Capítulo I. CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO DENTRO DE LA MISA
FORMULARIO SEGUNDO: TEXTOS ALTERNATIVOS
Modelo B
RITOS INICIALES
119. Ver números 47-53 (a continuación).
PRIMER MODO
47. A la hora convenida, el sacerdote, revestido de alba, estola y casulla del color de la Misa que se celebra, se dirige, junto con los ayudantes, a la puerta de la iglesia, recibe a los novios y los saluda afablemente, haciéndoles saber que la Iglesia comparte su alegría.
48. Luego se hace la procesión hacia el altar: preceden los ayudantes, sigue el sacerdote, después los novios, a los que, según las costumbres locales, pueden acompañar honoríficamente, por lo menos los padres y dos testigos, hasta el lugar que tienen preparado. Mientras, se entona el canto de entrada o se toca festivamente el órgano u otro instrumento.
49. Respecto al lugar preparado para los novios, conviene tener en cuenta, a ser posible, que queden situados de tal modo que no den la espalda a la asamblea.
50. El sacerdote se acerca al altar, lo saluda con una inclinación profunda y lo venera con un beso. Después va a la sede.
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SEGUNDO MODO
51. A la hora convenida, el sacerdote, revestido de alba, estola y casulla del color de la Misa que se celebra, se dirige, junto con los ayudantes, al lugar preparado para los novios.
52. Cuando los novios han llegado a su lugar, el sacerdote los recibe y los saluda afablemente, haciéndoles saber que la Iglesia comparte su alegría.
53. Luego, mientras se entona el canto de entrada o se toca festivamente el órgano u otro instrumento, se acerca al altar, lo saluda con una inclinación profunda y lo venera con un beso. Después va a la sede.
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En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.
El sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo con las siguientes palabras:
La gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo,
que nos amó hasta entregarse por nosotros,
estén con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
Puede utilizar cualquiera de las otras fórmulas que propone el Misal Romano.
121. Luego saluda brevemente a los novios y a los presentes, para disponerlos a la celebración del Matrimonio, con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos que hoy acompañáis a N. y N. en la celebración de su Matrimonio en el Señor, sed bienvenidos. La Iglesia, Esposa fiel de Jesucristo, invita hoy a estos novios a expresar y participar en el misterio pascual del Señor, que dio su vida por amor y fidelidad a ella.
El Espíritu Santo, fuente de vida, ayuda desde hoy a estos novios a entregarse mutuamente y con amor indiviso a su proyecto esponsal y de paternidad. Con su gracia les será más llevadero el pacto de amor que hoy rubrican, manteniéndose unidos y fieles en los gozos y adversidades. El mismo Espíritu les ayudará a descubrir también su papel de colaboradores con el amor del Creador y Salvador, recibiendo responsablemente los hijos que Dios les quiera dar.
Dispongámonos, pues, a vivir este acontecimiento con fe y profundo gozo.
Se omite el acto penitencial.
ORACIÓN COLECTA
122. El rito de entrada concluye con la oración «colecta». Si el día de la celebración coincide con alguno de los reseñados en los núms. 1-4 de la tabla de los días litúrgicos, se dice la Misa del día. En los demás casos, se dice esta colecta u otra de las propias de la Misa ritual (núms. 357-360). Igualmente se hará con la oración sobre las ofrendas y la oración después de la comunión.
Oremos.
Señor Dios nuestro,
que, al crear el género humano,
estableciste la unión entre el hombre y la mujer,
une en la fidelidad del amor
a estos hijos tuyos que celebran su boda,
para que, amándose sin egoísmo,
den testimonio de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
123. Ver números 59-61.
59. La liturgia de la palabra se realiza en la forma acostumbrada. Pueden hacerse tres lecturas, la primera de las cuales será del Antiguo Testamento, o del Apocalipsis en Tiempo Pascual (núms. 374-419: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, Salmos y Aleluyas, Evangelios).
Se elegirá siempre por lo menos una de las lecturas que hablen explícitamente del Matrimonio, las cuales están señaladas con un asterisco (*).
60. Cuando no se dice la Misa ritual, una de las lecturas puede tomarse de las que propone el Leccionario para esta Misa (capítulo V de este Ritual, núms. 374-419: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, Salmos y Aleluyas, Evangelios), a no ser que concurra uno de los días reseñados en los números 1-4 de la tabla de los días litúrgicos.
Aquí se proponen aquellas lecturas que expresan de modo peculiar la importancia y dignidad del Matrimonio en el misterio de la salvación.
PRIMERA LECTURA
Hombre y mujer los creó
Lectura del libro del Génesis. 1, 26-28. 31a
Dijo Dios:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.»
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo:
«Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.»
Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal 127(128), 1-2. 3. 4-5ac y 6a (R.: 4)
R. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos. R.
SEGUNDA LECTURA
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios. 5, 2a. 25-32
Hermanos:
Vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros
a Dios.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia.
Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
«Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.»
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
Palabra de Dios.
ALELUYA Y VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO Cf. Sal 133 (134), 3
R. Aleluya.
El Señor os bendiga desde Sion,
el que hizo cielo y tierra.
R. Aleluya.
En Tiempo de Cuaresma: Cf. 1Jn 4, 16b. 12. 11
R. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Dios es amor;
amémonos unos a otros como Dios nos amó.
R. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
EVANGELIO
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo. 19, 3-6
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
«¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?»
Él les respondió:
«¿No habéis leído que el Creador, en el principio, "los creó hombre y mujer", y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
Palabra del Señor.
O bien:
En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos
+ Lectura del santo evangelio según san Juan. 2, 1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
«No les queda vino.»
Jesús le contestó:
«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.»
Su madre dijo a los sirvientes:
«Haced lo que él diga.»
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
«Llenad las tinajas de agua.»
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
«Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.
61. Después de la lectura del Evangelio, el sacerdote, en la homilía, explica, partiendo del texto sagrado, el misterio del Matrimonio cristiano, la dignidad del amor conyugal, la gracia del Sacramento y las obligaciones de los cónyuges, atendiendo, sin embargo, a las diversas circunstancias de las personas.
CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO
124. Cuando se celebran dos o más Matrimonios a la vez, el interrogatorio antes del consentimiento, el mismo consentimiento, como también la aceptación del consentimiento, se harán siempre en singular para cada Matrimonio; lo demás, sin excluir la misma bendición nupcial, se dirá una sola vez en plural para todos.
MONICIÓN
125. Puestos en pie todos, incluso los novios, y situados los testigos a uno y otro lado, el sacerdote se dirige a los novios, con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos:
Estamos aquí, junto al altar, para que Dios garantice con su gracia vuestra voluntad de contraer Matrimonio ante el ministro de la Iglesia y la comunidad cristiana ahora reunida. Cristo bendice copiosamente vuestro amor conyugal, y él, que os consagró un día con el santo Bautismo, os enriquece hoy y os da fuerza con un Sacramento peculiar para que os guardéis mutua y perpetua fidelidad y podáis cumplir las demás obligaciones del Matrimonio. Por tanto, ante esta asamblea, os pregunto sobre vuestra intención.
ESCRUTINIO
126. Entonces el sacerdote los interroga acerca de la libertad, la fidelidad y la aceptación y educación de la prole, y a cada pregunta ellos responden.
V. N. y N., ¿venís a casaros con entera libertad?
R. Sí.
V. ¿Os comprometéis a quereros y guardaros fidelidad durante toda la vida?
R. Sí.
V. ¿Estáis dispuestos a recibir los hijos, fruto de vuestro amor, y a educarlos en la fe de Cristo?
R. Sí.
CONSENTIMIENTO
127. El sacerdote los invita a expresar el consentimiento:
Así, pues, ya que queréis contraer santo Matrimonio, unid vuestras manos y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su Iglesia.
Se dan la mano derecha.
128. En primer lugar interroga al varón:
N., ¿quieres recibir a N. como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarla y respetarla todos los días de tu vida?
El varón responde:
Sí, quiero.
A continuación el sacerdote interroga a la mujer:
N., ¿quieres recibir a N. como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?
La mujer responde:
Sí, quiero.
CONFIRMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO
129. Luego el sacerdote que recibe el consentimiento dice a los esposos:
El Señor confirme con su bondad
este consentimiento vuestro
que habéis manifestado ante la Iglesia
y os otorgue su copiosa bendición.
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
O bien:
El Dios de Abrahán,
el Dios de Isaac,
el Dios de Jacob,
el Dios que unió a nuestros primeros padres en el paraíso
confirme este consentimiento mutuo
que os habéis manifestado ante la Iglesia
y, en Cristo, os dé su bendición,
de forma que lo que Dios ha unido,
no lo separe el hombre.
130. El sacerdote invita a los presentes a alabar a Dios:
Bendigamos al Señor.
Todos responden:
Demos gracias a Dios.
131. En este momento, según las costumbres locales, el esposo levanta el velo con que la esposa cubre su rostro.
BENDICIÓN Y ENTREGA DE LOS ANILLOS
132. El sacerdote dice:
Bendice + y santifica, Señor,
el amor de N. y N.,
y que estos anillos, signo de fidelidad,
les recuerden su promesa de amor mutuo.
Según la oportunidad, asperja los anillos y los entrega a los esposos.
133. El esposo introduce en el dedo anular de la esposa el anillo a ella destinado, diciendo, según la oportunidad:
N., recibe esta alianza,
en señal de mi amor y fidelidad a ti.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Asimismo la esposa introduce en el dedo anular del esposo el anillo a él desti-
nado, diciendo, según la oportunidad:
N., recibe esta alianza,
en señal de mi amor y fidelidad a ti.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
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BENDICIÓN Y ENTREGA DE LAS ARRAS
134. Según las costumbres locales se puede realizar a continuación el rito de la bendición y entrega de las arras.
El sacerdote dice:
Bendice +, Señor, estas arras,
que N. y N. se entregan,
y derrama sobre ellos la abundancia de tus bienes.
El esposo toma las arras y las entrega a la esposa, diciendo:
N., recibe estas arras
como prenda de la bendición de Dios
y signo de los bienes que vamos a compartir.
La esposa igualmente las entrega al esposo, diciendo:
N., recibe estas arras
como prenda de la bendición de Dios
y signo de los bienes que vamos a compartir.
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135. Entonces toda la comunidad puede entonar un himno o un canto de alabanza:
Cantemos al Señor, que ha creado y bendecido vuestro amor.
ORACIÓN DE LOS FIELES
136. Luego se hace, en la forma acostumbrada, la oración universal (de la cual se proponen algunos modelos más en los números 75, 106 y 172).
V. Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, de quien toma nombre toda la familia en el cielo y en la tierra, y pidámosle que escuche la oración de su Iglesia por quienes acaban de consagrar su unión ante el Señor.
— Por la santa Iglesia de Dios: para que sea rica en frutos del Espíritu Santo, conserve siempre el gozo, la paz y el amor, y manifieste así al mundo la presencia de Cristo. Roguemos al Señor.
— Por todos los hogares de la tierra, por todos los esposos, los padres y los hijos, por los ancianos y los huérfanos, por las familias que no tienen hogar o carecen de los recursos necesarios, y por los esposos que viven separados. Roguemos al Señor.
— Por los nuevos esposos N. y N.: para que guarden inquebrantable la fidelidad que se han prometido ante el altar. Roguemos al Señor.
La siguiente petición se puede omitir si las circunstancias lo aconsejan, por
ejemplo, si los esposos son de edad avanzada:
— Por los nuevos esposos: para que Dios bendiga su amor con el brote de nuevas vidas que los alegren y los apoyen en su ancianidad. Roguemos al Señor.
— Por todos los Matrimonios: para que, en el amor mutuo y en la fidelidad constante, sean en nuestra sociedad fermento de paz y unidad. Roguemos al Señor.
— Por todos los presentes, y especialmente por los familiares y amigos de estos nuevos esposos: para que participemos aquí en su felicidad y seamos admitidos con ellos a la dicha eterna. Roguemos al Señor.
V. Escucha, Padre de bondad, nuestra oración
y derrama tu gracia y tu misericordia sobre estos esposos:
aparta de ellos todo mal y todo pecado,
alégralos con la abundancia de tus bendiciones
y haz que vivan siempre felices
en el tiempo y en la eternidad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
Después se dice el Credo, si las rúbricas lo prescriben.
LITURGIA EUCARÍSTICA
137. En la preparación de los dones, el esposo y la esposa pueden llevar el pan y el vino al altar, según la oportunidad.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
138. Cuando se puede celebrar la Misa ritual, se emplea la siguiente oración, u otra de las propuestas para esta Misa (núms. 361-362).
Escucha nuestras súplicas, Señor,
y recibe estas ofrendas
que te presentamos por estos hijos tuyos,
unidos en alianza santa,
para que su amor se fortalezca con el tuyo
en esta celebración.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
139. En la Misa ritual se emplea uno de los prefacios propios (núms. 364-366).
140. En la Plegaria eucarística se hace conmemoración de los nuevos esposos, empleando la fórmula propuesta en los números 367-370.
BENDICIÓN NUPCIAL
141. Ver números 81, 111 y 178.
142. Los esposos se acercan al altar o, según la oportunidad, permanecen en su lugar y se arrodillan.
El sacerdote, con las manos juntas, invita a los presentes a orar con estas palabras:
Pidamos por estos esposos que han contraído Matrimonio [y van a participar del Cuerpo y Sangre de Cristo], para que vivan siempre en mutuo amor.
Todos, durante un espacio de tiempo, oran en silencio.
143. Luego el sacerdote, con las manos extendidas sobre los esposos, continúa:
Padre santo, que has creado al hombre y a la mujer
para que, siendo los dos una sola carne
y un solo corazón,
sean imagen tuya
y realicen su misión en el mundo.
Padre santo,
que para revelar tus designios
quisiste que el amor del hombre y la mujer
fuera signo de la alianza
que estableciste con tu pueblo,
y que la unión de los esposos
en el sacramento del Matrimonio
manifestara las bodas de Cristo con la Iglesia.
Extiende tu mano protectora
sobre estos hijos tuyos N. y N.
y derrama en sus corazones
la gracia del Espíritu Santo.
Que a lo largo de su nueva vida común,
santificada por este sacramento,
se comuniquen los dones de tu amor;
y que, siendo el uno para el otro signo de tu presencia,
sean en verdad un solo corazón y un solo espíritu.
Concédeles, Señor,
mantener con su trabajo la vida de su hogar,
y educar a sus hijos según el Evangelio,
para que formen parte de tu familia santa.
Colma de bendiciones a tu hija N.,
para que pueda cumplir sus deberes de esposa y madre,
y sea el alma y la alegría del hogar.
Bendice también a tu hijo N.,
para que cumpla su misión de esposo fiel
y padre solícito.
Concede, Padre santo,
a quienes se han unido ante ti
[y desean acercarse a tu mesa]
participar un día en la alegría del banquete eterno.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
144. A continuación, omitiendo la oración Señor Jesucristo, se dice La paz del Señor. Entonces los esposos y todos se intercambian una señal de paz y de caridad.
145. Los esposos y sus padres, los testigos y los parientes pueden recibir la comunión bajo las dos especies.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
146. Cuando se puede celebrar la Misa ritual, se emplea la siguiente oración, u otra de las propuestas para esta Misa (núms. 371-372).
Oremos.
Te pedimos, Dios todopoderoso,
que aumente en estos hijos tuyos
la gracia del sacramento recibido
y los frutos de esta celebración
lleguen a todos nosotros.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
CONCLUSIÓN DE LA CELEBRACIÓN
147. Al final de la Misa el sacerdote bendice a los esposos y al pueblo, diciendo:
Dios, Padre todopoderoso, os conceda su gozo
y os bendiga en los hijos.
R. Amén.
V. El Unigénito Hijo de Dios os asista
en las alegrías y en las tristezas.
R. Amén.
V. El Espíritu Santo
alimente vuestras vidas con su amor.
R. Amén.
V. Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes,
os bendiga Dios todopoderoso,
Padre, + Hijo y Espíritu Santo.
R. Amén.
148. Terminada la Misa, los testigos y el sacerdote firman el acta de Matrimonio. El acto de firmar puede hacerse en la sacristía o en presencia del pueblo; pero no debe hacerse sobre el altar.
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