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martes, 3 de noviembre de 2020

Miércoles 9 diciembre 2020, Miércoles de la II semana de Adviento, feria.

TEXTOS MISA

Miércoles de la II semana de Adviento

Antífona de entrada Cf. Hab 2, 3; 1Co 4, 5
El Señor llegará y no tardará, él iluminará lo que esconden las tinieblas y se manifestará a todos los pueblos.
Véniet Dóminus et non tardábit, et illuminábit abscóndita tenebrárum, et manifestábit se ad omnes gentes.

Oración colecta
Dios todopoderoso, que nos mandas preparar el camino a Cristo, el Señor, concédenos, con bondad, no desfallecer por nuestra debilidad a los que esperamos la consoladora presencia del médico celestial. Él, que vive y reina contigo.
Omnípotens Deus, qui nos praecipis iter Christo Dómino praeparáre, concéde propítius, ut nullis infirmitátibus fatigémur, qui caeléstis médici consolántem praeséntiam sustinémus. Per Dóminum.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Miércoles de la II semana de Adviento (Lec. II).

PRIMERA LECTURA Is 40, 25-31
El Señor todopoderoso fortalece a quien está cansado

Lectura del libro de Isaías.

«¿Con quién podréis compararme,
quién es semejante a mi?», dice el Santo.
Alzad los ojos a lo alto y mirad:
¿quién creó esto?
Es él, que despliega su ejército al completo
y a cada uno convoca por su nombre.
Ante su grandioso poder, y su robusta fuerza,
ninguno falta a su llamada.
¿Por qué andas diciendo, Jacob,
y por qué murmuras, Israel:
«Al Señor no le importa mi destino,
mi Dios pasa por alto mis derechos»?
¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno
que ha creado los confines de la tierra.
No se cansa, no se fatiga,
es insondable su inteligencia.
Fortalece a quien está cansado,
acrecienta el vigor del exhausto.
Se cansan los muchachos, se fatigan,
los jóvenes tropiezan y vacilan;
pero los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas,
echan alas como las águilas,
corren y no se fatigan,
caminan y no se cansan.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 102, 1bc-2. 3-4. 8 y 10 (R.: 1b)
R.
Bendice, alma mía, al Señor.
Bénedic, ánima mea, Dómino.

V. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R. Bendice, alma mía, al Señor.
Bénedic, ánima mea, Dómino.

V. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.
R. Bendice, alma mía, al Señor.
Bénedic, ánima mea, Dómino.

V. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestro pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
R. Bendice, alma mía, al Señor.
Bénedic, ánima mea, Dómino.

Aleluya
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Mirad que llega el Señor, para salvar a su pueblo; bienaventurados los que están preparados para salir a su encuentro. R.
Ecce véniet Dóminus, ut salvet pópulum suum; beáti qui paráti sunt occúrrere illi.

EVANGELIO Mt 11, 28-30
Venid a mí todos los que estáis cansados
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios 131.
Tú y yo -pobres criaturas- no debemos extrañarnos ni desalentarnos ante las propias miserias personales, ante nuestros tropiezos, porque continuaremos hacia adelante, si buscamos la fortaleza en Aquel que nos ha prometido: venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré (Mt 11, 28). Gracias, Señor, quia tu es, Deus, fortitudo mea (Sal 43, 2), porque has sido siempre Tú, y sólo Tú, Dios mío, mi fortaleza, mi refugio, mi apoyo.

Oración de los fieles
Presentemos nuestra oración a Dios, nuestro Padre: él es la fortaleza de quien está cansado.
- Para que renueve constantemente a su Iglesia. Roguemos al Señor
- Para que dé ánimos a los que tienen responsabilidades públicas. Roguemos al Señor.
- Para que haga recuperar la ilusión a los que se sienten fracasados. Roguemos al Señor
- Para que llene de esperanza a los que celebramos esta eucaristía. Roguemos al Señor.
Señor, Dios nuestro, que no te cansas ni te fatigas, sé para todos alivio y descanso. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Haz, Señor, que te ofrezcamos siempre este sacrificio como expresión de nuestra propia entrega, para que se realice el santo sacramento que tú instituiste y se lleve a cabo en nosotros eficazmente la obra de tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Devotiónis nostrae tibi, Dómine, quaesumus, hóstia iúgiter immolétur, quae et sacri péragat institúta mystérii, et salutáre tuum nobis poténter operétur. Per Christum.

PREFACIO I DE ADVIENTO
LAS DOS VENIDAS DE CRISTO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien, al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación eterna, para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.
Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens aetérne Deus: per Christum Dóminum nostrum.
Qui, primo advéntu in humilitáte carnis assúmptae, dispositiónis antíquae munus implévit, nobísque salútis perpétuae trámitem reserávit: ut, cum secúndo vénerit in suae glória maiestátis, manifésto demum múnere capiámus, quod vigilántes nunc audémus exspectáre promíssum.
Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia caeléstis exércitus, hymnum glóriae tuae cánimus, sine fine dicéntes:

Santo, santo Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA III.

Antífona de la comunión Cf. Is 40, 10; 35, 5

Nuestro Señor llega con poder para iluminar los ojos de sus siervos.
Ecce Dóminus noster cum virtúte véniet, ut illúminet óculos servórum suórum.

Oración después de la comunión
Imploramos tu misericordia, Señor, para que este divino alimento que hemos recibido nos purifique del pecado y nos prepare a las fiestas que se acercan. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Tuam, Dómine, cleméntiam implorámus, ut haec divína subsídia, a vítiis expiátos, ad festa ventúra nos praeparent. Per Christum.

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