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lunes, 9 de diciembre de 2019

Pontifical Romano. Capítulo IV, Ordenación de Diáconos y Presbíteros en una acción litúrgica, nn. 248-259.

Pontifical Romano (2ª ed típica, España 1997)

CAPITULO IV. ORDENACIÓN DE DIÁCONOS Y ORDENACIÓN DE PRESBÍTEROS CUANDO SE HAN DE CONFERIR EN UNA MISMA ACCIÓN LITÚRGICA

INTRODUCCIÓN GENERAL

I. CELEBRACIÓN DE ORDENACIÓN PARA DIÁCONOS Y PRESBÍTEROS

248. Conviene que la Iglesia local, a cuyo servicio se ordenan los diáconos y los presbiteros, se prepare a la celebración de las Ordenes.

Los candidatos mismos deben prepararse con la oración en retiro practicando ejercicios espirituales al menos durante cinco días.

249. Téngase la celebración en la iglesia catedral o en las iglesias de cuyas comunidades son oriundos uno o más de los candidatos, o en otra iglesia de mayor importancia.

Si los ordenandos son miembros de alguna comunidad religiosa, puede hacerse la Ordenación en la iglesia de la comunidad en la que van a ejercer su ministerio.

250. Celébrese la Ordenación con la asistencia del mayor número posible de fieles en domingo o día festivo, a no ser que razones pastorales aconsejen otro día. Pero se excluyen el Triduo pascual, el Miércoles de Ceniza, toda la Semana Santa y la Conmemoración de todos los fieles difuntos.

251. La Ordenación tiene lugar dentro de la Misa celebrada en rito estacional, una vez terminada la liturgia de la palabra y antes de la liturgia eucarística.

Puede emplearse la Misa ritual «En la que se confieren las sagradas Ordenes» excepto en las Solemnidades, los Domingos de Adviento, Cuaresma, Pascua y los días de la Octava de Pascua. En estos casos se dice la Misa del día con sus lecturas.

Pero en otros días, si no se dice la Misa ritual, se puede tomar una de las lecturas de las que se proponen en el Leccionario con este fin.

La oración universal se omite, porque las letanías ocupan su lugar.

252. Proclamado el Evangelio, la Iglesia local pide al Obispo que ordene a los candidatos. El presbítero encargado informa al Obispo, que le pregunta, ante el pueblo, que no existan dudas acerca de los candidatos Los candidatos, diáconos y presbíteros cada cual en su momento, en presencia del Obispo y de todos los fieles, manifiestan la voluntad de cumplir su ministerio, según los deseos de Cristo y de la Iglesia bajo la autoridad del Obispo. En las letanías todos imploran la gracia de Dios en favor de los candidatos.

253. Por la imposición de las manos del Obispo y la Plegaria de Ordenación, se les confiere a los candidatos al diaconado el don del Espíritu Santo para su función diaconal. Estas son las palabras que pertenecen a la naturaleza del sacramento y que por tanto se exigen para la validez del acto:

«Emitte in eos, Dómine, quesumus,
Spiritum Sanctum,
quo in opus ministérii fidéliter exsequéndi múnere
septifórmis tue grátie roboréntur».


(Envía sobre ellos, Señor, el Espiritu Santo,
para que fortalecidos
con tu gracia de los siete dones
desempeñen con fidelidad el ministerio.
)

Inmediatamente después de la Plegaria de Ordenación se revisten los ordenados con la estola diaconal y con la dalmática para que se manifieste visiblemente ministerio que desde ahora van a ejercer en la liturgia.

Por la entrega del libro de los Evangelios se indica la función diaconal de proclamar el Evangelio en las celebraciones litúrgicas y también de predicar la de la Iglesia de palabra y de obra.

254. Después de que todos han orado de nuevo, sigue la Ordenación de los presbíteros.

Por la imposición de las manos del Obispo y la Plegaria de Ordenación, se confiere a los candidatos el don del Espíritu Santo para su función presbiteral. Estas son las palabras que pertenecen a la naturaleza del sacramento y que por tanto se exigen para la validez del acto:

«Da, quesumus, omnipotens Pater,
in hos famulos tuos presbytérii dignitátem;
innova in viscéribus eórum
Spiritum sanctitátis;
accéptum a te, Deus,
secúndi mériti munus obtineant,
censurámque morum
exémplo suæ conversatiónis insinuent».


(Te pedimos, Padre todopoderoso,
que confieras a estos siervos tuyos
la dignidad del presbiterado;
renueva en sus corazones el Espíritu de santidad:
reciban de ti el segundo grado
del ministerio sacerdotal
y sean, con su conducta, ejemplo de vida.
)

Inmediatamente después de la Plegaria de Ordenación, se revisten los ordenados con la estola presbiteral y con la casulla para que se manifieste visiblemente el ministerio que desde ahora van a ejercer en la liturgia.

Este ministerio se declara más ampliamente por medio de otros signos: por la unción de las manos se significa la peculiar participación de los presbíteros en el sacerdocio de Cristo, por la entrega del pan y del vino en sus manos se indica el deber de presidir la celebración eucarística y de seguir a Cristo crucificado.

255. El Obispo, con el beso de paz, pone en cierto modo el sello a la acogida de los presbiteros y de los diáconos como nuevos colaboradores en su ministerio. En cuanto sea posible, todos o al menos algunos presbíteros saludan con un beso a los ordenados de presbiteros y, a su vez, los diáconos a los recién ordenados de diáconos, en señal de acogida en su Orden.

256. Los ordenados presbíteros ejercen por primera vez su ministerio en la liturgia eucarística concelebrándola con el Obispo y con los demás miembros del presbiterio. Los presbiteros recién ordenados ocupan el primer lugar.

Y los diáconos asisten al Obispo. Uno de ellos prepara el altar, distribuye la comunión a los fieles, sirve el cáliz y proclama las moniciones.

II. LO QUE HAY QUE PREPARAR

257. Además de lo necesario para la celebración de la Misa estacional, deben prepararse:
a) El libro de la Ordenación;
b) casullas para cada uno de los ordenandos de presbiteros; estolas y dalmáticas para cada uno de los que se van a ordenar de diáconos;
c) el gremial;
d) el santo crisma;
e) lo necesario para lavarse las manos el Obispo y los ordenados de presbiteros.

258. La Ordenación hágase normalmente junto a la cátedra; pero si fuere necesario para participación de los fieles, prepárese la sede para el Obispo delante del altar o en otro lugar más oportuno.

Las sedes para los ordenandos deben prepararse de modo que los fieles puedan ver bien la acción litúrgica.

259. El Obispo y los presbiteros concelebrantes visten los ornamentos sagrados que se les exigen a cada uno para la celebración de la Misa.

Los que van a ser ordenados presbíteros llevan amito, alba, cíngulo y estola diaconal; los ordenandos diáconos toman amito, alba y cíngulo.

Los presbíteros no concelebrantes que imponen las manos a los elegidos para el presbiterado estén revestidos de estola sobre el alba o sobre el traje talar con sobrepelliz.

Los ornamentos han de ser del color de la Misa que se celebra o, si no, de color blanco; también pueden emplearse otros ornamentos festivos más nobles.

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