de profesar se ponen de rodillas y el Celebrante, con las manos extendidas delante del pecho, dice la oración de la bendición. «En verdad es justo, Señor, que cantemos tus alabanzas...». Las palabras de esta oración que están entre paréntesis se pueden omitir. También se puede decir la oración «Señor Dios, creador y padre de los hombres», que se encuentran en el número 104.
En verdad es justo, Señor, que cantemos tus alabanzas,
pues eres tú quien haces germinar los santos propósitos,
tú, quien los lleva a término.
Por medio de tu Hijo, en el Espíritu Santo,
creaste, con amor inefable, la familia humana,
y tu amor para con ella fue tan grande,
que la enriqueciste como a una esposa,
haciéndola semejante a ti
y dándole parte en tu misma vida eterna.
Cuando ella, por engaño del demonio,
faltó a la fidelidad, rompiendo su alianza contigo,
tú no la excluiste del pacto nupcial,
sino que, impulsado por tu amor constante,
restauraste la antigua alianza en Noé, tu siervo.
(Más adelante, de la descendencia del fiel Abrahán,
elegiste una estirpe, más numerosa que las estrellas,
y, por medio de Moisés, tu siervo,
confirmaste tu alianza en las tablas de la Ley.
En este pueblo de tu predilección
siempre florecieron santas mujeres,
insignes en piedad y fortaleza,
preclaras por la justicia y la fe.)
Cuando llegó la etapa final de la historia,
suscitaste de la raíz de Jesé una virgen,
y sobre ella vino el Espíritu Santo
y la cubrió con su sombra
para que, por medio de un parto inmaculado,
diera a luz al Redentor del mundo.
El Hijo de la Virgen
se hizo pobre, humilde y obediente,
y fue para todos causa y ejemplo de santidad;
fundó la Iglesia, su esposa,
y tanto la amo
que por ella se entregó
y la purificó con su sangre.
Tú, Señor, en tu providencia dispusiste
que innumerables hijas siguieran las huellas de Cristo
para que, siguiendo a tu Hijo,
merecieran llegar a ser sus esposas.
(Por ellas florece la santa Iglesia
con admirable variedad de dones,
como esposa adornada de joyas,
como reina vestida de majestad,
como madre que se alegra por sus hijos.)
Te pedimos, pues, Padre,
que envíes sobre estas hijas tuyas el fuego del Espíritu
para que alimente siempre la llama de aquel propósito
que él mismo hizo germinar en sus corazones.
Resplandezca en ellas, Señor,
todo el esplendor de su bautismo
y la ejemplaridad de una vida santa;
que, fortalecidas por los vínculos de la profesión religiosa
se unan a ti en ferviente caridad.
Sean siempre fieles a Cristo, su único esposo,
amen a la Madre Iglesia con una caridad activa
y sirvan a todos los hombres con amor sobrenatural,
siendo para ellos testimonio de los bienes futuros
y de la bienaventurada esperanza.
Señor, Padre Santo,
dirige los pasos de estas hijas tuyas
y protégelas en su camino,
para que cuando lleguen al tribunal del Rey supremo
no teman la sentencia del juez,
sino reconozcan la voz del Esposo
que las invita a las nupcias eternas.
Por Jesucristo nuestro Señor.
y sirvan a todos los hombres con amor sobrenatural,
siendo para ellos testimonio de los bienes futuros
y de la bienaventurada esperanza.
Señor, Padre Santo,
dirige los pasos de estas hijas tuyas
y protégelas en su camino,
para que cuando lleguen al tribunal del Rey supremo
no teman la sentencia del juez,
sino reconozcan la voz del Esposo
que las invita a las nupcias eternas.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
Entrega de las insignias de la profesión
73. Al acabar la bendición, el Celebrante y el pueblo se sientan; si se hace la entrega del anillo, las religiosas recién profesas se levantan y acercan al Celebrante que entrega el anillo a cada una, diciendo, por ejemplo:
Recibe el anillo como esposa del Rey eterno;
mantén integra la fidelidad a tu Esposo,
para que merezcas ser admitida
en las nupcias del gozo eterno.
La profesa responde:
Amén.
y se va a su sitio.
74. Si las religiosas que acaban de profesar son muchas, o por otro motivo justo, el Celebrante puede decir una sola vez para todas la formula de la entrega del anillo:
Recibid el anillo como esposas del Rey eterno;
mantened integra la fidelidad a vuestro Esposo;
para que merezcáis ser admitidas
a las nupcias del gozo eterno.
Todas las profesas contestan juntas:
Amén.
y se acercan al Celebrante para recibir el anillo.
75. Entre tanto, el coro y el pueblo cantan la siguiente antifona u otra apropiada:
He sido desposada con el Hijo del eterno Padre,
engendrado por la Virgen Madre
y Salvador de todo el mundo.
con el salmo 44 u otro apropiado. Después de cada dos versículos se repite la antifona. Al acabar el salmo no se dice «Gloria al Padre», sino la antifona. Si la entrega del anillo acaba antes de concluir el salmo, se interrumpe éste y se repite la antifona.
76. Si las leyes o costumbres de la familia religiosa determinan la entrega de otras insignias de la profesión, se entregarán en silencio o con una formula apropiada. Pero en esto conviene guardar gran sobriedad.
77. Donde parezca oportuno, por costumbre o porque lo pidan las circunstancias, se puede significar de una manera visible que las religiosas que acaban de profesar han sido admitidas definitivamente en el Instituto con unas palabras de la Superiora o con el abrazo de paz.
a) La Superiora puede decir:
Públicamente ratifico que formáis parte de nuestra comunidad y sois miembros de esta Congregación de N., para que desde ahora todo lo tengáis en común con nosotras.
Y se puede añadir:
Desempeñad fielmente el ministerio que la Iglesia
os encomienda y ejercedlo en su nombre.
Y todas las hermanas de la familia religiosa asienten diciendo:
Amén.
b) O también, omitido lo anterior, el Celebrante da la paz. La Superiora y la comunidad demuestran su amor fraterno a las nuevas profesas con el abrazo de paz, según las costumbres del lugar.
Entre tanto, el coro con el pueblo canta la antifona:
¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los Ejércitos!
Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.
con el salmo 83 u otro canto apropiado.
Si se da aquí el abrazo de paz, se omite antes de la comunión.
78. Después las religiosas que acaban de profesar se vuelven a su sitio. Y continúa la Misa.
LITURGIA EUCARÍSTICA
79. Mientras se canta el ofertorio, es recomendable que algunas de las religiosas que acaban de profesar, lleven al altar el pan, vino y agua para el sacrificio eucarístico.
80. En las preces eucarísticas se hace conmemoración de la oblación de las profesas con las fórmulas correspondientes, tal como se indica en sus propios lugares.
81. Si no se ha dado antes el abrazo de paz (cf. núm. 77), el Celebrante da la paz convenientemente a cada una de las nuevas profesas y a todos los presentes en el momento acostumbrado de la Misa.
82. Después que el celebrante ha tomado el Cuerpo y la Sangre del Señor, las nuevas profesas se acercan al altar para recibir la comunión, que se puede distribuir bajo las dos especies. Después de ellas comulgan del mismo modo sus padres, familiares y hermanas en religión.
Recibid el anillo como esposas del Rey eterno;
mantened integra la fidelidad a vuestro Esposo;
para que merezcáis ser admitidas
a las nupcias del gozo eterno.
Todas las profesas contestan juntas:
Amén.
y se acercan al Celebrante para recibir el anillo.
75. Entre tanto, el coro y el pueblo cantan la siguiente antifona u otra apropiada:
He sido desposada con el Hijo del eterno Padre,
engendrado por la Virgen Madre
y Salvador de todo el mundo.
con el salmo 44 u otro apropiado. Después de cada dos versículos se repite la antifona. Al acabar el salmo no se dice «Gloria al Padre», sino la antifona. Si la entrega del anillo acaba antes de concluir el salmo, se interrumpe éste y se repite la antifona.
76. Si las leyes o costumbres de la familia religiosa determinan la entrega de otras insignias de la profesión, se entregarán en silencio o con una formula apropiada. Pero en esto conviene guardar gran sobriedad.
77. Donde parezca oportuno, por costumbre o porque lo pidan las circunstancias, se puede significar de una manera visible que las religiosas que acaban de profesar han sido admitidas definitivamente en el Instituto con unas palabras de la Superiora o con el abrazo de paz.
a) La Superiora puede decir:
Públicamente ratifico que formáis parte de nuestra comunidad y sois miembros de esta Congregación de N., para que desde ahora todo lo tengáis en común con nosotras.
Y se puede añadir:
Desempeñad fielmente el ministerio que la Iglesia
os encomienda y ejercedlo en su nombre.
Y todas las hermanas de la familia religiosa asienten diciendo:
Amén.
b) O también, omitido lo anterior, el Celebrante da la paz. La Superiora y la comunidad demuestran su amor fraterno a las nuevas profesas con el abrazo de paz, según las costumbres del lugar.
Entre tanto, el coro con el pueblo canta la antifona:
¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los Ejércitos!
Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.
con el salmo 83 u otro canto apropiado.
Si se da aquí el abrazo de paz, se omite antes de la comunión.
78. Después las religiosas que acaban de profesar se vuelven a su sitio. Y continúa la Misa.
LITURGIA EUCARÍSTICA
79. Mientras se canta el ofertorio, es recomendable que algunas de las religiosas que acaban de profesar, lleven al altar el pan, vino y agua para el sacrificio eucarístico.
80. En las preces eucarísticas se hace conmemoración de la oblación de las profesas con las fórmulas correspondientes, tal como se indica en sus propios lugares.
81. Si no se ha dado antes el abrazo de paz (cf. núm. 77), el Celebrante da la paz convenientemente a cada una de las nuevas profesas y a todos los presentes en el momento acostumbrado de la Misa.
82. Después que el celebrante ha tomado el Cuerpo y la Sangre del Señor, las nuevas profesas se acercan al altar para recibir la comunión, que se puede distribuir bajo las dos especies. Después de ellas comulgan del mismo modo sus padres, familiares y hermanas en religión.
DESPEDIDA
83. Al acabar la oración después de la comunión, las religiosas que acaban de ser consagradas a Dios se colocan delante del altar y el Celebrante, vuelto hacia ellas, puede decir:
Que Dios, inspirador y causa de los santos propósitos,
os proteja constantemente con su gracia,
para que viváis el don de vuestra vocación con espíritu fiel.
Todos.
Amén.
Celebrante:
El mismo os haga testimonio y signo de la caridad divina
en medio del mundo.
Todos:
Amén.
Celebrante:
Y mantenga hasta la eternidad
los vínculos, con los que os ha unido a Cristo en la tierra.
Todos:
Amén.
Otra formula de bendición, número 105.
Finalmente, bendice a todo el pueblo:
Y a todos vosotros,
que habéis estado presentes en esta celebración,
os bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
Todos:
Amén.
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