TÉMPORAS EN 3 DÍAS
Día penitencial
La
celebración del día penitencial se hará, si es posible, el viernes
siguiente al de octubre o, si el 5 de octubre es viernes, el día 6 o
uno de los días de la semana siguiente.
Es
de alabar que en este día tenga lugar, además de la misa por el
perdón de los pecados, una celebración comunitaria del sacramento
de la penitencia.
Antífona de
entrada Cf. Sab 11,
24. 23
Te compadeces de todos, Señor, y no aborreces nada de lo que hiciste: pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan, y los perdonas, porque tú eres nuestro Dios y Señor.
Te compadeces de todos, Señor, y no aborreces nada de lo que hiciste: pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan, y los perdonas, porque tú eres nuestro Dios y Señor.
Monición de entrada
Presentamos en este día de acción de gracias y de petición nuestra gratitud a Dios Padre, de quien procede todo don, por todos los beneficios recibidos. Es la acción de gracias de la Iglesia, que recoge en su plegaria los sentimientos de toda la humanidad.
Y con nuestra acción de gracias, nuestra súplica: pedimos perdón y presentamos humildemente nuestras peticiones por cuanto necesitamos, con la confianza de ser escuchados por quien nos ama más que nosotros mismos. Con nuestras súplicas, nos hacemos eco de los deseos y anhelos de todos los que sufren.
Oración colecta
Te pedimos, Señor, que bondadosamente escuches las súplicas y perdones las culpas de quienes ante ti nos reconocemos pecadores, y nos concedas benigno la misericordia y la paz. Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA
PALABRA
Lecturas para
cuando las Témporas se celebran en tres días. Día penitencial
(Lec. IV).
PRIMERA
LECTURA (opción 1) Ez 18, 21-23. 30-32
Arrepentíos y
convertíos de vuestros delitos
Lectura de la profecía de Ezequiel.
Esto dice el Señor Dios:
«Si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos y observa todos mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se tendrán en cuenta los delitos cometidos; por la justicia que ha practicado, vivirá. Acaso quiero yo la muerte del malvado-oráculo del Señor Dios-, y no que se convierta de su conducta y viva?
Pues bien, os juzgaré, a cada uno según su Israel -oráculo del Señor Dios-. Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos, y no tropezaréis en vuestra culpa.
Apartad de vosotros los delitos que habéis cometido, renovad vuestro corazóny vuestro espíritu. Por qué habríais de morir, casa de Israel?
Yo no me complazco en la muerte de nadie-oráculo del Señor Dios-. Convertios y viviréis».
«Si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos y observa todos mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se tendrán en cuenta los delitos cometidos; por la justicia que ha practicado, vivirá. Acaso quiero yo la muerte del malvado-oráculo del Señor Dios-, y no que se convierta de su conducta y viva?
Pues bien, os juzgaré, a cada uno según su Israel -oráculo del Señor Dios-. Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos, y no tropezaréis en vuestra culpa.
Apartad de vosotros los delitos que habéis cometido, renovad vuestro corazóny vuestro espíritu. Por qué habríais de morir, casa de Israel?
Yo no me complazco en la muerte de nadie-oráculo del Señor Dios-. Convertios y viviréis».
Palabra de Dios.
R.
Te alabamos, Señor.
Salmo
responsorial Sal 50, 3-4. 5-6b. 12-13. 14-17 (R.: cf. 3a)
R.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
V.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi
culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
R.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
V. Pues yo
reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia.
R.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
V. Oh,
Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu
firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
R.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
V.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
R.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
PRIMERA
LECTURA (opción 2 ) Jl 2, 12-18
Rasgad los
corazones, no vuestros vestidos
Lectura de la profecía de Joel.
Ahora -oráculo del Señor-,
convertíos a mí de todo corazón,
con ayunos, llantos y lamentos;
rasgad vuestrOs corazones, no vuestros vestidos,
y convertíos al Señor vuestro Dios,
un Dios compasivo y misericordioso,
lento a la cólera y rico en amor,
que se arrepiente del castigo.
iQuién sabe si cambiará y se arrepentirá
dejando tras de sí la bendición,
ofrenda y libación
para el Señor, vuestro Dios!
convertíos a mí de todo corazón,
con ayunos, llantos y lamentos;
rasgad vuestrOs corazones, no vuestros vestidos,
y convertíos al Señor vuestro Dios,
un Dios compasivo y misericordioso,
lento a la cólera y rico en amor,
que se arrepiente del castigo.
iQuién sabe si cambiará y se arrepentirá
dejando tras de sí la bendición,
ofrenda y libación
para el Señor, vuestro Dios!
Tocad la trompeta en Sion,
proclamad un ayuno santo,
convocad a la asamblea,
reunid a la gente,
santificad a la comunidad,
llamad a los ancianos;
congregad a los muchachos
y a los niños de pecho;
salga el esposo de la alcoba
y la esposa del tálamo.
Entre el atrio y el altar
lloren los sacerdotes,
servidores del Señor,
y digan:
«Ten compasión de tu pueblo, Señor;
no entregues tu heredad al oprobio
ni a las burlas de los pueblos».
¿Por qué van a decir las gentes:
Dónde está su Dios»?
Entonces se encendió
el celo de Dios por su tierra
y perdonó a su pueblo.
proclamad un ayuno santo,
convocad a la asamblea,
reunid a la gente,
santificad a la comunidad,
llamad a los ancianos;
congregad a los muchachos
y a los niños de pecho;
salga el esposo de la alcoba
y la esposa del tálamo.
Entre el atrio y el altar
lloren los sacerdotes,
servidores del Señor,
y digan:
«Ten compasión de tu pueblo, Señor;
no entregues tu heredad al oprobio
ni a las burlas de los pueblos».
¿Por qué van a decir las gentes:
Dónde está su Dios»?
Entonces se encendió
el celo de Dios por su tierra
y perdonó a su pueblo.
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
Salmo
responsorial Sal 129, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: 3)
R. Si
llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
V. Desde
lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
R. Si
llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
V. Si
llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor.
R. Si
llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
V. Mi alma
espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
R. Si
llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
V. Aguarde
Israel al Señor,
como el centinela la aurora.
Porque del Señor viene la
misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
R. Si
llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
SEGUNDA
LECTURA (opción 1) 2 Co 5, 17-21
Os pedimos que os
reconciliéis con Dios
Lectura de la segunda carta del apóstol
san Pablo a los Corintios.
Hermanos:
Si alguno está en Cristo es una
criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en
nosotros el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En
nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en
nosotros el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En
nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo
pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia
de Dios en él.
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
SEGUNDA
LECTURA (opción 2) Heb 12, 1-5
Renunciemos a
todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos:
Teniendo una nube tan ingente de
testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca,
renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia,
fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús,
quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la
ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de
Dios.
Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado, y habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron:
«Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor,
Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado, y habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron:
«Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor,
ni te desanimes por su reprensión».
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
Aleluya Mc
1, 15
R. aleluya,
aleluya, aleluya.
V. Está
cerca el reino de Dios;
convertíos y creed en el Evangelio.
R.
EVANGELIO
(opción 1) Mc 1, 1-8. 14-15
Convertíos y
creed en el Evangelio
╬
Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria
a ti, Señor.
Comienzo del Evangelio de Jesucristo,
Hijo de Dios.
Como está escrito en el profeta
Isaías:
«Yo envío mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto:
"Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos"»;
se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo
de conversión para el perdón de los pecados.
Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén.
Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y proclamaba:
«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén.
Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y proclamaba:
«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Palabra del Señor.
R. Gloria
a ti, Señor Jesús.
EVANGELIO
(opción 2 ) Lc 3, 7-14
Producid el fruto
que la conversión pide
╬
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
R. Gloria
a ti, Señor.
En aquel tiempo, Juan decía a los que
venían para ser bautizados:
«¡Raza de víboras!, ¿quién os ha
enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la
conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por
padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar de estas
piedras hijos de Abrahán. Ya toca el hacha la raíz de los árboles,
y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al
fuego».
La gente le preguntaba:
«Entonces, qué debemos hacer?»
Él contestaba:
«El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
«Maestro, qué debemos hacer nosotros?».
Él les contestó:
«No exijáis más de lo establecido».
Unos soldados igualmente le preguntaban:
«Y nosotros, qué debemos hacer?».
Él les contestó:
«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga».
La gente le preguntaba:
«Entonces, qué debemos hacer?»
Él contestaba:
«El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
«Maestro, qué debemos hacer nosotros?».
Él les contestó:
«No exijáis más de lo establecido».
Unos soldados igualmente le preguntaban:
«Y nosotros, qué debemos hacer?».
Él les contestó:
«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga».
Palabra del Señor.
R. Gloria
a ti, Señor Jesús.
Para esta celebración pueden utilizarse también las lecturas de la Misa para el perdón de los pecados (Tomo VI del Leccionario de la Misa).
Oración de los fieles
Para esta celebración pueden utilizarse también las lecturas de la Misa para el perdón de los pecados (Tomo VI del Leccionario de la Misa).
Oración de los fieles
(Formulario adaptado de la Liturgia de Santiago de Jerusalén).
Imploremos al Dios de misericordia e invoquemos su nombre con sentimientos dignos de él, diciendo:
R. Acuérdate, Señor, y ten piedad.
- Acuérdate,Señor, del pueblo rescatado por la sangre de tu Hijo: concédele el espíritu de justicia, paz y concordia, haz que termine la división en tu Iglesia y danos el espíritu de caridad. R.
- Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, católica y apostólica, extendida por todo el universo: concédele, según tu misericordia infinita, los dones del Espíritu Santo y poder cantar eternamente tus alabanzas. R.
- Acuérdate, Señor, de nuestro santo Padre el Papa y de todos los obispos que proclaman la Palabra de Dios, de los sacerdotes de nuestra comunidad y de toda la Iglesia, de los diáconos y de todos los ministros, de toda la familia humana y de todo el pueblo que ama a Jesucristo. R.
- Acuérdate, Señor, delos que gobiernan las naciones, frena a los pueblos que buscan la guerra, ayuda y fortalece a los cristianos: para que llevemos una vida honesta y pacífica, glorificando tu nombre. R.
- Acuérdate, Señor, de los que trabajan en la industria, en la agricultura y en los servicios: concédenos un tiempo favorable, lluvias bienhechoras y abundantes cosechas, pues en tiempo oportuno abres tu mano y sacias de favores a todo viviente. R.
- Acuérdate, Señor, de todos los necesitados, los ancianos, los inválidos, los enfermos, los prisioneros, los emigrantes, los desterrados, los que a causa de tu nombre son perseguidos, y de todos los que sufren. R.
- Acuérdate, Señor, en tu gran misericordia, de nosotros, pobres pecadores e indignos servidores tuyos, y ven a socorrernos, para que donde abundó nuestro pecado sobreabunde tu gracia. R.
- Acuérdate, Señor, de aquellos a quienes hoy recordamos: por las riquezas perecederas dales las riquezas inmortales; por todo lo temporal concédeles lo eterno, según la promesa que nos hiciste en Jesucristo, dueño de la vida y de la muerte. R.
Dios de bondad, ven en ayuda de tus fieles, ven en ayuda de los que te imploran; que no se vean privados de auxilio en la tierra los llamados al reino eterno. Por Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las ofrendas
Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos,
Señor, estos dones de expiación y alabanza, para que perdones
misericordiosamente nuestros pecados y dirijas nuestros corazones
vacilantes. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PLEGARIA
EUCARÍSTICA SOBRE LA RECONCILIACIÓN I.
Antífona de la
comunión cf. Lc 15, 10
Habrá gran alegría entre los
ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.
Oración después
de la comunión
Concédenos, Dios misericordioso,
que, al apreciar por esta comunión el perdón de los pecados, en
adelante podamos evitarlos con tu ayuda y servirte con sincero
corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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