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jueves, 29 de septiembre de 2016

Ritual breve de la Iniciación de un adulto en peligro próximo o inminente de muerte (RICA).

Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, 6-enero-1972 (ed. CEE 2022)

Capítulo III

RITUAL BREVE DE LA INICIACIÓN DE UN ADULTO EN PELIGRO PRÓXIMO O INMINENTE DE MUERTE

278. Al que se encuentra en peligro próximo de muerte, sea catecúmeno o no, se le puede bautizar con el rito breve que viene a continuación en los nn. 283-294, con tal de que pueda oír las preguntas y responda a ellas.

279. Si ya ha sido recibido como catecúmeno, debe prometer que, una vez recuperada la salud, acabará la catequesis acostumbrada. Si no es catecúmeno, conviene que dé señales claras de la conversión a Cristo y de la renuncia a los cultos paganos, y no esté ligado con obstáculos morales en su vida (por ejemplo, poligamia, etc.); además ha de prometer que después de recobrar la salud, seguirá todo el curso de la iniciación que le corresponda.

280. Este rito se adapta especialmente para que lo dirijan catequistas y seglares.

Sin embargo, también el presbítero y el diácono, en caso de necesidad urgente, lo pueden utilizar; pero, de ordinario, el presbítero y el diácono es mejor que utilicen el rito que hemos llamado sencillo (nn. 240-273), introduciendo los cambios necesarios al lugar y al tiempo.

Así el presbítero que bautiza, y tenga a mano el sagrado crisma, si hay tiempo suficiente, no omita, después del bautismo, conferir también la confirmación, omitiendo en este caso la crismación después del bautismo (n. 263).

Igualmente, si es posible, lo mismo el presbítero que el diácono y, en su caso, el catequista o seglar que tenga facultad de distribuir la sagrada comunión, no dejen de administrar la eucaristía al neófito. En este caso, se puede llevar el sacramento antes de la celebración del rito, y durante la ceremonia se coloca respetuosamente el sacramento sobre una mesa cubierta con un mantel blanco.

281. En el mismo momento de la muerte, o siendo ésta inminente, cuando el tiempo urge, el ministro, omitiendo todo lo demás, derrama el agua natural, aunque no esté bendecida, sobre la cabeza del enfermo, diciendo la fórmula acostumbrada (cf. Prænotanda de la iniciación cristiana, n. 23).

282. Para aquéllos que estén, sea en peligro próximo, sea en el momento de la muerte, procúrese que, si recobran la salud, sean instruidos con la debida catequesis, y que recibidos en la iglesia en el tiempo oportuno, se les den los otros sacramentos de la iniciación. En este caso, guárdense con las debidas acomodaciones los principios que se establecen en los nn. 295-305.

Rito inicial

283. El catequista o el seglar, después de saludar cortés y brevemente a la familia, enseguida hablará con el enfermo acerca de su petición y si no es catecúmeno, de los motivos de su conversión; después, una vez que haya decidido sobre la conveniencia de bautizarle, le catequizará brevemente según la necesidad.

284. Después junto al enfermo invita a su familia, al padrino (madrina), a algunos amigos y allegados, entre los cuales se elige uno o dos como testigos. Y se prepara agua, aunque no esté bendecida.

Diálogo

285. Después, volviendo al enfermo, el ministro le interroga de nuevo con éstas o parecidas palabras:

Querido amigo, has pedido el bautismo, porque quieres alcanzar la vida eterna, como los cristianos. Pues bien, la vida eterna consiste en que conozcas al Dios verdadero y a su enviado Jesucristo. Ésta
es la fe de los cristianos: ¿sabes esto?


El enfermo:
Sí, lo sé.

El ministro:
Pero juntamente con la fe en Jesucristo, también te será necesario que quieras cumplir sus mandamientos, como hacen los cristianos: ¿también sabes esto?

El enfermo:
Sí, también lo sé.

El ministro:
¿Quieres, pues, vivir como los cristianos?

El enfermo:
Sí, quiero.

El ministro:
Promete, pues, que después de que recobres las fuerzas, emplearás el tiempo necesario para conocer mejor a Cristo, y que seguirás el curso de la instrucción cristiana.

El enfermo:
Lo prometo.

286. Entonces, vuelto al padrino y a los testigos, el ministro les interroga con éstas o parecidas palabras:

Tú, que has oído su promesa (o bien: la promesa de N.) como padrino, ¿prometes que se la recordarás y le ayudarás para que aprenda la doctrina de Cristo, para que frecuente la comunidad y se haga buen cristiano?

El padrino:
Lo prometo.

El ministro:
Y vosotros, que estáis como testigos ¿os hacéis fiadores de su promesa?

Testigos:
Sí, nos hacemos fiadores.

287. Vuelto de nuevo al enfermo, el ministro le dice:

Así pues, según el mandato de Jesús, el Señor serás bautizado para la vida eterna.

Según la oportunidad y la urgencia, lee algunas palabras del Evangelio, que explica, si es posible, v. gr.:

Mt 22, 35-40: Este mandamiento es el principal y primero.
Mt 28, 18-20: Haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Mc 1, 9-11: Fue bautizado por Juan en el Jordán.
Jn 3, 1-6: El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.
Jn 6, 44-47: El que cree tiene vida eterna.

Súplicas

288. A continuación invita a los presentes a que recen con él las súplicas siguientes:

En favor de este enfermo, que pide la gracia del bautismo, por su padrino, y por toda su familia y amigos, invoquemos la misericordia de Dios omnipotente.

El ministro (o uno de los presentes) pronuncia una o dos de las invocaciones siguientes:

- Que te dignes aumentar su fe en Cristo, tu Hijo y Salvador nuestro.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes escuchar su deseo de poseer la vida eterna y de entrar en el reino de los cielos.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes cumplir su esperanza de conocerte a ti, creador del mundo y Padre de los hombres.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que por el bautismo te dignes perdonarle los pecados y santificarle.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes darle la salvación que Cristo mereció por su pasión y resurrección.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes concederle la adopción de tus hijos en el amor.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes restituirle la salud y darle tiempo de conocer e imitar más profundamente a Cristo.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes conservarnos siempre a todos los discípulos de Cristo, bautizados como miembros de un solo cuerpo, en la misma fe y en la misma caridad.
R. Te rogamos, óyenos.

Se pueden acomodar estas invocaciones según las circunstancias.

289. El ministro concluye las súplicas con la oración siguiente:

Escucha, Señor, nuestra oración,
y mirando la fe y el deseo de tu amado N.,
concédele que, configurado
según la pasión y resurrección de Cristo,
por medio de esta agua,
que elegiste para el nacimiento sobrenatural de los hombres,
consiga el perdón de todos sus pecados,
llegue a ser hijo de tu adopción
y sea agregado a tu pueblo santo.
[Concédele también que, recobrada la salud,
te dé gracias formando parte de tu Iglesia,
y, siguiendo fielmente los mandamientos de Cristo,
se haga perfecto discípulo suyo.]
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Renuncia y profesión de fe

290. A continuación el ministro, mirando al enfermo, le pide la renuncia a Satanás y la profesión de fe:

¿Renuncias a Satanás, y a todas sus obras y seducciones?

El enfermo:
Sí, renuncio.

Según las circunstancias el ministro puede utilizar la fórmula más extensa (cf. n. 217) y la acomodación de que trata el n. 80

Y continúa:

¿Crees en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?

El enfermo;
Sí, creo.

El ministro:
¿Crees en Jesucristo, 
su único Hijo, nuestro Señor,
que nació de santa María Virgen, 
murió, fue sepultado, 
resucitó de entre los muertos 
y está sentado a la derecha del Padre?

El enfermo:
Sí, creo.

El ministro:
¿Crees en el Espíritu Santo, 
en la santa Iglesia católica, 
en la comunión de los santos, 
en el perdón de los pecados, 
en la resurrección de la carne 
y en la vida eterna?

Enfermo:
Sí, creo.

Rito del Bautismo

291. Seguidamente el ministro, pronunciando el nombre que el enfermo desea recibir, le bautiza diciendo:

N., YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE,
Derrama el agua por primera vez

Y DEL HIJO,
Derrama el agua por segunda vez

Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Derrama el agua por tercera vez.

Si el ministro del bautismo es diácono, después de derramar el agua, puede administrar la unción del crisma que sigue al bautismo, del modo y con la fórmula acostumbrados (n. 263).
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292. si no se le puede dar la confirmación ni la sagrada comunión, el ministro dirá a continuación del bautismo:

N., liberado de tus pecados y regenerado por Dios Padre, te has hecho hijo suyo en Cristo. Después, si Dios lo permite, recibirás la plenitud del Espíritu Santo por la confirmación, y, acercándote al altar de Dios, participarás de la mesa de su sacrificio. Ahora, pues, con el espíritu de los hijos de adopción, que acabas de recibir, ora juntamente con nosotros, como el Señor nos enseñó.

Y el neófito y todos los presentes juntamente con el ministro dicen la oración dominical (cf. n. 294).
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Rito de la Confirmación

293. Si el que ha administrado el bautismo es un presbítero, él puede conferir la confirmación (cf. n. 280), empezando por una exhortación, concebida en los términos siguientes, o en otros parecidos:

N., regenerado ya en Cristo y transformado en miembro suyo y de su pueblo sacerdotal, ahora sólo te falta recibir al Espíritu Santo, que ha sido derramado sobre nosotros, el mismo Espíritu que envió el Señor sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y que ellos y sus sucesores confieren a los bautizados.

Después, si es oportuno, invita a los presentes para que oren en silencio algunos momentos. Acabada la oración, el presbítero, imponiendo las manos sobre el que va a confirmarse, dice:

Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo,
a este siervo tuyo
y le libraste del pecado,
escucha nuestra oración
y envía sobre él el Espíritu Santo Paráclito;
llénalo de espíritu de sabiduría y de inteligencia,
de espíritu de consejo y de fortaleza,
de espíritu de ciencia y de piedad,
y cólmalo del espíritu de tu santo temor.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Entonces el presbítero, con la punta del pulgar derecho empapada con el crisma, hace la señal de la cruz en la frente del que va a confirmarse, diciendo:

N., RECIBE POR ESTA SEÑAL EL DON DEL ESPÍRITU SANTO.

El confirmado:
Amén.

El presbítero añade:
La paz sea contigo.

El confirmado:
Y con tu Espíritu.

En caso de necesidad urgente, basta que se haga la crismación con las palabras Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo, anteponiendo antes, si es posible, la imposición de manos con la oración Dios todopoderoso.

Después de la confirmación se puede dar al neófito la sagrada comunión, con el rito descrito en el n. 294. En otro caso, la ceremonia concluye con el rezo de la oración dominical.

Sagrada Comunión

294. Si la sagrada comunión se administra inmediatamente después de la confirmación, o después del bautismo, cuando la confirmación no se puede conferir, el ministro puede decir la monición siguiente, omitiendo las palabras que van entre paréntesis cuando se ha dado la confirmación.

N., liberado de tus pecados y regenerado por Dios Padre, te has hecho hijo suyo en Cristo. [Después, si Dios lo permite, recibirás la plenitud del Espíritu Santo por la confirmación.] Ahora, pues, antes de que recibas el Cuerpo de Cristo, con el espíritu de los hijos de adopción que acabas de recibir, ora juntamente con nosotros, como el Señor nos enseñó.

Y el neófito y todos los presentes juntamente con el ministro dicen:

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.


El ministro toma la sagrada hostia, y teniéndola algo levantada y vuelto al neófito, dice:

Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.


El neófito y los presentes dicen una sola vez:

Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.

El ministro da la comunión al neófito, diciendo:
El Cuerpo de Cristo.

El neófito:
Amén.

Y comulga. Los presentes que quieran comulgar, pueden recibir el sacramento.

Acabada la comunión, el ministro concluye la ceremonia con la oración siguiente:

Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
te suplicamos con fe viva
que el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que nuestro (nuestra) hermano (hermana) acaba de recibir,
le conceda la salud corporal
y la salvación eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

El enfermo que, en próximo peligro de muerte, recibe todos o alguno de los sacramentos de la iniciación, si recuperara las fuerzas, debería seguir la catequesis acostumbrada y completar los sacramentos y los ritos que le falten (cf. nn. 279, 295-305).

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