Entrada destacada

Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Miércoles 1 diciembre 2021, Miércoles de la I semana de Adviento, feria.

Miércoles de la I Semana de Adviento

Antífona de entrada Cf. Hab 2, 3; 1 Cor 4, 5
El Señor llegará y no tardará, él iluminará lo que esconden las tinieblas y se manifestará a todos los pueblos.
Véniet Dóminus et non tardábit, et illuminábit abscóndita tenebrárum, et manifestábit se ad omnes gentes.

Oración colecta
Señor y Dios nuestro, prepara nuestros corazones con tu poder divino, para que cuando llegue Cristo, tu Hijo, nos encuentre dignos del banquete de la vida eterna y merezcamos recibir de su mano el alimento celestial. Por nuestro Señor Jesucristo.
Praepara, quaesumus, Dómine Deus noster, corda nostra divína tua virtúte, ut, veniénte Christo Fílio tuo, digni inveniámur aetérnae vitae convívio, et cibum caeléstem, ipso ministránte, percípere mereámur. Qui tecum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la I semana de Adviento, feria (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Is 25, 6-10a
El Señor invita a su festín y enjuga las lágrimas de todos los rostros

Lectura del libro de Isaías.

En aquel día, preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados.
Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el lienzo extendido sobre a todas las naciones.
Aniquilará la muerte para siempre.
Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros, y alejará del país el oprobio de su pueblo -lo ha dicho el Señor-.
Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios. Esperábamos en él y nos ha salvado. Este es el Señor en quien esperamos. Celebremos y gocemos con su salvación, porque reposará sobre este monte la mano del Señor».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 22, 1b-3a. 3bc-4. 5. 6 (R.: 6cd)
R. 
Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Inhabitábo in domo Dómini in longitúdinem diérum.

V. El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
R. Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Inhabitábo in domo Dómini in longitúdinem diérum.

V. Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
R. Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Inhabitábo in domo Dómini in longitúdinem diérum.

V. Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
R. Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Inhabitábo in domo Dómini in longitúdinem diérum.

V. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R. Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Inhabitábo in domo Dómini in longitúdinem diérum.

Aleluya
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Mirad que llega el Señor, para salvar a su pueblo; bienaventurados los que están preparados para salir a su encuentro. R.
Ecce véniet Dóminus, ut salvet pópulum suum; beáti qui paráti sunt occúrrere illi.

EVANGELIO Mt 15, 29-37
Jesús cura a muchos y multiplica los panes
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús, se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él.
Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies, y él los curaba.
La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino».
Los discípulos le dijeron:
«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?».
Jesús les dijo:
«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
«Siete y algunos peces».
Él mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.
Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 53, 1
Es digno de admiración el amor que tenían los apóstoles a la verdad, puesto que aun en sus mismos escritos no ocultan sus grandes defectos y no hay acusación tan grave o falta tan notable como la suya por haber olvidado tan pronto el prodigio tan grande que obró el Señor. También es de admirar en ellos otra prueba de su sabiduría: vencían el hambre, sin tener apenas en cuenta la necesidad de comer. Porque en el desierto, donde vivían ya tres días, no contaban con más alimentos que con siete panes.

Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios.
- Para que aleje de la Iglesia todo mal. Roguemos al Señor.
- Para que no falten los sacerdotes que multipliquen para todos la eucaristía, pan de vida. Roguemos al Señor.
- Para que sacie el hambre del mundo. Roguemos al Señor.
- Para que cure a todos los enfermos. Roguemos al Señor.
- Para que nos reconforte con el gozo de la salvación. Roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor, que sepamos anunciar a todos, con nuestro amor compasivo, al que viene a curarnos y saciar nuestra hambre: Jesucristo, Señor nuestro. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Haz, Señor, que te ofrezcamos siempre este sacrificio como expresión de nuestra propia entrega, para que se realice el santo sacramento que tú instituiste y se lleve a cabo en nosotros eficazmente la obra de tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Devotiónis nostrae tibi, Dómine, quaesumus, hóstia iúgiter immolétur, quae et sacri péragat institúta mystérii, et salutáre tuum nobis poténter operétur. Per Christum.

PREFACIO III DE ADVIENTO
CRISTO, SEÑOR Y JUEZ DE LA HISTORIA
En verdad es justo darte gracias, es nuestro deber cantar en tu honor himnos de bendicion y de alabanza, Padre todopoderoso, principio y fin de todo lo creado.
Tú nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo, Señor y Juez de la historia, aparecerá, revestido de poder y de gloria, sobre las nubes del cielo.
En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva.
El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino.
Por eso, mientras aguardamos su última venida, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…


PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO

Antífona de comunión Is 40, 10; Cf. 35, 5

Nuestro Señor llega con poder para iluminar los ojos de sus siervos.
Ecce Dóminus noster cum virtúte véniet, ut illúminet óculos servórum suórum.

Oración después de la comunión
Imploramos tu misericordia, Señor, para que este divino alimento que hemos recibido, nos purifique del pecado y nos prepare a las fiestas que se acercan. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tuam, Dómine, cleméntiam implorámus, ut haec divína subsídia, a vítiis expiátos, ad festa ventúra nos praeparent. Per Christum.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No publico comentarios anónimos.