Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, 6-enero-1972 (ed. Española, reimpresión 2012)
Ritual de la iniciación cristiana de los niños en edad catequética.
TERCER GRADO
CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN
343. Para mostrar la índole pascual del Bautismo, se aconseja celebrar este sacramento en la Vigilia pascual o en un domingo, pues en ellos la Iglesia conmemora la resurrección del Señor (cf. Observaciones previas del Rito del Bautismo de los niños, n. 9), teniendo en cuenta lo que se dice en el n. 310).
344. El Bautismo se celebra en la Misa, en la cual participan por primera vez los neófitos. En esta misma celebración se confiere la Confirmación por el obispo o por el presbítero que administra el Bautismo.
345. Si el Bautismo se celebra fuera de la Vigilia o el día de Pascua, se dice la Misa del día o la Misa ritual de la Iniciación cristiana. Se eligen las lecturas de entre las que se proponen en el n. 388 (Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, Salmos, Aleluyas, Evangelios), pero también se pueden leer las lecturas del domingo o de la festividad.
346. A cada uno de los niños catecúmenos le acompaña el padrino (madrina), elegido por el niño y aprobado por el sacerdote (cf. Observaciones previas, n. 43).
CELEBRACIÓN DEL BAUTISMO
347. Reunidos los niños catecúmenos con sus padres (tutores), padrinos (madrinas), compañeros y amigos y los demás fieles, comienza la Misa y se hace la liturgia de la Palabra con las lecturas anteriormente indicadas.
Sigue la homilía.
Monición del celebrante
348. Después de la homilía, los catecúmenos con sus padres y padrinos se acercan a la fuente bautismal. El celebrante habla a la familia, a los compañeros y a todos los fieles presentes, empleando esta monición u otra similar.
Invoquemos con humildad, queridos hermanos, la gracia de Dios Padre todopoderoso, para que estos siervos suyos, N. y N., que con el asentimiento de sus padres piden el Bautismo, se agreguen a los
hijos de adopción en Cristo.
Bendición del agua
349. Entonces el celebrante, vuelto hacia la fuente bautismal, pronuncia esta bendición:
Oh Dios,
que realizas en tus sacramentos obras admirables
con tu poder invisible,
y de diversos modos te has servido de tu criatura,
el agua, para significar la gracia del Bautismo.
Oh Dios,
cuyo Espíritu, en los orígenes del mundo,
se cernía sobre las aguas, para que ya desde entonces
concibieran el poder de santificar.
Oh Dios,
que incluso en las aguas torrenciales del diluvio
prefiguraste el nacimiento de la nueva humanidad,
de modo que una misma agua
pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad.
Oh Dios,
que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo
a los hijos de Abraham,
para que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón
fuera imagen de la familia de los bautizados.
Oh Dios,
cuyo Hijo, al ser bautizado en el agua del Jordán,
fue ungido por el Espíritu Santo;
colgado en la cruz
vertió de su costado agua, junto con la sangre;
y después de su resurrección mandó a sus apóstoles:
"Id y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo".
Mira, ahora, a tu Iglesia en oración
y abre para ella la fuente del Bautismo:
Que esta agua reciba, por el Espíritu Santo,
la gracia de tu Unigénito,
para que el hombre, creado a tu imagen y limpio en
el Bautismo,
muera al hombre viejo
y renazca, como niño, a nueva vida
por el agua y el Espíritu.
El celebrante toca el agua con la mano derecha y prosigue:
Te pedimos, Señor,
que el poder del Espíritu Santo,
por tu Hijo,
descienda sobre el agua de esta fuente,
para que los sepultados con Cristo en su muerte,
por el Bautismo,
resuciten con él a la vida.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
Otras fórmulas "ad libitum" en el n. 389.
350. En el Tiempo Pascual, si está a mano el agua bautismal bendecida en la Vigilia pascual, para que no falte en el Bautismo el elemento de la acción de gracias y de las súplicas, hágase la bendición y la invocación de Dios sobre el agua según las fórmulas que se encuentran en el n. 389, teniendo en cuenta la variación del texto al final de cada fórmula.
Profesión de fe
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Profesión de fe en la comunidad
351. Después, antes de la renuncia y de la profesión de fe de los niños catecúmenos, el celebrante puede, según las circunstancias, invitar a los padres y padrinos, y aun a todos los asistentes a la profesión de fe:
N. y N., después de larga preparación, ahora se van a bautizar y, aceptada benignamente por Dios su nueva vida, se harán cristianos.
En adelante será preciso que nosotros, más aún que antes, les prestemos nuestra ayuda. En primer lugar, vosotros' sus padres que dais vuestro asentimiento a su Bautismo, cuidaréis más que nadie de su educación. Y nosotros, que les hemos preparado para que hoy se acerquen a Cristo, que sale a su encuentro, igualmente les ayudaremos.
Por esto, antes de que ellos hagan su profesión de fe en nuestra presencia, todos nosotros, con plena convicción, renovemos en su presencia la profesión de nuestra fe, que es la fe de la Iglesia.
Entonces todos a una con el celebrante dicen:
Creo en Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
Según las circunstancias, se puede emplear el símbolo Niceno-Constantinopolitano (cf. n. 186).
Después el celebrante, vuelto hacia los catecúmenos, dice:
Ahora, pues, N. y N., antes de que seáis bautizados, renunciad a Satanás y confesad vuestra fe en presencia de la Iglesia.
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Profesión de fe de los niños catecúmenos
352. El celebrante, vuelto hacia los niños catecúmenos, les habla brevemente con éstas o parecidas palabras:
N. y N., habéis pedido el Bautismo y habéis empleado largo tiempo en vuestra preparación.
Vuestros padres han dado su asentimiento a vuestro deseo; los catequistas, vuestros compañeros y amigos os han ayudado; y hoy todos os prometen su ayuda fraterna y el ejemplo de su fe.
Ahora sólo falta que vosotros hagáis la profesión de fe en presencia de la Iglesia, y seréis bautizados.
Renuncia
353. El celebrante interroga a todos los catecúmenos.
FÓRMULA A
Celebrante:
¿Renunciáis a Satanás, y a todas sus obras y seducciones?
Elegidos:
Sí, renuncio.
O bien: FÓRMULA B
Celebrante:
¿Renunciáis a Satanás?
Elegidos:
Sí, renuncio.
Celebrante:
¿Y a todas sus obras?
Elegidos:
Sí, renuncio.
Celebrante:
¿Y a todas sus seducciones?
Elegidos:
Sí, renuncio.
O bien: FÓRMULA C
Celebrante:
¿Renunciáis al pecado, para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
Elegidos:
Sí, renuncio.
Celebrante:
¿Renunciáis a las seducciones del mal, para que no domine en vosotros el pecado?
Elegidos:
Sí, renuncio.
Celebrante:
¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?
Elegidos:
Sí, renuncio.
Unción con el óleo de los catecúmenos
354. Si la Conferencia Episcopal mantiene la unción con el óleo de los catecúmenos, y no se ha hecho antes, el celebrante dice:
Para que el poder de Cristo Salvador os fortalezca,
os ungimos con este óleo de la salvación
en el nombre del mismo Jesucristo, Señor nuestro,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Niños:
Amén.
Todos los niños son ungidos con el óleo de los catecúmenos en el pecho o en las dos manos o también, si parece oportuno, en otras partes del cuerpo.
Si fueran bastante numerosos los elegidos, pueden intervenir varios ministros.
Profesión de fe
355. Después el celebrante, informándose a tiempo del nombre de los que a van ser bautizados por medio del padrino (madrina), interroga a cada uno:
N., ¿crees en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
Candidato:
Sí, creo.
Celebrante:
¿Crees en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?
Candidato:
Sí, creo.
Celebrante:
¿Crees en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Candidato:
Sí, creo.
Inmediatamente después de su profesión de fe, cada uno es bautizado por ablución o inmersión.
Rito del Bautismo
356. El celebrante saca el agua bautismal de la fuente y, derramándola tres veces sobre la cabeza inclinada del elegido, le bautiza en el nombre de la Santísima Trinidad:
N., yo te bautizo en el nombre del Padre,
Derrama el agua por primera vez
y del Hijo,
Derrama el agua por segunda vez
y del Espíritu Santo.
Derrama el agua por tercera vez.
El padrino o la madrina impone la mano derecha sobre el hombro derecho del que se bautiza.
Si el Bautismo se hace por inmersión, el celebrante sumerge al niño, o su cabeza en el agua tres veces y, levantándola otras tantas, le bautiza diciendo las mismas palabras. Guárdense las normas del pudor y del decoro.
Después del Bautismo de cada niño, si se juzga oportuno, el pueblo puede hacer alguna breve aclamación (cf. nn. 391-411).
357. Si los neófitos van a ser confirmados inmediatamente, se omite la unción del Crisma que sigue al Bautismo (n. 358) y se hacen a continuación los otros ritos complementarios (nn. 359 y 360).
RITOS EXPLANATIVOS
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Unción después del Bautismo
358. Si la celebración de la Confirmación, por alguna razón particular, se separara del Bautismo, entonces, después del baño del agua, el celebrante, para conferir la unción del Crisma, dice sobre todos a la vez:
Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que os ha dado nueva vida por el agua y el Espíritu Santo,
y os ha concedido el perdón de todos los pecados,
os consagre con el crisma de la salvación
para que entréis a formar parte de su pueblo
y seáis para siempre miembros de Cristo,
sacerdote, profeta y rey.
Bautizados:
Amén.
Después, en silencio, el celebrante unge con el santo Crisma a cada niño en la parte superior de la cabeza.
Pero si los bautizados son muy numerosos y están presentes varios sacerdotes o diáconos, cada uno puede ungir con el Crisma a varios bautizados.
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Imposición de la vestidura blanca
359. El celebrante dice:
N. y N., sois ya nueva criatura
y habéis sido revestidos de Cristo;
recibid, pues, la blanca vestidura,
que habéis de llevar limpia de mancha
ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo,
para alcanzar la vida eterna.
Bautizados:
Amén.
A las palabras Recibid, pues, la blanca vestidura los padrinos (o madrinas) imponen a los neófitos la vestidura blanca, a no ser que las costumbres locales aconsejen otro color más a propósito.
Si se juzga conveniente, se puede omitir todo este rito.
Entrega del cirio encendido
360. Después el celebrante toma, o al menos toca, con las manos el cirio pascual, diciendo:
Acercaos, padrinos y madrinas, para que entreguéis la luz a los neófitos.
Se acercan los padrinos y madrinas y encienden un cirio en el cirio pascual, y se lo entregan al neófito. Entonces el celebrante dice:
Habéis sido transformados en luz de Cristo.
Caminad siempre como hijos de la luz,
a fin de que, perseverando en la fe,
podáis salir con todos los santos
al encuentro del Señor.
Bautizados:
Amén.
CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN
361. Entre el Bautismo y la Confirmación puede ser entonado por la asamblea, si se juzga oportuno, un canto a propósito.
362. La Confirmación puede celebrarse en el presbiterio o en el baptisterio, según lo aconsejen las condiciones del local.
Si el Bautismo lo confiere el obispo, conviene que sea también él quien confiera seguidamente la Confirmación.
Si no está presente el obispo, el presbítero que haya administrado el Bautismo puede administrar la Confirmación.
Cuando los que van a confirmarse son muy numerosos, el ministro de la Confirmación puede pedir ayuda para administrar el sacramento a los presbíteros, que pueden ser designados para este oficio (cf. n. 46).
363. Entonces el celebrante habla a los que van a confirmarse, exhortándoles brevemente con éstas o parecidas palabras:
Queridos neófitos, regenerados ya en Cristo y transformados en miembros suyos y de su pueblo sacerdotal, ahora sólo os falta recibir el Espíritu Santo, que ha sido derramado sobre nosotros, el mismo Espíritu que envió el Señor sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y que ellos y sus sucesores confieren a los bautizados.
Vosotros, pues, recibiréis igualmente la fuerza Prometida del Espíritu Santo, con la que, configurados más perfectamente a Cristo, deis testimonio de la pasión y resurrección del Señor, y os hagáis miembros activos de la Iglesia, para edificar el Cuerpo de Cristo en la fe y en la caridad.
Después el celebrante (teniendo junto a sí a los presbíteros que le asisten), de pie y con las manos juntas, vuelto al pueblo, dice:
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso y pidámosle que derrame el Espíritu Santo sobre estos neófitos, para que los fortalezca con la abundancia de sus dones, los consagre con su unción espiritual y haga de ellos imagen perfecta de Jesucristo.
Y todos oran en silencio durante algunos momentos.
364. Seguidamente el celebrante (y los presbíteros que le asisten) impone las manos sobre todos los que van a recibir la Confirmación; pero sólo el celebrante dice:
Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo,
a estos siervos tuyos
y les libraste del pecado;
escucha nuestra oración
y envía sobre ellos el Espíritu Santo Paráclito;
llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia,
de espíritu de consejo y de fortaleza,
de espíritu de ciencia y de piedad,
y cólmalos del espíritu de tu santo temor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
365. Entonces un ministro ofrece al celebrante el santo Crisma, y los que van a confirmarse se acercan uno a uno al celebrante; o si se prefiere, el mismo celebrante se acerca a ellos. El padrino (o la madrina) pone su mano derecha sobre el hombro del neófito, y dice el nombre de éste al celebrante, o el mismo confirmando lo dice por sí mismo.
El celebrante, con la punta del pulgar derecho empapada en el Crisma, hace la señal de la cruz en la frente del neófito, diciendo:
N., recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo.
El confirmado:
Amén.
El celebrante añade:
La paz sea contigo.
El confirmado:
Y con tu espíritu.
Si otros presbíteros asisten al celebrante para conferir el sacramento, el obispo, si está presente, les ofrece a todos los vasos sagrados del santo Crisma.
Los que van a confirmarse se acercan al celebrante o a los presbíteros; o bien el celebrante y los presbíteros se acercan a los confirmandos, a los que ungen del modo dicho.
CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
366. Omitido el Símbolo, inmediatamente se hace la oración universal, en la cual participan los neófitos por primera vez.
Algunos de ellos llevan las ofrendas al altar.
367. En la Plegaria eucarística I, se hace mención de los neófitos en el Hanc igitur (Acepta, Señor, en tu bondad...), y de los padrinos en el Memento (Acuérdate, Señor...) (n. 377). Si se toman las Plegarias eucarísticas II, III ó IV añádase la cláusula en favor de los neófitos, que se encuentra en el n. 391.
368. Los neófitos pueden recibir la sagrada Comunión bajo ambas especies, juntamente con los padres, padrinos, madrinas y los catequistas seglares.
Antes de la Comunión, o sea antes del Ecce Agnus Dei (Éste es el Cordero de Dios), el celebrante puede exponer brevemente el valor de tan excelso misterio, que es la culminación de la iniciación y centro de toda la vida cristiana. Como es lógico, el celebrante también atiende a los que, bautizados de tiempo atrás, se acercan por primera vez ala mesa divina para comulgar.
EL TIEMPO DE LA "MYSTAGOGIA"
369. Para el provecho de los niños neófitos, organícese el adecuado período de "Mystagogia", para el cual se podrán acomodar las normas dadas para los adultos en los nn. 235-239.
Textos para la pastoral litúrgica de la Misa y otras celebraciones litúrgicas, en España. Se proponen los textos en castellano (y el de la edición "typica" en latín) elegidos por el autor entre las variantes posibles de la Liturgia ordinaria de la Iglesia. En cada entrada de la misa diaria primero se recoge un texto sobre Liturgia, luego el Calendario Litúrgico de España. Después viene la Misa del día. Al final se describen los santos y beatos del día siguiente, según el Martirologio Romano.
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