TEXTOS MISA
TÉMPORAS EN 3 DÍAS
Antífona de entrada Sal 126, 1
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Oración colecta
Día de petición por la actividad humana
Antífona de entrada Cf. Sal 89, 17. 14
Haz prósperas, Señor, las obras de nuestras manos y toda
nuestra vida será alegría y júbilo.
Monición de entrada
Presentamos en este día de acción de gracias y de petición nuestra gratitud a Dios Padre, de quien procede todo don, por todos los beneficios recibidos. Es la acción de gracias de la Iglesia, que recoge en su plegaria los sentimientos de toda la humanidad.
Y con nuestra acción de gracias, nuestra súplica: pedimos perdón y presentamos humildemente nuestras peticiones por cuanto necesitamos, con la confianza de ser escuchados por quien nos ama más que nosotros mismos. Con nuestras súplicas, nos hacemos eco de los deseos y anhelos de todos los que sufren.
Oración colecta
Oh, Dios, tú has querido que el
estudio y el trabajo del hombre perfeccionaran cada día el universo
que has creado, te pedimos que nuestros afanes y trabajos resulten
siempre provechosos a la familia humana, y contribuyan al
cumplimiento de tus designios sobre el mundo. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Otra misa para el día de petición
Antífona de entrada Sal 126, 1
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y las esperanzas de cuantos a ti acuden, sacia los deseos de nuestro corazón y concédenos también aquellos bienes que superan nuestro conocimiento pero que has preparado para los que te aman. Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas para cuando las Témporas se celebran en tres días. Día de petición por la actividad humana (Lec. IV).
PRIMERA LECTURA (opción 1) 1 Sam 1, 10-18
Se puso a rezar al Señor, llorando a todo llorar
PRIMERA LECTURA (opción 1) 1 Sam 1, 10-18
Se puso a rezar al Señor, llorando a todo llorar
Lectura del primer libro de Samuel
En aquellos días, Ana, se puso a
implorar al Señor, con el ánimo amargado, y lloró copiosamente. E
hizo este voto:
«Señor
del universo, si miras la aflicción de tu sierva y te acuerdas de mí
y no olvidas a tu sierva, y concedes a tu sierva un retoño varón,
lo ofreceré al Señor por todos los días de su vida, y la navaja no
pasará por su cabeza».
Mientras insistía implorando ante el Señor, Elí observaba su boca. Ana hablaba para sí en su corazón; solo sus labios se movían, mas su voz no se oía. Elí la creyó borracha.
Entonces le dijo:
«¿Hasta cuándo vas a seguir borracha? Echa el vino que llevas dentro».
Pero Ana tomó la palabra y respondió:
No, mi señor, yo soy una mujer de espíritu tenaz. No he bebido vino ni licor, solo desahogaba mi alma ante el Señor. No trates a tu sierva como a una perdida, pues he hablado así por mi gran congoja y aflicción».
Mientras insistía implorando ante el Señor, Elí observaba su boca. Ana hablaba para sí en su corazón; solo sus labios se movían, mas su voz no se oía. Elí la creyó borracha.
Entonces le dijo:
«¿Hasta cuándo vas a seguir borracha? Echa el vino que llevas dentro».
Pero Ana tomó la palabra y respondió:
No, mi señor, yo soy una mujer de espíritu tenaz. No he bebido vino ni licor, solo desahogaba mi alma ante el Señor. No trates a tu sierva como a una perdida, pues he hablado así por mi gran congoja y aflicción».
Elí le dijo:
«Vete en paz y que el Dios de Israel
te conceda el favor que le has pedido».
Ella respondió:
«Que tu sierva encuentre gracia a tus
ojos».
Luego, la mujer emprendió su camino;
comió, y su semblante no fue ya el mismo.
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
Salmo
responsorial Sal 27, 1cd-2. 7. 8-9 (R.: 2a)
R. Escucha,
Señor, mi voz suplicante.
V. A ti,
Señor, te invoco;
Roca mía, no seas sordo a mi voz.
Escucha mi voz suplicante
cuando te pido auxilio,
cuando alzo las manos
hacia tu santuario.
R. Escucha,
Señor, mi voz suplicante.
V. El
Señor es mi fuerza y mi escudo:
en él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra
y le canta agradecido.
R. Escucha,
Señor, mi voz suplicante.
V. El
Señor es fuerza para su pueblo,
apoyo y salvación para su Ungido.
Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,
sé su pastor y llévalos siempre.
R. Escucha,
Señor, mi voz suplicante.
PRIMERA
LECTURA
(opción 2 )
Est 4, 17a-17c. 17g-17h
Señor, todo está
bajo tu poder
Lectura del libro de Ester.
En aquellos días, Mardoqueo,
recordando las maravillas del Señor, oró así:
«¡Señor, Señor, rey omnipotente! El mundo entero está sometido a tu poder. Cuando te propones salvar a Israel, no hay quien pueda volverse contra ti.
Porque tú creaste el cielo y la tierra y las maravillas que existen bajo el cielo. Eres Señor de todo, y nadie puede oponerse a ti, Señor.
No desprecies al pueblo que rescataste para ti de la tierra de Egipto. Escucha mi oración y ten misericordia de tu heredad; convierte nuestro duelo en alegría, para que, conservando la vida, alabemos tu nombre, Señor. No cierres los labios de los que te alaban».
«¡Señor, Señor, rey omnipotente! El mundo entero está sometido a tu poder. Cuando te propones salvar a Israel, no hay quien pueda volverse contra ti.
Porque tú creaste el cielo y la tierra y las maravillas que existen bajo el cielo. Eres Señor de todo, y nadie puede oponerse a ti, Señor.
No desprecies al pueblo que rescataste para ti de la tierra de Egipto. Escucha mi oración y ten misericordia de tu heredad; convierte nuestro duelo en alegría, para que, conservando la vida, alabemos tu nombre, Señor. No cierres los labios de los que te alaban».
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
Salmo
responsorial Sal 24, 1-3. 4-5. 6-7 (R.: 2a)
R. Dios
mío, en ti confío, no quede yo defraudado.
V. A ti,
Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío, no quede yo
defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos,
pues los que esperan en ti no quedan
defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los
traidores.
R. Dios
mío, en ti confío, no quede yo defraudado.
V. Señor,
enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y
Salvador,
y todo el día te estoy esperando.
R. Dios
mío, en ti confío, no quede yo defraudado.
V.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mi con misericordia,
por tu bondad, Señor.
R. Dios
mío, en ti confío, no quede yo defraudado.
SEGUNDA
LECTURA (opción 1) Col 1, 9-11
No dejamos de
rezar y de pedir
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Colosenses
Hermanos:
No dejamos de orar a Dios por vosotros
y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad,
con toda sabiduría e inteligencia espiritual.
De esa manera vuestra conducta será
digna del Señor, agradándole en todo; fructificando en toda obra
buena, y creciendo en el conocimiento de Dios, fortalecidos
plenamente según el poder de su gloria para soportar todo con
paciencia y magnanimidad, con alegría.
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
SEGUNDA
LECTURA (opción 2) Sant 5, 13-18
Mucho puede la
oración insistente del justo
Lectura de la carta del apóstol
Santiago.
Queridos hermanos:
¿Está sufriendo alguno de vosotros?
Rece. ¿Está contento? Cante. Está enfermo alguno de vosotros?
Llame a los presbíteros de la Iglesia, que recen por él y lo unjan
con óleo en el nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará
al enfermo y el Señor lo restablecerá; y si hubiera cometido algún
pecado, le será perdonado.
Por tanto, confesaos mutuamente los pecados y rezad unos por otros para que os curéis: mucho puede la oración insistente del justo.
Elías era semejante a nosotros en el sufrimiento, y rezó insistentemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Volvió a rezar, y el cielo dio la lluvia y la tierra produjo su fruto.
Por tanto, confesaos mutuamente los pecados y rezad unos por otros para que os curéis: mucho puede la oración insistente del justo.
Elías era semejante a nosotros en el sufrimiento, y rezó insistentemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Volvió a rezar, y el cielo dio la lluvia y la tierra produjo su fruto.
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
Aleluya Sal
67, 20b. 21a
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V. Dios
lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva.
R.
EVANGELIO
(opción 1 ) Mt 7, 7-11
Todo el que pide
recibe
╬
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria
a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y
encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide
recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo
pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una
serpiente? Pues si vosotros, aún siendo malos, sabéis dar cosas
buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en
los cielos dará cosas buenas a los que le piden!».
Palabra del Señor.
R. Gloria
a ti, Señor Jesús.
EVANGELIO
(opción 2 ) Lc 18, 1-8
Dios hará
justicia a sus elegidos que claman ante él
╬
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria
a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús, decía a sus
discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar
siempre, sin desfallecer:
«Había un juez en una ciudad que ni
temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que
solía ir a decirle:
“Hazme justicia frente a mi
adversario”.
Por algún tiempo se estuvo negando,
pero después se dijo a sí mismo:
“Aunque ni temo a Dios ni me importan
los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hecer
justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».
Y el Señor añadió:
«Fijaos en lo que dice el juez
injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le claman
ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará
justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre,
¿encontrará esta fe en la tierra?»
Palabra del Señor.
R. Gloria
a ti, Señor Jesús.
Para esta celebración de petición por la actividad humana, pueden utilizarse también las lecturas de la misa al comienzo del año civil o de la misa por la santificación del trabajo humano (Tomo VI del Leccionario de la Misa).
Oración de los fieles
Para esta celebración de petición por la actividad humana, pueden utilizarse también las lecturas de la misa al comienzo del año civil o de la misa por la santificación del trabajo humano (Tomo VI del Leccionario de la Misa).
Oración de los fieles
(Formulario adaptado de la Liturgia de Santiago de Jerusalén).
Imploremos al Dios de misericordia e invoquemos su nombre con sentimientos dignos de él, diciendo:
R. Acuérdate, Señor, y ten piedad.
- Acuérdate,Señor, del pueblo rescatado por la sangre de tu Hijo: concédele el espíritu de justicia, paz y concordia, haz que termine la división en tu Iglesia y danos el espíritu de caridad. R.
- Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, católica y apostólica, extendida por todo el universo: concédele, según tu misericordia infinita, los dones del Espíritu Santo y poder cantar eternamente tus alabanzas. R.
- Acuérdate, Señor, de nuestro santo Padre el Papa y de todos los obispos que proclaman la Palabra de Dios, de los sacerdotes de nuestra comunidad y de toda la Iglesia, de los diáconos y de todos los ministros, de toda la familia humana y de todo el pueblo que ama a Jesucristo. R.
- Acuérdate, Señor, delos que gobiernan las naciones, frena a los pueblos que buscan la guerra, ayuda y fortalece a los cristianos: para que llevemos una vida honesta y pacífica, glorificando tu nombre. R.
- Acuérdate, Señor, de los que trabajan en la industria, en la agricultura y en los servicios: concédenos un tiempo favorable, lluvias bienhechoras y abundantes cosechas, pues en tiempo oportuno abres tu mano y sacias de favores a todo viviente. R.
- Acuérdate, Señor, de todos los necesitados, los ancianos, los inválidos, los enfermos, los prisioneros, los emigrantes, los desterrados, los que a causa de tu nombre son perseguidos, y de todos los que sufren. R.
- Acuérdate, Señor, en tu gran misericordia, de nosotros, pobres pecadores e indignos servidores tuyos, y ven a socorrernos, para que donde abundó nuestro pecado sobreabunde tu gracia. R.
- Acuérdate, Señor, de aquellos a quienes hoy recordamos: por las riquezas perecederas dales las riquezas inmortales; por todo lo temporal concédeles lo eterno, según la promesa que nos hiciste en Jesucristo, dueño de la vida y de la muerte. R.
Dios de bondad, ven en ayuda de tus fieles, ven en ayuda de los que te imploran; que no se vean privados de auxilio en la tierra los llamados al reino eterno. Por Jesucristo nuestro Señor.
Día de petición por la actividad humana
Oración sobre las ofrendas
Te presentamos, Señor, el pan y el
vino con los que tú alimentas nuestra vida en la tierra y renuevas
nuestra vida eterna; te pedimos que no ceses de darnos este pan que
es nuestro sustento y este sacramento que es fuente de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO V DOMINICAL DEL TIEMPO ORDINARIO
Las maravillas de la Creación
En verdad es justo y necesario, es
nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque creaste el universo entero y
estableciste el continuo retorno de las estaciones, y al hombre,
formado a tu imagen y semejanza, sometiste las maravillas del mundo,
para que, en tu nombre, dominara la creación y, al contemplar tus
grandezas, en todo momento te alabara, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso, te alabamos con todos los ángeles,
aclamándote llenos de alegría:
R.
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la comunión Cf. Mt 7, 7
Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os
abrirá, dice el Señor.
Oración después de la comunión
Señor, tú que nos has fortalecido con estos sacramentos de
vida eterna, no dejes de ayudarnos con tu gracia también en los
quehaceres temporales. Por Jesucristo nuestro Señor.
Otra misa para el día de petición
Oración sobre las ofrendas
Te presentamos, Señor, nuestras ofrendas y te pedimos que
santifiques, por ellas, los proyectos y las obras que intentamos
realizar desde ahora. Por Jesucristo nuestro Señor.
PLEGARIA EUCARÍSTICA D 4.
Antífona
de la comunión Cf. Sal 65, 12. 6
Coronas el
año con tus bienes, Señor, y serás la esperanza del confín de la
tierra.
Oración después de la comunión
Señor, el sacramento de tu Hijo que
hemos ofrecido en acción de gracias, nos lo devuelves como alimento
espiritual; concédenos que, fortalecidos ahora por estos dones que
otorgan virtud y alegría, te sirvamos cada día con mayor entrega y
nos dispongamos a recibir de ti nuevos favores. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
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