Ritual de la dedicación de iglesias y altares (3ª edición española)
COMISIÓN EPISCOPAL DE LITURGIA
PRESENTACIÓN
Con este Ritual de la Dedicación de iglesias y de altares se completa la revisión de todos los rituales, conforme a la renovación litúrgica propugnada por el Concilio Vaticano II. Para ser fieles al principio de que «los ritos deben resplandecer por su noble sencillez; deben ser breves, claros, evitando las repeticiones inútiles, y, en general, no deben tener necesidad de muchas explicaciones», este Ritual necesitaba una profunda revisión. La dedicación de una iglesia suponía, en otros tiempos, tal despliegue de elementos, una preparación tan costosa y complicada, una complejidad de ritos y una duración tan desmesuradas, que había llegado a ser algo anormal, prefiriéndose casi siempre, a la hora de elegir, la simple bendición. Aunque en la revisión de 1961 se había simplificado notablemente el rito, evitando las repeticiones, la verdadera reforma se ha realizado con el nuevo Ordo dedicationis ecclesiae et altaris de 1977.
El rito actual sobresale por su estructura modélica, dentro de la celebración eucarística, con una línea litúrgica muy clara, sobria y lógica, según la tradición romana y conforme a la restauración litúrgica del Vaticano II. Se ha querido destacar que la iglesia-edificio representa y significa la Iglesia-asamblea, formada por «piedras vivas», que son los cristianos, consagrados a Dios por su bautismo. La iglesia-edificio no es sólo la morada de Dios: la mesa del altar y la fuente bautismal; el sagrario y el cofre de las reliquias de los santos, las imágenes, y, sobre todo, la palabra que se proclama y la acción sacramental que se celebra.
La inauguración de la iglesia supone para la comunidad cristiana local el coronamiento de una larga empresa de esfuerzos compartidos por todos. Es un día de fiesta popular, que no puede pasar desapercibida, sino que debe marcar un hito importante en la vida eclesial de la comunidad, en la cual todos se sienten y participan como «piedras vivas», según la diversidad de órdenes y funciones, por la oración, el servicio y el testimonio. Y el aniversario de la Dedicación debe aprovecharse para una concienciación más responsable del papel activo que todos tenemos en la Iglesia.
El nuevo Ordo dedicationis ecclesice et áltaris, puesto ahora a disposición de todos en lengua vernácula, y que podrá ser utilizado desde el momento mismo de su publicación, no es un libro destinado únicamente al Obispo oficiante y a los ministros que tienen que preparar el rito sino a todos los fieles; debe ser un texto que siempre se tenga a la vista; y, a partir de sus oraciones y símbolos, se debe realizar la formación y pastoral de «Iglesia».
Madrid, 9 de noviembre de 1978, fiesta de la Dedicación de la basílica de Letrán.
+ Narciso Card. Jubany Arnau
Arzobispo de Barcelona
Con este Ritual de la Dedicación de iglesias y de altares se completa la revisión de todos los rituales, conforme a la renovación litúrgica propugnada por el Concilio Vaticano II. Para ser fieles al principio de que «los ritos deben resplandecer por su noble sencillez; deben ser breves, claros, evitando las repeticiones inútiles, y, en general, no deben tener necesidad de muchas explicaciones», este Ritual necesitaba una profunda revisión. La dedicación de una iglesia suponía, en otros tiempos, tal despliegue de elementos, una preparación tan costosa y complicada, una complejidad de ritos y una duración tan desmesuradas, que había llegado a ser algo anormal, prefiriéndose casi siempre, a la hora de elegir, la simple bendición. Aunque en la revisión de 1961 se había simplificado notablemente el rito, evitando las repeticiones, la verdadera reforma se ha realizado con el nuevo Ordo dedicationis ecclesiae et altaris de 1977.
El rito actual sobresale por su estructura modélica, dentro de la celebración eucarística, con una línea litúrgica muy clara, sobria y lógica, según la tradición romana y conforme a la restauración litúrgica del Vaticano II. Se ha querido destacar que la iglesia-edificio representa y significa la Iglesia-asamblea, formada por «piedras vivas», que son los cristianos, consagrados a Dios por su bautismo. La iglesia-edificio no es sólo la morada de Dios: la mesa del altar y la fuente bautismal; el sagrario y el cofre de las reliquias de los santos, las imágenes, y, sobre todo, la palabra que se proclama y la acción sacramental que se celebra.
La inauguración de la iglesia supone para la comunidad cristiana local el coronamiento de una larga empresa de esfuerzos compartidos por todos. Es un día de fiesta popular, que no puede pasar desapercibida, sino que debe marcar un hito importante en la vida eclesial de la comunidad, en la cual todos se sienten y participan como «piedras vivas», según la diversidad de órdenes y funciones, por la oración, el servicio y el testimonio. Y el aniversario de la Dedicación debe aprovecharse para una concienciación más responsable del papel activo que todos tenemos en la Iglesia.
El nuevo Ordo dedicationis ecclesice et áltaris, puesto ahora a disposición de todos en lengua vernácula, y que podrá ser utilizado desde el momento mismo de su publicación, no es un libro destinado únicamente al Obispo oficiante y a los ministros que tienen que preparar el rito sino a todos los fieles; debe ser un texto que siempre se tenga a la vista; y, a partir de sus oraciones y símbolos, se debe realizar la formación y pastoral de «Iglesia».
Madrid, 9 de noviembre de 1978, fiesta de la Dedicación de la basílica de Letrán.
+ Narciso Card. Jubany Arnau
Arzobispo de Barcelona
Presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LOS SACRAMENTOS Y EL CULTO DIVINO
Prot. n. CD 300/77
DECRETO
El rito de la dedicación de iglesias y de altares es, con razón, una de las más solemnes acciones litúrgicas. El lugar donde la comunidad cristiana se reúne para escuchar la palabra de Dios, elevar preces de intercesión y de alabanza a Dios, y, principalmente, para celebrar los sagrados misterios, y donde se reserva el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, es imagen peculiar de la Iglesia, templo de Dios, edificado con piedras vivas; también el altar, que el pueblo santo rodea para participar del sacrificio del Señor y alimentarse con el banquete celeste, es signo de Cristo, sacerdote, hostia y altar de su mismo sacrificio.
Estos ritos, que se encuentran en el segundo libro del Pontifical Romano, fueron revisados y simplificados el año 1961. Sin embargo, en atención a las normas para la instauración de la liturgia, que el Concilio Vaticano II suscitó y favoreció, fue necesario examinar de nuevo el rito para adaptarlo a las condiciones de nuestro tiempo.
El Sumo Pontífice Pablo VI aprobó, con su autoridad, el nuevo Ritual de la Dedicación de iglesias y de altares, preparado por la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, y mandó que fuera divulgado, determinando que sustituyese, en su lugar, a los ritos que están en el segundo libro del Pontifical Romano.
Por lo cual, esta Sagrada Congregación, por mandato del Sumo Pontífice, publica este Ritual de la Dedicación de iglesias y de altares que, en lengua latina, empieza a tener vigencia inmediatamente, pero, en las lenguas vernáculas, después que las versiones hayan sido confirmadas y aprobadas por la Sede Apostólica, en el día en que las Conferencias Episcopales lo establecieran.
Sin que obste nada en contrario.
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LOS SACRAMENTOS Y EL CULTO DIVINO
Prot. n. CD 300/77
DECRETO
El rito de la dedicación de iglesias y de altares es, con razón, una de las más solemnes acciones litúrgicas. El lugar donde la comunidad cristiana se reúne para escuchar la palabra de Dios, elevar preces de intercesión y de alabanza a Dios, y, principalmente, para celebrar los sagrados misterios, y donde se reserva el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, es imagen peculiar de la Iglesia, templo de Dios, edificado con piedras vivas; también el altar, que el pueblo santo rodea para participar del sacrificio del Señor y alimentarse con el banquete celeste, es signo de Cristo, sacerdote, hostia y altar de su mismo sacrificio.
Estos ritos, que se encuentran en el segundo libro del Pontifical Romano, fueron revisados y simplificados el año 1961. Sin embargo, en atención a las normas para la instauración de la liturgia, que el Concilio Vaticano II suscitó y favoreció, fue necesario examinar de nuevo el rito para adaptarlo a las condiciones de nuestro tiempo.
El Sumo Pontífice Pablo VI aprobó, con su autoridad, el nuevo Ritual de la Dedicación de iglesias y de altares, preparado por la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, y mandó que fuera divulgado, determinando que sustituyese, en su lugar, a los ritos que están en el segundo libro del Pontifical Romano.
Por lo cual, esta Sagrada Congregación, por mandato del Sumo Pontífice, publica este Ritual de la Dedicación de iglesias y de altares que, en lengua latina, empieza a tener vigencia inmediatamente, pero, en las lenguas vernáculas, después que las versiones hayan sido confirmadas y aprobadas por la Sede Apostólica, en el día en que las Conferencias Episcopales lo establecieran.
Sin que obste nada en contrario.
En la sede de la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, día 29 de marzo de 1977, domingo de Pentecostés.
Jacobo R. Card. Knox
prefecto
+ Antonio Innocenti
Arzobispo titular de Eclano
Secretario
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LOS SACRAMENTOS Y EL CULTO DIVINO
Prot. CD 1080/78
A LAS DIÓCESIS DE ESPAÑA
A instancias del Eminentísimo Señor Cardenal Narciso Jubany Arnau. Arzobispo de Barcelona y Presidente de la Comisión de liturgia de la Conferencia Episcopal Española, en carta de fecha del 11 de octubre de 1978, y en virtud de las facultades concedidas a esta Sagrada Congregación por el Sumo Pontífice Juan Pablo II, gustosamente aprobamos y confirmamos la versión española del Ritual de la Dedicación de iglesias y de altares, según consta en el adjunto ejemplar.
En la impresión del texto hágase mención de la confirmación concedida por la Sede Apostólica. De la edición impresa envíense dos ejemplares a esta Sagrada Congregación.
Sin que obste nada en contrario.
En la sede de la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, día 26 de octubre de 1978.
Virgilio Noé
Secretario A.
L. Alessio
Subsecretario
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