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lunes, 4 de mayo de 2020

Lunes 8 junio 2020, Lecturas Lunes X semana del Tiempo Ordinario, año par.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Lunes de la X semana de Tiempo Ordinario, Año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA 1 Re 17, 1-6
Elías sirve al Señor, Dios de Israel

Lectura del primer libro de los Reyes.

En aquellos días, Elías, el tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab:
«Vive el Señor, Dios de Israel, ante quien sirvo, que no habrá en estos años rocío ni lluvia si no es por la palabra de mi boca».
La palabra del Señor llegó a Elías diciendo:
«Sal de aquí, dirígete hacia oriente y escóndete en el torrente de Querit, frente al Jordán. Habrás de beber sus aguas y he ordenado a los cuervos que allí te suministren alimento».
Fue a establecerse en el torrente de Querit, frente al Jordán, procediendo según la palabra del Señor.
Los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana y lo mismo al atardecer; y bebía del torrente.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 120, 1bc-2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: cf. 2)
R.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Adiutórium nostrum in nómine Dómini, qui fecit cælum et terram.

V. Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor.
que hizo el cielo y la tierra.
R. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Adiutórium nostrum in nómine Dómini, qui fecit cælum et terram.

V. No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
R. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Adiutórium nostrum in nómine Dómini, qui fecit cælum et terram.

V. El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
R. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Adiutórium nostrum in nómine Dómini, qui fecit cælum et terram.

V. El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
R. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Adiutórium nostrum in nómine Dómini, qui fecit cælum et terram.

Aleluya Mt 5, 12a
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. R.
Gaudéte et exsultáte, quóniam merces vestra copiósa est in cælis.

EVANGELIO Mt 5, 1-12
Bienaventurados los pobres en el espíritu
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía en Santiago de Chile 16-enero-2018.
Al ver a la multitud, Jesús encuentra el rostro de la gente que lo seguía y lo más lindo es ver que ellos, a su vez, encuentran en la mirada de Jesús el eco de sus búsquedas y anhelos. De ese encuentro nace este elenco de bienaventuranzas que son el horizonte hacia el cual somos invitados y desafiados a caminar. Las bienaventuranzas no nacen de una actitud pasiva frente a la realidad, ni tampoco pueden nacer de un espectador que se vuelve un triste autor de estadísticas de lo que acontece. No nacen de los profetas de desventuras que se contentan con sembrar desilusión. Tampoco de espejismos que nos prometen la felicidad con un «clic», en un abrir y cerrar de ojos. Por el contrario, las bienaventuranzas nacen del corazón compasivo de Jesús que se encuentra con el corazón compasivo y necesitado de compasión de hombres y mujeres que quieren y anhelan una vida bendecida; de hombres y mujeres que saben de sufrimiento; que conocen el desconcierto y el dolor que se genera cuando «se te mueve el piso» o «se inundan los sueños» y el trabajo de toda una vida se viene abajo; pero más saben de tesón y de lucha para salir adelante; más saben de reconstrucción y de volver a empezar.

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