Quinta parte. Bendiciones para diversas circunstancias.
CAPÍTULO XLVII
BENDICIÓN EN LA ACCIÓN DE GRACIAS POR LOS BENEFICIOS RECIBIDOS
1418. Los cristianos, cuyo principal empeño consiste en prolongar a lo largo de la vida cotidiana la gracia de la celebración eucarística, tratan de vivir siempre en actitud de acción de gracias. Dios, en efecto, con sus dones nos invita constantemente al agradecimiento; pero esto vale sobre todo en aquellas situaciones en que Dios concede algún beneficio especial a sus fieles, los cuales, por lo mismo, se sienten movidos a reunirse para alabar y bendecir al Señor en justa correspondencia, por los dones recibidos.
1419. El esquema que aquí se ofrece pueden utilizarlo el sacerdote, el diácono, o también el laico, con los ritos y fórmulas previstos para el caso del laico. Todos ellos, respetando la estructura y los principales elementos del rito, adaptarán cada una de sus partes a las circunstancias concretas del lugar y de las personas.
1420. Este formulario puede emplearse también adecuadamente —de no estar presente un presbítero— cuando existe la costumbre de hacer alguna celebración de acción de gracias al finalizar el año.
Ritos iniciales
1421. Reunida la comunidad, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
1422. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo:
Dios, rico en misericordia,
que hace maravillas para con su pueblo,
esté siempre con vosotros.
U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
O de otro modo adecuado.
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1423. Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:
Hermanos, bendecid a Dios,
que es rico en misericordia
y hace maravillas para su pueblo.
R. Amén.
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1424. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:
Abramos nuestro corazón a Dios en la acción de gracias por todos los dones con que nos ha colmado. El apóstol Pablo nos enseña que en toda ocasión hemos de dar gracias a Dios Padre, por medio de Cristo, con el cual nos lo ha dado todo. Por haber sido hechos hijos de Dios, el tesoro de su gracia ha sido un derroche para con nosotros, a los que nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido. Reconociendo, por tanto, los beneficios de Dios, nos preparamos para participar de un modo más pleno en la Eucaristía, en la que se incluyen todos los bienes, y en la que toda acción de gracias halla su más perfecta expresión y realización.
Lectura de la Palabra de Dios
1425. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la Sagrada Escritura.
Con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios Flp 4, 4-7
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Filipenses.
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en las súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
1426. Pueden también leerse:
Doy gracias a Dios por la gracia que Dios os ha dado 1 Cor 1, 4-9
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Corintios:
Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús; pues en él habéis sido enriquecidos en todo: en toda palabra y en toda ciencia; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo, de modo que no carecéis de ningún don gratuito, mientras aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, el cual os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.
Palabra de Dios.
Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús; pues en él habéis sido enriquecidos en todo: en toda palabra y en toda ciencia; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo, de modo que no carecéis de ningún don gratuito, mientras aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, el cual os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.
Palabra de Dios.
Dando gracias a Dios Padre por medio de él Col 3, 15-17
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Colosenses.Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo. Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Palabra de Dios.
Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios 1 Tes 5, 12-14
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses.Os rogamos, hermanos, que apreciéis el esfuerzo de los que trabajan entre vosotros cuidando de vosotros por el Señor y amonestándoos. Mostradles toda estima y amor por su trabajo. Mantened la paz entre vosotros. Os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los indisciplinados, animéis a los apocados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos. Mirad que nadie devuelva a otro mal por mal; esmeraos siempre en haceros el bien unos a otros y a todos. Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, no despreciéis las profecías. Examinadlo todo; quedaos con lo bueno. Guardaos de toda clase de mal. Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que os llama es fiel, y él lo realizará.
Palabra de Dios.
Ruego, lo primero de todo, que se hagan acciones de gracias por todos 1 Tim 2, 1-10
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a Timoteo.Ruego, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto. Esto es bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos, este es un testimonio dado a su debido tiempo y para el que fui constituido heraldo y apóstol -digo la verdad, no miento-, maestro de las naciones en la fe y en la verdad. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias, sin ira ni divisiones; de igual modo, las mujeres convenientemente vestidas, arregladas con decencia y modestia; no con peinados de trenzas y oro o perlas, ni con ropa costosa, sino como conviene a mujeres que profesan la piedad mediante las buenas obras.
Palabra de Dios.
Alabando a Dios a grandes gritos Lc 17, 11-19
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.En aquel tiempo, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros». Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes». Y sucedió que, mientras iban de camino, $ quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús, tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?». Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor.
1427. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.
Salmo responsorial Sal 65, 1b-2. 8-9. 10-11. 13-14. 16-17. 19-20 (R.: cf. 16)
R. Venid a escuchar,
os contaré lo que Dios ha hecho conmigo.
V. Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria. R.
V. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies. R.
V. Oh, Dios, nos pusiste a prueba,
nos refinaste como refinan la plata,
nos empujaste a la trampa,
nos echaste a cuestas un fardo. R.
V. Entraré en tu casa con víctimas,
para cumplirte mis votos:
los que pronunciaron mis labios
y prometió mi boca en el peligro. R.
V. Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua. R.
V. Dios me escuchó,
y atendió a mi voz suplicante.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R.
1428. O bien:
Sal 46, 2-3. 5-6. 7-8. 9-10 (R.: 2b)
R. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R.
V. Él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas. R.
V. Tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría. R.
V. Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
he porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso. R.
Sal 117, 1-2. 5-6. 8-9. 17-19. 26-27. 28-29 (R.: 1)
R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
porque es eterna su misericordia
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R.
V. En el peligro grité al Senor,
y el Señor me escucho, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre? R.
V. Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R.
y el Señor me escucho, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre? R.
V. Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R.
V. No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor. R.
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor. R.
V. Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
El Señor es Dios, él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar. R.
V. Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. R.
1429. El ministro, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.
Preces
1430. Si se estima oportuno, sigue la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras directamente relacionadas con las circunstancias del momento.
V. Demos gracias y alabemos a Dios, Padre todopoderoso, cuya gloria el cielo proclama y cuya bondad ensalzan todas sus criaturas, y, llenos de reconocimiento por los dones recibidos, digamos:
R. Gloria a ti, Señor, por todos tus beneficios.
— Padre bondadoso, que en Cristo, tu Hijo, nos lo has dado todo, haz que nunca dejemos de alabarte. R.
— Tú que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican, concédenos cantar siempre con el corazón y con la boca tus maravillas. R.
— Tú que preparas y dispones generosamente en favor nuestro signos incontables de tu amor, haz que en la recepción de tus dones sepamos descubrirte a ti, que eres su fuente. R.
— Tú que enseñaste a tus discípulos a compartir sus bienes con los demás, haz que nuestros hermanos se beneficien también de tus dones, para que puedan participar de nuestra alegría. R.
1431. En lugar de la plegaria común, se puede cantar el himno Te Deum laudamus («A ti, oh Dios, te alabamos»), o el cántico «Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor», o el cántico Magníficat («Proclama mi alma la grandeza del Señor»), o un salmo.
Oración de bendición
1432. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Padre todopoderoso,
magnánimo dispensador de todos los bienes,
te damos gracias por los beneficios que nos has otorgado,
y te pedimos humildemente que,
habiendo sido preservados por ti,
nos escondas y protejas siempre
a la sombra de tus alas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
1433. O bien:
Oh, Dios, cuya misericordia no tiene límites
y cuya bondad es un tesoro inagotable,
te damos gracias por los beneficios que nos has concedido,
implorando de tu bondad
que no abandones a quienes has escuchado
y que nos dispongas para los bienes futuros.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Conclusión del rito
1434. El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:
Dios Padre, con el Hijo y el Espíritu Santo,
que ha actuado con vosotros
según la grandeza de su misericordia,
os proteja siempre con su bendición.
R. Amén.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso
Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
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1435. Si el ministro es laico, concluye el rito santiguándose y diciendo:
Dios Padre, con el Hijo y el Espíritu Santo,
que ha actuado con nosotros
según la grandeza de su misericordia,
sea bendito ahora y por siempre.
R. Amén.
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1436. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.
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