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domingo, 9 de septiembre de 2018

S. C. Culto Divino, Sobre la posición del sacerdote durante la Misa (25-septiembre-2000).

Sobre la posición del sacerdote durante la Misa (25-septiembre-2000)

Respuesta de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (publicada V-2002)

Prot. N. 2036/00/L

Se ha preguntado a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos si el enunciado del no 299 de la Institutio Generalís Missalis Romani constituye una norma por la que, durante la liturgia eucarística, ha de considerarse excluida la posición del sacerdote versus absidem.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, re mature perpensa et habita ratíone de los precedentes litúrgicos, responde:

Negative et ad mentem.

La mens comprende diferentes elementos que tomar en cuenta.

Ante todo, se ha de tener presente que la palabra expedit no constituye una forma obligatoria, sino una sugerencia que se refiere tanto a la construcción del altar a paríete seiunctum, como a la celebración versus populum. La cláusula ubi possibile sit se refiere a distintos elementos, como, por ejemplo, la topografía del lugar, la disponibilidad de espacio, la existencia de un altar precedente de valor artístico, la sensibilidad de la comunidad que participa en las celebraciones de la iglesia de que se trate, etcétera. Se reafirma que la posición hacia la asamblea parece más conveniente, ya que hace más fácil la comunicación (cf. Editorial de Notitiae 29 [1993], 245-249), sin que, no obstante, se excluya la otra posibilidad.

Sin embargo, cualquiera que sea la posición del sacerdote celebrante, queda claro que el Sacrificio Eucarístico se ofrece a Dios Uno y Trino, y que el Sacerdote principal, sumo y eterno, es Jesucristo, quien obra a través del ministerio del sacerdote que preside visiblemente, como instrumento suyo.

La asamblea litúrgica participa en la celebración en virtud del sacerdocio común de los fieles, que necesita -para ejercerse en la Sinaxis Eucarística- del ministerio del sacerdote ordenado. Debe distinguirse la posición física, relacionada especialmente con la comunicación entre los distintos miembros de la asamblea, y la orientación espiritual e interior de todos. Sería un gran error imaginar que la orientación principal de la acción sacrificial sea la comunidad. Si el sacerdote celebra versus populum, lo que es legítimo y a menudo aconsejable, su actitud espiritual debe siempre dirigirse versus Deum per Iesum Christum, como representante de la Iglesia entera. También la Iglesia, que asume forma concreta en la asamblea participante, está toda ella vuelta versus Deum como primer movimiento espiritual.

Por lo que parece, la tradición antigua, aunque no unánime, consistía en que el celebrante y la comunidad orante estuviesen vueltos versus orientem, punto desde el que llega la luz, que es Cristo. No son raras las iglesia antiguas cuya construcción se «orientaba», de tal manera que, en el acto de hacer la plegaria Pública, el sacerdote y el pueblo mirasen versus orientem.

Cabe pensar que cuando surgían dificultades de espacio o de otro género, el ábside representaba idealmente el oriente. Hoy, la expresión versus orientem significa frecuentemente versus absidem, y cuando se habla de versus populum no se piensa en dirección a occidente, sino hacia la comunidad presente.

En la antigua arquitectura de las iglesias, el puesto del Obispo o del sacerdote celebrante se hallaba en el centro del ábside, y desde allí, sentado, escuchaba la proclamación de las lecturas vuelto hacia la comunidad. Ahora, ese puesto presidencial no se atribuye a la persona humana del obispo o del presbítero, ni a sus dotes intelectuales ni a su santidad personal, sino a su papel de instrumento del Pontífice invisible, que es el Señor Jesucristo.

Cuando se trata de iglesias antiguas o de gran valor artístico, conviene tener en cuenta, además, la legislación civil sobre monumentos o rehabilitaciones. Un altar postizo puede no ser siempre una solución digna.

Convendría no dar excesiva importancia a elementos que han sufrido cambios a lo largo de los siglos. Lo que permanecerá siempre es el acontecimiento celebrado en la liturgia: éste es manifestado mediante ritos, signos, símbolos y palabras que expresan varios aspectos del misterio, pero no lo agotan, porque los trasciende. Enrocarse en una posición y absolutizarla podría convertirse en un rechazo de algún aspecto de la verdad, que merece respeto y acogida.

Vaticano, 25 de septiembre, 2000

Jorge A. Card. Medina Estévez,
Presidente

Francesco Pio Tamburríno,
Secretario

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