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jueves, 20 de febrero de 2020

Coronación de una imagen de santa María Virgen unida a la celebración de la Palabra de Dios.

Ritual de la coronación de una imagen de santa María Virgen (ed. española. Reimpresión 31-mayo-2010).

CAPÍTULO III

CORONACIÓN DE UNA IMAGEN DE SANTA MARÍA VIRGEN UNIDA A LA CELEBRACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS

Ritos iniciales

32. Reunido el pueblo en la iglesia, el obispo, en la sacristía o en otro lugar conveniente, se pone sobre el roquete o el alba la cruz pectoral, la estola y la capa pluvial de color blanco o festivo. Recibe la mitra y el báculo. Acompañado de los diáconos y demás ministros, entra en la iglesia mientras se canta la antífona siguiente:

R.
De pie a tu derecha está la Reina,
enjoyada con oro de Ofir.
O bien:
R.
Apareció una figura portentosa en el cielo:
Una mujer vestida de sol,
la luna por pedestal,
coronada con doce estrellas.
Con el salmo 44 u otro canto apropiado.

Salmo 44, 2-3.7-10. 14-18

Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi pluma es ágil pluma de escribano. R.

Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente. R.

Tu trono, oh Dios, permanece para siempre,
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo
entre todos tus compañeros. R.

A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir. R.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real. R.

«A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.» R.
Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos. R.

33. El obispo, al llegar al altar, deja el báculo y la mitra, hace la veneración al altar y se va a la sede. Todos se santiguan mientras el obispo dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

El obispo, extendiendo las manos, saluda al pueblo con las siguientes palabras:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
nacido de la santísima Virgen,
el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo,
esté con todos vosotros.

U otras palabras apropiadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.

El pueblo responde:
Y con tu espíritu.

34. Seguidamente, el obispo, con una monición, se dirige a los fieles para prepararlos a la celebración y explicar el significado del rito. Puede hacerlo con estas palabras u otras semejantes:

Llenos de gozo, nos hemos reunido, hijos queridísimos, para coronar solemnemente la imagen de la santísima Virgen, Madre de Dios (y la de su Hijo).

Asistamos a esta celebración con atento fervor, escuchando, ante todo, con fe, la Palabra de Dios.

Este rito, si nos fijamos en su sentido íntimo, será para nosotros una lección de aquella doctrina evangélica según la cual son los mayores en el reino de los cielos los que supieron ser los primeros en el servicio de los demás y en la caridad.

El mismo Cristo, nuestro Señor, que no vino a ser servido sino a servir, cuando fue levantado sobre la tierra atrajo a todos hacia si desde el madero de la cruz inauguró su reino, fundado sobre el amor y la mansedumbre.

A su vez, la Virgen santa María, cuya gloria hoy proclamamos, fue aquí en la tierra la humilde esclava del Señor; consagrada totalmente a la persona y a la obra de su Hijo, con él, y a él subordinada, sirvió al misterio de la redención; y, elevada a la gloria celestial, no ha dejado su tarea salvífica para con los hermanos de Cristo, sino que, solícita de su eterna salvación, desempeña siempre el servicio de dispensadora de la piedad y reina de amor.

35. Terminada la monición, el obispo dice:
Oremos.
Y todos oran unos momentos en silencio.
Luego el obispo prosigue:

Dios todopoderoso,
que nos has dado como Madre y como Reina
a la Madre de tu Unigénito,
concede a cuantos aquí nos hemos reunido
para ceñir su imagen con corona real
que, protegidos por su intercesión,
alcancemos la gloria de tus hijos
en el reino de los cielos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.

Lectura de la Palabra de Dios

36. Seguidamente se proclaman textos apropiados de la Sagrada Escritura, escogidos entre los que se proponen en el Leccionario para las fiestas de santa María Virgen, con preferencia las del día 22 de agosto (Is 9, 1-3. 5-6 y Lc 1, 26-38), intercalando los salmos responsoriales adecuados o intervalos de silencio. A la lectura del evangelio resérvese siempre el puesto de honor.

37. Terminadas las lecturas, el obispo hace la homilía, en la que explica las lecturas bíblicas y la función maternal y regia de santa María Virgen en el misterio de la Iglesia.

Acción de gracias e invocación

38. Después de la homilía, los ministros llevan al obispo las coronas (o la corona) con las que van a ser ceñidas las imágenes de Cristo y de su Madre. El obispo, quitada la mitra, se levanta y, de pie junto a la sede, dice esta oración (si se va a coronar solamente la imagen de santa María Virgen, la frase la imagen de Cristo y de su Madre se sustituye por esta otra: la imagen de la Madre de tu Hijo, como se advierte en su lugar):

Bendito eres, Señor, Dios del cielo y de la tierra,
que con tu misericordia y tu justicia
dispersas a los soberbios y enalteces a los humildes;
de este admirable designio de tu providencia
nos has dejado un ejemplo sublime
en el Verbo encarnado y en su Virgen Madre:
tu Hijo, que voluntariamente se rebajó
hasta la muerte de cruz,
resplandece de gloria eterna y está sentado a tu derecha
como Rey de reyes y Señor de señores;
y la Virgen, que quiso llamarse tu esclava,
fue elegida Madre del Redentor
y verdadera Madre de los que viven,
y ahora, exaltada sobre los coros de los ángeles,
reina gloriosamente con su Hijo,
intercediendo por todos los hombres
como abogada de la gracia y reina de misericordia.

Mira, Señor, benignamente a estos tus siervos
que, al ceñir con una corona visible
la imagen de Cristo y de su Madre

(o: la imagen de la Madre de tu Hijo),
reconocen en tu Hijo al Rey del universo
e invocan como Reina a la Virgen María.


Haz que, siguiendo su ejemplo. te consagren su vida
cumpliendo la ley del amor,
se sirvan mutuamente con diligencia:
que se nieguen a si mismos
y con entrega generosa ganen para ti a sus hermanos;
que, buscando la humildad en la tierra,
sean un día elevados a las alturas del cielo,
donde tu mismo pones sobre la cabeza de tus fieles
la corona de la vida.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Imposición de la corona

39. Terminada la oración, el obispo rocía con agua bendita las coronas (la corona) sin decir nada, la coloca sobre la imagen de santa María Virgen. Si la Virgen figura con el niño Jesus, primero se corona la imagen del Hijo y luego la de la Madre, como queda dicho arriba (cf. núm. 2).

40. Una vez impuesta la corona, se canta esta antifona:

Santa María, siempre Virgen,
Reina del mundo,
intercede por nuestra paz y salvación,
tú que engendraste a Cristo, el Señor,
Salvador universal. (T. P. Aleluya.)

U otro canto apropiado

Mientras tanto, el obispo inciensa la imagen de santa María Virgen, después vuelve a la sede.

Súplica litánica

41. A continuación se cantan las letanias de la santísima Virgen, como van propuestas a continuación; o se hace la oración universal, según se indica en el núm. 18 o en el núm. 30, o de alguna otra manera adaptada al momento.

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las vírgenes, ruega por nosotros.
Hija predilecta del Padre, ruega por nosotros.
Madre de Cristo Rey, ruega por nosotros.
Gloria del Espíritu Santo, ruega por nosotros.
Virgen Hija de Sión, ruega por nosotros.
Virgen pobre y humilde, ruega por nosotros.
Virgen sencilla y obediente, ruega por nosotros.
Esclava del Señor, ruega por nosotros.
Madre del Señor, ruega por nosotros.
Colaboradora del Redentor, ruega por nosotros.
Llena de gracia, ruega por nosotros.
Fuente de hermosura, ruega por nosotros.
Conjunto de todas las virtudes, ruega por nosotros.
Fruto escogido de la redención, ruega por nosotros.
Discípula perfecta de Cristo, ruega por nosotros.
Imagen purísima de la Iglesia, ruega por nosotros.
Mujer nueva, ruega por nosotros.
Mujer vestida de sol, ruega por nosotros.
Mujer coronada de estrellas, ruega por nosotros.
Señora llena de benignidad, ruega por nosotros.
Señora llena de clemencia, ruega por nosotros.
Señora nuestra, ruega por nosotros.
Alegría de Israel, ruega por nosotros.
Esplendor de la Iglesia, ruega por nosotros.
Honor del género humano, ruega por nosotros.
Abogada de la gracia, ruega por nosotros.
Dispensadora de la piedad, ruega por nosotros.
Auxiliadora del Pueblo de Dios, ruega por nosotros.
Reina de la caridad, ruega por nosotros.
Reina de la misericordia, ruega por nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.
Reina de los ángeles, ruega por nosotros.
Reina de los patriarcas, ruega por nosotros.
Reina de los profetas, ruega por nosotros.
Reina de los apóstoles, ruega por nosotros.
Reina de los mártires, ruega por nosotros.
Reina de los confesores, ruega por nosotros.
Reina de las vírgenes, 
ruega por nosotros.
Reina de todos los santos, 
ruega por nosotros.
Reina concebida sin pecado original, 
ruega por nosotros.
Reina asunta a los cielos, 
ruega por nosotros.
Reina del mundo, 
ruega por nosotros.
Reina del cielo, 
ruega por nosotros.
Reina del universo, 
ruega por nosotros.

Cordero de Dios, que quitas
el pecado del mundo, 
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas
el pecado del mundo, 
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas
el pecado del mundo, 
ten piedad de nosotros.

V. Ruega por nosotros, Madre gloriosa del Señor.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.

El obispo concluye la súplica diciendo:
Escucha, Dios misericordioso, las súplicas de tus siervos;
y, ya que hemos reconocido
en esta solemne celebración
a santa María, tu esclava,
como nuestra Madre y nuestra Reina,
concédenos que,
sirviéndote a ti y a los hermanos aquí en la tierra,
merezcamos ser recibidos en tu reino eterno.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Conclusión del rito

42. Terminadas las letanias, el obispo, con mitra y báculo, bendice al pueblo del modo acostumbrado; el diácono lo despide diciendo:
Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.

45. Luego se canta la antifona Dios te salve, Reina y Madre, o Salve, Reina de los Cielos, o, en tiempo pascual, Reina del cielo, o Bajo tu protección, u otro canto apropiado en honor de santa María Virgen.

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