LITURGIA DE LA
PALABRA
Lecturas del
Martes de la VII semana de Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).
PRIMERA
LECTURA Sant 4, 1-10
Pedís y no
recibís, porque pedís mal
Lectura de la carta del apóstol
Santiago.
Queridos hermanos:
¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros? ¿No es precisamente de esos deseos de placer que pugnan dentro de vosotros? Ambicionáis y no tenéis, asesináis y envidiáis y no podéis conseguir nada, lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.
Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, si alguno quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios.
¿O es que pensáis que la Escritura dice en vano: «El espíritu que habita en nosotros inclina a la envidia»? Pero la gracia que concede es todavía mayor; por eso dice: «Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes».
Por tanto, sed humildes ante Dios, pero resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros.
Lavaos las manos, pecadores; purificad el corazón, los inconstantes. Lamentad vuestra miseria, haced duelo y llorad; que vuestra risa se convierta en duelo y vuestra alegría e aflicción. Humillaos ante el Señor y él os ensalzará.
¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros? ¿No es precisamente de esos deseos de placer que pugnan dentro de vosotros? Ambicionáis y no tenéis, asesináis y envidiáis y no podéis conseguir nada, lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.
Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, si alguno quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios.
¿O es que pensáis que la Escritura dice en vano: «El espíritu que habita en nosotros inclina a la envidia»? Pero la gracia que concede es todavía mayor; por eso dice: «Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes».
Por tanto, sed humildes ante Dios, pero resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros.
Lavaos las manos, pecadores; purificad el corazón, los inconstantes. Lamentad vuestra miseria, haced duelo y llorad; que vuestra risa se convierta en duelo y vuestra alegría e aflicción. Humillaos ante el Señor y él os ensalzará.
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
Salmo
responsorial Sal 54, 7- 8. 9-10b. 10c-11a. 23 (R.: 23ab)
R.
Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.
Iacta super Dóminum curam tuam, et
ipse te enútriet.
V. Pienso:
«¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto».
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto».
R.
Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.
Iacta super Dóminum curam tuam, et
ipse te enútriet.
V.
«Esperaría en el que puede salvarme
del huracán y la
tormenta».
¡Destrúyelos, Señor,
confunde sus lenguas!
¡Destrúyelos, Señor,
confunde sus lenguas!
R.
Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.
Iacta super Dóminum curam tuam, et
ipse te enútriet.
V. Pues
veo en la ciudad violencia y discordia:
día y noche hacen la ronda sobre sus murallas.
día y noche hacen la ronda sobre sus murallas.
R.
Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.
Iacta super Dóminum curam tuam, et
ipse te enútriet.
V.
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga.
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga.
R.
Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.
Iacta super Dóminum curam tuam, et
ipse te enútriet.
Aleluya Ga
6, 14
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Dios
me libre de gloriarme sino es en la cruz del Señor, por la cual el
mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. R.
Mihi absit gloriári nisi in cruce
Dómine, per quem mihi mundus crucifíxus est, et ego mundo.
EVANGELIO Mc
9, 30-37
El Hijo del
hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el
último de todos
╬
Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria
a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús y
sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se
enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Palabra del Señor.
R. Gloria
a ti, Señor Jesús.
Papa Francisco, Homilía en santa Marta 21-febrero-2017
El deseo de ser más importantes nos empuja a la senda de la mundanidad. Por eso, pidamos siempre al Señor la gracia de avergonzarnos cuando nos encontremos en esas situaciones. De hecho, Jesús le da la vuelta a esa lógica, y recuerda a los Doce que quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos. Recemos por la Iglesia, por todos nosotros, para que el Señor nos defienda de las ambiciones, de las mundanidades de sentirse más grande que los demás. Que el Señor nos dé la gracia de la vergüenza, la santa vergüenza, cuando nos encontremos en esa situación, bajo esa tentación: ¡avergonzarse! Pero, ¿yo soy capaz de pensar así? ¿Cuando veo a mi Señor en la cruz, y quiero usar al Señor para encaramarme? Y que nos dé también la gracia de la sencillez de un niño: entender que solo la senda del servicio… Y me imagino una última pregunta: Señor, te he servido toda la vida, he sido el último toda la vida. ¿Y ahora qué? ¿Qué nos dice el Señor? Di de ti mismo: Siervo inútil soy.
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