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miércoles, 5 de octubre de 2016

Iniciación niños: Rito de entrada en el Catecumenado.

Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, 6-enero-1972 (ed. Española, reimpresión 2012)

Ritual de la iniciación cristiana de los niños en edad catequética.

PRIMER GRADO

RITO DE ENTRADA EN EL CATECUMENADO


314. Este rito debe celebrarse ante una asamblea poco numerosa, pero activa, para que no se turben los niños con la muchedumbre (cf. n. 311). Asistan, en cuanto sea posible, los padres o tutores de los candidatos. Pero si no pudieran venir, manifiesten el consentimiento dado a los niños, y en su lugar haya "fiadores" ("sponsores") (cf. n. 42), a saber, fieles idóneos para hacer las veces de los padres en este acto, y para presentar a los niños.

315. La celebración hágase en la iglesia, o en un local lo más apto posible, para que, según la edad y capacidad de los niños, se favorezca la vivencia íntima de la admisión. La primera parte o rito de la introducción hágase, según las circunstancias del lugar, ya a la entrada de la iglesia, ya en otro local; la segunda parte o liturgia de la Palabra en la misma iglesia o en un local elegido para esto.

RITO DE ADMISIÓN

316. El celebrante, revestido con las vestiduras litúrgicas, se acerca al lugar en que están reunidos los niños con sus padres o tutores, o también, si el caso lo requiere, con los "fiadores" ("sponsores"). Y saluda con afabilidad y sencillez a los niños y a los presentes.

Monición previa

317. Después les dirige la palabra a los candidatos y a sus padres, mostrándoles el gozo y la satisfacción de la Iglesia. A continuación les invita, como también a los "fiadores", si los hay, para que se acerquen a él.

Diálogo

318. Luego el celebrante interroga a cada niño, a no ser que sean muy numerosos, con éstas o parecidas palabras:

N., ¿qué quieres hacer?

Niño:
Quiero hacerme cristiano.

Celebrante:
¿Por qué quieres hacerte cristiano?

Niño:
Porque creo en Cristo.

Celebrante:
Y la fe en Cristo, ¿qué te da?

Niño:
La vida eterna.

El celebrante puede hacer las preguntas con otras palabras y admitir las respuestas espontáneas de los niños: Quiero hacer la voluntad de Dios, Quiero seguir la Palabra de Dios, Quiero bautizarme, Quiero la fe, Quiero ser amigo de Jesús, Quiero entrar en la familia de los cristianos, etc.

Pero si los niños son muy numerosos, el celebrante puede interrogarlos a todos a la vez y suscitar las respuestas de algunos, y después preguntar a los demás si están de acuerdo.

319. Seguidamente el celebrante concluye el diálogo con una breve catequesis, acomodada a las circunstancias y a la edad de los niños, con éstas o parecidas palabras:

Como ya creéis en Cristo y queréis que os preparen para el Bautismo, con gran alegría os recibimos en la familia de los cristianos, en la que conoceréis a Cristo cada día mejor. Y juntamente con nosotros os esforzaréis en vivir como hijos de Dios, según nos enseñó Cristo: Amarás a Dios con todo tu corazón. Amaos unos a otros como yo os he amado.

Estas últimas palabras de Cristo, las pueden repetir los niños si parece oportuno, para mostrar así su asentimiento.

Diálogo con los padres y con la asamblea

320. Luego el celebrante habla de nuevo a los niños y les ruega que pidan el consentimiento a sus padres o a sus "fiadores", que les presentan. Lo cual se puede hacer del modo siguiente, o de otro modo parecido:

N. y N., id ahora a vuestros padres, para que os den su consentimiento, y decidles que se acerquen con vosotros aquí.

Los niños van a sus padres o "fiadores", y vuelven con ellos delante del celebrante, que prosigue:

Queridos padres, vuestros hijos, N. y N., piden que les preparemos para el Bautismo. ¿Les dais el consentimiento que ellos desean?

Padres:
Sí, les damos nuestro consentimiento.

Celebrante:
¿Estáis dispuestos a ayudarles, en lo que depende de vosotros, a la preparación para el Bautismo?

Padres:
Sí, estamos dispuestos.

321. Después el celebrante interroga a todos los presentes con estas palabras u otras semejantes:

Como para proseguir el camino que hoy empiezan estos niños necesitan del auxilio de nuestra fe y de nuestra caridad, os pregunto también a vosotros, amigos y compañeros de los niños: ¿estáis dispuestos a colaborar para que lleguen gradualmente al Bautismo?

Todos:
Sí, estamos dispuestos.

Signación

322. Después el celebrante, vuelto hacia los niños, dice:

¡Ojalá os acordéis siempre de Cristo y le permanezcáis fieles, pues os ha llamado a vosotros, N. y N., para que seáis amigos suyos!

Por esto yo os signo a vosotros con la cruz de Cristo, que es la señal de los cristianos. Este signo os moverá en adelante a acordaros de Cristo y de su amor.

Enseguida el celebrante, pasando ante los niños, hará la señal de la cruz sobre la frente de cada uno, sin decir nada.

Si es oportuno (cf. n. 323), invita a los padres y catequistas a que, también ellos, en silencio hagan la señal de la cruz sobre la frente de los niños:

También vosotros, padres de estos niños y catequistas (N. y N.), puesto que sois de Cristo, signarlos con la señal de Cristo.
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323. Si parece oportuno, a los niños, especialmente a los que son todavía muy pequeños, se les puede signar también en alguna otra parte del cuerpo. Lo cual solamente hará el sacerdote diciendo estas palabras:

Mientras signa los oídos:
Te signo con la señal cruz en los oídos, para que oigas las de la palabras de Cristo.

Mientras signa los ojos:
Te signo con la señal de la cruz en los ojos, para que veas las obras de Cristo.

Mientras signa la boca:
Te signo con la señal de la cruz en los labios, para que hables a imitación de Cristo.

Mientras signa el pecho:
Te signo con la señal de la cruz en el pecho, para que por la fe recibas a Cristo en tu corazón.

Mientras signa la espalda:
Te signo con la señal dela cruz en la espalda, para que tengas el vigor y la fortaleza de Cristo.

Mientras signa todo el cuerpo:
Te signo todo el cuerpo con la señal de la cruz de Cristo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, para que ahora y siempre vivas con Jesús.

Niño:
Amén.

Si las circunstancias lo aconsejaran, también los padres (o los "fiadores") o los catequistas pueden hacer en silencio todas estas signaciones; pero las palabras sólo las dice el sacerdote en número plural (como en el n. 85).
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Entrada en la iglesia

324. Después el celebrante invita a los catecúmenos a que se acerquen, con éstas o parecidas palabras:

Ahora, pues, podéis ocupar vuestro lugar entre los cristianos reunidos. Venid, pues, para oír al Señor, que nos habla a nosotros, y para orar con nosotros.

Oído esto, los niños se acercan a la asamblea y ocupan su puesto, o con sus padres ("fiadores") o con sus compañeros, de modo que en todos quede claro que ellos tienen ahora parte con la asamblea.

Entre tanto se canta el salmo 94, o bien el 121, o bien se entona otro canto apropiado.

LITURGIA DE LA PALABRA

325. Se trae el libro de la Sagrada Escritura y se coloca honoríficamente. El celebrante puede explicar en pocas palabras la dignidad de la Palabra de Dios, que se proclama y escucha en la asamblea de los cristianos.

Y enseguida comienza la breve liturgia de la Palabra.

Lecturas y homilía

326. Se eligen lecturas que puedan acomodarse ya a la cultura de los catecúmenos, ya al progreso de la catequesis, que los niños y sus compañeros han recibido, v.gr.;

- Gn 12, 1-4a (Leccionario VIII, pág. 3): Sal de tu tierra, hacia la tierra que te mostraré.

Lectura del libro del Génesis 12, 1-4a
En aquellos días, el Señor dijo a Abrán:
—«Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostrare. 
Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.»
Abrán marcho, como le había dicho el Señor.
Palabra de Dios.

- Sal 32, 4-5. 12-13. 18-19. 20 y 22. (Leccionario VIII, pág. 3)
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
O bien:
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; el ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que el se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.

- Jn 1, 35-42 (o bien: 35-39) (Leccionario VIII, pág. 4): Éste es el Cordero de Dios. Hemos encontrado al Mesías.

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35-42
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
—«Este es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo segarían, les pregunta:
—«¿Que buscáis?»
Ellos le contestaron:
—«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
El les dijo:
—«Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con el aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y
siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
—«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedo mirando y le dijo:
—«Tu eres Simón, el hijo de Juan; tu te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»
Palabra del Señor.

O bien:

- Ez 36, 25-28 (Leccionario VIII, pág. 20): Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará de todas vuestras inmundicias.
- Ef 4, 1-6a (Leccionario VIII, pág. 26): Un Señor, una fe, un bautismo.
- Gá 5, 13-17. 22-23a. 24-25 (Leccionario VIII, pág. 85): Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.
- Mc 12, 28c-31 (Leccionario VIII, pág. 58): El mandamiento principal.
- Lc 8,4-9. 11-15 (Leccionario VIII, pág. 95): La parábola del Sembrador.
- Lc 19,1-10 (Leccionario VIII, pág. 326): Zaqueo.
- Jn 6,44-47 (Leccionario VIII, pág. 60): El que cree tiene vida eterna.
- Jn 13, 34-35 (Leccionario III, pág. 143): El mandamiento nuevo.
- Jn 15, 9-11 (o bien: 12-17) (Leccionario VIII, pág. 261): Permaneced en mi amor.

Otras lecturas, salmos responsoriales y versículos antes del Evangelio en el n. 388.

Después de las lecturas, el celebrante tiene una breve homilía para aclarar lo que ha leído.

327. Se recomienda algún tipo de silencio, en el que los niños, invitados por el celebrante, oren en su corazón. Sigue algún canto a propósito.

Entrega de los Evangelios

328. Mientras se entona el canto, o en cuanto se acaba, según la oportunidad, se entrega a los niños el libro de los Evangelios, preparándolos con alguna monición a propósito, o con alguna breve homilía.

Súplicas

329. Después, con éstas o parecidas palabras, se hacen las siguientes súplicas:

Celebrante:
Oremos por estos queridos niños, que son vuestros hijos o vuestros compañeros y amigos, y que ahora se acercan a Dios.

Lector:
Que aumentes más cada día su deseo de vivir con Jesús.
R. Te lo pedimos, Señor.

- Que viviendo en la Iglesia, encuentren en ella la felicidad:
R. Te lo pedimos, Señor.

- Que en la preparación del Bautismo, les concedas fortaleza y perseverancia:
R. Te lo pedimos, Señor.

- Que les libres con bondad de la tentación del temor y del desaliento:
R. Te lo pedimos, Señor.

- Que les des con largueza la alegría de recibir el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía:
R. Te lo pedimos, Señor.

El celebrante concluye con esta oración:

Oh Señor, que has suscitado en estos niños
el deseo de hacerse perfectos cristianos,
haz que, caminando con perseverancia hacia ti,
vean cómo escuchas sus deseos y nuestras súplicas.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.

Al final se entona algún canto.

Pero si se celebra la Eucaristía a continuación, se despide a los catecúmenos.

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