PRIMERA LECTURA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
FUERA DEL TIEMPO PASCUAL
1
Leccionario V, pág. 529.
I Is 25, 6a. 7-9
El Señor aniquilará la muerte para siempre
Lectura de libro de Isaías.
En aquel día, preparará el Señor del universo para todos los pueblos,
en este monte, un festín de manjares suculentos.
Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el lienzo extendido sobre todas las naciones.
Aniquilará la muerte para siempre.
Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros,
y alejará del país el oprobio de su pueblo
—lo ha dicho el Señor—.
Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios.
Esperábamos en él y nos ha salvado.
Este es el Señor en quien esperamos.
Celebremos y gocemos con su salvación».
Palabra de Dios.
2
Leccionario V, pág. 530.
II Lam 3, 17-26
Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor
Lectura del libro de las Lamentaciones.
He perdido la paz,
me he olvidado de la dicha;
me dije: «Ha sucumbido mi esplendor
y mi esperanza en el Señor».
Recordar mi aflicción y mi vida errante
es ajenjo y veneno;
no dejo de pensar en ello,
estoy desolado;
hay algo que traigo a la memoria,
por eso esperaré:
Que no se agota la bondad del Señor,
no se acaba su misericordia;
se renuevan cada mañana,
¡que grande es tu fidelidad!;
me digo: «Mi lote es el Señor,
por eso esperaré en él!».
El Señor es bueno para quien espera en él,
para quien lo busca;
es bueno esperar en silencio
la salvación del Señor.
Palabra de Dios.
PRIMERA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO
PARA EL TIEMPO PASCUAL
1
Leccionario V, pág. 531.
I Ap 7, 9-10. 15-17
Dios enjugará toda lágrima de sus ojos
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente:
«¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!».
Están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.
El que se sienta en el trono acampará entre ellos.
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.
2
Leccionario V, pág. 532.
II Ap 21, 1a. 3-5a
Ya no habrá muerte
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva.
Y oí una gran voz desde el trono que decía:
«He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el "Dios con ellos" será su Dios».
Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.
Y dijo el que está sentado en el trono:
«Mira, hago nuevas todas las cosas».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Lec. V, págs. 533-535.
1
I Sal 22, 1b-3. 4. 5. 6 (R.: 1b)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.
V. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tu vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
V. Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
V. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
2
II Sal 24, 4-5a. 6 y 7cd. 20-21 (R.: 1b)
R. A ti, Señor, levanto mi alma.
V. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tu eres mi Dios y Salvador. R.
V. Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mi con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.
V. Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti. R.
3
III Sal 41, 2. 3. 5cde; 42, 3. 4. 5 (R.: 41, 3a)
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
V. Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. R.
V. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entrare a ver el rostro de Dios? R.
V. Como entraba en el recinto santo,
cómo avanzaba hacia la casa de Dios
entre cantos de jubilo y alabanza. R.
V. Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.
V. Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R.
V. ¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué gimes dentro de mí?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío». R.
4
IV Sal 148, 1bc-2. 11-13ab. 13c-14 (R.: cf. 13a)
R. Alaben el nombre del Señor.
O bien:
R. Aleluya.
V. Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos. R.
V. Reyes del orbe y todos pueblos,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los ancianos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime. R.
V. Su majestad sobre el cielo y la tierra.
Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R.
SEGUNDA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO
1
Leccionario V, pág. 536.
I Rom 6, 3-4. 8-9
Creemos que también viviremos con Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
Hermanos:
¿Es que no sabéis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte?
Por el bautismo fuimos sepultados con el en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, la muerte ya no tiene dominio sobre él.
Palabra de Dios.
2
Leccionario V, pág. 536.
II Rom 14, 7-9
Ya vivamos ya muramos, somos del Señor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos-
Hermanos:
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo.
Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que, ya vivamos ya muramos, somos del Señor.
Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos.
Palabra de Dios.
3
Leccionario V, pág. 537.
III 1 Cor 15, 20-23.
En Cristo todos serán vivificados
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
Hermanos:
Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.
Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección. Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida.
Palabra de Dios.
4
Leccionario V, pág. 537.
IV Ef 1, 3-5
Dios nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
BENDITO sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo
para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
a ser sus hijos.
Palabra de Dios.
5
Leccionario V, pág. 538.
V 1 Tes 4, 13-14. 18
Estaremos siempre con el Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses.
No queremos que ignoréis, hermanos, la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza.
Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual modo Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto.
Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.
Palabra de Dios.
ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO
Lec. V, pág. 539
1
I Cf. Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.
2
II Cf. Jn 6, 39
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Ésta es la voluntad de mi Padre —dice el Señor—:
que no pierda nada de lo que me dio,
sino que lo resucite en el ultimo día. R.
3
III 2 Co 1, 3b-4a
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bendito sea el Padre de las misericordias
y Dios de todo consuelo,
que nos consuela en cualquier tribulación nuestra. R.
EVANGELIO
1
Leccionario V, pág. 540
II Mt 11, 25-30
Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a los pequeños
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
EN aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor.
2
El que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él
+ Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 13-16
En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
—«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.
3
Leccionario V, pág. 541.
II (forma larga) Jn 6, 37-40
Ésta es la voluntad de mi Padre, que no pierda nada de lo que me dio
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echare afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el ultimo día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitare en el ultimo día».
Palabra del Señor.
Leccionario V, pág. 541.
II (forma breve) Jn 6, 37-39
Ésta es la voluntad de mi Padre, que no pierda nada de lo que me dio
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echare afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el ultimo día».
Palabra del Señor.
4
Leccionario V, págs. 542.
III (para un niño que ya había participado en la eucaristía) Jn 6, 51-58
El que come este pan tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitare en el ultimo día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Palabra del Señor.
5
Leccionario V, págs. 543.
IV Jn 11, 32-38. 40
Si crees verás la gloria de Dios
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, cuando llegó María, la hermana de Lázaro, adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano».
Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó:
«¿Dónde lo habéis enterrado?».
Le contestaron:
«Señor, ven a verlo».
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
«¡Cómo lo quería!».
Pero algunos dijeron:
«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?».
Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llega a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa.
Jesús le dijo:
«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?».
Palabra del Señor.
6
Leccionario V, págs. 544.
V Jn 19, 25-30
Ahí tienes a tu madre
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido a su término, para que se cumpliera la Escritura, dijo:
«Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
«Está cumplido».
E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Palabra del Señor.
Ahí tienes a tu madre
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido a su término, para que se cumpliera la Escritura, dijo:
«Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
«Está cumplido».
E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
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