Entrada destacada

Domingo 4 diciembre 2022, II Domingo de Adviento, ciclo A.

lunes, 29 de noviembre de 2021

Lunes 3 enero 2022, Lunes, Feria del Tiempo de Navidad, antes de Epifanía, o Santísimo Nombre de Jesús, memoria libre.

SOBRE LITURGIA

REZO DE VÍSPERAS PARA LA INAUGURACIÓN DEL AÑO ACADÉMICO DE LAS UNIVERSIDADES PONTIFICIAS
HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Basílica Vaticana, Altar de la Cátedra. Viernes 4 de noviembre de 2011

Venerados hermanos,
queridos hermanos y hermanas:

Me alegra celebrar estas Vísperas con vosotros, que formáis la gran comunidad de las universidades pontificias romanas. Saludo al cardenal Zenon Grocholewski, agradeciéndole las amables palabras que me ha dirigido y sobre todo el servicio que presta como prefecto de la Congregación para la educación católica, ayudado por el secretario y los demás colaboradores. A ellos, y a todos los rectores, a los profesores y a los estudiantes dirijo mi más cordial saludo.

Hace setenta años el venerable Pío XII, con el motu proprio «Cum nobis» (cf. AAS 33 [1941] 479-481) instituyó la Obra pontificia para las vocaciones sacerdotales, con la finalidad de promover las vocaciones presbiterales, difundir el conocimiento de la dignidad y de la necesidad del ministerio ordenado y estimular la oración de los fieles para obtener del Señor numerosos y dignos sacerdotes. Con ocasión de dicho aniversario, esta tarde quiero proponeros algunas reflexiones precisamente sobre el ministerio sacerdotal. El motu proprio «Cum nobis» representó el inicio de un vasto movimiento de iniciativas de oración y de actividades pastorales. Fue una respuesta clara y generosa al llamamiento del Señor: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies» (Mt 9, 37-38). Después de la puesta en marcha de la Obra pontificia, se desarrollaron otras por doquier. Entre ellas quiero recordar el «Serra International», fundado por algunos empresarios de Estados Unidos, que toma su título del padre Junípero Serra, fraile franciscano español, con el fin de estimular y sostener las vocaciones al sacerdocio y asistir económicamente a los seminaristas. A los miembros del Serra, que recuerdan el 60° aniversario del reconocimiento de la Santa Sede, dirijo un cordial saludo. La Obra pontificia para las vocaciones sacerdotales fue instituida en la memoria litúrgica de san Carlos Borromeo, venerado protector de los seminarios. A él le pedimos también en esta celebración que interceda por el despertar, la buena formación y el crecimiento de las vocaciones al presbiterado.

También la Palabra de Dios que hemos escuchado en el pasaje de la Primera Carta de san Pedro invita a meditar en la misión de los pastores en la comunidad cristiana. Ya desde los albores de la Iglesia fue evidente el relieve otorgado a los guías de las primeras comunidades, establecidos por los Apóstoles para el anuncio de la Palabra de Dios a través de la predicación y para celebrar el sacrificio de Cristo, la Eucaristía. San Pedro dirige un apasionado llamamiento: «A los presbíteros entre vosotros, yo presbítero con ellos, testigo de la pasión de Cristo y partícipe de la gloria que se va a revelar, os exhorto» (1 P 5, 1). San Pedro hace este llamamiento en virtud de su relación personal con Cristo, que culminó en los dramáticos sucesos de la pasión y en la experiencia del encuentro con él, resucitado de entre los muertos. San Pedro, además, insiste en la solidaridad recíproca de los pastores en el ministerio, subrayando el hecho de que tanto él como ellos pertenecen al único orden apostólico. En efecto, dice que es «presbítero con ellos». El término griego es sumpresbyteros. Apacentar el rebaño de Cristo es su vocación y tarea común y los une de un modo particular entre sí, por estar unidos a Cristo con un vínculo especial. De hecho, el Señor Jesús en varias ocasiones se comparó a sí mismo con un pastor solícito, atento a cada una de sus ovejas. Dijo de sí mismo: «Yo soy el Buen Pastor» (Jn 10, 11). Y santo Tomás de Aquino comenta: «Aunque todos los jefes de la Iglesia sean pastores, sin embargo dice que él lo es de un modo singular: “Yo soy el buen pastor”, con el fin de introducir con dulzura la virtud de la caridad. De hecho, sólo se puede ser buen pastor siendo uno con Cristo y sus miembros mediante la caridad. La caridad es el primer deber del buen pastor». Así dice santo Tomás de Aquino en su Comentario al Evangelio de san Juan (Exposición sobre Juan, cap. 10, lect. 3).

Es grande la visión que el apóstol san Pedro tiene de la llamada al ministerio de guía de la comunidad, concebida en continuidad con la singular elección que recibieron los Doce. La vocación apostólica vive gracias a la relación personal con Cristo, alimentada con la oración asidua y animada por el celo de comunicar el mensaje recibido y la misma experiencia de fe de los Apóstoles. Jesús llamó a los Doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar su mensaje (cf. Mc 3, 14). Para que haya una creciente consonancia con Cristo en la vida del sacerdote, se requieren algunas condiciones. Quiero subrayar tres, que emergen de la lectura que hemos escuchado: la aspiración a colaborar con Jesús en la difusión del reino de Dios, la gratuidad del compromiso pastoral y la actitud de servicio.

En la llamada al ministerio sacerdotal está ante todo el encuentro con Jesús y el ser atraídos, conquistados por sus palabras, por sus gestos, por su misma persona. Es haber distinguido su voz entre las numerosas voces, respondiendo como san Pedro: «Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios» (Jn 6, 68-69). Es como haber sido alcanzados por la irradiación de bien y de amor que emana de él, sentirse implicados y partícipes con él hasta el punto de desear permanecer con él como los dos discípulos de Emaús —«quédate con nosotros porque atardece» (Lc 24, 29)— y de llevar al mundo el anuncio del Evangelio. Dios Padre envió al Hijo eterno al mundo para realizar su plan de salvación. Jesucristo constituyó a la Iglesia para que se extendieran en el tiempo los efectos benéficos de la redención. La vocación de los sacerdotes tiene su raíz en esta acción del Padre, realizada en Cristo, a través del Espíritu Santo. Así, el ministro del Evangelio es aquel que se deja conquistar por Cristo, que sabe «permanecer» con él, que entra en sintonía, en íntima amistad con él, para que todo se cumpla «como Dios quiere» (1 P 5, 2), según su voluntad de amor, con gran libertad interior y con profunda alegría del corazón.

En segundo lugar, estamos llamados a ser administradores de los Misterios de Dios «no por sórdida ganancia, sino con entrega generosa» (ib.), dice san Pedro en la lectura de estas Vísperas. Nunca hay que olvidar que se entra en el sacerdocio a través del Sacramento, de la ordenación, y esto significa precisamente abrirse a la acción de Dios eligiendo cada día entregarse por él y por los hermanos, según el dicho evangélico: «Gratis habéis recibido, dad gratis» (Mt 10, 8). La llamada del Señor al ministerio no es fruto de méritos particulares; es un don que es preciso acoger y al que se debe corresponder dedicándose no a un proyecto propio, sino al de Dios, de modo generoso y desinteresado, para que él disponga de nosotros según su voluntad, aunque esta pudiera no corresponder a nuestros deseos de autorrealización. Amar junto a Aquel que nos amó primero y se entregó totalmente a sí mismo. Es estar dispuestos a dejarse implicar en su acto de amor pleno y total al Padre y a todos hombres consumado en el Calvario. No debemos olvidar nunca —como sacerdotes— que la única elevación legítima hacia el ministerio de pastor no es la del éxito, sino la de la cruz.

En esta lógica, ser sacerdotes quiere decir ser servidores también con una vida ejemplar: «Sed modelos del rebaño» es la invitación del apóstol san Pedro (1 Pt 5, 3). Los presbíteros son dispensadores de los medios de salvación, de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía y de la Penitencia; no disponen de ellos a su arbitrio, sino que son sus humildes servidores para el bien del pueblo de Dios. Así pues, es una vida marcada profundamente por este servicio: por el atento cuidado del rebaño, por la celebración fiel de la liturgia y por la generosa solicitud hacia todos los hermanos, especialmente hacia los más pobres y necesitados. Al vivir esta «caridad pastoral» siguiendo el ejemplo de Cristo y con Cristo, en cualquier lugar donde el Señor lo llama, todo sacerdote podrá realizarse plenamente y realizar su vocación.

Queridos hermanos y hermanas, os he propuesto algunas reflexiones sobre el ministerio sacerdotal. Pero también las personas consagradas y los laicos —pienso de modo particular en las numerosas religiosas y laicas que estudian en las universidades eclesiásticas de Roma, así como en los que prestan su servicio como profesores o como personal en dichos ateneos—, podrán encontrar elementos útiles para vivir más intensamente el tiempo que pasan en la ciudad eterna. De hecho, para todos es importante aprender cada vez más a «permanecer» con el Señor, cada día, en el encuentro personal con él para dejarse fascinar y conquistar por su amor y ser anunciadores de su Evangelio; es importante tratar de seguir en la vida, con generosidad, no un proyecto propio, sino el que Dios tiene para cada uno, conformando la propia voluntad a la del Señor; es importante prepararse, también a través de un estudio serio y comprometido, a servir al pueblo de Dios en las tareas que se les confíen.

Queridos amigos, vivid bien, en íntima comunión con el Señor, este tiempo de formación: es un don precioso que Dios os brinda, especialmente aquí en Roma, donde se respira de modo muy singular la catolicidad de la Iglesia. Que san Carlos Borromeo obtenga la gracia de la fidelidad a todos los que frecuentan las facultades eclesiásticas romanas. Que el Señor conceda a todos, por intercesión de la Virgen María, Sedes Sapientiae, un provechoso año académico. Amén.

CALENDARIO

3 LUNES, FERIA DEL TIEMPO DE NAVIDAD o SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS, memoria libre

Misa de feria o de la memoria (blanco).
MISAL: para la feria ants. y oracs. props. / para la memoria ants. y oracs. props.; Pf. Nav.
LECC.: vol. II.
- 1 Jn 2, 29 — 3, 6. Todo el que permanece en él no peca.
- Sal 97. R. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
- Jn 1, 29-34. Este es el Cordero de Dios.
o bien:
cf. vol. IV.

Liturgia de las Horas: oficio de feria-3 de enero o de la memoria.

Martirologio: elogs. del 4 de enero, pág. 92.
CALENDARIOS: Jesuitas: Santísimo Nombre de Jesús (S). Cartujos: (F). Familia Franciscana: (MO). Agustinos: (ML).
Teatinos: San José María Tomasi, presbítero (F).
Granada, Jaca y Zaragoza: Santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno, obispos y doctores de la Iglesia (MO).
Canónigos Regulares de Letrán: Beato Alano de Solminihac, obispo (MO).
Agustinos: San Fulgencio (ML).
Carmelitas: San Ciriaco Elías Chavara, presbítero (ML).
Dominicos: Beata Estefana Quinzani, virgen (ML).

TEXTOS MISA

Lunes, feria del tiempo de Navidad, antes de Epifanía

Antífona de entrada
Nos ha amanecido un día sagrado: venid, naciones, adorad al Señor, porque una gran luz ha bajado a la tierra.
Dies sanctificátus illúxit nobis: veníte, gentes, et adoráte Dóminum, quia descéndit lux magna super terram.

Oración colecta
Antes de la solemnidad de Epifanía:

Concede, Señor, a tu pueblo perseverancia y firmeza en la fe, y a cuantos confiesan que tu Unigénito, eterno contigo en tu gloria, nació de Madre Virgen en la realidad de nuestro cuerpo, líbralos de los males de esta vida y hazles alcanzar las alegrías eternas. Por nuestro Señor Jesucristo.
Da, quaesumus, Dómine, pópulo tuo inviolábilem fídei firmitátem, ut, qui Unigénitum tuum in tua tecum glória sempitérnum in veritáte nostri córporis natum de Matre Vírgine confiténtur, et a praeséntibus liberéntur advérsis, et mansúris gáudiis inserántur. Per Dóminum.

En la memoria:
3 de enero
Santísimo Nombre de Jesús

Antífona de entrada Flp 2, 10-11
Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre.
In nómine Iesu omne genu flectátur, caeléstium, terréstrium et infernórum; et omnis língua confiteátur quia Dóminus Iesus Christus in glória est Dei Patris.

Monición de entrada
Conmemoramos en esta celebración el santísimo Nombre de Jesús, ante el cual toda rodilla se dobla, en el cielo, en la tierra y en el abismo, para gloria de la Divina Majestad.

Oración colecta
Oh Dios que cimentaste en la encarnación de tu Verbo la salvación del género humano, concede a tu pueblo la misericordia que implora, para que todos sepan que no ha de ser invocado otro nombre que el de tu Unigénito. Él, que vive y reina contigo.
Deus, qui salútem humáni géneris in Verbi tui incarnatióne fundásti, da pópulis tuis misericórdiam quam depóscunt, ut sciant omnes non esse, quam Unigéniti tui, nomen áliud invócandum. Qui tecum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del 3 de enero, feria de Navidad (Lec. II).

PRIMERA LECTURA 1 Jn 2, 29-3, 6
Todo el que permanece en él no peca
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

Queridos hermanos:
Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él.
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!
El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.
Todo el que comete pecado quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley.
Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, y en él no hay pecado.
Todo el que permanece en él no peca. Todo el que peca no lo ha visto ni conocido.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 97,1bcde. 3Cd 4. 5-6 (R.: 3cd)
R. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
R. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

V. Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.
R. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

V. Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
R. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

Aleluya Jn 1, 14a. 12b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros; a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios. R.
Verbum caro factum est, et habitávit in nobis. Quotquot recepérunt eum, dedit eis potestátem fílios Dei fíeri.

EVANGELIO Jn 1, 29-34
Éste es el Cordero de Dios
 Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

El día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Del Papa Francisco, Ángelus 19-enero-2014
El verbo que se traduce con "quita" significa literalmente "aliviar", "tomar sobre sí". Jesús vino al mundo con una misión precisa: liberarlo de la esclavitud del pecado, cargando sobre sí las culpas de la humanidad. ¿De qué modo? Amando. No hay otro modo de vencer el mal y el pecado si no es con el amor que impulsa al don de la propia vida por los demás. En el testimonio de Juan el Bautista, Jesús tiene los rasgos del Siervo del Señor, que "soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores" (Is 53, 4), hasta morir en la cruz. Él es el verdadero cordero pascual, que se sumerge en el río de nuestro pecado, para purificarnos.

En la memoria:
LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas propias de la memoria del santísimo Nombre de Jesús (Lec. IV).

PRIMERA LECTURA Fil 2, 1-11
Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses.

Hermanos:
Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir.
No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.
Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.
El cual, siendo de condición divina,
no retuvo ávidamente el ser igual a Dios;
al contrario, se despojó de sí mismo
tomando la condición de esclavo,
hecho semejante a los hombres.
Y así, reconocido como hombre por su presencia,
se humilló a sí mismo,
hecho obediente hasta la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo
y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre;
de modo que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 8, 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 2a)
R. ¡Señor, Dios nuestro qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

V. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él?
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

V. Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies.
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

V. Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

Aleluya Mt 1, 21
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. R.
Pariet autem filium et vocabis nomen eius Iesum.

EVANGELIO Lc 2, 21-24
Le dieron el nombre de Jesús
 Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria a Ti, Señor.

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».

Palabra del Señor.
R. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Del Papa Benedicto XVI, Ángelus 1-enero-2010
Hoy la liturgia nos recuerda que, ocho días después del nacimiento del Niño, ella y su esposo José lo hicieron circuncidar, según la ley de Moisés, y le pusieron por nombre Jesús, como había sido llamado por el ángel (cf. Lc 2, 21). Este nombre, que significa "Dios salva", es el cumplimiento de la revelación de Dios. Jesús es el rostro de Dios, es la bendición para todos los hombres y para todos los pueblos, es la paz para el mundo. ¡Gracias, Madre santa, que has dado a luz al Salvador, el Príncipe de la paz!

Oración de los fieles
Oremos al Señor
- Para que la Iglesia sepa expresar el misterio de Cristo en el lenguaje adecuado a los hombres de nuestro tiempo. Roguemos al Señor.
- Para que la Navidad empuje a los gobernantes de las naciones a buscar la concordia y la paz. Roguemos al Señor.
- Para que todos los que sufren en el cuerpo o en el espíritu sientan la cercanía del «Dios-con-nosotros». Roguemos al Señor.
- Para que, como Juan Bautista, nosotros también seamos precursores de Cristo para los demás. Roguemos al Señor.
Escucha, Señor, nuestras oraciones, y haz que la tierra entera pueda contemplar tus maravillas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, nuestras ofrendas en las que vas a realizar un admirable intercambio, para que, al ofrecerte lo que tú nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súscipe, Dómine, múnera nostra, quibus exercéntur commércia gloriósa, ut, offeréntes quae dedísti, teípsum mereámur accípere. Per Christum.

PREFACIO I DE NAVIDAD
CRISTO, LUZ DEL MUNDO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque, gracias al misterio del Verbo hecho carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible.
Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus:
Quia per incarnáti Verbi mystérium nova mentis nostrae óculis lux tuae claritátis infúlsit: ut, dum visibíliter Deum cognóscimus, per hunc in invisibílium amórem rapiámur.
Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:

Santo, Santo, Santo…

PLEGARIA EUCARÍSTICA II.

Antífona de comunión Jn 1, 14

Hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Vídimus glóriam eius, glóriam quasi Unigéniti a Patre, plenum grátiae et veritátis.

Oración después de la comunión
Concédenos, Dios todopoderoso, que, por la eficacia de estos santos misterios, se fortalezca constantemente nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Da, quaesumus, omnípotens Deus, ut, mysteriórum virtúte sanctórum, iúgiter vita nostra firmétur. Per Christum.

En la memoria:
Oración sobre las ofrendas
Al presentar, Señor, los dones de tu generosidad, te rogamos que, así como a Cristo, obediente hasta la muerte, le otorgaste el Nombre que nos salva, nos concedas también la fuerza de su protección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Largitátis tuae múnera deferéntes, quaesumus, Dómine, ut sicut Christo usque ad mortem obodiénti salutíferum nomen dedísti, ita nobis eius virtúte muníri concéde. Per Christum.

PREFACIO II NAVIDAD
LA RESTAURACIÓN DEL UNIVERSO EN LA ENCARNACIÓN
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Porque en el misterio santo que hoy celebramos, el que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar la nuestra; el Eterno, engendrado antes del tiempo, comparte nuestra vida temporal para reconstruir todo el universo al asumir en sí todo lo caído, para llamar de nuevo al reino de los cielos al hombre descarriado.
Por eso, te alabamos con todos los ángeles, aclamándote llenos de alegría:
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
Qui, in huius venerándi festivitáte mystérii, invisíbilis in suis, visíbilis in nostris appáruit, et ante témpora génitus esse copit in témpore; ut, in se érigens cuncta deiécta, in íntegrum restitúeret univérsa, et hóminem pérditum ad caeléstia regna revocáret.
Unde et nos, cum ómnibus Angelis te laudámus, iucúnda celebratióne clamántes:
Santo, Santo, Santo…


Antífona de la comunión Sal 8, 2
Señor, Dueño nuestro, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra.
Dómine, Dóminus noster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

Oración después de la comunión
Señor, la Víctima recibida que hemos ofrecido a tu majestad en honor del Nombre de Cristo infunda en nosotros tu gracia abundante, para alegrarnos también porque nuestros nombres están escritos en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Hóstia sumpta, Dómine, quam Christi nomen honorántes tuae obtúlimus maiestáti, grátiam tuam, quaesumus, nobis infúndat ubérrime, ut et nostra in caelis esse scripta nómina gaudeámus. Per Christum.

MARTIROLOGIO

Elogios del día 4 de enero

1. En Mesia, en el territorio comprendido entre las actuales en Rumania y Bulgaria, santos Hermes y Cayo, mártires, que sufrieron el martiro en los lugares de Arcer y Vidin, respectivamente. (s. IV)
2. En Dijon, en Borgoña, hoy Francia, san Gregorio, que después de haber regido la región de Autun fue ordenado obispo de Langres. (539/540)
3*. En la localidad de Uses, en la Galia Narbonense, de nuevo la actual Francia, san Ferreol, obispo, autor de una Regla para monjes, que, enviado al exilio por envidia, al regresar al cabo de tres años junto a su grey se le recibió con alegría, como un verdadero hombre de Dios. (581)
4*. En Meaux, en Neustria, igualmente en la Francia de hoy, san Rigomerio, obispo(s. VI)
5. En la ciudad de Reims, también en Neustria, san Rigoberto, obispo, que, expulsado de su sede por Carlos Martel, en contra de lo dispuesto por los cánones, llevó una vida humilde. (743)
6*. En Brouay-sur-l’Escaut, ciudad de Artois, nuevamente en Neustria, santa Faraildis, viuda, quien, obligada a casarse con un hombre violento, abrazó hasta la ancianidad una vida de oración y austeridad. (740/750)
7*. En Foligno, en la región italiana de Umbría, santa Ángela, la cual, después de la muerte de su esposo y de sus hijos, siguió las huellas de san Francisco, entregándose totalmente a Dios, y escribió un libro, en donde cuenta las experiencias de su vida mística. (1309) Canonizada 2013
8*. En Santa Cruz de Val d'Arno, en Etruria, actualmente región de Toscana, en Italia, beata Cristiana (Oringa) Menabuoi, virgen, que fundó un monasterio bajo la Regla de san Agustín. (1310)
9*. En Durham, ciudad de Inglaterra, beato Tomás Plumtree, presbítero y mártir, que en tiempo de la reina Isabel I fue condenado a muerte por su fidelidad a la Iglesia católica y, llevado ante el patíbulo, prefirió ser colgado antes que vivir en la apostasía. (1570)
10. En la ciudad de Emmitsburg, del estado de Maryland, en los Estados Unidos de Norteamérica, santa Isabel Ana Seton, quien, al quedar viuda, abrazó la fe católica y trabajó denodadamente para fundar la Congregación de Hermanas de la Caridad de San José, con el fin de educar a las jóvenes y atender la infancia sin recursos. (1821)
11*. En Madrid, capital de España, san Manuel González García, obispo sucesivamente de Málaga y de Palencia, que fue un pastor eximio según el corazón del Señor. Promovió el culto a la Sagrada Eucaristía y fundó la Congregación de Hermanas Misioneras Eucarísticas de Nazaret. (1940) Canonizado 2016.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No publico comentarios anónimos.