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lunes, 13 de julio de 2020

Lunes 17 agosto 2020, Lecturas Lunes XX semana del Tiempo Ordinario, año par.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Lunes de la XX semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).

PRIMERA LECTURA Ez 24, 15-24
Ezequiel os servirá de señal: haréis lo mismo que él ha hecho

Lectura de la profecía de Ezequiel.

Me fue dirigida esta palabra del Señor:
«Hijo de hombre, voy a arrebatarte repentinamente el encanto de tus ojos; pero tú no entones una lamentación, no hagas duelo, no llores, no derrames lágrimas. Suspira en silencio, no hagas ningún rito fúnebre. Ponte el turbante y cálzate las sandalias; no te cubras la barba ni comas el pan del duelo». Yo había hablado a la gente por la mañana, y por la tarde murió mi mujer. Al día siguiente hice lo que se me había ordenado. Entonces me dijo la gente:
«¿Quieres explicarnos qué significa lo que estás haciendo?». 
Les respondí:
«He recibido esta palabra del Señor:
“Dile a la casa de Israel: Esto dice el Señor Dios: ‘Voy a profanar mi santuario, el baluarte del que estáis orgullosos, encanto de vuestros ojos, esperanza de vuestra vida. Los hijos e hijas que dejasteis en Jerusalén caerán a espada.
Entonces haréis lo que yo he hecho: no os cubriréis la barba ni comeréis el pan del duelo; seguiréis con el turbante en la cabeza y las sandalias en los pies; no entonaréis una lamentación ni lloraréis; os consumiréis por vuestras culpas y gemiréis unos con otros. Ezequiel os servirá de señal: haréis lo mismo que él ha hecho.
Y, cuando suceda, comprenderéis que yo soy el Señor Dios’”».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Dt 32, 18-19. 20. 21 (R.: cf. 18a)
R.
Despreciaste al Dios que te engendró.
Deum, quit te génuit, dereliquísti.

V. Despreciaste a la Roca que te engendró,
y olvidaste al Dios que te dio a luz.
Lo vio el Señor, e irritado
rechazó a sus hijos e hijas.
R. Despreciaste al Dios que te engendró.
Deum, quit te génuit, dereliquísti.

V. Y dijo: «Les ocultaré mi rostro,
y veré cuál es su suerte,
porque son una generación pervertida,
unos hijos desleales».
R. Despreciaste al Dios que te engendró.
Deum, quit te génuit, dereliquísti.

V. «Me han dado celos con un dios que no es dios,
me han irritado con ídolos vacíos;
pues yo les daré celos con un pueblo que no es pueblo,
con una nación fatua los irritaré».
R. Despreciaste al Dios que te engendró.
Deum, quit te génuit, dereliquísti.

Aleluya Mt 5, 3
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. R.
Beáti páuperes spíritu, quóniam ipsórum est regnum cælórum.

EVANGELIO Mt 19, 16-22
Si quieres ser perfecto, vende tus bienes, así tendrás un tesoro en el cielo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?».
Jesús le contestó:
«¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos».
Él le preguntó:
«¿Cuáles?».
Jesús le contestó:
«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo».
El joven le dijo:
«Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?».
Jesús le contestó:
«Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo— y luego ven y sígueme».
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Benedicto XVI, Encuentro con los jóvenes en Pacaembú, Brasil 10-mayo-2007
A Jesús le dolió mucho la tristeza y la mezquindad del joven que había acudido a él. Los Apóstoles, como todos vosotros hoy, llenaron el vacío que dejó ese joven que se retiró triste y abatido. Ellos y nosotros estamos felices porque sabemos en quién creemos (cf. 2Tm 1, 12). Sabemos y damos testimonio con nuestra propia vida de que solo él tiene palabras de vida eterna (cf. Jn 6, 68). Por eso, como san Pablo, podemos exclamar: "Estad siempre alegres en el Señor" (Flp 4, 4).

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