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Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

sábado, 30 de octubre de 2021

Sábado 4 diciembre 2021, Sábado de la I semana de Adviento o san Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia, memoria libre.

Sábado de la I Semana de Adviento

Antífona de entrada Cf. Sal 80, 2. 4
Ven, Señor, tú que te sientas sobre querubines, muéstranos tu rostro y sálvanos.
Veni, et osténde nobis fáciem tuam, Dómine, qui sedes super Chérubim, et salvi érimus.

Oración colecta
Oh, Dios, que para librar a la humanidad de la antigua esclavitud del pecado enviaste a tu Unigénito a este mundo, concede a los que esperamos con fe el don de tu amor, alcanzar la recompensa de la libertad verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo.
Deus, qui, ad liberándum humánum genus a vetustátis condicióne, Unigénitum tuum in hunc mundum misísti, largíre devóte exspectántibus supérnae tuae grátiam pietátis, ut ad verae perveniámus praemium libertátis. Per Dóminum.

En la memoria:
4 de diciembre
San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia

Oración colecta propia. El resto de la feria de Adviento.

Monición de entrada
Conmemoramos en esta celebración a san Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia. Nació en Damasco en la segunda mitad del siglo VII. Fue monje en un monasterio cerca de Jerusalén y compuso muchos himnos sagrados. Mereció ser llamado doctor de la Iglesia por su importante obra literaria, en la que recoge lo más valioso de los escritos patrísticos de la Iglesia oriental. Defendió el culto de las imágenes-Palabra de Dios que nos entra por los ojos-contra los iconoclastas, que pretendían su supresión. Murió hacia el año 750.

Oración colecta
Te rogamos, Señor, que nos ayuden las oraciones del presbítero san Juan Damasceno, para que la fe verdadera que tan admirablemente enseñó, sea siempre nuestra luz y nuestra fuerza. Por nuestro Señor Jesucristo.
Praesta nobis, quaesumus, Dómine, beáti Ioánnis presbyteri précibus adiuvári, ut vera fides, quam ille excellénter dócuit, sit semper lux et fortitúdo nostra. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Sábado de la I semana de Adviento, feria (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Is 30, 19-21. 23-26
Se apiadará de ti al oír tu gemido

Lectura del libro de Isaías.

Esto dice el Señor, el Santo de Israel:
«Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén,
no tendrás que llorar,
se apiadará de ti al oír tu gemido:
apenas te oiga, te responderá.
Aunque el Señor te diera
el pan de la angustia y el agua de la opresión
ya no se esconderá tu Maestro,
tus ojos verán a tu Maestro.
Si te desvías a la derecha o a la izquierda,
tus oídos oirán una palabra a tus espaldas
que te dice: “Éste es el camino, camina por él”.
Te dará lluvia para la semilla
que siembras en el campo,
y el grano cosechado en el campo
será abundante y suculento;
aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas;
los bueyes y asnos que trabajan en el campo
comerán forraje fermentado,
aventado con pala y con rastrillo.
En toda alta montaña,
en toda colina elevada
habrá canales y cauces de agua
el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.
La luz de la luna será como la luz del sol,
y la luz del sol será siete veces mayor,
como la luz de siete días,
cuando el Señor vende la herida de su pueblo
y cure las llagas de sus golpes».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 146, 1bc-2. 3-4. 5-6 (R.: Is 30, 18)
R.
 Dichosos los que esperan en el Señor.
Beáti omnes qui exspéctant Dóminum.

V. Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel.
R. Dichosos los que esperan en el Señor.
Beáti omnes qui exspéctant Dóminum.

V. Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
R. Dichosos los que esperan en el Señor.
Beáti omnes qui exspéctant Dóminum.

V. Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
R. Dichosos los que esperan en el Señor.
Beáti omnes qui exspéctant Dóminum.

Aleluya Is 33, 22
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Señor nos gobierna, nos da leyes, es nuestro rey: él es nuestra salvación. R.
Dóminus iudex noster, légifer noster, rex noster; ipse salvábit nos.

EVANGELIO Mt 9, 35-38; 10, 1. 6-8
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios 272
La mies es mucha, y los obreros son pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe operarios a su mies (Mt 9, 37-38). No concluyas cómodamente: yo para esto no sirvo, para esto ya hay otros; esas tareas me resultan extrañas. No, para esto, no hay otros; si tú pudieras decir eso, todos podrían decir lo mismo. El ruego de Cristo se dirige a todos y a cada uno de los cristianos. Nadie está dispensado: ni por razones de edad, ni de salud, ni de ocupación. No existen excusas de ningún género. O producimos frutos de apostolado, o nuestra fe será estéril.

Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios, que sostiene a los humildes.
- Para que la Iglesia anuncie la cercanía del reino de Dios con sus obras al servicio de los pobres, de los pecadores y de todos los necesitados. Oremos.
- Para que en todas las naciones se respete el derecho a la libertad religiosa. Oremos.
- Para que el Salvador que viene siga sanando los corazones destrozados y curando todas sus heridas. Oremos.
- Para que todos nosotros, a través de la oración y de la caridad, seamos instrumentos de la salvación de Dios. Oremos.
Señor, Dios nuestro, para que la alabanza que te ofrecemos sea armoniosa y agradable a tus ojos, reconstrúyenos por dentro, sana nuestros corazones, venda nuestras heridas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Haz, Señor, que te ofrezcamos siempre este sacrificio como expresión de nuestra propia entrega, para que se realice el santo sacramento que tú instituiste y se lleve a cabo en nosotros eficazmente la obra de tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Devotiónis nostrae tibi, Dómine, quaesumus, hóstia iúgiter immolétur, quae et sacri péragat institúta mystérii, et salutáre tuum nobis poténter operétur. Per Christum.

PLEGARIA EUCARÍSTICA IV

Antífona de la comunión Cf. Ap 22, 12

Mira, yo vengo pronto y traeré mi recompensa conmigo, dice el Señor, para dar a cada uno según sus obras.
Ecce vénio cito et merces mea mecum est, dicit Dóminus, dare unicuíque secúndum ópera sua.

Oración después de la comunión
Imploramos tu misericordia, Señor, para que este divino alimento que hemos recibido nos purifique del pecado y nos prepare a las fiestas que se acercan. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tuam, Dómine, cleméntiam implorámus, ut haec divína subsídia, a vítiis expiátos, ad festa ventúra nos praeparent. Per Christum.

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