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martes, 15 de junio de 2021

Martes 20 julio 2021, Lecturas Martes XVI semana del Tiempo Ordinario, año impar.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Martes de la XVI semana del Tiempo Ordinario, año impar (Lec. III-impar).

PRIMERA LECTURA Éx 14, 21-31; 15, 1
Los hijos de Israel entraron en medio del mar, en lo seco

Lectura del libro del Éxodo.

En aquellos días, Moisés extendió su mano sobre el mar y el Señor hizo retirarse el mar con un fuerte viento del este que sopló toda la noche; el mar se secó y se dividieron las aguas. Los hijos de Israel entraron en medio del mar, en lo seco, y las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Los egipcios los persiguieron y entraron tras ellos, en medio del mar: todos los caballos del faraón, sus carros y sus jinetes. Era ya la vigilia matutina cuando el Señor miró desde la columna de fuego y humo hacia el ejército de los egipcios y sembró el pánico en el ejército egipcio. Trabó las ruedas de sus carros, haciéndolos avanzar pesadamente. Los egipcios dijeron:
«Huyamos ante Israel, porque el Señor lucha por él contra Egipto».
Luego dijo el Señor a Moisés:
«Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes».
Moisés extendió su mano sobre el mar; y al despuntar el día el mar recobró su estado natural, de modo que los egipcios, en su huida, toparon con las aguas. Así precipitó el Señor a los egipcios en medio del mar.
Las aguas volvieron y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del faraón, que había entrado en el mar. Ni uno solo se salvó.
Mas los hijos de Israel pasaron en seco por medio del mar mientras las aguas hacían de muralla a derecha e izquierda.
Aquel día salvó el Señor a Israel del poder de Egipto, e Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Vio, pues, Israel la mano potente que el Señor había desplegado contra los egipcios, y temió el pueblo al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este canto al Señor:

(No se dice: Palabra de Dios).

Salmo responsorial Ex 15, 8-9. 10 y 12. 17 (R.: 1b)
R.
Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
Cantémus Dómino: glorióse enim magnificátus est.

V. Al soplo de tu nariz, se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
R. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
Cantémus Dómino: glorióse enim magnificátus est.

V. Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano».
R. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
Cantémus Dómino: glorióse enim magnificátus est.

V. Pero sopló tu aliento, y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra.
R. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
Cantémus Dómino: glorióse enim magnificátus est.

V. Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
R. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
Cantémus Dómino: glorióse enim magnificátus est.

Aleluya Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El que me ama guardará mi palabra -dice el Señor-, y mi Padre lo amará y vendremos a él. R.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, dicit Dóminus; et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.

EVANGELIO Mt 12, 46-50
Extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos»
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.
Uno se lo avisó:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo».
Pero él contestó al que le avisaba:
«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?».
Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Benedicto XVI, Jesús de Nazaret I.
¿Qué ha traído Jesús? (...) Ha traído la universalidad, que es la grande y característica promesa para Israel y para el mundo. La universalidad, la fe en el único Dios de Abraham, Isaac y Jacob, acogida en la nueva familia de Jesús que se expande por todos los pueblos superando los lazos carnales de la descendencia: éste es el fruto de la obra de Jesús. Esto es lo que le acredita como el "Mesías" y da a la promesa mesiánica una explicación, que se fundamenta en Moisés y los profetas, pero que da también a éstos una apertura completamente nueva.
El vehículo de esta universalización es la nueva familia, cuya única condición previa es la comunión con Jesús, la comunión en la voluntad de Dios. Pues el Yo de Jesús no es un ego caprichoso que gira en torno a sí mismo. "El que cumple la voluntad de mi padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre" (Mc 3, 35): el Yo de Jesús personifica la comunión de voluntad del Hijo con el Padre. Es un Yo que escucha y obedece. La comunión con El es comunión filial con el Padre, es un decir sí al cuarto mandamiento sobre una nueva base y a un nivel más elevado. Es entrar en la familia de los que llaman Padre a Dios y pueden decírselo en el nosotros de quienes con Jesús, y mediante la escucha a El están unidos a la voluntad del Padre y se encuentran así en el núcleo de esa obediencia a la que tiende la Torá.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XIX

Oremos a Dios Padre.
- Por la Iglesia, en la pluralidad de ministerios y carismas. Roguemos al Señor.
- Por los que trabajan en las diversas profesiones. Roguemos al Señor.
- Por los impedidos y minusválidos. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, que queremos ser fieles a nuestra vocación de cristianos. Roguemos al Señor.
Escucha, Señor, los ruegos de los que te suplican. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

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