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lunes, 24 de febrero de 2020

Bendiciones de los esposos.

Bendicional, 31 de mayo de 1984 (ed. española 19-marzo-2020)

Primera parte. Bendiciones que se refieren directamente a las personas.

CAPÍTULO I
BENDICIÓN DE UNA FAMILIA Y DE SUS MIEMBROS

III. BENDICIONES DE LOS ESPOSOS

Ritos:
A. Bendición dentro de la misa, en el aniversario del matrimonio.
B. Bendición dentro de la misa, en otras circunstancias.
C. Bendición fuera de la misa.
D. Rito breve.

91. En los principales aniversarios del matrimonio, como, por ejemplo, en el aniversario anual y en los jubileos (XXV, L, LX), será oportuno tener un recuerdo especial del sacramento, mediante la celebración de la Misa propia con las oraciones que indica el Misal romano (4).

92. La bendición de los esposos puede hacerse dentro de la Misa, según los ritos descritos más adelante, en los núms. 95-107; 108-115, o bien fuera de la Misa, según los ritos que se indican más adelante, en los núms. 116-132; 133-135.

93. Fuera de los aniversarios, los esposos pueden también pedir la bendición en determinadas necesidades o circunstancias de la vida, como pueden ser una reunión espiritual o una peregrinación en común. Si se ha de bendecir a varios esposos a la vez, la oración de bendición y la bendición final se dirán en plural.

94. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar, de los esposos y de las familias, pueden adaptarse algunos de los elementos de estos ritos, respetando siempre los principales.

(4) Cf. Misal Romano, Misas rituales, Por los esposos, 2. En los aniversarios de matrimonio.

A. RITO QUE SE HA DE EMPLEAR DENTRO DE LA MISA CON MOTIVO DEL ANIVERSARIO DEL MATRIMONIO

95. En la liturgia de la palabra, de conformidad con las rúbricas, pueden tomarse las lecturas, o bien del Leccionario para la celebración del Matrimonio (5), o bien de la Misa para dar gracias a Dios, según el Leccionario de las Misas por diversas necesidades (6).

(5) Cf. Ritual del Matrimonio, núms. 142-180; Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 801-805.
(6) Cf. Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 943-947.

96. Después de la lectura del Evangelio, el celebrante, basándose en el texto sagrado, debe exponer en la homilía el misterio y la gracia de la vida matrimonial cristiana, teniendo en cuenta las diversas circunstancias de las personas.

97. Luego el celebrante invita a los esposos a que oren en silencio y renueven ante Dios el propósito de vivir santamente en el matrimonio.

98. Si los esposos presentan los anillos de su matrimonio, el celebrante dice esta oración:
Acrecienta y santifica, Señor, 
el amor de tus servidores 
y, pues se entregaron mutuamente estos anillos
en señal de fidelidad, 
haz que progresen en la gracia del sacramento. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Los anillos pueden ser honrados con la incensación.

99. Si se bendicen anillos nuevos, el celebrante dice esta oración:
Bendice y santifica, Señor, 
el amor de tus servidores 
y, ya que estos anillos 
representan para ellos un signo de su fidelidad, 
haz que también les recuerden 
su amor recíproco y la gracia del sacramento. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

100. Pueden emplearse también las siguientes fórmulas (7):
Bendice, Señor, estos anillos 
que bendigo en tu Nombre, 
para que quienes los lleven 
cumplan siempre tu voluntad, 
se guarden íntegra fidelidad el uno al otro, 
y vivan en paz amándose siempre. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

O bien:
Bendice y santifica, Señor, 
el amor de tus servidores ( N. y N.)
y que estos anillos, signo de fidelidad,
les recuerden su promesa de amor mutuo. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

101. Sigue la oración de los fieles, en la forma acostumbrada en la celebración de la Misa, o bien
la plegaria común en la forma aquí propuesta:
Invoquemos la misericordia de Dios, Padre todopoderoso, que en su providente designio quiso que la historia de la salvación quedara significada en el amor, la fidelidad conyugal (y la fecundidad), y digámosle:
R. Renueva, Señor, la fidelidad de tus servidores.
Padre santo, que eres llamado fiel, y que pides y premias la observancia de tu alianza, llena de tus bendiciones a estos servidores tuyos, que recuerdan el aniversario (vigésimo quinto, quincuagésimo, sexagésimo) de su matrimonio. R.
 Tú que con el Hijo y el Espíritu Santo gozas eternamente de la plena unidad de vida y comunión de amor, haz que estos servidores tuyos recuerden siempre la alianza de amor que contrajeron en el matrimonio y la guarden con toda fidelidad. R.
 Tú que, en tu providencia, dispones de tal modo los acontecimientos de la vida humana que llevas a tus fieles a participar del misterio de Cristo, haz que estos servidores tuyos, aceptando serenamente lo próspero y lo adverso, se esfuercen por unirse a Cristo y vivir sólo para él. R.
 Tú que quisiste que el matrimonio fuera modelo de vida cristiana, haz que todos los esposos sean testigos en el mundo del misterio de amor de tu Hijo. R.

102. A continuación el celebrante dice esta plegaria u otra adecuada:
Señor, Dios nuestro, 
en cuyos mandatos encuentra la familia 
su auténtico y seguro fundamento, 
atiende a las súplicas de tus servidores 
y concédeles que, 
siguiendo los ejemplos de la Sagrada Familia, 
lleguen a gozar de los premios de tu reino 
en el hogar del cielo. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

103. En la liturgia eucarística se hace todo según el Ordinario de la Misa, excepto lo que sigue. En el momento de la presentación de los dones, los esposos, según las circunstancias, pueden llevar el pan, el vino y el agua al altar.

104. Después del Padrenuestro se omite el Líbranos, Señor, y el celebrante, vuelto hacia los esposos, con las manos extendidas, dice:
Te alabamos y te bendecimos, 
oh, Dios, creador de todas las cosas, 
que al principio creaste al hombre y a la mujer 
para que formaran una unidad de vida y de amor; 
también te damos gracias, 
porque te dignaste bendecir la unión familiar 
de tus servidores N. y N.
para que fuera imagen de la unión de Cristo con su Iglesia; 
tú que los has mantenido unidos por el amor 
en sus penas y alegrías, 
míralos hoy con benevolencia; 
renueva constantemente su alianza nupcial, 
acrecienta su amor, fortalece su vínculo de paz, 
para que [junto con esta corona de hijos que los rodea] 
gocen siempre de tu bendición. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

105 . Después de La paz del Señor, según las circunstancias y de acuerdo con las costumbres del lugar, los esposos y todos los demás se dan la señal de paz y caridad, en la forma adecuada.

106. Los esposos pueden comulgar bajo las dos especies.

107. Al final de la Misa el celebrante bendice a los esposos del modo acostumbrado o con una fórmula más solemne, por ejemplo, de la siguiente manera:

El diácono invita a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:
Inclinaos para recibir la bendición.

El celebrante, con las manos extendidas sobre los esposos, dice:
Dios, Padre todopoderoso, os conceda su gozo.
R. Amén.
V. El Hijo unigénito de Dios os asista 
en las alegrías y en las tristezas.
R. Amén.
V. El Espíritu Santo alimente vuestras vidas con su amor.
R. Amén.
Finalmente bendice a todos los presentes, añadiendo:
Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes, 
os bendiga Dios todopoderoso, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
R. Amén.

B. RITO DE LA BENDICIÓN DENTRO DE LA MISA EN OTRAS CIRCUNSTANCIAS

108. En la liturgia de la palabra, de conformidad con las rúbricas pueden tomarse las lecturas del Leccionario por los esposos o de la Misa en acción de gracias (8).

(8) Cf. Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 943-947.

109. Después de la lectura del Evangelio, el celebrante, basándose en el texto sagrado, debe
exponer en la homilía el misterio y la gracia de la vida matrimonial cristiana, teniendo en cuenta
las diversas circunstancias de las personas.

110. Luego, según la oportunidad, el celebrante invita a los esposos a que oren en silencio y
renueven ante Dios el propósito de vivir santamente en el matrimonio.

111. Sigue la oración de los fieles, en la forma acostumbrada en la celebración de la Misa, o la
plegaria común en la forma aquí propuesta:

V. Invoquemos la misericordia de Dios, Padre todopoderoso, que en su providente designio quiso que la historia de la salvación quedara significada en el amor, la fidelidad conyugal [y la fecundidad], y digámosle:
R. Renueva, Señor, la fidelidad de tus servidores.
 Padre santo, que hiciste de la unión conyugal un gran misterio referido a Cristo y a la Iglesia, derrama con largueza sobre estos servidores tuyos la plenitud de tu amor. R.
 Tú que con el Hijo y el Espíritu Santo gozas eternamente de la plena unidad de vida y comunión de amor, haz que estos servidores tuyos recuerden siempre la alianza de amor que contrajeron en el matrimonio y se apoyen mutuamente durante toda su vida. R.
 Tú que, en tu providencia, dispones de tal modo los acontecimientos de la vida humana que llevas a tus fieles a participar del misterio de Cristo, haz que estos servidores tuyos, aceptando serenamente lo próspero y lo adverso, se esfuercen por unirse a Cristo y vivir sólo para él. R.
 Tú que quisiste que el matrimonio fuera modelo de vida cristiana, haz que todos los esposos sean testigos en el mundo del misterio de amor de tu Hijo. R.

112. El celebrante concluye la oración, diciendo, con las manos extendidas:
Oh, Dios, que de tal modo dignificaste 
la indisoluble alianza matrimonial
que la convertiste en signo 
de la unión nupcial de Cristo, tu Hijo, con la Iglesia, 
mira con bondad a estos servidores tuyos N. y N.
que, unidos por el matrimonio, imploran tu ayuda 
y la intercesión de la Virgen María;
que su amor vaya madurando 
en las alegrías y en las tristezas, 
ayudándose mutuamente 
y esforzándose por mantener la unidad del Espíritu 
con el vínculo de la paz; 
que en el trabajo encuentren el gozo de tu ayuda, 
en la necesidad sientan cercano tu consuelo 
y hallen en ti la fuente de una alegría siempre renovada. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

113. En la liturgia eucarística se hace todo según el Ordinario de la Misa, excepto lo que sigue.

En el momento de la presentación de los dones, los esposos, según las circunstancias, pueden llevar el pan, el vino y el agua al altar.

114. Después de La paz del Señor según las circunstancias y de acuerdo con las costumbres del lugar, los esposos y todos los demás se dan la señal de paz y caridad, en la forma adecuada.

115. Al final de la Misa el celebrante bendice a los esposos del modo acostumbrado o con una fórmula más solemne, por ejemplo, de la siguiente manera:

El diácono invita a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:
Inclinaos para recibir la bendición.

El celebrante, con las manos extendidas sobre los esposos, dice:
Dios, Padre todopoderoso, os conceda su gozo.
R. Amén.
V. El Hijo unigénito de Dios os asista en las alegrías y en las tristezas.
R. Amén.
V. El Espíritu Santo alimente vuestras vidas con su amor.
R. Amén.
Finalmente bendice a todos los presentes, añadiendo:
Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes, 
os bendiga Dios todopoderoso, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
R. Amén.

C. RITO DE LA BENDICIÓN FUERA DE LA MISA

116. El rito que aquí se propone pueden utilizarlo también el diácono y el laico, con los ritos y
Preces previstos para él.

117. Con el fin de acomodar la celebración a las circunstancias del lugar y de los esposos, pueden
adaptarse algunos de los elementos de este rito, respetando siempre los principales. Cuando se
bendice a los esposos sin la presencia de la comunidad, el ministro puede emplear el Rito breve
que se halla más adelante, en los núms. 133-135.

Ritos iniciales

118. Reunida la comunidad, puede cantarse el salmo 33 u otro canto adecuado. 
Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 10-11. 12-13 ( R. : 9a)
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

V. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

V. Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.

V. Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invocó al Señor, 
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

V. Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.

V. Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad? R.

Terminado el canto, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:
Amén.

119. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo:
La gracia y la paz de Dios Padre, 
que dignificó el matrimonio
haciéndolo sacramento de Cristo y la Iglesia, 
estén con vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada Escritura.

Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
__________________________________
120. Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:
Bendito sea Dios, Padre del consuelo,
que ha tenido misericordia de nosotros.
Todos responden:
Amén.
__________________________________

121. El ministro, en los aniversarios del matrimonio, dispone a los esposos y a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Nos hemos reunido aquí para recordar el aniversario de la celebración del matrimonio de estos hermanos nuestros. Nos sentimos solidarios de su alegría y con ellos queremos dar gracias a Dios. Él los ha hecho signo de su amor en el mundo, y ellos, a través de los años, se han guardado fidelidad (y han cumplido dignamente sus obligaciones como padres).

Demos gracias también, queridos hermanos, por todos los beneficios que el Señor os ha concedido en vuestra vida de casados. Que Dios os conserve en el mutuo amor, para que tengáis cada vez más un mismo pensar y un mismo sentir.

En otras circunstancias la monición se habrá de adaptar oportunamente.

Lectura de la Palabra de Dios

122. Luego el lector, o uno de los presentes, lee un texto de la sagrada Escritura, seleccionado de preferencia entre los que se indican en el Ritual del Matrimonio y en el Leccionario por los esposos o de la misa en acción de gracias (9). Se elegirán aquellos textos que parezcan más relacionados con las circunstancias concretas de los esposos.

Doy gracias a Dios por la gracia que Dios os ha dado 1 Cor 1, 4-9
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Corintios:

Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús; pues en él habéis sido enriquecidos en todo: en toda palabra y en toda ciencia; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo, de modo que no carecéis de ningún don gratuito, mientras aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, el cual os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.

Palabra de Dios.

123. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial Sal 127, 1b-2. 3. 4-5 ( R. : 1b)
R. Dichoso el que teme al Señor.

V. Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.

V. Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.

V. Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.

(9) Cf. Ritual del matrimonio, núms. 142-180; Missale Romanum, Ordo Lectionum Missae núms. 801-805, o bien núms. 943-947.

124. Después de la lectura el ministro, según las circunstancias, explica brevemente el texto sagrado y expone el misterio y la gracia de la vida matrimonial cristiana, para que los presentes perciban por la fe el significado de la celebración.

Luego el ministro invita a los esposos a que oren en silencio y renueven ante Dios el propósito de vivir santamente en el matrimonio.

125. Entonces el ministro, en los aniversarios del matrimonio, si los esposos presentan los anillos de su matrimonio, dice esta oración:
Acrecienta y santifica, Señor, 
el amor de tus servidores 
y, pues se entregaron mutuamente estos anillos 
en señal de fidelidad, 
haz que progresen en la gracia del sacramento. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Los anillos pueden ser honrados con la incensación.

126. Si se bendicen anillos nuevos, el ministro dice esta oración:
Bendice y santifica, Señor, 
el amor de tus servidores 
y, ya que estos anillos 
representan para ellos un signo de su fidelidad, 
haz que también les recuerden 
su amor recíproco y la gracia del sacramento. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

127. El sacerdote y el diácono pueden emplear también las siguientes fórmulas (10):
Bendice, Señor, estos anillos 
que bendigo en tu Nombre, 
para que quienes los lleven 
cumplan siempre tu voluntad, 
se guarden íntegra fidelidad el uno al otro, 
y vivan en paz amándose siempre. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

O bien:
Bendice y santifica, Señor, 
el amor de tus servidores ( N. y N.)
y que estos anillos, signo de fidelidad, 
les recuerden su promesa de amor mutuo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

10. Cf. Ritual del Matrimonio, núms. 208-209.

Preces

128. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede  seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias concretas de los esposos o del momento.

V. Invoquemos la misericordia de Dios, Padre todopoderoso, que en su providente designio quiso que la historia de la salvación quedara significada en el amor, la fidelidad conyugal [y la fecundidad], y digámosle:
R. Renueva, Señor, la fidelidad de tus servidores.
 Padre santo, que hiciste de la unión conyugal un gran misterio referido a Cristo y a la Iglesia, derrama con largueza sobre estos servidores tuyos la plenitud de tu amor. R.
En el aniversario anual y en los jubileos (XXV, L o LX) :
 Padre santo, que eres llamado fiel, y que pides y premias la observancia de tu alianza, llena de tus bendiciones a estos servidores tuyos, que recuerdan el aniversario anual (o: vigésimo quinto/quincuagésimo/sexagésimo) de su matrimonio. R,
 Tú que con el Hijo y el Espíritu Santo gozas eternamente de la plena unidad de vida y comunión de amor, haz que estos servidores tuyos recuerden siempre la alianza de amor que contrajeron en el matrimonio y la guarden con toda fidelidad. R.
 Tú que, en tu providencia, dispones de tal modo los acontecimientos de la vida humana que llevas a tus fieles a participar del misterio de Cristo, haz que estos servidores tuyos, aceptando serenamente lo próspero y lo adverso, se esfuercen por unirse a Cristo y vivir sólo para él. R.
 Tú que quisiste que el matrimonio fuera modelo de vida cristiana, haz que todos los esposos sean testigos en el mundo del misterio de amor de tu Hijo. R.

Oración de bendición

129. El ministro, con las manos extendidas, si es sacerdote o diácono, de lo contrario con las manos juntas, dice la oración de bendición, eligiendo la fórmula según las circunstancias.

a) En el aniversario anual y en los jubileos (XXV, L, LX):
Te alabamos y te bendecimos, 
oh, Dios, creador de todas las cosas, 
que al principio creaste al hombre y a la mujer 
para que formaran una unidad de vida y de amor; 
también te damos gracias, 
porque te dignaste bendecir la unión familiar 
de tus servidores N. y N.
para que fuera imagen de la unión de Cristo con su Iglesia; 
tú que los has mantenido unidos por el amor 
en sus penas y alegrías, 
míralos hoy con benevolencia; 
renueva constantemente su alianza nupcial, 
acrecienta su amor, fortalece su vínculo de paz, 
para que (junto con esta corona de hijos que los rodea)
gocen siempre de tu bendición. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

b) En otras circunstancias
Oh, Dios, que de tal modo dignificaste 
la indisoluble alianza matrimonial
que la convertiste en signo 
de la unión nupcial de Cristo, tu Hijo, con la Iglesia, 
mira con bondad a estos servidores tuyos N. y N.
que, unidos por el matrimonio, 
imploran tu ayuda y la intercesión de la Virgen María; 
que su amor vaya madurando 
en las alegrías y en las tristezas, 
ayudándose mutuamente 
y esforzándose por mantener la unidad del Espíritu 
con el vínculo de la paz; 
que en el trabajo encuentren el gozo de tu ayuda, 
en la necesidad sientan cercano tu consuelo 
y hallen en ti la fuente de una alegría siempre renovada. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Conclusión del rito

130. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, bendiciendo primero a los esposos con las manos extendidas hacia ellos:
Dios, Padre todopoderoso, os conceda su gozo.
R. Amén.
V. El Hijo unigénito de Dios os asista 
en las alegrías y en las tristezas.
R. Amén.
V. El Espíritu Santo alimente vuestras vidas con su amor.
R. Amén.
Finalmente bendice a todos los presentes, añadiendo:
Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes, 
os bendiga Dios todopoderoso, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
R. Amén.
___________________________________
131. Si el ministro es laico, concluye el rito, santiguándose y diciendo:
Que Dios colme nuestra fe de alegría y de paz.
Que la paz de Cristo actúe de arbitro en nuestro corazón.
Que el Espíritu Santo derrame en nosotros sus dones.
R. Amén.
___________________________________

132. Es aconsejable terminar la celebración con un canto adecuado.

D. RITO BREVE

133. El ministro dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
R. Que hizo el cielo y la tierra.

134. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:

Mt 10, 8-9: No son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Jn 15, 9. 10. 11: Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

135. Luego el ministro, con las manos extendidas, si es sacerdote o diácono, de lo contrario con las manos juntas, dice la adecuada oración de bendición, eligiendo la fórmula según las circunstancias.

a) En el aniversario anual y en los jubileos (XXV, L, LX):
Te alabamos y te bendecimos, 
oh Dios, creador de todas las cosas, 
que al principio creaste al hombre y a la mujer 
para que formaran una unidad de vida y de amor; 
también te damos gracias, 
porque te dignaste bendecir la unión familiar 
de tus servidores N. y N.
para que fuera imagen de la unión de Cristo con su Iglesia; 
tú que los has mantenido unidos por el amor 
en sus penas y alegrías, míralos hoy con benevolencia; 
renueva constantemente su alianza nupcial, 
acrecienta su amor, fortalece su vínculo de paz, 
para que (junto con esta corona de hijos que los rodea)
gocen siempre de tu bendición. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

b) En otras circunstancias
Oh, Dios, que de tal modo dignificaste 
la indisoluble alianza matrimonial
que la convertiste en signo 
de la unión nupcial de Cristo, tu Hijo, con la Iglesia, 
mira con bondad a estos servidores tuyos N. y N.
que, unidos por el matrimonio, 
imploran tu ayuda 
y la intercesión de la Virgen María; 
que su amor vaya madurando 
en las alegrías y en las tristezas, 
ayudándose mutuamente 
y esforzándose por mantener la unidad del Espíritu 
con el vínculo de la paz; 
que en el trabajo encuentren el gozo de tu ayuda, 
en la necesidad sientan cercano tu consuelo 
y hallen en ti la fuente de una alegría siempre renovada. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

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