Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, 6-enero-1972 (ed. CEE 2022)
Capítulo I
RITUAL DEL CATECUMENADO DISTRIBUIDO EN SUS GRADOS O ETAPAS
EL TIEMPO DE LA PURIFICACIÓN Y DE LA ILUMINACIÓN
Ritos propio de este periodo
RITUAL DEL CATECUMENADO DISTRIBUIDO EN SUS GRADOS O ETAPAS
EL TIEMPO DE LA PURIFICACIÓN Y DE LA ILUMINACIÓN
Ritos propio de este periodo
ESCRUTINIOS Y ENTREGAS
II. Entregas
181. Si las «entregas» no se hubieran hecho antes (cf. nn. 125-126), se celebrarán después de los «escrutinios». Con las «entregas», una vez completada la preparación doctrinal de los catecúmenos, o al menos, comenzada en el tiempo oportuno, la Iglesia les entrega con amor los documentos que desde la antigüedad constituyen un compendio de su fe y de su oración.
182. Es de desear que las «entregas» se hagan en presencia de la comunidad de los fieles, después de la liturgia de la Palabra de la misa ferial, con lecturas que sean apropiadas a la ceremonia de la «entrega».
182. Es de desear que las «entregas» se hagan en presencia de la comunidad de los fieles, después de la liturgia de la Palabra de la misa ferial, con lecturas que sean apropiadas a la ceremonia de la «entrega».
188.También se entrega a los elegidos la «oración dominical», que desde la antigüedad es propia de los que han recibido en el bautismo el espíritu de los hijos de adopción, y que los neófitos recitan juntamente con los demás bautizados al participar por primera vez en la celebración de la eucaristía.
189. La entrega de la Oración dominical se hace durante la semana que sigue al tercer escrutinio. Si se juzga conveniente, se puede celebrar también durante el tiempo del catecumenado (cf. nn. 125-126). Surgiendo alguna necesidad, también se puede retrasar para celebrarla juntamente con los ritos de preparación inmediata (cf. nn. 193ss.).
Lecturas y cantos
190. En lugar de las lecturas asignadas a la feria, léanse apropiadas, (Apéndice II), por ejemplo:
(cf. también Leccionario V, págs. 60-64).
PRIMERA LECTURA Os 11, 1b. 3-4. 8c-9
Los atraje con vínculos de amor
Lectura de la profecía de Oseas
Esto dice el Señor:
«Cuando Israel era joven lo amé
y de Egipto llamé a mi hijo.
Era yo quien había criado a Efraín,
tomándolo en mis brazos;
y no reconocieron que yo los cuidaba
Con lazos humanos los atraje,
Fui para ellos como quien alza
Me incliné hacia él
Mi corazón está perturbado,
No actuaré en el ardor de mi cólera,
con vínculos de amor.
Fui para ellos como quien alza
un niño hasta sus mejillas.
un niño hasta sus mejillas.
Me incliné hacia él
para darle de comer.
para darle de comer.
Mi corazón está perturbado,
se conmueven mis entrañas.
se conmueven mis entrañas.
No actuaré en el ardor de mi cólera,
no volveré a destruir a Efraín,
porque yo soy Dios,
y no hombre;
santo en medio de vosotros
y no me dejo llevar por la ira».
no volveré a destruir a Efraín,
porque yo soy Dios,
y no hombre;
santo en medio de vosotros
y no me dejo llevar por la ira».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial (opción 1) Sal 22, 1b-3. 4. 5. 6 (R.: 1b)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.
V. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tu vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
V. Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
V. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin termino. R.
Salmo responsorial (opción 2) Sal 102, 1b-2. 8 y 10. 11-12. 13 y 18 (R.: 13).
R. Como un Padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que le temen.
V. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.
V. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.
V. Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que le temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R.
V. Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que le temen;
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos. R.
SEGUNDA LECTURA (opción 1) Rm 8, 14-17. 26-27
Habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre!».
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
Hermanos:
Cuantos se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre!».
Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo; de modo que, si sufrimos con él, seremos también glorificados con él.
Del mismo modo, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según
Dios.
Palabra de Dios
SEGUNDA LECTURA (opción 2) Gál 4, 4-7
Dios envió o nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!»
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas.
Hermanos:
Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial.
Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios.
Versículo antes del Evangelio Rom 8, 15
V. No habéis recibido un espíritu de esclavitud,
para recaer en el temor
sino que habéis recibido un Espíritu de adopción,
en el que clamamos: «¡Abba, Padre!».
Evangelio
191. El diácono dice:
Acérquense los que van a recibir la oración dominical.
Entonces el celebrante habla a los elegidos con éstas o parecidas palabras:
Ahora escuchad cómo el Señor enseñó a orar a sus discípulos:
EVANGELIO Mt 6, 9-13
Señor, enséñanos a orar
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros orad así:
"Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal"».
Palabra del Señor.
Sigue la homilía, en la que el celebrante explica el significado y la importancia de la oración dominical.
Oración sobre los elegidos
192. Después el celebrante invita a los fieles a orar, con éstas o parecidas palabras:
Oremos por nuestros elegidos, para que Dios nuestro Señor les ilumine interiormente, les abra con amor las puertas de la Iglesia y así encuentren en el bautismo el perdón de sus pecados y la incorporación plena a Cristo, nuestro Señor.
Todos oran en silencio.
Seguidamente el celebrante, con las manos extendidas sobre los elegidos, dice:
Dios todopoderoso y eterno,
que haces fecunda a tu Iglesia
dándole constantemente nuevos hijos,
acrecienta la fe y la sabiduría
de nuestros elegidos,
para que, al renacer en la fuente bautismal,
sean contados entre los hijos de adopción.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
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