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jueves, 25 de noviembre de 2021

Jueves 30 diciembre 2021, Día VI dentro de la Octava de la Natividad del Señor.

SOBRE LITURGIA

VIAJE APOSTÓLICO A MADRID CON OCASIÓN DE LA XXVI JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD. 18-21 DE AGOSTO DE 2011
SANTA MISA CON LOS SEMINARISTAS
HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid. Sábado 20 de agosto de 2011

Señor Cardenal Arzobispo de Madrid,
Venerados hermanos en el Episcopado,
Queridos sacerdotes y religiosos,
Queridos rectores y formadores,
Queridos seminaristas,
Amigos todos

Me alegra profundamente celebrar la Santa Misa con todos vosotros, que aspiráis a ser sacerdotes de Cristo para el servicio de la Iglesia y de los hombres, y agradezco las amables palabras de saludo con que me habéis acogido. Esta Santa Iglesia Catedral de Santa María La Real de la Almudena es hoy como un inmenso cenáculo donde el Señor celebra con deseo ardiente su Pascua con quienes un día anheláis presidir en su nombre los misterios de la salvación. Al veros, compruebo de nuevo cómo Cristo sigue llamando a jóvenes discípulos para hacerlos apóstoles suyos, permaneciendo así viva la misión de la Iglesia y la oferta del evangelio al mundo. Como seminaristas, estáis en camino hacia una meta santa: ser prolongadores de la misión que Cristo recibió del Padre. Llamados por Él, habéis seguido su voz y atraídos por su mirada amorosa avanzáis hacia el ministerio sagrado. Poned vuestros ojos en Él, que por su encarnación es el revelador supremo de Dios al mundo y por su resurrección es el cumplidor fiel de su promesa. Dadle gracias por esta muestra de predilección que tiene con cada uno de vosotros.

La primera lectura que hemos escuchado nos muestra a Cristo como el nuevo y definitivo sacerdote, que hizo de su existencia una ofrenda total. La antífona del salmo se le puede aplicar perfectamente, cuando, al entrar en el mundo, dirigiéndose a su Padre, dijo: “Aquí estoy para hacer tu voluntad” (cf. Sal 39, 8-9). En todo buscaba agradarle: al hablar y al actuar, recorriendo los caminos o acogiendo a los pecadores. Su vivir fue un servicio y su desvivirse una intercesión perenne, poniéndose en nombre de todos ante el Padre como Primogénito de muchos hermanos. El autor de la carta a los Hebreos afirma que con esa entrega perfeccionó para siempre a los que estábamos llamados a compartir su filiación (cf. Heb 10,14).

La Eucaristía, de cuya institución nos habla el evangelio proclamado (cf. Lc 22,14-20), es la expresión real de esa entrega incondicional de Jesús por todos, también por los que le traicionaban. Entrega de su cuerpo y sangre para la vida de los hombres y para el perdón de sus pecados. La sangre, signo de la vida, nos fue dada por Dios como alianza, a fin de que podamos poner la fuerza de su vida, allí donde reina la muerte a causa de nuestro pecado, y así destruirlo. El cuerpo desgarrado y la sangre vertida de Cristo, es decir su libertad entregada, se han convertido por los signos eucarísticos en la nueva fuente de la libertad redimida de los hombres. En Él tenemos la promesa de una redención definitiva y la esperanza cierta de los bienes futuros. Por Cristo sabemos que no somos caminantes hacia el abismo, hacia el silencio de la nada o de la muerte, sino viajeros hacia una tierra de promisión, hacia Él que es nuestra meta y también nuestro principio.

Queridos amigos, os preparáis para ser apóstoles con Cristo y como Cristo, para ser compañeros de viaje y servidores de los hombres. ¿Cómo vivir estos años de preparación? Ante todo, deben ser años de silencio interior, de permanente oración, de constante estudio y de inserción paulatina en las acciones y estructuras pastorales de la Iglesia. Iglesia que es comunidad e institución, familia y misión, creación de Cristo por su Santo Espíritu y a la vez resultado de quienes la conformamos con nuestra santidad y con nuestros pecados. Así lo ha querido Dios, que no tiene reparo en hacer de pobres y pecadores sus amigos e instrumentos para la redención del género humano. La santidad de la Iglesia es ante todo la santidad objetiva de la misma persona de Cristo, de su evangelio y de sus sacramentos, la santidad de aquella fuerza de lo alto que la anima e impulsa. Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar.

Meditad bien este misterio de la Iglesia, viviendo los años de vuestra formación con profunda alegría, en actitud de docilidad, de lucidez y de radical fidelidad evangélica, así como en amorosa relación con el tiempo y las personas en medio de las que vivís. Nadie elige el contexto ni a los destinatarios de su misión. Cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo. Por eso, en cualquier circunstancia en la que se halle, y por dura que esta sea, el sacerdote ha de fructificar en toda clase de obras buenas, guardando para ello siempre vivas en su interior las palabras del día de su Ordenación, aquellas con las que se le exhortaba a configurar su vida con el misterio de la cruz del Señor.

Configurarse con Cristo comporta, queridos seminaristas, identificarse cada vez más con Aquel que se ha hecho por nosotros siervo, sacerdote y víctima. Configurarse con Él es, en realidad, la tarea en la que el sacerdote ha de gastar toda su vida. Ya sabemos que nos sobrepasa y no lograremos cumplirla plenamente, pero, como dice san Pablo, corremos hacia la meta esperando alcanzarla (cf. Flp 3,12-14).

Pero Cristo, Sumo Sacerdote, es también el Buen Pastor, que cuida de sus ovejas hasta dar la vida por ellas (cf. Jn 10,11). Para imitar también en esto al Señor, vuestro corazón ha de ir madurando en el Seminario, estando totalmente a disposición del Maestro. Esta disponibilidad, que es don del Espíritu Santo, es la que inspira la decisión de vivir el celibato por el Reino de los cielos, el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la obediencia sincera y sin disimulo.

Pedidle, pues, a Él, que os conceda imitarlo en su caridad hasta el extremo para con todos, sin rehuir a los alejados y pecadores, de forma que, con vuestra ayuda, se conviertan y vuelvan al buen camino. Pedidle que os enseñe a estar muy cerca de los enfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad. Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad, antes bien como una bella forma de realizar la vida humana en gratuidad y en servicio, siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altísima dignidad de la persona humana y, por consiguiente, sus defensores incondicionales. Apoyados en su amor, no os dejéis intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia. Puede que os menosprecien, como se suele hacer con quienes evocan metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran. Será entonces cuando una vida hondamente enraizada en Cristo se muestre realmente como una novedad y atraiga con fuerza a quienes de veras buscan a Dios, la verdad y la justicia.

Alentados por vuestros formadores, abrid vuestra alma a la luz del Señor para ver si este camino, que requiere valentía y autenticidad, es el vuestro, avanzando hacia el sacerdocio solamente si estáis firmemente persuadidos de que Dios os llama a ser sus ministros y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo las disposiciones de la Iglesia.

Con esa confianza, aprended de Aquel que se definió a sí mismo como manso y humilde de corazón, despojándoos para ello de todo deseo mundano, de manera que no os busquéis a vosotros mismos, sino que con vuestro comportamiento edifiquéis a vuestros hermanos, como hizo el santo patrono del clero secular español, san Juan de Ávila. Animados por su ejemplo, mirad, sobre todo, a la Virgen María, Madre de los sacerdotes. Ella sabrá forjar vuestra alma según el modelo de Cristo, su divino Hijo, y os enseñará siempre a custodiar los bienes que Él adquirió en el Calvario para la salvación del mundo. Amén.

CALENDARIO

30 JUEVES. DÍA VI DENTRO DE LA OCTAVA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

Misa
 del día VI dentro de la Octava (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Pf. Nav., embolismos props. de la Octava en las PP. EE. No se puede decir la PE IV.
LECC.: vol. II.
- 1 Jn 2, 12-17. 
El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
- Sal 95. R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
- Lc 2, 36-40. Hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial y en el primer aniversario.

Liturgia de las Horas: oficio del día 30. Te Deum. Vísp. como II Vísp. del día 25 y props. Comp. Dom. I o II.

Martirologio: elogs. del 31 de diciembre, pág. 741.
CALENDARIOS: Bilbao: Dedicación de la iglesia-catedral (F).
Santiago de Compostela: Traslación del apóstol Santiago (F).

TEXTOS MISA

30 de diciembre
Día VI dentro de la Octava de la Natividad del Señor

Antífona de entrada Cf. Sab 18, 14-15
Cuando un silencio apacible lo envolvía todo y la noche llegaba a la mitad de su carrera, tu Palabra omnipotente, Señor, se lanzó desde el cielo, desde el trono real.
Dum médium siléntium tenérent ómnia, et nox in suo cursu médium iter habéret, omnípotens sermo tuus, Dómine, de caelis a regálibus sédibus venit.

Monición al Gloria
Se dice Gloria. Puede introducirse con la siguiente monición: Recitamos (cantamos) el himno de alabanza que prolonga el cántico de los ángeles en la noche de la Navidad del Señor.

Oración colecta
Concédenos, Dios todopoderoso, que el renovado nacimiento de tu Unigénito encarnado libere a quienes nos domina la antigua servidumbre del pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.
Concéde, quaesumus, omnípotens Deus, ut nos Unigéniti tui nova per carnem natívitas líberet, quos sub peccáti iugo vetústa sérvitus tenet. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Día VI de la Octava de Navidad (Lec. II).

PRIMERA LECTURA 1 Jn 2, 12-17
El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

Os escribo, hijos míos, porque se os han perdonado vuestros pecados por su nombre.
Os escribo, padres, porque conocéis al que es desde el principio.
Os escribo, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno.
Os he escrito, hijos, porque conocéis al Padre.
Os he escrito, padres, porque ya conocéis al que existía desde el principio.
Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno.
No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo -la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero-, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y su concupiscencia.
Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10 (R.: 11a)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Læténtur cæli et exsúltet terra.

V. Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Læténtur cæli et exsúltet terra.

V. Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Læténtur cæli et exsúltet terra.

V. Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Læténtur cæli et exsúltet terra.

Aleluya
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Un día sagrado nos ha iluminado; venid, naciones, y adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra. R.
Dies sanctificátus illúxit nobis: venite, gentes et adoráte. Dóminum: quia hódie descéndit lux magna super terram.

EVANGELIO Lc 2, 36-40
Hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén
 Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Ambrosio, In Lucae Evangelium expositio, in loc.
Nuestro Señor Jesucristo en cuanto niño, es decir, revestido de la fragilidad de la naturaleza humana, debía crecer y fortalecerse; pero en cuanto Verbo eterno de Dios no necesitaba fortalecerse ni crecer. De donde muy bien se le describe lleno de sabiduría y de gracia.

Oración de los fieles
Hermanos: en este tiempo en que se ha manifestado la bondad de Dios, nuestro Salvador, hecho hombre, elevemos nuestras súplicas, confiando no en las obras de nuestra justicia, sino en la infinita misericordia de Dios, que es nuestro Padre.
- Por la santa Iglesia de Dios, para que espere con fe y reciba con gozo a Jesucristo, a quien la Virgen Inmaculada concibió y dio a luz inefablemente. Roguemos al Señor.
- Por la paz y progreso de todo el mundo, para que el don temporal se convierta en premio eterno. Roguemos al Señor.
- Por los que sufren hambre, enfermedad o soledad, para que sean ayudados en su cuerpo y en su alma por el misterio del nacimiento de Cristo. Roguemos al Señor.
- Por las familias de nuestra comunidad, para que aprendan a recibir a Cristo, acogiéndolo en los pobres. Roguemos al Señor.
Señor, Dios nuestro, que te encomiende nuestras súplicas la Virgen María, que mereció llevar en su seno a Jesucristo, Dios hecho hombre. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, con bondad las ofrendas de tu pueblo, para que cuanto creemos por la fe lo alcancemos por el sacramento celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Múnera, quaesumus, Dómine, tuae plebis propitiátus assúme, ut, quae fídei pietáte profiténtur, sacraméntis caeléstibus apprehéndant. Per Christum.

PREFACIO II NAVIDAD
LA RESTAURACIÓN DEL UNIVERSO EN LA ENCARNACIÓN
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Porque en el misterio santo que hoy celebramos, el que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar la nuestra; el Eterno, engendrado antes del tiempo, comparte nuestra vida temporal para reconstruir todo el universo al asumir en sí todo lo caído, para llamar de nuevo al reino de los cielos al hombre descarriado.
Por eso, te alabamos con todos los ángeles, aclamándote llenos de alegría:
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
Qui, in huius venerándi festivitáte mystérii, invisíbilis in suis, visíbilis in nostris appáruit, et ante témpora génitus esse copit in témpore; ut, in se érigens cuncta deiécta, in íntegrum restitúeret univérsa, et hóminem pérditum ad caeléstia regna revocáret.
Unde et nos, cum ómnibus Angelis te laudámus, iucúnda celebratióne clamántes:
Santo, Santo, Santo…

Se dice el recuerdo propio en la intercesión Atiende los deseos. Se dice: en tu presencia en el día santo.

Antífona de la comunión Jn 1, 16
De su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia.
De plenitúdine eius nos omnes accépimus, et grátiam pro grátia.

Oración después de la comunión
Oh, Dios, que llegas hasta nosotros al participar en tu sacramento, realiza en nuestros corazones el efecto de su poder, para que, al recibirlo, nos haga dignos del don que nos haces. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Deus, qui nos sacraménti tui participatióne contíngis, virtútis eius efféctus in nostris córdibus operáre, ut suscipiéndo múneri tuo per ipsum munus aptémur. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 31 de diciembre
S
an Silvestre I, papa
, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, periodo en el cual el emperador Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y en el Concilio de Nicea aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila. (335)
2. También en Roma, en el cementerio de los Jordanos, en la vía Salaria Nueva, santas Donata, Paulina, Rogata, Dominanda, Serótina, Saturnina e Hilaria, mártires. (s. inc.)
3. En Sens, de la Galia Lugdunense, hoy Francia, santa Columba, virgen y mártir. (s. IV)
4. En Constantinopla, actual Estambul, en Turquía, san Zótico, presbítero, que se preocupó de alimentar a los huérfanos. (s. IV)
5. En Jerusalén, santa Melania la Joven, que con su marido san Piniano, dejó Roma, dirigiéndose ambos a la Ciudad Santa, en la cual llevaron una vida religiosa, ella entre las mujeres consagradas a Dios y él entre los monjes, y donde ambos murieron santamente (439).
6. En Ravena, en la región de Flaminia, actual Emilia-Romaña, en Italia, san Barbaciano, presbítero. (s. V)
7*. En Lausanne, en el territorio de Helvecia, hoy Suiza, san Mario, obispo, que trasladó allí la sede de Aventicum, edificó muchas iglesias y fue defensor de los pobres. (594)
8. En el territorio de La Louvesc, en los montes cercanos a Puy-en-Vélay, en Francia, san Juan Francisco Regis, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús, el cual, peregrinando por los montes y aldeas, procuró sin descanso la renovación de la fe católica en las almas de los habitantes, mediante la predicación y la celebración del sacramento de la penitencia. (1640)
9*. En la fortaleza de Mercués, cerca de Cahors, en la Galia meridional, actual Francia, tránsito del beato Alano de Solminihac, obispo de Cahors, que con las visitas pastorales laboró por enderezar las costumbres del pueblo, trabajando con apostólica insistencia en renovar la Iglesia que tenía encomendada. (1659)
10. En París, también en Francia, santa Catalina Labouré, virgen de las Hijas de la Caridad, que de manera singular honró a la Inmaculada y brilló por su sencillez, caridad y paciencia. (1876)
- Beata Josefina Nicoli (Cagliari, Italia 1863-1924). Religiosa de las Hijas de la Caridad.

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