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jueves, 8 de julio de 2021

Jueves 12 agosto 2021, Lecturas Jueves XIX semana del Tiempo Ordinario, año impar.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Jueves de la XIX semana del Tiempo Ordinario, año impar (Lec. III-impar).

PRIMERA LECTURA Jos 3, 7-10a. 11. 13-17
El arca de la alianza del Señor va a pasar el Jordán delante de vosotros

Lectura del libro de Josué.

En aquellos días, el Señor dijo a Josué:
«Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte ante todo Israel, para que vean que estoy contigo como estuve con Moisés. Tú dales esta orden a los sacerdotes portadores del Arca de la Alianza: “En cuanto lleguéis a tocar el agua de la orilla del Jordán, deteneos en el Jordán”».
Josué dijo a los hijos de Israel:
«Acercaos aquí a escuchar las palabras del Señor, vuestro Dios».
Y añadió:
«Así conoceréis que el Dios vivo está en medio de vosotros y que va a expulsar ante vosotros a cananeos. Mirad, el Arca de la Alianza del Dueño de toda la tierra va a pasar el Jordán delante de vosotros. Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el Arca del Señor, Dueño de toda la tierra, pisen el agua del Jordán, la corriente de agua del Jordán que viene de arriba quedará cortada y se detendrá formando como un embalse».
Cuando la gente levantó el campamento para pasar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza caminaron delante de la gente.
En cuanto los portadores del Arca de la Alianza llegaron al Jordán y los sacerdotes que la portaban mojaron los pies en el agua de la orilla (el Jordán baja crecido hasta los bordes todo el tiempo de la siega), el agua que venía de arriba se detuvo y formó como un embalse que llegaba muy lejos, hasta Adán, un pueblo cerca de Sartán, y el agua que bajaba hacia el mar de la Arabá, el mar de la Sal, quedó cortada del todo.
La gente pasó el río frente a Jericó. Los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza del Señor estaban quietos en el cauce seco, firmes en medio del Jordán, mientras todo Israel iba pasando por el cauce seco, hasta que acabaron de pasar todos.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 113A, 1-2. 3-4. 5-6
R.
 Aleluya.
Allelúia.

V. Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio. 
R. Aleluya.
Allelúia.

V. 
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos. 
R. Aleluya.
Allelúia.

V.
 ¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos? 
R. Aleluya.
Allelúia.

Aleluya 
Sal 118, 135
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus decretos. R.
Fáciem tuam, Dómine, illúmina super servum tuum, et doce me iustificatiónes tuas.

EVANGELIO Mt 18, 21-19, 1
No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
“Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Del Catecismo de la Iglesia Católica
2845 No hay límite ni medida en este perdón, esencialmente divino (cf Mt 18, 21 - 22; Lc 17, 3 - 4). Si se trata de ofensas (de "pecados" según Lc 11, 4, o de "deudas" según Mt 6, 12), de hecho nosotros somos siempre deudores: "Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor" (Rm 13, 8). La comunión de la Santísima Trinidad es la fuente y el criterio de verdad en toda relación (cf 1Jn 3, 19 - 24). Se vive en la oración y sobre todo en la Eucaristía (cf Mt 5, 23 - 24):
"Dios no acepta el sacrificio de los que provocan la desunión, los despide del altar para que antes se reconcilien con sus hermanos: Dios quiere ser pacificado con oraciones de paz. La obligación más bella para Dios es nuestra paz, nuestra concordia, la unidad en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de todo el pueblo fiel" (San Cipriano, Dom. orat. 23: PL 4, 535C-536A).

Oración de los fieles
Ferias del Tiempo Ordinario XV

Oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, a fin de que todos los hombres experimentemos su bondad y misericordia.
- Por la Iglesia, para que sea signo de paz y reconciliación entre los hombres. Roguemos al Señor.
- Por los pueblos de la tierra, para que superen todo lo que los desune y promuevan todo cuanto los acerca. Roguemos al Señor.
- Por los que odian, por los resentidos y amargados, para que descubran que la felicidad se encuentra en el perdón. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que sepamos perdonar como Dios mismo nos perdona. Roguemos al Señor.
Padre nuestro, que nos has enseñado a perdonar para recibir tu perdón. Haz que siempre observemos esta ley y así merezcamos ser llamados y ser, en verdad, hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

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