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lunes, 1 de mayo de 2017

Matrimonio: Lecturas del Antiguo Testamento.

Ritual del Matrimonio (2ª edición)

Capítulo V. LECTURAS PARA LA CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO

ELENCO COMPLETO DE LAS LECTURAS

En la Misa «por los esposos» y en los Matrimonios que se celebran sin Misa, pueden emplearse las lecturas que vienen a continuación. Se elegirá siempre por lo menos una lectura que hable explícitamente del Matrimonio. Estas lecturas están señaladas con un asterisco (*) y van precedidas por una monición. Se han elegido porque expresan de modo más claro la dignidad del Matrimonio y su peculiar significado en el Misterio de la Salvación.

Leccionario V
En los aniversarios del matrimonio se toman las mismas lecturas propuestas a continuación para
a celebración del matrimonio, pero pueden emplearse también las lecturas de la misa para dar gracias a Dios (Leccionario VI, de las misas por diversas necesidades y votivas).


LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
SOLO FUERA DEL TIEMPO PASCUAL

* 374. Gn 1, 26-28. 31a:

Hombre y mujer los creó
El relato presente es el más moderno y elaborado de los dos relatos de la Creación (1, 1 2, 4: Sacerdotal; 2, 5 25: Jahvista). Ambos tienen de común el resaltar al hombre como culmen de la Creación. Los tres primeros días han sido dedicados a la ordenación de los espacios. Los tres siguientes a poblar estos espacios. Como último poblador aparece el hombre.
Dios crea al hombre a su imagen, haciendo de éste un vice-Dios, o representante del mismo Dios en la tierra para que la llene y la transforme (v. 28). Por otra parte el hombre solo es incapaz de ser imagen perfecta de Dios y reflejar perfectamente a su Creador. Han de ser hombre y mujer.
Los dos fines tradicionales del matrimonio —unión y procreación— quedan destacados en el relato («Hombre y mujer los creó»; «creced y multiplicaos»), como queridos directamente por Dios, que bendice a la pareja (v. 28) y ve que todo ello es muy bueno (v. 31: a diferencia de los anteriores vv. 10, 12, 18, 21, 25 en que no aparece el superlativo).

Leccionario V, pág. 339
 Gen 1, 26-28. 31a
Varón y mujer los creó

Lectura del libro del Génesis.

Dijo Dios:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra».
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó.
Dios los bendijo; y les dijo:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra».
Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.

Palabra de Dios.


* 375. Gn 2, 18-24:

Y serán los dos una sola carne
En este relato del Jahvista, más antiguo que el anterior, se expresa de manera más primitiva el mismo dominio del hombre, manifestado en el acto de poner el nombre a todos los animales (acto de posesión), la misma compenetración de hombre y mujer, querida por Dios (v. 27) y el mismo resultado de procreación (la carne común, una, del hijo: v. 24).
La afirmación del v. 18 (la mujer es una mera ayuda para vencer la soledad del hombre [cf. Ecl 4, 9-11I) no es la central del relato, sino una preparación para los vv. 23-24, culmen de la narración.
La exclamación primitiva, eufórica, de Adán (v. 21) exalta a la mujer por encima de todo el resto de la creación, al tiempo que expresa ese lazo de atracción y de amor, más fuerte que la muerte (Ct 8,6) entre el «hombre» y la «hembra», que tiene el mismo nombre (v. 23) por ser de la misma pasta (vv. 22-23) y conduce a crear una misma y única carne (v. 24). Sólo con esa atracción, tan insertada en la naturaleza, se explica el Jahvista, que pueda ser vencido incluso el lazo filial (v. 24).

Leccionario V, págs. 339-340
II   Gén 2, 18-24
Y serán los dos una sola carne
Lectura del libro del Génesis.

El Señor Dios se dijo:
«No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él, que le ayude.»
Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó a Adán, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le pusiera.
Así Adán puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontró ninguno como él, que le ayudase.
Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla, y le cerró el sitio con carne.
Y el Señor Dios formó, de la costilla que había sacado de Adán, una mujer, y se la presentó a Adán.
Adán dijo:
«¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será "mujer", porque ha salido del varón».
Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.

Palabra de Dios.


* 376. Gn 24, 48-51. 58-67:

Isaac con el amor de Rebeca se consoló de la muerte de su madre
A la petición de la mano de la hija sucede la aceptación voluntaria de ésta (vv. 57 58), su encuentro con el novio (v. 64) y la consumación del acto conyugal (v. 67).
El ambiente patriarcal que rezuma todo el cap. 24 confiere al relato un encanto que disculpa muchos aspectos sin aplicación hoy: el criado diputado para el asunto matrimonial jura a su señor por las fuentes de la vida (v. 9), se prepara el matrimonio sin haberse conocido antes los interesados, y la novia parece más llena de respeto que de amor propiamente dicho (v. 57).
El matrimonio hoy conserva, sin embargo, las mismas características esenciales de la narración: es una obra de Dios (v. 50), del que proviene todo amor verdadero y al que no se puede decir más que sí (ib.). Un amor que, como en la narración (vv. 15-20), puede haberse originado en circunstancias más o menos casuales, pero en las que siempre es lo decisivo la voluntad mutua de darse, significada en el ofrecimiento por parte de Rebeca de agua para los camellos del criado de Isaac (v. 14. 18-20) y en los regalos de éste a Rebeca (vv. 22ss). Ese amor, por fin (v. 67), desembocará en la creación de algo nuevo que continúa y al mismo tiempo se diversifica del amor filial (cf. Gn 2, 24).

Leccionario V, págs. 340-341.
III   Gén 24, 48-51. 58-67
Con el amor de Rebeca, Isaac se consoló de la muerte de su madre
Lectura del libro del Génesis.

En aquellos días, el criado de Abrahán dijo a Labán:
«Bendigo al Señor, Dios de mi amo Abrahán, que me ha guiado por el camino justo, para llevar al hijo de mi amo la hija de su hermano. Ahora, pues, si queréis ser benévolos y leales con mi amo, decídmelo; y si no, decídmelo también, para actuar en consecuencia».
Labán y Betuel le contestaron:
«El asunto viene del Señor; nosotros no podemos responderte bien o mal. Ahí tienes a Rebeca, tómala y vete, y sea la mujer del hijo de tu amo, como el Señor ha dicho».
Llamaron a Rebeca y le preguntaron:
«¿Quieres ir con este hombre?».
Ella respondió:
«Sí».
Entonces despidieron a su hermana Rebeca, a su nodriza, al criado de Abrahán y a sus acompañantes. Y bendijeron a Rebeca:
«Tú eres nuestra hermana,
crece mil y mil veces;
que tu descendencia someta
el poder de sus enemigos».
Rebeca y sus doncellas se levantaron, montaron en los camellos y siguieron al hombre. Así el criado de Abrahán tomó a Rebeca y se fue.
Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roi. Por entonces habitaba en la región de Negueb.
Una tarde, salió a pasear por el campo y, alzando la vista, vio acercarse unos camellos.
También Rebeca alzó la vista y, al ver a Isaac, bajó del camello.
Ella dijo al criado:
«¿Quién es aquel hombre que viene por el campo en dirección a nosotros?».
Respondió el criado:
«Es mi amo».
Entonces ella tomó el velo y se cubrió.
El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho.
Isaac la condujo a la tienda de su madre Sara, la tomó por esposa y con su amor se consoló de la muerte de su madre.

Palabra de Dios.


* 377. Tb 7, 6-14:

El Señor del cielo os ayude, hijo, y os dé su gracia y su paz
El libro de Tobit es un libro esencialmente providencialista. En él se ve claramente cómo Dios dirige los diversos acontecimientos que forman la trama de esta historieta, aunque a primera vista pueda parecer que todo sucede de manera fortuita. De hecho, todos estos acontecimientos se realizan según el designio de Dios, de conformidad con su providencia, de la cual viene a ser una personificación el misterioso compañero y guía de Tobías, que resulta ser un ángel. Y así, el matrimonio de Tobías y Sara es corno una de las culminaciones del relato, uno de aquellos momentos en que se palpa, por así decirlo, este aspecto providencialista de la narración.
La enseñanza es clara: normalmente, la unión matrimonial de dos personas es la culminación de todo un proceso previo de conocimiento, atracción, trato, proyectos, dificultades, satisfacciones; un proceso que ha desembocado finalmente en la realización de todo un conjunto de ilusiones preconcebidas. Desde esta perspectiva de la fe, deben los esposos cristianos contemplar y valorar su casamiento, y esta perspectiva les ayudará también a afrontar el futuro que se abre ante sus ojos.

Leccionario V, págs. 342-343.
IV   Tob 7, 6-14
Hijo, que el Señor del cielo os ayude y os conceda misericordia y paz
Lectura del libro de Tobías.

En aquellos días, Ragüel, con lágrimas en los ojos, besó a Tobías y le dijo:
«Bendito seas, hijo, Tienes un padre bueno y noble. ¡Qué desgracia que un hombre tan honrado y generoso se haya quedado ciego!».
Y echándose al cuello de su pariente Tobías, lloró de nuevo.
También lloraban Edna, su mujer, y Sara su hija.
Entonces Ragüel sacrificó un cordero y los hospedó con suma cordialidad.
Después de bañarse y lavarse las manos, se sentaron a la mesa. Tobías dijo entonces a Rafael:
«Hermano Azarías, di a Ragüel que me dé a por mujer a mi pariente Sara».
Ragüel lo oyó, y dijo al joven:
«Come y bebe y disfruta esta noche. Tú eres quien más derecho tiene a casarse con Sara. No podría yo dársela a otro, puesto que tú eres el pariente más próximo. Pero debo decirte la verdad, hijo. Ya se la he dado en matrimonio a siete parientes y todos murieron la noche de boda. Ahora, hijo, come y bebe, que el Señor se cuidará de vosotros».
Pero Tobías insistió:
«No comeré ni beberé hasta que tomes una decisión sobre lo que te he pedido».
Ragüel respondió:
«De acuerdo. Te la doy por esposa según lo prescrito en la ley de Moisés. Dios ordena que sea tuya. Recíbela. Desde ahora sois marido y mujer. Tuya desde hoy para siempre. Hijo, que el Señor del cielo os ayude esta noche y os conceda misericordia y su paz».
Llamó Ragüel a su hija Sara y, cuando ella estuvo presente, la tomó de la mano y se la entregó a Tobías, diciendo:
«Tomala por mujer según lo previsto y ordenado en la ley de Moisés. Tómala y llévala con bien a la  casa de tu padre. Que el Dios del cielo os conserve en paz y prosperidad».
Llamó luego a la madre, mandó traer una hoja de papel y escribió el contrato de matrimonio: Sara era entregada por mujer a Tobías según lo prescrito en la ley de Moisés.
Después de esto comenzaron a cenar.

Palabra de Dios.


* 378. Tb 8, 4b-8:

Haznos llegar juntos a la vejez
Ante los dos jóvenes esposos se abre un futuro lleno de incertidumbre y de incógnitas, como sucede en cualquier matrimonio. Tobías y Sara hacen lo mejor que puede hacerse en estas circunstancias: poner sus vidas, su futuro, en manos de Dios, por medio de una oración llena de confianza. Su oración tiene como punto de arranque una contemplación del plan de Dios sobre la humanidad, tal como ha sido revelado desde el principio. Según este plan, hombre y mujer se unen para ayudarse y complementarse mutuamente.
El matrimonio cristiano es la realización de este plan y por esto, desde la perspectiva de la fe, los esposos cristianos se sienten, antes que nada, ejecutores del designio original de Dios, del cual deriva también el «creced y multiplicaos» bíblico. Esta convicción será la base de su confianza cara al futuro. En medio de los diversos avatares que les presente la vida, su ideal será siempre «llegar juntos a la vejez», es decir, el adjetivo, aquí substancial, «juntos» será el denominador común en cualquier vicisitud futura, un «juntos» que será la realización concreta, en cada momento, de aquel designio inicial de Dios.

Leccionario V, págs. 343-344.
V   Tob 8, 4b-8
Haz que lleguemos juntos a la vejez
Lectura del libro de Tobías.

Al final de las bodas, Tobías dijo a Sara:
«Levántate, mujer. Vamos a rezar, pidiendo a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos proteja».
Ella se levantó, y comenzaron a suplicar la protección del Señor.
Tobías oró así:
«Bendito seas, Dios de nuestros padres,
y bendito tu nombre por siempre.
Que por siempre te alaben
los cielos y todas tus criaturas.
Tú creaste a Adán y le diste
a Eva, su mujer, como ayuda y apoyo.
De ellos nació la estirpe humana.
Tú dijiste: "No es bueno que el hombre esté solo;
hagámosle una ayuda semejante a él".
Al casarme ahora con esta mujer,
no lo hago por impuro deseo,
sino con la mejor intención.
Ten misericordia de nosotros
y haz que lleguemos juntos a la vejez».
Los dos dijeron:
«Amén, amén».

Palabra de Dios.


* 379. Pr 31, 10-13. 19-20. 30-31:

La mujer que teme al Señor merece alabanza
El elogio de la mujer es un canto al noble ideal de la feminidad que se manifiesta en una serie de virtudes domésticas que le atraen la confianza de su marido y el buen éxito en su trabajo.
Se ensalza a la esposa, a la madre y al ama de casa, presentándola como prototipo de mujer. El marido confía en ella y deja en sus manos el gobierno de la casa. Su trabajo es fructífero, y su generosidad es tan grande como sus buenas obras. Ha puesto el temor del Señor por encima de todas las cosas y eso es motivo de alabanza.
Este elogio de la mujer de todos los tiempos adquiere valor en la esposa, llamada a formar con su esposo una familia cristiana, aún hoy, cuando ha de consagrarse muchas veces, por el bien de su familia y de la sociedad, a tareas fuera del hogar.

Lectura del libro de los Proverbios.

Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará?
Vale mucho más que las perlas.
Su marido se fía de ella,
y no le faltan riquezas.
Le trae ganancias y no pérdidas
todos los días de su vida.
Adquiere lana y lino,
los trabaja con la destreza de sus manos.
Extiende la mano hacia el huso,
y sostiene con la palma la rueca.
Abre sus manos al necesitado
y extiende el brazo al pobre.
Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura,
la que teme al Señor merece alabanza.
Cantadle por el éxito de su trabajo,
que sus obras la alaben en la plaza.

Palabra de Dios.

380. Ct 2, 8-10. 14. 16a; 8, 6-7a:

Leccionario V, págs. 344-345
VI  Cant 2, 8-10. 14. 16a; 8, 6-7a
Es fuerte el amor como la muerte
Lectura del libro del Cantar de los Cantares.

¡La voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».
Mi amado es mio y yo suya.
Él me dice:
«Grábame como sello en tu corazón,
grábame como sello en tu brazo,
porque es fuerte el amor como la muerte,es cruel la pasión como el abismo;
sus dardos son dardos de fuego,
llamaradas divinas.
Las aguas caudalosas no podrán
apagar el amor,
ni anegarlo los ríos».

Palabra de Dios.

380a. Ct 8, 6-7:

Es fuerte el amor como la muerte
Lectura del libro del Cantar de los Cantares.

Grábame como un sello en tu brazo,
como un sello en tu corazón,
porque es fuerte el amor como la muerte,
es cruel la pasión como el abismo;
es centella de fuego,
llamarada divina:
las aguas torrenciales no podrán
apagar el amor,
ni anegarlo los ríos.
Si alguien quisiera comprar el amor
con todas las riquezas de su casa,
se haría despreciable.

Palabra de Dios.


* 381. Si 26, 1-4. 16-21:

El sol brilla en el cielo, la mujer bella, en su casa bien arreglada
En estilo de refranes y dichos populares se enumeran en los capítulos 25 y 26 las ventajas de una mujer buena y los peligros de una mala (punto culminante del antifeminismo de Ben Sira es 25, 24). La lectura recoge nada más lo primero en un contexto de bienaventuranzas (v. 1). Aún así hay que reconocer que el tono general no es del todo convincente hoy (la mujer es casi pura ayuda, «partido que recibe el que teme al Señor» [v. 3], al cual ella hace prosperar [v. 2], deleita [v. 16] y robustece [v. 17]).
Aunque haya directas referencias a Dios («el que teme al Señor», «don del Señor»...), el fondo de las consideraciones es esa sabiduría popular, profundamente humana, a través de la cual se revela también la voluntad de Dios.
Esas virtudes de la esposa —buena, hacendosa, hermosa, prudente, discreta, casta— no tienen precio (v. 18b) y a todas conviene lo que se dice de la discreción: son un don del Señor (v. 18a). En comparación con esas virtudes, la riqueza o la pobreza resultan irrelevantes (v. 4).

Leccionario V, pág. 345.
VII   Eclo 26, 1-4. 16-21
Sol que sale, es la belleza de la mujer buena en su casa bien ordenada
Lectura del libro del Eclesiástico.

Dichoso el marido de una mujer buena,
el número de sus días se duplicará.
Mujer valerosa es la alegría de su marido,
él vivirá en paz todos los años de su vida.
Una mujer buena es una herencia valiosa
que toca en suerte a los que temen al Señor:
sean ricos o pobres, su corazón estará contento
y llevarán siempre la alegría en el rostro.
El encanto de la mujer complace a su marido,
y su ciencia lo reconforta.
La mujer silenciosa es un don del Señor,
la mujer bien educada no tiene precio.
La mujer honesta duplica su encanto,
es incalculable el valor de la que sabe controlarse.
Sol que sale por las alturas del Señor
es la belleza de la mujer buena en su casa bien ordenada.

Palabra de Dios.


* 382. Jr 29, 5-7:

Tomad esposas para vuestros hijos, dad vuestras hijas en matrimonio
Frente al desánimo de los deportados, el profeta ve en la celebración del matrimonio una actualización del mandato divino del Génesis (1, 26-28). Así la Iglesia hispana en la Antigüedad supo reconocer en la unión matrimonial el sacramento de la alianza nueva y definitiva establecida en Cristo. Hoy también nosotros vemos en la unión matrimonial de los cristianos un signo de la alianza y un anuncio gozoso del cielo y tierra nuevos, de las bodas del Cordero.

Lectura del libro del profeta Jeremías.

Así dice el Señor:
«Construid casas y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos. Tomad esposas y engendrad hijos e hijas, tomad esposas para vuestros hijos, dad vuestras hijas en matrimonio, para que engendren hijos e hijas: multiplicaos allí y no disminuyáis. Buscad la prosperidad del país adonde os he deportado y rogad por él al Señor, porque su prosperidad será la vuestra.»

Palabra de Dios.

383. Jr 31, 31-32a. 33-34a:

Leccionario V, pág. 346.
VIII   Jer 31, 31-32a. 33-34a
Haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva
Lectura del libro de Jeremías.

Ya llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será una alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto.
Esta será la alianza que haré con ellos después de aquellos días -oráculo del Señor-: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse unos a otros, diciendo: «Conoced al Señor», pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor -oráculo del Señor-.

Palabra de Dios.

383a. Os 2, 16b. 17b. 21-22:

Me casaré contigo en matrimonio perpetuo
Lectura de la profecía de Oseas.

Así dice el Señor:
«Yo me la llevaré al desierto,
le hablaré al corazón.
Y me responderá allí
como en los días de su juventud,
como el día en que la saqué de Egipto.
Me casaré contigo en matrimonio perpetuo,
me casaré contigo en derecho y justicia,
en misericordia y compasión,
me casaré contigo en fidelidad,
y te penetrarás del Señor.»

Palabra de Dios.

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