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lunes, 31 de mayo de 2021

Lunes 5 julio 2021, Lecturas Lunes XIV semana del Tiempo Ordinario, año impar.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Lunes de la XIV semana del Tiempo Ordinario, año impar (Lec. III-impar).

PRIMERA LECTURA Gén 28, 10-22
Vio una escalinata apoyada, y ángeles de Dios subían y bajaban, y Dios hablaba

Lectura del libro del Génesis.

En aquellos días, Jacob salió de Berseba en dirección a Jarán. Llegó a un determinado lugar y se quedó allí a pernoctar, porque ya se había puesto el sol.
Tomando una piedra de allí mismo, se la colocó por cabezal y se echó a dormir en aquel lugar.
Y tuvo un sueño: una escalinata, apoyada en la tierra, con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella. El Señor, que estaba en pie junto a ella, le dijo:
«Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra sobre la que estás acostado la daré a ti y a tu descendencia.
Tu descendencia será como el polvo de la tierra, y te extenderás a occidente y oriente, a norte y sur; y todas las naciones de la tierra serán benditas por causa tuya y de tu descendencia. Yo estoy contigo; yo te guardaré donde quiera que vayas, te haré volver a esta tierra y no te abandonaré hasta que cumpla lo que he prometido».
Cuando Jacob despertó de su sueño, dijo:
«Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía».
Y, sobrecogido, añadió:
«Qué terrible es este lugar: no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo».
Jacob se levantó de madrugada, tomó la piedra que había colocado por cabezal, la erigió como estela y derramó aceite por encima.
Y llamó a aquel lugar Betel, aunque antes la ciudad se llamaba Luz.
Jacob hizo un voto en estos términos: «Si Dios está conmigo y me guarda en el camino que estoy haciendo, si me da pan para comer y vestidos para cubrirme, si vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios, y esta piedra que he erigido como estela será una casa de Dios; y de todo lo que me des, te daré el diezmo».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 90, 1-2. 3-4. 14-15ab (R.: Cf. 2b)
R.
Dios mío, confío en ti.
Deus meus, sperábo in te.

V. Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti».
R. Dios mío, confío en ti.
Deus meus, sperábo in te.

V. Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su verdad es escudo y armadura.
R. Dios mío, confío en ti.
Deus meus, sperábo in te.

V. «Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre;
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación».
R. Dios mío, confío en ti.
Deus meus, sperábo in te.

Aleluya Cf. 2 Tim 1, 10
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Nuestro salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte, e hizo brillar la vida por medio del Evangelio. R.
Salvátor noster Iesus Christus destrúxit mortem, et illuminávit vitam per Evangélium.

EVANGELIO Mt 9, 18-26
Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, y vivirá
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un jefe de los judíos que se arrodilló ante él y le dijo:
«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre ella y vivirá».
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, pensando que con solo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y al verla le dijo:
«¡Ánimo, hija! Tu fe te ha salvado».
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:
«¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano y ella se levantó. La noticia se divulgó por toda aquella comarca.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Audiencia general 31-agosto-2016
En la parte central de la narración, el término salvación se repite tres veces. «Con sólo tocar su manto, me salvaré. Jesús se volvió, y al verla le dijo: "¡Ánimo!, hija tu fe te ha salvado". Y se salvó la mujer desde aquel momento» (vv. 21-22). Este «¡ánimo!, hija» expresa toda la misericordia de Dios por aquella persona. Y por toda persona descartada. Cuántas veces nos sentimos interiormente descartados por nuestros pecados, hemos cometido tantos, hemos cometido tantos… y el Señor nos dice: «¡Ánimo!, ¡ven! Para mí tú no eres un descartado, una descartada. Ánimo hija. Tú eres un hijo, una hija». Y este es el momento de la gracia, es el momento del perdón, es el momento de la inclusión en la vida de Jesús, en la vida de la Iglesia. Es el momento de la misericordia. Hoy, a todos nosotros, pecadores, que somos grandes pecadores o pequeños pecadores, pero todos lo somos, a todos nosotros el Señor nos dice: «¡Ánimo, ven! ya no eres descartado, ya no eres descartada: yo te perdono, yo te abrazo». Así es la misericordia de Dios. Debemos tener valor e ir hacia Él, pedir perdón por nuestros pecados y seguir adelante. Con valor, como hizo esta mujer.


Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario VI

Elevemos, hermanos, fervientes oraciones a Dios nuestro Padre.
- Para que proteja y guíe a su Iglesia santa. Roguemos al Señor.
- Para que el Señor llene de su gracia a los obispos, sacerdotes y ministros. Roguemos al Señor.
- Para que conceda a todo el mundo la justicia y la paz. Roguemos al Señor.
- Para que socorra a los que están en algún peligro. Roguemos al Señor.
- Para que a nosotros mismos nos conforte y conserve en su servicio. Roguemos al Señor.
Te pedimos, Dios de bondad, que te muestres favorable a las oraciones de los que te suplican. Por Jesucristo nuestro Señor.

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