LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Viernes de la VIII semana de Tiempo Ordinario, año impar (Lec. III-impar).
PRIMERA LECTURA Eclo 44, 1. 9-13
Nuestros padres fueron hombres de bien y su nombre vive por generaciones
Lectura del libro del Eclesiástico.
Hagamos el elogio de los hombres ilustres, de nuestros padres según sus generaciones.
Otros no dejaron memoria, desaparecieron como si no hubieran existido, pasaron como si nunca hubieran sido, igual que sus hijos después de ellos.
Pero hubo también hombres de bien, cuyos méritos no han quedado en el olvido.
En sus descendientes se conserva una rica herencia, su posteridad.
Sus descendientes han sido fieles a la alianza, y, gracias a ellos, también sus hijos.
Su descendencia permanece por siempre, y su gloria no se borrará.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b (R.: 4a)
R. El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.
V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
R. El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.
V. Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
R. El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.
V. Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca.
Es un honor para todos sus fieles.
R. El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.
Aleluya Cf. Jn 15, 16
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Yo os he elegido del mundo dice el Señor para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. R.
Ego vos elégi de mundo, ut eátis et fructum afferátis, et fructus vester máneat, dicit Dóminus.
EVANGELIO Mc 11, 11-25
Mi casa será casa de oración para todos los pueblos. Tened fe en Dios
╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.
Después que el gentío lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, salió hacia Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salían de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas, y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo:
«Nunca jamás coma nadie frutos de ti».
Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén y, entrando en el templo, se puso a echar a los que vendían y compraban en el templo, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.
Y los instruía diciendo:
«¿No está escrito: «Mi casa será casa de oración para todos los pueblos”? Vosotros en cambio la habéis convertido en cueva de bandidos».
Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo admiraba su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado».
Jesús contestó:
«Tened fe en Dios. En verdad os digo que si uno dice a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, y no duda en su corazón, sino que cree en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han concedido y lo obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios 51.
Lecturas del Viernes de la VIII semana de Tiempo Ordinario, año impar (Lec. III-impar).
PRIMERA LECTURA Eclo 44, 1. 9-13
Nuestros padres fueron hombres de bien y su nombre vive por generaciones
Lectura del libro del Eclesiástico.
Hagamos el elogio de los hombres ilustres, de nuestros padres según sus generaciones.
Otros no dejaron memoria, desaparecieron como si no hubieran existido, pasaron como si nunca hubieran sido, igual que sus hijos después de ellos.
Pero hubo también hombres de bien, cuyos méritos no han quedado en el olvido.
En sus descendientes se conserva una rica herencia, su posteridad.
Sus descendientes han sido fieles a la alianza, y, gracias a ellos, también sus hijos.
Su descendencia permanece por siempre, y su gloria no se borrará.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b (R.: 4a)
R. El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.
V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
R. El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.
V. Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
R. El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.
V. Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca.
Es un honor para todos sus fieles.
R. El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.
Aleluya Cf. Jn 15, 16
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Yo os he elegido del mundo dice el Señor para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. R.
Ego vos elégi de mundo, ut eátis et fructum afferátis, et fructus vester máneat, dicit Dóminus.
EVANGELIO Mc 11, 11-25
Mi casa será casa de oración para todos los pueblos. Tened fe en Dios
╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.
Después que el gentío lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, salió hacia Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salían de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas, y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo:
«Nunca jamás coma nadie frutos de ti».
Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén y, entrando en el templo, se puso a echar a los que vendían y compraban en el templo, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.
Y los instruía diciendo:
«¿No está escrito: «Mi casa será casa de oración para todos los pueblos”? Vosotros en cambio la habéis convertido en cueva de bandidos».
Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo admiraba su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado».
Jesús contestó:
«Tened fe en Dios. En verdad os digo que si uno dice a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, y no duda en su corazón, sino que cree en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han concedido y lo obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios 51.
Pidamos al Señor que seamos almas dispuestas a trabajar con heroísmo feraz. Porque no faltan en la tierra muchos, en los que, cuando se acercan las criaturas, descubren sólo hojas: grandes, relucientes, lustrosas. Sólo follaje, exclusivamente eso, y nada más. Y las almas nos miran con la esperanza de saciar su hambre, que es hambre de Dios. No es posible olvidar que contamos con todos los medios: con la doctrina suficiente y con la gracia del Señor, a pesar de nuestras miserias.
Ferias del Tiempo Ordinario XXII.
Oremos a Dios Padre.
- Por la Iglesia universal, por nuestra diócesis. Roguemos al Señor.
- Por todas las naciones del mundo, por nuestra patria. Roguemos al Señor
- Por los que sufren los horrores de la guerra. Roguemos al Señor.
- Por nuestra comunidad (parroquia), por nosotros, aquí reunidos. Roguemos al Señor.
Que tu misericordia, Señor, nos conceda lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
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