LITURGIA DE LA
PALABRA
Lecturas del
Lunes de la XXIX semana del Tiempo Ordinario, año impar (Lec.
III-impar).
PRIMERA
LECTURA Rom 4, 20-25
Está escrito
también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en él
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos.
Hermanos:
Abrahán, ante la promesa divina no cedió a la incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios, pues estaba persuadido de que Dios es capaz de hacer lo que promete; por lo cual le fue contado como justicia.
Pero que “le fue contado” no está escrito solo por él; también está escrito por nosotros, a quienes se nos contará: nosotros, los que creemos en el que resucitó de entre los muertos a Jesucristo nuestro Señor, el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.
Abrahán, ante la promesa divina no cedió a la incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios, pues estaba persuadido de que Dios es capaz de hacer lo que promete; por lo cual le fue contado como justicia.
Pero que “le fue contado” no está escrito solo por él; también está escrito por nosotros, a quienes se nos contará: nosotros, los que creemos en el que resucitó de entre los muertos a Jesucristo nuestro Señor, el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
Salmo
responsorial Lc 1, 69-70. 71-72. 73-75 (R.: cf. 68)
R. Bendito
sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.
Benedíctus Dóminus Deus Israel,
quia visitávit plebem suam.
V.
Suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
R. Bendito
sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.
Benedíctus Dóminus Deus Israel,
quia visitávit plebem suam.
V. Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza.
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza.
R. Bendito
sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.
Benedíctus Dóminus Deus Israel,
quia visitávit plebem suam.
V. Y el
juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos
Para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la
mano
de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
R. Bendito
sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.
Benedíctus Dóminus Deus Israel,
quia visitávit plebem suam.
Aleluya Mt
5, 3
R.
Aleluya, aleluya, aleluya.
V.
Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el
reino de los cielos. R.
Beáti páuperes spíritu, quóniam
ipsórum est regnum cælórum.
EVANGELIO
Lc 12, 13-21
¿De quién será
lo que has preparado?
╬
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
R. Gloria
a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo uno
de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dije a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».
Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Y les propuso una parábola:
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose:
“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo:
“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.
Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.
Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».
«Maestro, dije a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».
Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Y les propuso una parábola:
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose:
“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo:
“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.
Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.
Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».
Palabra del Señor.
R.
Gloria a ti, Señor
Jesús.
Papa Francisco, Homilía 19-noviembre-2017
Nos hará bien acercarnos a quien es más pobre que nosotros, tocará nuestra vida. Nos hará bien, nos recordará lo que verdaderamente cuenta: amar a Dios y al prójimo. Sólo esto dura para siempre, todo el resto pasa; por eso, lo que invertimos en amor es lo que permanece, el resto desaparece. Hoy podemos preguntarnos: «¿Qué cuenta para mí en la vida? ¿En qué invierto? ¿En la riqueza que pasa, de la que el mundo nunca está satisfecho, o en la riqueza de Dios, que da la vida eterna?». Esta es la elección que tenemos delante: vivir para tener en esta tierra o dar para ganar el cielo. Porque para el cielo no vale lo que se tiene, sino lo que se da, y «el que acumula tesoro para sí» no se hace «rico para con Dios» (Lc 12, 21). No busquemos lo superfluo para nosotros, sino el bien para los demás, y nada de lo que vale nos faltará. Que el Señor, que tiene compasión de nuestra pobreza y nos reviste de sus talentos, nos dé la sabiduría de buscar lo que cuenta y el valor de amar, no con palabras sino con hechos.
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