Ritual de la Penitencia (2 de diciembre de 1973)
Capítulo IV. Textos variados que pueden emplearse en la celebración de la reconciliación.
B. Para reconciliar a varios penitentes
VI. INVOCACIONES PENITENCIALES
Ha de elegirse, al menos, una de ellas para pedir la verdadera contrición.
273. Cuando la oración se dirige al Padre:
I
Para que a nosotros, pecadores, que hemos manchado con nuestra culpa la limpieza de la Iglesia, nos
concedas el perdón total de nuestras culpas, y nos devuelvas a la plena comunión con los hermanos:
R. Te rogamos, óyenos.
(o bien: Ten misericordia de nosotros, Señor).
Puede utilizarse alguna otra forma de respuesta que se juzgue oportuna.
- Para que, poniendo nuestra confianza únicamente en tu misericordia, nos admitas al sacramento de la reconciliación. R.
- Para que colaboremos sinceramente a nuestra conversión y a la de los hermanos, con la caridad, el ejemplo y la oración. R.
- Para que, a quienes hoy confesamos nuestros pecados, nos libres de la servidumbre del mal, y nos lleves a la libertad de los hijos de Dios. R.
- Para que, reconciliados contigo y con los hermanos, hagas de nosotros un signo vivo de tu amor en el mundo. R.
- Para que, por el sacramento de la reconciliación, recibamos la abundancia de tu paz, y nos comprometamos a trabajar eficazmente por ella en el mundo. R.
- Para que, con este signo de tu amor, por el que perdonas nuestros pecados, aprendamos a amar a los hermanos y a perdonarles sus ofensas. R.
- Para que nos revistas con el traje de bodas a quienes suplicamos tu misericordia y podamos así participar en tu banquete. R.
- Para que, perdonados nuestros pecados, nos conduzcas por caminos de justicia y amor y nos concedas llegar al premio de la paz eterna. R.
- Para que ilumines con tu luz nuestras tinieblas y nos conduzcas por el camino de la verdad. R.
- Para que, por la gloria de tu nombre, nos veamos misericordiosamente liberados del mal que experimentamos por nuestros pecados. R.
- Para que a los librados piadosamente de las ataduras del pecado, los protejas con tu poder de toda adversidad. R.
- Para que, al vernos débiles, no te irrites por nuestra maldad, sino que por tu inmensa misericordia nos purifiques, nos instruyas y nos salves. R.
- Para que tu misericordia nos libre del hombre viejo y nos haga capaces de una nueva vida. R.
- Para que, quienes hemos abandonado tus caminos, volvamos a la senda de la justicia, el amor y la paz. R.
- Para que, destruida nuestra maldad que daña, venza tu misericordia que redime. R.
- Para que, al destruir nuestras antiguas culpas, nos preparemos para la vida futura. R.
II
Las invocaciones siguientes pueden recitarse con una respuesta variable o invariable, como en la Liturgia de las Horas.
- Perdona benignamente todo lo que hemos hecho contra la unidad de tu familia.
R. Y concédenos llegar a ser un sólo corazón y una sola alma.
- Hemos pecado, Señor, hemos pecado.
R. Borra nuestra culpa con tu gracia salvadora.
- Ayúdanos a pedirte perdón por nuestros pecados.
R. Y a reconciliarnos, a la vez, con tu Iglesia.
- Concédenos entrar en tu amistad, cada vez más profundamente, por una sincera conversión.
R. Y expiar las ofensas hechas a tu sabiduría y bondad.
- Purifica y renueva a tu Iglesia, Señor.
R. Para que cada vez dé más testimonio de ti.
- Mueve a todos los que de ti se apartaron por los pecados y escándalos.
R. Para que vuelvan a ti y permanezcan en tu amor.
- Haz, Señor, que compartamos en nuestro cuerpo los dolores de tu Hijo.
R. Ya que en su cuerpo nos has vivificado.
- Escucha, Señor, la oración de quienes te suplicamos, y perdona los pecados que confesamos ante ti.
R. Para que nos concedas el perdón y la paz.
- Hemos pecado mucho, Señor, pero proclamamos tu misericordia.
R. Vuélvete hacia nosotros y nos convertiremos.
- Recíbenos, ya que llegamos a ti con ánimo contrito y espíritu de humildad.
R. Porque los que confían en ti no quedarán confundidos.
- Pecamos e hicimos el mal, apartándonos de ti.
R. En muchas cosas hemos delinquido y no hemos cumplido tus mandatos.
- Vuélvete, Señor, apiádate de nosotros y olvida nuestras culpas.
R. Arroja en la profundidad del mar todos nuestros pecados.
- Haz, Señor, que, justificados, nos alegremos en ti.
R. Y que nos gloriemos en la rectitud de nuestro corazón.
274. Cuando la oración se dirige a Cristo:
I
- Tú, que por tu muerte nos has reconciliado con el Padre y nos has salvado. (Rm 5, 10)
R. Señor, ten misericordia de nosotros.
(O bien: Cristo, escúchanos, u otra respuesta que se considere más adaptada).
- Tú, que has muerto y resucitado y estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros. (Rm 8, 34) R.
- Tú, a quien Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. (1Co 1, 30) R.
- Tú, que has lavado, consagrado y perdonado a todos los hombres en el Espíritu de nuestro Dios. (1Co 6, 11) R.
- Tú, que nos has dicho que pecamos contra ti, si pecamos contra los hermanos. (1Co 8, 12) R.
- Tú, que, siendo rico, te hiciste pobre por nosotros, para enriquecernos con tu pobreza. (2Co 8, 9) R.
- Tú, que te entregaste por nuestros pecados para arrancarnos de este perverso mundo presente. (Ga 1, 4) R.
- Tú, que, resucitado de entre los muertos, nos has librado del castigo futuro. (1Ts 1, 10) R.
- Tú, que viniste a este mundo para salvar a los pecadores. (1Tm 1, 15) R.
- Tú, que te entregaste en rescate por todos. (1Tm 2, 6) R.
- Tú, que destruiste la muerte e iluminaste la vida. (2Tm 1, 10) R.
- Tú, que has de juzgar a vivos y muertos. (2Tm 4, 1) R.
- Tú, que te entregaste por nosotros, para rescatarnos de toda maldad y para prepararte un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras. (Tt 2, 14) R.
- Tú, sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, que expiaste así los pecados del pueblo. (Hb 2, 17) R.
- Tú, que te has convertido para todos los que te obedecen en autor de salvación eterna. (Hb 5, 9) R.
- Tú, que en virtud del Espíritu eterno, te has ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, purificando nuestra conciencia de las obras muertas. (Hb 9, 15) R.
- Tú, que te has ofrecido para quitar los pecados de todos. (Hb 9, 28) R.
- Tú, que has muerto por los pecados una vez para siempre, el inocente por los culpables. (1P 3, 18) R.
- Tú, que eres víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. (1Jn 2, 2) R.
- Tú, que has muerto, para que no perezca ninguno de los que creen en ti, sino que tengan vida eterna. (1 Jn 3, 16) R.
- Tú, que has venido a este mundo, para buscar y salvar lo que estaba perdido. (Mt 18, 11) R.
- Tú, que has sido enviado por el Padre no para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por ti. (Jn 3, 17) R.
- Tú, que tienes potestad en la tierra para perdonar los pecados. (Mc 2, 10) R.
- Tú, que llamas a los que están cansados y agobiados, y los alivias. (Mt 11, 28) R.
- Tú, que has entregado a tus apóstoles las llaves del reino de los cielos, para que puedan atar y desatar. (Mt 16, 19) R.
- Tú, que has puesto la ley en el amor a Dios y al prójimo. (Mt 22, 38-40) R.
- Jesús, vida de todos, que has venido a este mundo para que los hombres tengan vida y la tengan abundante. (Jn 10, 11) R.
- Jesús, verdad eterna, que nos has hecho libres. (Jn 14, 6; 8, 32. 36) R.
- Jesús, único camino, por el que todos deben caminar hacia el Padre. (Jn 14, 6) R.
- Jesús, resurrección y vida, por quien los creyentes, aunque hayan muerto, vivirán. (Jn 11, 25) R.
- Jesús, vid verdadera, cuyos sarmientos con fruto los poda el Padre, para que den más fruto. (Jn 15, 1-2) R.
II
Las invocaciones siguientes pueden recitarse con una respuesta variable o invariable, como en la Liturgia de las lloras.
- Médico de cuerpos y almas, sana las llagas de nuestro corazón.
R. Para que continuamente recibamos la ayuda de la santidad.
- Despójanos, Señor, del hombre viejo y de todas sus obras.
R. Y revístenos del hombre nuevo.
- Redentor nuestro, haz que por la penitencia nos unamos cada vez más a tu pasión.
R. Para que consigamos también, más plenamente, la gloria de tu resurrección.
- Que tu Madre, refugio de pecadores, interceda por nosotros.
R. Para que benignamente perdones nuestros pecados.
- Tú, que perdonaste los pecados de la mujer penitente.
R. No apartes tu misericordia de nosotros.
- Tú, que pusiste sobre tus hombros a la oveja perdida.
R. Recíbenos y ten piedad de nosotros.
- Tú, que ofreciste el paraíso al ladrón que estaba crucificado junto a ti.
R. Recíbenos contigo en tu Reino.
- Tú que has muerto y resucitado por nosotros.
R. Haznos partícipes de tu muerte y resurrección.
Textos para la pastoral litúrgica de la Misa y otras celebraciones litúrgicas, en España. Se proponen los textos en castellano (y el de la edición "typica" en latín) elegidos por el autor entre las variantes posibles de la Liturgia ordinaria de la Iglesia. En cada entrada de la misa diaria primero se recoge un texto sobre Liturgia, luego el Calendario Litúrgico de España. Después viene la Misa del día. Al final se describen los santos y beatos del día siguiente, según el Martirologio Romano.
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