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viernes, 16 de julio de 2021

Viernes 20 agosto 2021, Lecturas Viernes XX semana del Tiempo Ordinario, año impar.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Viernes de la XX semana del Tiempo Ordinario, año impar (Lec. III-impar).

PRIMERA LECTURA Rut 1, 1. 3-6. 14b-16. 22
Noemí volvió de la región de Moab junto con Rut, y llegaron a Belén
Comienzo del libro de Rut.

Sucedió, en tiempos de los jueces, que hubo hambre en el país y un hombre decidió emigrar, con su mujer Noemi y sus dos hijos, desde Belén de Judá a la región de Moab. Murió Elimélec, el marido de Noemí, y quedó ella sola con sus dos hijos. Estos tomaron por mujeres a dos moabitas llamadas Orfá y Rut. Pero, después de residir allí unos diez años, murieron también los dos, quedando Noemí sin hijos y sin marido.
Entonces Noemí, enterada de que el Señor había bendecido a su pueblo procurándole alimentos, se dispuso a abandonar la región de Moab en compañía de sus dos nueras.
Orfá dio un beso a su suegra y se volvió a su pueblo, mientras que Rut permaneció con Noemí.
«Ya ves —dijo Noemí— que tu cuñada vuelve a su pueblo y a sus dioses. Ve tú también con ella».
Pero Rut respondió:
«No insistas en que vuelva y te abandone. Iré adonde tú vayas, viviré donde tú vivas; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios».
Así fue como Noemí volvió de la región de Moab junto con Rut, su nuera moabita. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la siega de la cebada.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 145, 5-6. 7. 8-9a. 9bc-10 (R.: 1b)
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Lauda, ánima mea, Dóminum.
O bien: Aleluya.

V. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente.
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Lauda, ánima mea, Dóminum.

V. Hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Lauda, ánima mea, Dóminum.

V. El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Lauda, ánima mea, Dóminum.

V. Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Lauda, ánima mea, Dóminum.

Aleluya Sal 24, 4bc
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Dios mío, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad. R.
Sémitas tuas, Dómine, édoce me, dírige me in veritáte tua.

EVANGELIO Mt 22, 34-40
Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Él le dijo:
«“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá,  Es Cristo que pasa 167
Hemos de pedir al Señor que nos conceda un corazón bueno, capaz de compadecerse de las penas de las criaturas, capaz de comprender que, para remediar los tormentos que acompañan y no pocas veces angustian las almas en este mundo, el verdadero bálsamo es el amor, la caridad: todos los demás consuelos apenas sirven para distraer un momento, y dejar más tarde amargura y desesperación.
Si queremos ayudar a los demás, hemos de amarles, insisto, con un amor que sea comprensión y entrega, afecto y voluntaria humildad. Así entenderemos por qué el Señor decidió resumir toda la Ley en ese doble mandamiento, que es en realidad un mandamiento solo: el amor a Dios y el amor al prójimo, con todo nuestro corazón (Cfr. Mt 22, 40).

Oración de los fieles.
Ferias del Tiempo Ordinario XXII.
Oremos a Dios Padre.
- Por la Iglesia universal, por nuestra diócesis. Roguemos al Señor.
- Por todas las naciones del mundo, por nuestra patria. Roguemos al Señor
- Por los que sufren los horrores de la guerra. Roguemos al Señor.
- Por nuestra comunidad (parroquia), por nosotros, aquí reunidos. Roguemos al Señor.
Que tu misericordia, Señor, nos conceda lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

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