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lunes, 28 de noviembre de 2016

La Unción dentro de la Misa. Celebración comunitaria de la Unción.

Ritual de la Unción y de la pastoral de enfermos (6ª ed. española 1996)

LA UNCIÓN DENTRO DE LA MISA

154. Cuando lo permita el estado del enfermo y, sobre todo, cuando éste haya de recibir la sagrada comunión, podrá confe­rirse la santa Unción dentro de la Misa, ya en la iglesia, ya tam­bién en la casa del enfermo o en un lugar adecuado del sanatorio.

155. Siempre que se confiere la santa Unción dentro de la Misa, el sacerdote, con vestiduras blancas, dirá la Misa por los enfermos (n. 248 ss.). Si coincide con alguna dominica de Ad­viento, Cuaresma y Pascua, con una solemnidad, con el miérco­les de Ceniza o con una feria de la Semana Santa, se dirá la Misa del día, manteniéndose, si parece oportuno, la fórmula de la bendición final (nn. 151-153).

Las lecturas se tomarán de las propuestas en el Leccionario de Misas rituales en el Ritual de la Unción (nn. 260 ss.), a no ser que el bien del enfermo y los presentes aconseje seleccionar otras distintas.

Cuando no pueda celebrarse la Misa por los enfermos, una de las lecturas puede tomarse de los textos que se acaba de indicar, siempre que no coincida el día con el Triduo Sacro, con la Natividad del Señor, la Epifanía, la Ascensión, Pentecostés, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo u otras solemnidades de precepto.

156. La santa Unción se confiere después del Evangelio y de la homilia, de la siguiente manera:

a) Después del Evangelio, el sacerdote describirá en su homilia la significación de la enfermedad humana en la historia de la salvación y la gracia del sacramento de la Unción, pero teniendo siempre en cuenta el estado del enfermo y las demás circunstancias de las personas.

b) La celebración de la Unción comienza con la letanía (n. 136); pero si la letanía o la oración universal se recitan des­pués de la Unción, comenzará con la imposición de manos (n. 139). Siguen después la bendición del óleo, si hay que hacerla (n. 21), o la oración de acción de gracias sobre di­cho óleo (n. 142) y la Unción (n. 143).

c) Luego, si la letanía no ha precedido a la Unción, se dice la oración universal y se concluye con la oración de después de la Unción (nn. 144-149).

Continúa después la Misa como de costumbre con la prepa­ración de los dones. El enfermo y los presentes pueden comul­gar bajo las dos especies.

CELEBRACIÓN COMUNITARIA DE LA UNCIÓN

157. El rito que se describe a continuación puede utilizarse en grandes reuniones de fieles, como pueden ser las peregrina­ciones u otras asambleas de una diócesis, de una ciudad, de una parroquia o de una asociación de enfermos.

También puede servir, si se juzga oportuno, en hospitales, sa­natorios y clínicas.

Pero si, ajuicio del Obispo diocesano, son muchos los enfer­mos que van a recibir a la vez la santa Unción, aquél o su dele­gado cuidarán de que se observen todas las normas sobre la disciplina (nn. 8-9), la preparación pastoral y la celebración litúrgica de la santa Unción (nn. 1 7 ,158 y 159).

Al Obispo diocesano o su delegado pertenece designar, en su caso, a los sacerdotes que han de tomar parte en la celebración del sacramento.

158. La celebración comunitaria de la Unción tendrá lugar en la iglesia o en otro lugar apropiado en el que los enfermos y los fieles puedan más fácilmente reunirse.

159. Es necesario que preceda una adecuada preparación pastoral de los enfermos que van a ser ungidos, de los otros enfermos que, acaso, estén presentes, y de los demás fieles que puedan asistir, aunque no estén enfermos.

Cuídese también de favorecer una plena participación de to­dos, principalmente por medio del canto, que facilite la unani­midad de los fieles, suscite la oración común y manifieste la ale­gría pascual que debe envolver todo el rito.

Celebración fuera de la Misa

160. Conviene que los enfermos que deseen confesarse, se acerquen al sacramento de la Penitencia antes de celebrar la Unción.

161. El rito comienza con la recepción de los enfermos, en la cual se manifiesta, por un lado, la solicitud de Cristo por las enfermedades del hombre y, por otro, la función de los enfer­mos en el pueblo de Dios.

162. Luego, si se juzga oportuno, se hace el acto penitencial (n. 131 ss.).

163. Sigue la celebración de la palabra de Dios, que puede constar de una o varias lecturas, intercalándose algún cántico. Las lecturas pueden tomarse del Leccionario para los enfermos (n. 260 ss.), a no ser que el bien de los enfermos o de los presentes aconseje seleccionar otras distintas. Tras la homilía, puede guardarse un breve momento de silencio.

164. La celebración del sacramento se inicia con la letanía (n. 136) o con la imposición de manos (n. 139). Mientras se efectúa la Unción, se pueden entonar cánticos apropiados. La fórmula debe ser oída al menos una vez por los asistentes. Sigue la oración universal, si es que se dice después de la Unción, y se concluye con la oración final (nn. 144-149) o con el Padrenues­tro, que puede ser cantado por todos.

Si hay varios sacerdotes, cada uno impone las manos sobre al­gunos enfermos y los ungen diciendo la fórmula en cada caso y dejando para el celebrante la recitación de las oraciones.

165. Antes de la despedida, se da la bendición (nn. 151­-153). La celebración puede terminarse muy bien con un cántico adecuado.

Celebración dentro de la Misa

166 La recepción de ios enfermos se hace al comienzo de la misa en la monición inicial. En cuanto al orden de la celebra­ción, obsérvese cuanto se dice más arriba en los nn. 163-165.

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