CAPÍTULO I
CORONACIÓN DE UNA IMAGEN DE SANTA MARÍA VIRGEN DENTRO DE LA MISA
13. Si las rúbricas lo consienten, conviene que se celebre la misa de Santa María Virgen, Reina (día 22 de agosto), u otra misa que corresponda al título de la imagen que va a ser coronada.
14. En la misa todo se desarrolla del modo acostumbrado, hasta el evangelio, inclusive. Terminado el evangelio, el obispo hace la homilía, en la que explica las lecturas bíblicas y is función maternal y regia de santa María Virgen en el misterio de la Iglesia.
Acción de gracias e invocación
15. Después de la homilía, los ministros llevan al obispo las coronas (o la corona) con las que van a ser ceñidas las imágenes de Cristo y de su Madre. El obispo, quitada la mitra, se levanta y, de pie junto a la sede, dice esta oración (si se va a coronar solamente la imagen de santa María Virgen, la frase la imagen de Cristo y de su Madre se sustituye por esta otra: la imagen de la Madre de tu Hijo, como se advierte en su lugar):
Bendito eres, Señor, Dios del cielo y de la tierra,
que con tu misericordia y tu justicia
dispersas a los soberbios y enalteces a los humildes;
de este admirable designio de tu providencia
nos has dejado un ejemplo sublime
en el Verbo encarnado y en su Virgen Madre:
tu Hijo, que voluntariamente se rebajó
hasta la muerte de cruz,
resplandece de gloria eterna y está sentado a tu derecha
como Rey de reyes y Señor de señores;
y la Virgen, que quiso llamarse tu esclava,
fue elegida Madre del Redentor
y verdadera Madre de los que viven,
y ahora, exaltada sobre los coros de los ángeles,
reina gloriosamente con su Hijo,
intercediendo por todos los hombres
como abogada de la gracia y reina de misericordia.
Mira, Señor, benignamente a estos tus siervos
que, al ceñir con una corona visible
la imagen de Cristo y de su Madre
(o: la imagen de la Madre de tu Hijo),
reconocen en tu Hijo al Rey del universo
e invocan como Reina a la Virgen María.
Haz que, siguiendo su ejemplo, te consagren su vida
y, cumpliendo la ley del amor,
se sirvan mutuamente con diligencia;
que se nieguen a sí mismos
y con entrega generosa ganen para ti a sus hermanos;
que, buscando la humildad en la tierra,
sean un día elevados a las alturas del cielo,
donde tú mismo pones sobre la cabeza de tus fieles
la corona de la vida.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
Imposición de la corona
16. Terminada la oración, el obispo rocía con agua bendita las coronas (la corona) y, sin decir nada, la coloca sobre la imagen de santa María Virgen. Si la Virgen figura con el niño Jesús, primero se corona la imagen del Hijo y luego la de la Madre, como queda dicho arriba (cf. núm. 2).
17. Una vez impuesta la corona, se canta esta antífona:
Santa María, siempre Virgen,
Reina del mundo,
intercede por nuestra paz y salvación,
tú que engendraste a Cristo, el Señor,
Salvador universal. (T. P. Aleluya.)
U otro canto apropiado.
Mientras tanto, el obispo inciensa la imagen de santa María Virgen.
Oración universal
18. Terminado el canto, se hace la oración universal con el formulario que sigue o con otro que parezca conveniente.
El obispo invita a los presentes a orar, con estas palabras:
A Dios Padre, que ha hecho obras grandes en la santísima Virgen María, y sigue continuamente obrando maravillas de bondad en su Iglesia, dirijamos suplicantes nuestra oración, diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
- Por la Iglesia, para que, uniendo su voz a la de María, anuncie a todos los pueblos las maravillas de Dios, y exalte la misericordia del que derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, roguemos al Señor. R.
- Por todos los pueblos del mundo, para que, movidos por el Espíritu Santo, se congreguen felizmente en el único pueblo de Dios, bajo el reinado de Cristo, roguemos al Señor. R.
- Por la concordia entre las naciones, para que, con la ayuda de la Reina de la paz, se apaguen los odios, desaparezcan las guerras, y todos los pueblos gocen de una convivencia fecunda, roguemos al Señor. R.
- Por los que sufren en la enfermedad, en la pobreza, en la soledad, por cuantos languidecen en las prisiones o padecen persecución, para que la santísima Virgen, reina de misericordia, reavive en ellos la esperanza y los conforte con su amor materno, roguemos al Señor. R.
- Por todos los que estamos aquí reunidos, para que, reconociendo la singular dignidad de la santísima Virgen, nos esforcemos en imitar su humildad y espíritu de servicio y la amemos con amor cada vez más ardiente, roguemos al Señor. R.
El obispo concluye la oración, diciendo:
Te pedimos, Señor, que interceda por nosotros
la santísima siempre Virgen María,
que nos diste como Madre y como Reina,
para que también nosotros podamos participar
de la plenitud de tu gracia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
20. Luego sigue la misa del modo acostumbrado. Después de la misa, se canta la antífona Dios te salve, Reina y Madre, o Salve, Reina de los cielos, o, en tiempo pascual, Reina del cielo, u otro canto apropiado en honor de santa María Virgen.
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