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martes, 25 de febrero de 2020

Bendiciones de los niños.

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Primera parte. Bendiciones que se refieren directamente a las personas.

CAPÍTULO I
BENDICIÓN DE UNA FAMILIA Y DE SUS MIEMBROS

IV. BENDICIONES DE LOS NIÑOS

136. Pueden darse varias ocasiones pastorales en que se ruegue a Dios por los niños ya bautizados, por ejemplo, cuando los padres solicitan para ellos la bendición del sacerdote, cuando se celebra alguna fiesta para los niños, cuando se inaugura el curso escolar, u otras semejantes. Por tanto, esta celebración se ha de acomodar a las circunstancias de cada caso.

137. Los ritos que aquí se proponen pueden utilizarlos el sacerdote, el diácono y también el laico, principalmente el catequista y el que tiene a su cargo la educación de los niños, con los ritos y preces previstos para los laicos.

138. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias de las familias y de los niños, pueden adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre los principales .

139. Si se trata de bendecir a un solo niño, el ministro dirá en singular la oración de bendición o, según los casos, empleará el Rito breve que se halla más adelante, núms. 172-174.

Ritos:
A. Bendición de los niños ya bautizados.
B. Bendición de un niño aún no bautizado.
C. Rito breve.

A. RITO DE LA BENDICIÓN DE LOS NIÑOS YA BAUTIZADOS

Ritos iniciales

140. Reunida la comunidad, puede cantarse el salmo 112 (113) u otro canto adecuado. Terminado el canto, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

141. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los niños y a los presentes, diciendo:
La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, 
y de Jesucristo, su Hijo, 
que mostró su amor por los niños, 
estén con vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.

Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
__________________________________
142. Si el ministro es laico, saluda a los niños y a los presentes, diciendo:
Hermanos, alabemos y demos gracias al Señor,
que abrazaba a los niños y los bendecía.

R. Bendito seas por siempre, Señor. (O bien: Amén).
__________________________________

143. El ministro dispone a los niños y a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u
otras semejantes:

El Hijo de Dios, nuestro Señor, cuando vino al mundo, asumió la condición de niño, e iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Más tarde recibió benignamente a los niños y los bendijo, resaltó su dignidad, más aún, los puso como ejemplo para los que buscan de verdad el reino de Dios.

Pero los niños necesitan la ayuda de los adultos para el desarrollo de sus cualidades naturales, de sus facultades morales e intelectuales, e incluso físicas, para que alcancen así la madurez humana y cristiana.

Invoquemos, pues, sobre ellos la bendición divina, para que nosotros atendamos con diligencia a su formación y ellos acepten de buen grado la debida instrucción.

144. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la Sagrada Escritura.

Jesús bendecía a los niños Mc 10, 13-16
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Marcos.

Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él». Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor.

145. O bien:
El que acoge a un niño me acoge a mí Mt 18, 1-5. 10:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?». Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial».

Palabra del Señor.

146. Pueden también leerse: 

Dejad a los niños acercarse a mí Mt 19, 13-15
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban. Jesús dijo: «Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos». Les impuso las manos y se marchó de allí.

Palabra del Señor.

De la boca de los pequeñuelos y de los niños de pecho sacaré una alabanza Mt 21, 14-16
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Mateo.

Se acercaron a Jesús en el templo ciegos y cojos, y los curó. Pero los sumos sacerdotes y los escribas, al ver los milagros que había hecho y a los niños que gritaban en el templo «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron y le dijeron: «¿Oyes lo que dicen estos?». Y Jesús les respondió: «Sí; ¿no habéis leído nunca: “De la boca de los pequeñuelos y de los niños de pecho sacaré una alabanza"?».

Palabra del Señor.

La madre de Jesús conservaba todo esto en su corazón Lc 2, 46-52.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.

A los tres días, María y José encontraron al niño Jesús en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Palabra del Señor.

147. El que preside, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicando la  lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración. La alocución ha de ser breve y acomodada a la capacidad de los niños, pero de manera que también los adultos puedan sacar provecho de ella .

148. Después de la lectura o de la alocución, según las circunstancias, se canta un salmo, un himno u otro canto conocido por los niños.

Salmo responsorial Sal 150, 1b-2. 3-4. 5-6a (R.: 6a)
R. Todo ser que alienta alabe al Señor.

V. Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento;
alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. R.

V. Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras;
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas. R.

V. Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R.

149. O bien:
Sal 99, 1b-2. 3. 4. 5 (R.: cf. 3c)
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

V. Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.

V. Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

V. Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.

V. «El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades». R.

Preces

150. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias concretas de los niños o del momento.

Se ofrecen dos esquemas, el segundo de los cuales es un modelo de Preces a las cuales los niños pueden responder y también añadir sus propias intenciones.

Esquema A. 
V. Invoquemos a Jesús, el Señor, que propuso, a todos sus seguidores la sencillez y la docilidad de los niños como condición para entrar en el reino de los cielos, y digámosle suplicantes:
R. Señor, que sepamos recibirte también en la persona de los niños.
 Jesús, Señor, tú que, nacido de la Virgen, santificaste también la edad infantil, haz que estos niños, siguiendo tu ejemplo, vayan creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia. R.
 Tú que, por medio de los padres y de la Iglesia, manifiestas tu amor a los niños, haz que todos los responsables de su cuidado tengan una verdadera dedicación a su trabajo. R.
 Tú que, por el bautismo, nos engendraste a una nueva filiación y nos abriste las puertas de la casa de tu Padre, haz que, con humilde sumisión, te sigamos por donde quieras llevarnos. R.
 Tú que, siendo todavía niño, sufriste la persecución y el destierro, haz que todos los niños oprimidos por la maldad de los hombres o la dureza de la vida encuentren ayuda y protección. R.

151. O bien:
Esquema B. 
Jesús, Señor, que acogiste y bendijiste a los niños, escucha con bondad nuestras súplicas:
R. Te rogamos, óyenos.
 Protégenos de todo peligro.
R. Te rogamos, óyenos.
 Dirige nuestra vida y nuestra educación.
R. Te rogamos, óyenos.
 Haz que también nosotros vayamos creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
R. Te rogamos, óyenos.
 Ayuda a todos los niños del mundo.
R. Te rogamos, óyenos.
 Haz que agradezcamos los dones de tu bondad.
R. Te rogamos, óyenos.
 Bendice a nuestros padres, amigos y bienhechores.
R. Te rogamos, óyenos.

Oración de bendición

152. El ministro, si es sacerdote o diácono, imponiendo, según las circunstancias, las manos sobre los niños, dice la oración de bendición:
Señor, Dios nuestro, que de la boca de los niños 
has sacado la alabanza de tu Nombre, 
mira con bondad a estos niños (a este niño/a esta niña)
que la fe de la Iglesia encomienda a tu providencia 
y, así como tu Hijo, nacido de la Virgen, 
al recibir con agrado a los niños, 
los abrazaba y los bendecía, 
y nos los puso como ejemplo, 
así también, Padre, derrama sobre ellos (él/ella) tu bendición, 
para que, cuando lleguen a mayores (llegue a mayor)
por su buena conducta entre los hombres, 
y con la fuerza del Espíritu Santo, sean testigos (sea testigo) 
de Cristo ante el mundo 
y enseñen y defiendan (enseñe y defienda) 
la fe que profesan (profesa)
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
____________________________________
153. Si el ministro es laico, con las manos juntas, dice:
Señor Jesucristo, tanto amaste a los niños,
que dijiste que quienes los reciben te reciben a ti mismo;
escucha nuestras súplicas en favor de estos niños
(este niño/esta niña)
y, ya que los (lo/la) enriqueciste con la gracia del bautismo,
guárdalos (guárdalo/guárdala) con tu continua protección,
para que, cuando lleguen a mayores (llegue a mayor),
profesen (profese) libremente su fe,
sean fervorosos (sea fervoroso/sea fervorosa) en la caridad
y perseveren (persevere) con firmeza
en la esperanza de tu reino.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
____________________________________

154. Después de la oración de bendición, el ministro puede rociar a los niños con agua bendita, diciendo, según las circunstancias:
Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, 
que nos redimió con su muerte y resurrección.

Conclusión del rito

155. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:
Jesús, el Señor, que amó a los niños, 
os bendiga y os guarde en su amor.
R. Amén.
____________________________________
156. Si el ministro es laico, concluye el rito, santiguándose y diciendo:
Jesús, el Señor, que amó a los niños,
nos bendiga y nos guarde en su amor.
R. Amén.
____________________________________

157. Es aconsejable terminar la celebración con un canto adecuado.

B. RITO DE LA BENDICIÓN DE UN NIÑO AÚN NO BAUTIZADO

158. Con ocasión de algún grupo que se reúne para preparar la próxima celebración del bautismo, puede resultar oportuno invocar una peculiar bendición sobre el niño aún no bautizado, igual que sobre un catecúmeno De este modo, en la práctica pastoral puede proyectarse con más claridad el significado de la cruz que el ministro y los padres trazan sobre el niño: con este gesto se expresa que el niño es protegido con la señal de la salvación, queda consagrado a Dios y se dispone a recibir el bautismo.

159. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo también el diácono y el laico, principalmente el catequista, con los ritos y Preces previstos para él.

Ritos iniciales

160. Reunida la familia, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

161. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda al niño y a los presentes, diciendo:
La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, 
y de Jesucristo, su Hijo, que mostró su amor por los niños, 
estén con vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.

Todos responden :
Y con tu espíritu.
O bien:
Bendito seas por siempre, Señor.
O de otro modo adecuado.
_____________________________________
162. Si el ministro es laico, saluda al niño y a los presentes, diciendo:
Hermanos, alabemos y demos gracias al Señor,
que abrazaba a los niños y los bendecía.

Todos responden:
Bendito seas por siempre, Señor. (O bien: Amén).
_____________________________________

163. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

El Hijo de Dios, nuestro Señor, cuando vino al mundo, asumió la condición de niño, e iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Más tarde, recibió benignamente a los niños y los bendijo, resaltó su dignidad, más aún, los puso como ejemplo para los que buscan de verdad el reino de Dios.

Pero los niños necesitan la ayuda de los adultos para el desarrollo de sus cualidades naturales, de sus
facultades morales e intelectuales, e incluso físicas, para que alcancen así la madurez humana y cristiana.

Invoquemos, pues, sobre ellos la bendición divina, para que nosotros atendamos con diligencia a su formación y ellos acepten de buen grado la debida instrucción.

Lectura de la Palabra de Dios

164. Luego uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un texto de la Sagrada Escritura, seleccionado de preferencia entre los que se indican en los Rituales del Bautismo de niños y de la Iniciación cristiana de los adultos y en el Leccionario del Misal romano (11). Se elegirá la lectura que parezca más apta para que los padres se preparen adecuadamente para el bautismo de su hijo.

Jesús bendecía a los niños Mc 10, 13-16
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Marcos.

Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él». Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor.

(11) Cf. Ritual del Bautismo de los niños, núms. 184-209. Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, núm. 388. Missale Romanum, Ordo Lectionum Missae, núms 751-763.

165. El que preside, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.

166. Después de la lectura o de la alocución, según las circunstancias, se canta un salmo, un himno u otro canto.

Salmo responsorial Sal 150, 1-2. 3-4. 5 (R.: 5c)
R. Todo ser que alienta alabe al Señor.

V. Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento;
alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. R.

V. Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras;
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas. R.

V. Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R.

Preces

167. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias concretas del niño o del momento.

V. Invoquemos a Jesús, el Señor, que propuso a todos sus seguidores la sencillez de corazón y la docilidad de los niños como condición para entrar en el reino de los cielos, y digámosle suplicantes:
R. Señor, que sepamos recibirte también en la persona de los niños.
— Jesús, Señor, que quieres que los nuevos hijos de la Iglesia sean engendrados, no de la carne ni de la sangre, sino de Dios, haz que este tiempo de preparación para el bautismo sirva para una
más plena celebración de este sacramento. R.
— Tú que, por medio de los padres y de la Iglesia, manifiestas tu amor a este niño, haz que todos los responsables de su cuidado tengan una verdadera dedicación a su trabajo. R.
— Tú que, por el bautismo, nos engendraste a una nueva filiación y nos abriste las puertas de la casa de tu Padre, haz que, con humilde sumisión, te sigamos por donde quieras llevarnos. R.
— Tú que, siendo todavía niño, sufriste la persecución y el destierro, haz que todos los niños oprimidos por la maldad de los hombres o la dureza de la vida encuentren ayuda y protección. R.

Oración de bendición

168. El ministro, si es sacerdote o diácono, imponiendo las manos sobre los niños, de lo contrario con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Dios, Padre todopoderoso, 
fuente de bendición y defensor de los niños,
que enriqueces y alegras a los esposos con el don de los hijos, 
mira con bondad a este niño 
y, ya que ha de nacer de nuevo por el agua y el Espíritu Santo, 
dígnate agregarlo a los miembros de tu grey, 
para que, una vez recibido el don del bautismo, 
sea partícipe de tu reino 
y aprenda a bendecirte con nosotros en la Iglesia. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

169. El ministro y los padres hacen la señal de la cruz en la frente del niño, sin decir nada.

Conclusión del rito

170. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:
Jesús, el Señor, que amó a los niños, 
os bendiga y os guarde en su amor.
R. Amén.
_______________________________________
171. Si el ministro es laico, concluye el rito, santiguándose y diciendo:
Jesús, el Señor, que amó a los niños,
nos bendiga y nos guarde en su amor.
R. Amén.
_______________________________________

C. RITO BREVE

172. El ministro dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
R. Que hizo el cielo y la tierra.

173. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un pasaje de la Sagrada Escritura, por ejemplo:

Mc 10, 14: Dejad que los niños se acerquen a mí: no se le impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios.

Mt 18, 3: En verdad os digo que, si no os convertía y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Mt 18, 5: El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí.

1Co 14, 20: Hermanos, no seáis niños en vuestros pensamientos, antes bien, comportaos como niños en lo que toca a la maldad, pero en lo que toca a los pensamientos, sed adultos.

174. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, imponiendo las manos sobre el niño, de lo contrario con las manos juntas, dice la adecuada oración de bendición:

a) Para un niño ya bautizado:
Señor Jesucristo, 
tanto amaste a los niños 
que dijiste que quienes los reciben te reciben a ti mismo; 
escucha nuestras súplicas 
en favor de este niño (esta niña) 
y, ya que lo (la) enriqueciste con la gracia del bautismo,
guárdalo (guárdala) con tu continua protección, 
para que, cuando llegue a mayor, 
profese libremente su fe, 
sea fervoroso (fervorosa) en la caridad
y persevere con firmeza en la esperanza de tu reino. 
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.

b) Para un niño aún no bautizado
Dios, Padre todopoderoso, 
fuente de bendición y defensor de los niños,
que enriqueces y alegras a los esposos 
con el don de los hijos, 
mira con bondad a este niño (esta niña) 
y, ya que ha de nacer de nuevo 
por el agua y el Espíritu Santo, 
dígnate agregarlo (agregarla) a los miembros de tu grey, 
para que, una vez recibido el don del bautismo, 
sea partícipe de tu reino 
y aprenda a bendecirte con nosotros en la Iglesia. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Fórmula breve

175. Según las circunstancias, el sacerdote o el diácono pueden emplear la siguiente fórmula breve de bendición:
Jesús, el Señor, que amó a los niños, 
te bendiga, N.
y te guarde en su amor.
R. Amén.

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