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viernes, 10 de mayo de 2019

Viernes 14 junio 2019, Lecturas Viernes X semana del Tiempo Ordinario, año impar.

LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Viernes de la X semana de Tiempo Ordinario, año impar (Lec. III-impar).

PRIMERA LECTURA 2 Cor 4, 7-15
Quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos:
Llevamos el tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo, la muerte actúa en nosotros, y la vida en vosotros.
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal 115, 10-11. 15-16. 17-18 (R.: 17a)
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
Tibi, Dómine, sacrificábo hóstiam laudis.
O bien: Aleluya.

V. Tenia fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos».
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
Tibi, Dómine, sacrificábo hóstiam laudis.

V. Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
Tibi, Dómine, sacrificábo hóstiam laudis.

V. Te ofreceré un sacrificio de alabanza
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
Tibi, Dómine, sacrificábo hóstiam laudis.

Aleluya Flp 2, 15d. 16A
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Brilláis como lumbreras del mundo, manteniendo firme la palabra de la vida. R.
Lucétis sicut luminária in mundo, verbum vitæ continéntes.

EVANGELIO Mt 5, 27-32
Todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.
Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Homilía en santa Marta 15 de junio de 2018
La mujer es lo que les falta a todos los hombres para llegar a ser imagen y semejanza de Dios. Jesús pronuncia palabras fuertes, radicales, que cambian la historia, porque hasta aquel momento la mujer era de segunda clase, por decirlo con un eufemismo, ¡era esclava!, no gozaba ni siquiera de plena libertad. Y la doctrina de Jesús sobre la mujer cambia la historia: una cosa es la mujer antes de Cristo, y otra la mujer después de Cristo. Jesús dignifica la mujer y la pone al mismo nivel que el hombre, porque retoma las primeras palabras del Creador: los dos son imagen y semejanza de Dios, los dos; no primero el hombre y luego, un poco más abajo la mujer. ¡No, los dos! El hombre sin la mujer al lado -ya sea como madre, como hermana, como esposa, como compañera de trabajo, como amiga-, ¡ese hombre solo no es imagen de Dios!

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