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jueves, 22 de abril de 2021

Jueves 27 mayo 2021, Nuestro Señor Jesucristo, sumo y eterno sacerdote, fiesta, Lecturas ciclo B.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas propias de la fiesta, ciclo B (Lec. IV).

PRIMERA LECTURA (opción 1) Jer 31, 31-34
Haré una alianza nueva y no recordaré los pecados
Lectura del libro de Jeremías.

Ya llegan días —oráculo del Señor— en que haré con la casa de Israel y la casa de Juda una alianza nueva. No será una alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor —oráculo del Señor—.
Esta será la alianza que haré con ellos después de aquellos días —oráculo del Señor—: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo:
«Conoced al Señor», pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor —oráculo del Señor—, cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

PRIMERA LECTURA (opción 2) Heb 10, 11-18
Ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados
Lectura de la carta a los Hebreos.

Todo sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.
Pero Cristo, “después de haber ofrecido” por los pecados un único sacrificio, está sentado para siempre jamás a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.
Con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados. Esto nos lo atestigua también el Espíritu Santo.
En efecto, después de decir:
«Así será la alianza que haré con ellos
después de aquellos días»,
añade el Señor:
«Pondré mis leyes en sus corazones
y las escribiré en su mente,
y no me acordaré ya de sus pecados ni de sus culpas».
Ahora bien, donde hay perdón, no hay ya ofrenda por los pecados.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Sal 109, 1bcde. 2.3 (R.: 4bc)
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

V. Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

V. Desde Sion extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

V. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora».
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

Aleluya Heb 5 8-9
R. 
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna. R.

EVANGELIO Mc 14, 12a. 22-25
Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre
╬ 
Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.

El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, mientras comían, Jesús tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo».
Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Del Papa Francisco, Ángelus 7-junio-2015
Jesús toma entre sus manos el pan y dice Tomad, esto es mi Cuerpo (Mc 14, 22). Con este gesto y con estas palabras, Él asigna al pan una función que no es más la de simple alimento físico, sino la de hacer presente su Persona en medio de la comunidad de los creyentes.
La última Cena representa el punto de llegada de toda la vida de Cristo. No es solamente anticipación de su sacrificio que se realizará en la cruz, sino también síntesis de una existencia entregada por la salvación de toda la humanidad. Por lo tanto, no basta afirmar que en la Eucaristía Jesús está presente, sino que es necesario ver en ella la presencia de una vida donada y participar de ella. Cuando tomamos y comemos ese Pan, somos asociados a la vida de Jesús, entramos en comunión con Él, nos comprometemos a realizar la comunión entre nosotros, a transformar nuestra vida en don, sobre todo a los más pobres.

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