Entrada destacada

Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

sábado, 15 de mayo de 2021

Sábado 19 junio 2021, San Romualdo, memoria libre. Lectura XI semana del Tiempo Ordinario, año impar.

Memoria de san Romualdo:
19 de junio
San Romualdo, abad

Oración colecta propia, resto del común de santos: II. Para monjes y religiosos; A. Para un abad.

Antífona de entrada Cf. Sal 91 13-14
El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Iustus ut palma florébit, sicut cedrus Líbani multiplicábitur; plantátus in domo Dómini, in átriis domus Dei nostri.
O bien: Sal 36, 30-31
La boca del justo expone la sabiduría, su lengua explica el derecho, porque lleva en el corazón la ley de su Dios.
Os iusti meditábitur sapiéntiam, et lingua eius loquétur iudícium; lex Dei eius in corde ipsíus.

Monición de entrada
Conmemoramos en esta celebración a san Romualdo, anacoreta padre de los monjes camaldulenses, que nació en Rávena hacia la mitad del siglo X. Deseoso de la vida y disciplina eremítica, viajó por Italia a lo largo de varios años, durante los cuales fundó pequeños monasterios y promovió la vida evangélica entre los monjes, hasta que terminó su vida en un monasterio de la actual región italiana de Las Marcas, el año 1027.

Oración colecta
Oh, Dios, que has renovado en tu Iglesia la vida eremítica por medio de san Romualdo, haz que, negándonos a nosotros mismos y siguiendo a Cristo, merezcamos llegar felizmente al reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui per beátum Romuáldum in Ecclésia tua eremíticam vitam renovásti, concéde, ut, nosmetípsos abnegántes et Christum sequéntes, felíciter ad caeléstia regna mereámur ascéndere. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Sábado de la XI semana del Tiempo Ordinario, año impar (Lec. III-impar).

PRIMERA LECTURA 2 Cor 12, 1-10
Muy a gusto me glorío de mis debilidades
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios

Hermanos:
¿Hay que gloriarse?: sé que no está bien, pero paso a las visiones y revelaciones del Señor.
Yo sé de un hombre en Cristo que hace catorce años —si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe— fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé que ese hombre —si en el cuerpo o sin el cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe— fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables, que un hombre no es capaz de repetir.
De alguien así podría gloriarme; pero, por lo que a mí respecta, solo me gloriaré de mis debilidades. Aunque, si quisiera gloriarme, no me comportaría como un necio, diría la pura verdad; pero lo dejo, para que nadie me considere superior a lo que ve u oye de mí.
Por la grandeza de las revelaciones, y para que no me engría, se me ha dado una espina en la carne: un emisario de Satanás que me abofetea, para que no me engría. Por ello, tres veces le he pedido al Señor que lo apartase de mí y me ha respondido: «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad».
Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo.
Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 33, 8-9. 10-11. 12-13 (R.: 9a)
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suavis est Dóminus.

V. El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suavis est Dóminus.

V. Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suavis est Dóminus.

V. Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suavis est Dóminus.

Aleluya 2 Cor 8, 9
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriqueceros con su pobreza. R.
Iesus Christus egénus factus est, cum esset dives, ut illíus inópia vos dívites essétis.

EVANGELIO Mt 6, 24-34
No os agobiéis por el mañana
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?
¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Ex. Ap. Evangelii gaudium 180. 
Leyendo las Escrituras queda por demás claro que la propuesta del Evangelio no es sólo la de una relación personal con Dios. Nuestra respuesta de amor tampoco debería entenderse como una mera suma de pequeños gestos personales dirigidos a algunos individuos necesitados, lo cual podría constituir una «caridad a la carta», una serie de acciones tendentes sólo a tranquilizar la propia conciencia. La propuesta es el Reino de Dios (cf. Lc 4, 43); se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales. Buscamos su Reino: «Buscad ante todo el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura» (Mt 6, 33). El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de su Padre; Él pide a sus discípulos: «¡Proclamad que está llegando el Reino de los cielos!» (Mt 10, 7).

Memoria de san Romualdo:
Oración sobre las ofrendas
Concede, Señor, a cuantos nos acercamos a tu altar, el amor apasionado que enardeció al abad san N., para que, limpios de corazón y ardientes en caridad, podamos ofrecerte este sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Ad altáre tuum accedéntibus, Dómine, da nobis illum pietátis afféctum, quo beátus N., abbas, exársit, ut, mundi corde et caritáte fervéntes, tibi sacrifícium offérre valeámus. Per Christum.


Antífona de la comunión Cf. Lc 12, 42
Este es el siervo fiel y prudente a quien el Señor puso al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas.
Fidélis servus et prudens, quem constítuit Dóminus super famíliam suam, ut det illis in témpore trítici mensúram.
O bien: Cf. Mt 23, 11
El primero entre vosotros será vuestro servidor, dice el Señor.
Qui maior est vestrum, erit miníster vester, dicit Dóminus.

Oración después de la comunión
Por la fuerza del sacramento que hemos recibido renueva, Señor, nuestros corazones para que, a ejemplo del abad san N., por la sabiduría de las cosas de arriba y no de las de la tierra, merezcamos aparecer juntamente con Cristo en la gloria. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Huius quod súmpsimus, Dómine, virtúte sacraménti, rénova corda nostra, ut exémplo beáti N., abbátis, quae sursum sunt, non quae super terram, sapiéntes, cum Christo in glória mereámur apparére. Qui vivit et regnat in saecula saeculórum.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No publico comentarios anónimos.