LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la XXVIII semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).
PRIMERA LECTURA Gál 15, 18-25
Los que son de Cristo han crucificado la carne con las pasiones
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas.
Hermanos:
Si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, discordia, envidia, cólera, ambiciones, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen estas cosas no heredarán el reino de Dios. En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí, Contra estas cosas no hay ley.
Y los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con las pasiones y los deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6 (R.: cf. Jn 8, 12)
R. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Qui séquitur te, Dómine, habébit lucem vitæ.
V. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
R. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Qui séquitur te, Dómine, habébit lucem vitæ.
V. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
R. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Qui séquitur te, Dómine, habébit lucem vitæ.
V. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
R. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Qui séquitur te, Dómine, habébit lucem vitæ.
Aleluya Jn 10, 27
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Mis ovejas escuchan mi voz -dice el Señor-, y yo las conozco, y ellas me siguen. R.
Oves meæ vocem meam áudiunt, dicit Dóminus; et ego cognósco eas, et sequúntur me.
EVANGELIO Lc 11, 42-46
¡Ay de vosotros, fariseos! ¡Ay de vosotros también, maestros de la ley!
╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo el Señor:
«Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas,
mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios!
Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello.
¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y los saludos en las plazas!
¡Ay de vosotros, que sois como tumbas no señaladas, que la gente pisa sin saberlo!».
Le replicó un maestro de la ley:
«Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros».
Y él dijo:
«¡Ay de vosotros también, maestros de la ley, que cargáis a los hombres cargas insoportables, mientras vosotros no tocáis las cargas ni con uno de vuestros dedos!».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Lecturas del Miércoles de la XXVIII semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).
PRIMERA LECTURA Gál 15, 18-25
Los que son de Cristo han crucificado la carne con las pasiones
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas.
Hermanos:
Si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, discordia, envidia, cólera, ambiciones, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen estas cosas no heredarán el reino de Dios. En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí, Contra estas cosas no hay ley.
Y los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con las pasiones y los deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6 (R.: cf. Jn 8, 12)
R. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Qui séquitur te, Dómine, habébit lucem vitæ.
V. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
R. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Qui séquitur te, Dómine, habébit lucem vitæ.
V. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
R. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Qui séquitur te, Dómine, habébit lucem vitæ.
V. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
R. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Qui séquitur te, Dómine, habébit lucem vitæ.
Aleluya Jn 10, 27
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Mis ovejas escuchan mi voz -dice el Señor-, y yo las conozco, y ellas me siguen. R.
Oves meæ vocem meam áudiunt, dicit Dóminus; et ego cognósco eas, et sequúntur me.
EVANGELIO Lc 11, 42-46
¡Ay de vosotros, fariseos! ¡Ay de vosotros también, maestros de la ley!
╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo el Señor:
«Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas,
mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios!
Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello.
¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y los saludos en las plazas!
¡Ay de vosotros, que sois como tumbas no señaladas, que la gente pisa sin saberlo!».
Le replicó un maestro de la ley:
«Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros».
Y él dijo:
«¡Ay de vosotros también, maestros de la ley, que cargáis a los hombres cargas insoportables, mientras vosotros no tocáis las cargas ni con uno de vuestros dedos!».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
San Cirilo, in Cat. graec. Patr
La reprensión, que hace obrar mejor a los humildes, suele ser intolerable para los hombres soberbios. Por lo que cuando el Salvador reprendía a los fariseos, que se separaban del verdadero camino, se ofendía por ello la turba de los doctores de la ley.
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