ELENCO COMPLETO DE LAS LECTURAS
En la Misa «por los esposos» y en los Matrimonios que se celebran sin Misa, pueden emplearse las lecturas que vienen a continuación. Se elegirá siempre por lo menos una lectura que hable explícitamente del Matrimonio. Estas lecturas están señaladas con un asterisco (*) y van precedidas por una monición. Se han elegido porque expresan de modo más claro la dignidad del Matrimonio y su peculiar significado en el Misterio de la Salvación.
Leccionario V
En los aniversarios del matrimonio se toman las mismas lecturas propuestas a continuación para la celebración del matrimonio, pero pueden emplearse también las lecturas de la misa para dar gracias a Dios (Leccionario VI, de las misas por diversas necesidades y votivas).
LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
SIEMPRE EN TIEMPO PASCUAL; TAMBIÉN PUEDE USARSE FUERA DEL TIEMPO PASCUAL
384.
Leccionario V, pág. 347.
I Rm 8, 31b-35. 37-39:
¿Quién nos separará del amor de Cristo?
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios, y que además intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?: ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?
Pero en todo esto vencemos de sobre gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Palabra de Dios.
385.
Leccionario V, pág. 348.
II (forma larga) Rm 12, 1-2. 9-18
Presentad vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; éste es vuestro culto espiritual.
Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Que vuestra amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.
Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.
Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran.
Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde. No os tengáis por sabios.
A nadie devolváis mal por mal. Procurad lo bueno ante toda la gente. En la medida de lo posible y en lo que dependa de vosotros, manteneos en paz con todo el mundo.
Palabra de Dios.
Leccionario V, pág. 349.
II (forma breve) Rm 12, 1-2. 9-13
Presentad vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; éste es vuestro culto espiritual.
Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Que vuestra amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.
Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Que vuestra amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.
Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Palabra de Dios.
386.
Rm 15, lb-3a. 5-7. 13:
Acogeos mutuamente, como Cristo os acogió
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
Nosotros los robustos no debemos buscar lo que nos agrada. Procuramos cada uno dar satisfacción al prójimo en lo bueno, mirando a lo constructivo. Tampoco Cristo buscó su propia satisfacción.
Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, se conceda estar de acuerdo entre vosotros, según Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. En una palabra, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios.
Que el Dios de la esperanza colme vuestra fe de alegría y de paz.
Palabra de Dios.
387.
Leccionario V, pág. 350.
III 1 Co 6, 13c-15a. 17-20
Vuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
Hermanos:
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Y Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros, con su poder.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor es un espíritu con él.
Huid de la inmoralidad. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios.
Y no os pertenecéis, pues habéis sido comprados a buen precio.
Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!
Palabra de Dios.
388.
1Co 7, 10-14:
Que la mujer no se separe del marido; y el marido que no se divorcie de su mujer
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.
Hermanos:
A los ya casados les mando -bueno, no yo, el Señor- que la mujer no se separe del marido. Y si llegara a separarse, que no vuelva a casarse o que haga las paces con su marido, y el marido que no se divorcie de su mujer.
A los demás les hablo yo, no el Señor: si un cristiano está casado con una no cristiana y ella está de acuerdo en vivir con él, que no se divorcie. Y si una mujer está casada con un no cristiano y él está de acuerdo en vivir con ella, que no se divorcie del marido. Porque el marido no cristiano queda consagrado a Dios por su mujer, y la mujer no cristiana queda consagrada por el marido cristiano. Si no fuera así, vuestros hijos estarían contaminados.
Palabra de Dios.
389.
Leccionario V, págs. 350-351.
IV 1Co 12, 31-13, 8a
Si no tengo amor, de nada me serviría
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos:
Ambicionad los carismas mayores. Y aún os voy a mostrar un camino más excelente.
Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde.
Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada.
Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría.
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasa nunca.
Palabra de Dios.
390.
Ef 4, 1-6:
Un solo cuerpo y un solo Espíritu, un bautismo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
Hermanos:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Palabra de Dios.
* 391. Ef 5, 2a. 21-33 (larga); o bien: 2a. 25-32 (breve):
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia
Bajo el signo del amor (v. 2a. 25), fundamento último de la entrega de Cristo a la Iglesia (Ga 2, 20), se explica la esencia profunda del matrimonio. La relación de la Iglesia y Cristo (que la ama, la alimenta y se entrega por ella) es para san Pablo el ejemplo e ideal de la unión matrimonial.
Los tres avisos que da Pablo a los casados son expuestos con su fundamento humano y su fundamento eclesiológico, siempre en ese orden:
a) Estad sujetas al varón (vv. 21-22), pues es vuestra cabeza (v. 23a), como Cristo es cabeza de la Iglesia (v. 23b).
b) Amad a vuestras esposas (v. 25a), como Cristo amó a su Iglesia (vv. 25b 27).
c) Amad a vuestras esposas (v. 28a), pues amáis también a vuestros cuerpos que alimentáis (vv. 29b-32), como Cristo alimenta a la Iglesia, su Cuerpo (vv. 29b-32).
La unión matrimonial recibe así del misterio de Cristo y de la Iglesia no sólo el ejemplo, sino la fuerza, que convierte a la familia en una realización concreta de la vida de la Iglesia, en verdadera «célula eclesial» (cf. Lumen gentium, núm. 11).
Leccionario V, págs. 351-352.
V (forma larga) Ef 5, 2a. 21-33
Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
Hermanos:
Vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros.
Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo: las mujeres, a sus maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia: Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.«Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.
Palabra de Dios.
Leccionario V, pág. 352.
V (forma breve) Ef 5, 2a. 25-32
Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
Hermanos:
Vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia: Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
«Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
Palabra de Dios.
392.
Flp 4, 4-9:
Todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses.
Hermanos:
Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra.
Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Palabra de Dios.
393.
Leccionario V, pág. 353.
VI Col 3, 12-17:
Por encima de todo, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.
Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Palabra de Dios.
394.
Hb 13, 1-4a. 5-6b:
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos:
Conservad el amor fraterno y no olvidéis la hospitalidad; por ella algunos recibieron sin saberlo la visita de unos ángeles.
Acordaos de los que están presos, como si estuvierais presos con ellos; de los que son maltratados, como si estuvierais en su carne.
Que todos respeten el matrimonio, el lecho nupcial que nadie lo mancille.
Vivid sin ansia de dinero, contentándoos con lo que tengáis, pues él mismo dijo: «Nunca te dejaré ni te abandonaré»; así tendremos valor para decir: «El Señor es mi auxilio: nada temo.
Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe.
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.
Palabra de Dios.
* 395. 1P 3, 1-9:
Todos un mismo pensar y un mismo sentir, con afecto fraternal
El matrimonio tiene un fin más allá de sí mismo. Como toda la vocación cristiana, está destinado a heredar una bendición (v. 9) y los dos cónyuges son coherederos de la gracia de la Vida (v. 7).
Esto último hace que sea esencial al matrimonio el espíritu de unidad y de amor (v. 8) y la ausencia de todo egoísmo, que no devuelve mal por mal (v. 9), sino que vence al mal con el bien (Rm 12, 21).
El autor de la carta exhorta más largamente a las mujeres (vv. 1-6) que a los maridos (v. 7), quizás porque las esposas cristianas de maridos paganos contaban con mayores dificultades que los esposos cristianos de mujeres paganas.
Leccionario V, pág. 354.
VII 1 Pe 3, 1-9
Tened todos el mismo sentir, sed solidarios en el sufrimiento, quereos como hermanos
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.
Queridos hermanos:
Que las mujeres estén a disposición de sus propios maridos, de modo que, si hay algunos que son reacios a la Palabra, se convenzan por la conducta de las mujeres y sin necesidad de palabras, asombrados, fijándose en vuestra conducta intachable y respetuosa.
Que vuestro adorno no sea lo exterior, los peinados complicados, las joyas de oro, ni los vestidos lujosos, sino la profunda humanidad del corazón en la incorruptibilidad de un espíritu apacible y sereno, eso sí que es valioso ante Dios. Pues así se adornaban también antaño las santas mujeres que tenían puesta su esperanza en Dios, con actitud de disponibilidad para con sus propios maridos; por ejemplo, Sara obedeció a Abrahán llamándolo señor: vosotras os asemejáis a ella cuando hacéis el bien, pero sin temor alguno.
Igualmente, los maridos, en la convivencia con la mujer, sabiendo que es más delicada, demuestren estima hacia ellas como coherederas que son también de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no encuentren obstáculo.
Y por último, tened todos el mismo sentir, sed solidarios en el sufrimiento, quereos como hermanos, tened un corazón compasivo y sed humildes.
No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto, sino al contrario, responded con una bendición, porque para esto habéis sido llamados, para heredar una bendición.
Palabra de Dios.
396.
Leccionario V, pág. 355.
VIII 1 Jn 3, 18-24:
Amemos de verdad y con obras
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestro corazón ante él, en caso de que nos condene nuestro corazón, pues Dios es mayor que nuestro corazón y lo conoce todo.
Queridos, si el corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Palabra de Dios.
397.
Leccionario V, pág. 356.
IX 1Jn 4, 7-12:
Dios es amor
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
Palabra de Dios.
398.
Leccionario V, pág. 357.
X Ap 19, 1. 5-9a:
Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, oí en el cielo como el vocerío de una gran muchedumbre, que decían:
«¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios».
Y salió una voz del trono que decía:
«Alabad a nuestro Dios, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y grandes».
Y oí como el rumor de una muchedumbre inmensa, como el rumor de muchas aguas, y como el fragor de fuertes truenos, que decían:
«Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Llegó la boda del Cordero, su esposa se ha embellecido, y se le ha concedido vestirse de lino resplandeciente y puro -el lino son las buenas obras de los santos-».
Y me dijo:
Escribe: "Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero"».
Palabra de Dios.
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasa nunca.
Palabra de Dios.
390.
Ef 4, 1-6:
Un solo cuerpo y un solo Espíritu, un bautismo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
Hermanos:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Palabra de Dios.
* 391. Ef 5, 2a. 21-33 (larga); o bien: 2a. 25-32 (breve):
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia
Bajo el signo del amor (v. 2a. 25), fundamento último de la entrega de Cristo a la Iglesia (Ga 2, 20), se explica la esencia profunda del matrimonio. La relación de la Iglesia y Cristo (que la ama, la alimenta y se entrega por ella) es para san Pablo el ejemplo e ideal de la unión matrimonial.
Los tres avisos que da Pablo a los casados son expuestos con su fundamento humano y su fundamento eclesiológico, siempre en ese orden:
a) Estad sujetas al varón (vv. 21-22), pues es vuestra cabeza (v. 23a), como Cristo es cabeza de la Iglesia (v. 23b).
b) Amad a vuestras esposas (v. 25a), como Cristo amó a su Iglesia (vv. 25b 27).
c) Amad a vuestras esposas (v. 28a), pues amáis también a vuestros cuerpos que alimentáis (vv. 29b-32), como Cristo alimenta a la Iglesia, su Cuerpo (vv. 29b-32).
La unión matrimonial recibe así del misterio de Cristo y de la Iglesia no sólo el ejemplo, sino la fuerza, que convierte a la familia en una realización concreta de la vida de la Iglesia, en verdadera «célula eclesial» (cf. Lumen gentium, núm. 11).
Leccionario V, págs. 351-352.
V (forma larga) Ef 5, 2a. 21-33
Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
Hermanos:
Vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros.
Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo: las mujeres, a sus maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia: Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.«Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.
Palabra de Dios.
Leccionario V, pág. 352.
V (forma breve) Ef 5, 2a. 25-32
Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
Hermanos:
Vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia: Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
«Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
Palabra de Dios.
392.
Flp 4, 4-9:
Todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses.
Hermanos:
Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra.
Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Palabra de Dios.
393.
Leccionario V, pág. 353.
VI Col 3, 12-17:
Por encima de todo, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses.
Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Palabra de Dios.
394.
Hb 13, 1-4a. 5-6b:
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos:
Conservad el amor fraterno y no olvidéis la hospitalidad; por ella algunos recibieron sin saberlo la visita de unos ángeles.
Acordaos de los que están presos, como si estuvierais presos con ellos; de los que son maltratados, como si estuvierais en su carne.
Que todos respeten el matrimonio, el lecho nupcial que nadie lo mancille.
Vivid sin ansia de dinero, contentándoos con lo que tengáis, pues él mismo dijo: «Nunca te dejaré ni te abandonaré»; así tendremos valor para decir: «El Señor es mi auxilio: nada temo.
Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe.
Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.
Palabra de Dios.
* 395. 1P 3, 1-9:
Todos un mismo pensar y un mismo sentir, con afecto fraternal
El matrimonio tiene un fin más allá de sí mismo. Como toda la vocación cristiana, está destinado a heredar una bendición (v. 9) y los dos cónyuges son coherederos de la gracia de la Vida (v. 7).
Esto último hace que sea esencial al matrimonio el espíritu de unidad y de amor (v. 8) y la ausencia de todo egoísmo, que no devuelve mal por mal (v. 9), sino que vence al mal con el bien (Rm 12, 21).
El autor de la carta exhorta más largamente a las mujeres (vv. 1-6) que a los maridos (v. 7), quizás porque las esposas cristianas de maridos paganos contaban con mayores dificultades que los esposos cristianos de mujeres paganas.
Leccionario V, pág. 354.
VII 1 Pe 3, 1-9
Tened todos el mismo sentir, sed solidarios en el sufrimiento, quereos como hermanos
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.
Queridos hermanos:
Que las mujeres estén a disposición de sus propios maridos, de modo que, si hay algunos que son reacios a la Palabra, se convenzan por la conducta de las mujeres y sin necesidad de palabras, asombrados, fijándose en vuestra conducta intachable y respetuosa.
Que vuestro adorno no sea lo exterior, los peinados complicados, las joyas de oro, ni los vestidos lujosos, sino la profunda humanidad del corazón en la incorruptibilidad de un espíritu apacible y sereno, eso sí que es valioso ante Dios. Pues así se adornaban también antaño las santas mujeres que tenían puesta su esperanza en Dios, con actitud de disponibilidad para con sus propios maridos; por ejemplo, Sara obedeció a Abrahán llamándolo señor: vosotras os asemejáis a ella cuando hacéis el bien, pero sin temor alguno.
Igualmente, los maridos, en la convivencia con la mujer, sabiendo que es más delicada, demuestren estima hacia ellas como coherederas que son también de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no encuentren obstáculo.
Y por último, tened todos el mismo sentir, sed solidarios en el sufrimiento, quereos como hermanos, tened un corazón compasivo y sed humildes.
No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto, sino al contrario, responded con una bendición, porque para esto habéis sido llamados, para heredar una bendición.
Palabra de Dios.
396.
Leccionario V, pág. 355.
VIII 1 Jn 3, 18-24:
Amemos de verdad y con obras
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestro corazón ante él, en caso de que nos condene nuestro corazón, pues Dios es mayor que nuestro corazón y lo conoce todo.
Queridos, si el corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Palabra de Dios.
397.
Leccionario V, pág. 356.
IX 1Jn 4, 7-12:
Dios es amor
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
Palabra de Dios.
398.
Leccionario V, pág. 357.
X Ap 19, 1. 5-9a:
Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, oí en el cielo como el vocerío de una gran muchedumbre, que decían:
«¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios».
Y salió una voz del trono que decía:
«Alabad a nuestro Dios, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y grandes».
Y oí como el rumor de una muchedumbre inmensa, como el rumor de muchas aguas, y como el fragor de fuertes truenos, que decían:
«Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Llegó la boda del Cordero, su esposa se ha embellecido, y se le ha concedido vestirse de lino resplandeciente y puro -el lino son las buenas obras de los santos-».
Y me dijo:
Escribe: "Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero"».
Palabra de Dios.
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