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Jueves 4 noviembre 2015, Lecturas Jueves XXXI semana del Tiempo Ordinario, año impar.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Jueves de la XXXI semana del Tiempo Ordinario, año impar (Lec. III-impar).

PRIMERA LECTURA Rom 14, 7-12
Ya vivamos ya muramos, somos del Señor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

Hermanos:
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que, ya vivamos ya muramos, somos del Señor.
Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos.
Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú, ¿por qué desprecias a tu hermano?
De hecho, todos compareceremos ante el tribunal de Dios, pues está escrito:
«¡Por mi vida!, dice el Señor,
ante mí se doblará toda rodilla,
y toda lengua alabará a Dios».
Así pues, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 26, 1. 4. 13-14 (R.: 13)
R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Credo vidére bona Dómini in terra vivéntium.

V. El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Credo vidére bona Dómini in terra vivéntium.

V. Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.
R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Credo vidére bona Dómini in terra vivéntium.

V. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Credo vidére bona Dómini in terra vivéntium.

Aleluya Mt 11, 28
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados -dice el Señor-, y yo os aliviaré. R.
Veníte ad me, omnes qui laborátis et oneráti estis, et ego refíciam vos, dicit Dóminus.

EVANGELIO Lc 15, 1-10
Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta
 Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice: “¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido”.
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Ángelus, 15-septiembre-2019
¿Quién de vosotros? Una persona de sentido común no lo hace: hace un par de cálculos y sacrifica una para mantener las noventa y nueve. Dios, en cambio, no se resigna. Él se preocupa precisamente por ti que todavía no conoces la belleza de su amor, tú que todavía no has aceptado a Jesús en el centro de tu vida, tú que no puedes vencer tu pecado, tú que quizás no crees en el amor debido a las cosas malas que han sucedido en tu vida. En la segunda parábola, tú eres esa pequeña moneda que el Señor no se resigna a perder y busca sin cesar: quiere decirte que eres precioso a sus ojos, que eres único. Nadie puede reemplazarte en el corazón de Dios. Tú tienes un lugar, eres tú, y nadie puede reemplazarte; y yo también, nadie puede reemplazarme en el corazón de Dios. Y en la tercera parábola Dios es el padre que espera el regreso del hijo pródigo: Dios nos espera siempre, no se cansa, no se desanima. Porque somos nosotros, cada uno de nosotros, ese hijo que se vuelve a abrazar, esa moneda encontrada, esa oveja acariciada y puesta sobre sus hombros. Él espera cada día que nos demos cuenta de su amor. Y tú dices: "¡Pero he hecho mal tantas cosas, han sido demasiadas!". No tengas miedo: Dios te ama, te ama tal como eres y sabe que sólo su amor puede cambiar tu vida.

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XV

Oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, a fin de que todos los hombres experimentemos su bondad y misericordia.
- Por la Iglesia, para que sea signo de paz y reconciliación entre los hombres. Roguemos al Señor.
- Por los pueblos de la tierra, para que superen todo lo que los desune y promuevan todo cuanto los acerca. Roguemos al Señor.
- Por los que odian, por los resentidos y amargados, para que descubran que la felicidad se encuentra en el perdón. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que sepamos perdonar como Dios mismo nos perdona. Roguemos al Señor.
Padre nuestro, que nos has enseñado a perdonar para recibir tu perdón. Haz que siempre observemos esta ley y así merezcamos ser llamados y ser, en verdad, hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

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