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martes, 27 de septiembre de 2016

Celebración de los Sacramentos de la Iniciación (RICA).

Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, 6-enero-1972 (ed. CEE 2022)

Capítulo I
RITUAL DEL CATECUMENADO DISTRIBUIDO EN SUS GRADOS O ETAPAS

TERCER GRADO

CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN

208. Como de ordinario la iniciación de los adultos se celebra en la santa noche de la Vigilia pascual, los sacramentos se confieren después de la bendición del agua, como se indica en el n. 44.

209. Pero si la iniciación se celebrara fuera de los tiempos acostumbrados (cf. Praenotanda nn. 58-59), procúrese que la celebración revista carácter pascual (cf. Praenotanda generales de la iniciación cristiana, n. 6), utilizando la misa ritual, que viene en el Misal (cf. también aquí el n. 388).

CELEBRACIÓN DEL BAUTISMO

210. El rito de la bendición del agua téngase también cuando los sacramentos de la iniciación se celebran fuera de la solemnidad pascual (cf. Praenotanda generales de la iniciación cristiana, n. 21), pues en ese rito se trae a la memoria, por la contemplación de las maravillas de Dios, el misterio de la caridad de Dios desde el principio del mundo y de la creación del linaje humano; y después, por la invocación del Espíritu Santo y por el anuncio de la muerte y resurrección de Cristo, se inculca el nuevo rito de purificación por el agua que se nos hace renacer en el Señor, y que nos hace participar en su muerte y resurrección, y recibir la santidad divina.

211. La renuncia a Satanás y la profesión de fe son un único rito, que en el bautismo de los adultos adquiere pleno valor. Porque al ser el bautismo el sacramento de la fe, con la que los catecúmenos se unen a Dios y al mismo tiempo el sacramento con el que renacen, muy acertadamente se antepone al bautismo el gesto de cada uno de los elegidos, por el que, como en la primera alianza de los patriarcas se prefiguraban, así ahora estos renuncian totalmente al pecado y a Satanás, y se abrazan al misterio de la Trinidad. Con esta profesión, hecha ante el celebrante y la comunidad, manifiestan la voluntad, madurada durante el tiempo del catecumenado, de entablar una alianza nueva con Cristo. En esta fe, que, transmitida por la Iglesia según el designio divino, han abrazado, son bautizados los adultos.

212. La unción con el óleo de los catecúmenos tiene lugar entre la renuncia y la profesión de fe, pero por necesidades pastorales según la oportunidad litúrgica puede anticiparse (cf. nn. 206-207).

En este caso, atiéndase a significar por ella la necesidad de la fortaleza divina, para que el que va a ser bautizado, a pesar de las ataduras de la vida pasada, y superando la oposición del diablo, dé con decisión el paso de profesar la fe, y la mantenga sin desmayo a lo largo de toda su vida.

Monición del celebrante

213. Antes de empezar las letanías los que van a bautizarse con sus padrinos y madrinas se acercan a la fuente bautismal, ante la cual se detienen, sin impedir la visión a los fieles. Pero si son muchos los que van a ser bautizados, pueden trasladarse a Ia fuente bautismal mientras se cantan las letanías.

El celebrante se dirige a los presentes, y les hace esta o parecida monición:

Queridos hermanos, pidamos con insistencia la misericordia de Dios Padre omnipotente en favor de estos siervos de Dios N. y N., que piden el santo bautismo. Y a quienes él llamó y ha conducido hasta este momento, les conceda con abundancia luz y vigor para abrazarse a Cristo con fortaleza de corazón y para profesar la fe de la Iglesia. Y que les conceda también la renovación del Espíritu Santo, que con insistencia vamos a invocar sobre esta agua.

Letanías

214. Después se cantan las letanías, en las que se pueden añadir algunos nombres de santos, especialmente el del titular de la iglesia o de los patronos del lugar, y de los patronos de los que van a ser bautizados.

Los apellidos o sobrenombres de los santos encerrados entre corchetes, si se juzga conveniente, se pueden omitir cuando las letanías se cantan en latín.

Señor ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Santa María, Madre de Dios. Ruega por nosotros.
San Miguel. Ruega por nosotros.
Santos Ángeles de Dios. Rogad por nosotros.
San Juan Bautista. Ruega por nosotros.
San José. Ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo. Rogad por nosotros.
San Andrés. Ruega por nosotros.
San Juan. Ruega por nosotros.
Santa María Magdalena. Ruega por nosotros.
San Esteban. Ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía. Ruega por nosotros.
San Lorenzo. Ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad Rogad por nosotros.
Santa Inés. Ruega por nosotros.
San Gregorio. Ruega por nosotros.
San Agustín. Ruega por nosotros.
San Atanasio. Ruega por nosotros.
San Basilio. Ruega por nosotros.
San Martín. Ruega por nosotros.
San Benito. Ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo. Rogad por nosotros.
San Francisco Javier. Ruega por nosotros.
San Juan María [Vianney]. Ruega por nosotros.
Santa Catalina [de Siena]. Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús. Ruega por nosotros.
Santos y Santas de Dios. Rogad por nosotros.

Muéstrate propicio. Líbranos, Señor.
De todo mal. Líbranos, Señor.
De todo pecado. Líbranos, Señor.
De la muerte eterna. Líbranos, Señor.
Por tu encarnación. Líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección. Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo. Líbranos, Señor.

Nosotros, que somos pecadores. Te rogamos, óyenos.
Para que regeneres a estos elegidos con la gracia del bautismo. Te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo. Te rogamos, óyenos.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Bendición del agua

215. Entonces el celebrante, vuelto hacia la fuente bautismal, pronuncia la bendición siguiente:

Oh, Dios, que realizas en tus sacramentos obras admirables
con tu poder invisible,
y de diversos modos te has servido de tu criatura, el agua, 
para significar la gracia del Bautismo.

Oh, Dios, cuyo Espíritu, en los orígenes del mundo,
se cernía sobre las aguas, 
para que ya desde entonces
concibieran el poder de santificar.


Oh, Dios, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio
prefiguraste el nuevo nacimiento,
de modo que una misma agua, misteriosamente,
pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad.

Oh, Dios, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo
a los hijos de Abraham,
para que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón
fuera imagen de la familia de los bautizados.


Oh, Dios,
cuyo Hijo, al ser bautizado por Juan en el agua del Jordán,
fue ungido por el Espíritu Santo;
colgado en la cruz
vertió de su costado agua, junto con la sangre;
y después de su resurrección mandó a sus apóstoles:
«Id y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándolos 
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»,
mira el rostro de tu Iglesia
y dígnate abrir para ella la fuente del bautismo.

Que esta agua reciba, por el Espíritu Santo,
la gracia de tu Unigénito,
para que el hombre, creado a tu imagen,
lavado, por el sacramento del bautismo,
de todas las manchas de su vieja condición,
renazca, como niño, a nueva vida
por el agua y el Espíritu.

El celebrante toca el agua con la mano derecha y prosigue:

Te pedimos, Señor,
que el poder del Espíritu Santo,
por tu Hijo,
descienda hasta el fondo de esta fuente,
para que todos los sepultados con Cristo en su muerte,
por el bautismo,
resuciten a la vida con él.
Que vive y reina contigo
en la unidad del espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

R. Amén.

Otras formas ad libitum en el n. 389.

216. En el tiempo pascual, si está a mano el agua bautismal bendecida en la Vigilia pascual, para que no falte al bautismo el elemento de la acción de gracias y de las súplicas, hágase la bendición y la invocación de Dios sobre el agua según las fórmulas, que se encuentran en el n. 389, teniendo en cuenta la variación del texto al fin de cada fórmula.

Renuncia

217. Acabada la consagración de la fuente, el celebrante interroga a todos los elegidos a la vez.

FÓRMULA A

El celebrante:
¿Renunciáis a Satanás, y a todas sus obras y seducciones?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

FÓRMULA B

El celebrante:
¿Renunciáis a Satanás?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Y a todas sus obras?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Y a todas sus seducciones?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

FÓRMULA C

El celebrante:
¿Renunciáis al pecado 
para vivir en la libertad de los hijos de Dios?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Renunciáis a las seducciones del mal, 
para que no domine en vosotros el pecado?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

Si se juzga oportuno, el celebrante, informándose del nombre de los que van a ser bautizados por medio de los padrinos (o madrinas), interroga a cada uno, eligiendo libremente una de las tres fórmulas que anteceden.

Además las conferencias episcopales, con justo motivo, pueden acomodar estas tres fórmulas, especialmente donde es necesario que los elegidos renuncien a supersticiones, presagios y sortilegios (cf. n. 80).

Unción con el óleo de los catecúmenos

218. Si no se hubiera hecho ya la unción con el óleo de los catecúmenos, durante los ritos para la preparación inmediata (nn. 206-207), el celebrante dice:

Para que el poder de Cristo Salvador os fortalezca
os ungimos con el óleo de salvación
en el nombre del mismo Jesucristo, Señor nuestro,
que vive y reina por los siglos de los siglos.


Los elegidos:
Amén.

Cada uno de los elegidos es ungido con el óleo de los catecúmenos en el pecho, o en ambas manos, o también en otras partes del cuerpo, si parece oportuno. Si fueran muy numerosos los elegidos, puede llamarse a varios ministros.

Esta unción puede omitirse a juicio de la conferencia episcopal.

Profesión de fe

219. Después el celebrante, informándose a tiempo nuevamente del nombre de los que van a ser
bautizados por medio del padrino (o de la madrina), interroga a cada uno.

El celebrante:
N., ¿crees en Dios, Padre todopoderoso, 
creador del cielo y de la tierra?

El elegido:
Sí, creo.

El celebrante:
¿Crees en Jesucristo, 
su único Hijo, nuestro Señor, 
que nació de santa María Virgen, 
murió, fue sepultado, 
resucitó de entre los muertos 
y está sentado a la derecha del Padre?

El elegido:
Sí, creo.

El celebrante:
¿Crees en el Espíritu Santo, 
en la santa Iglesia católica, 
en la comunión de los santos, 
en el perdón de los pecados, 
en la resurrección de la carne 
y en la vida eterna?

El elegido:
Sí, creo.

Inmediatamente después de la profesión de fe, cada uno se sumerge o recibe el agua que vierten sobre él.

Cuando los que van a bautizarse son muy numerosos puede hacerse la profesión de fe por todos a la vez, o por grupos.

Rito del Bautismo

220. Si el Bautismo se hace por inmersión de todo el cuerpo o de la cabeza nada más, hágase con pudor y decorosamente.

El celebrante, tocando al elegido, le sumerge del todo o sólo la cabeza por tres veces sucesivas, y sacándole otras tantas veces, le bautiza invocando una sola vez a la Santísima Trinidad:

N., YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE,
Le sumerge por primera vez.

Y DEL HIJO,
Le sumerge por segunda vez.

Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Le sumerge por tercera vez.

El padrino o la madrina, o ambos, tocan al que se bautiza.

Después del bautismo de cada adulto, si se juzga oportuno, el pueblo puede hacer alguna breve aclamación (cf. n. 390).

221. Pero si el bautismo se hace derramando el agua, el celebrante saca el agua bautismal de la fuente y, derramándola tres veces sobre la cabeza inclinada del elegido, le bautiza en el nombre de Ia Santísima Trinidad:

N.YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE,
Derrama el agua por primera vez.

Y DEL HIJO,
Derrama el agua por segunda vez

Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Derrama el agua por tercera vez.

El padrino o la madrina, o ambos, ponen la mano derecha sobre el hombro derecho del elegido.

Después del Bautizo de cada adulto, si se juzga oportuno, el pueblo puede hacer alguna breve aclamación (cf. n. 390).

222. Cuando son muchos los elegidos que van a bautizarse, si hubiera varios sacerdotes o diáconos, pueden distribuirse entre los distintos ministros que los sumergen o vierten el agua sobre ellos, pronunciando mientras tanto cada uno de los ministros la fórmula en singular.

Mientras se realiza el rito, es de desear que se entone algún canto por el pueblo. También se puede hacer alguna lectura, o guardar un silencio sagrado.

RITOS EXPLANATIVOS

223. Después del bautismo, se desarrollan a continuación los ritos complementarios (nn. 224-226). Acabados éstos, de ordinario se celebra la confirmación (nn. 227-231); en este caso se omite la unción después del bautismo.

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Unción después del Bautismo

224. Pero si la ceremonia de la confirmación, por alguna razón particular, se separa del bautismo, entonces después de la inmersión o tras derramar el agua, el celebrante administra del modo acostumbrado la unción del crisma. diciendo a la vez sobre todos los bautizados:

Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que os ha dado nueva vida por el agua y el Espíritu Santo
y os ha concedido el perdón de todos los pecados,
os consagre con el crisma de la salvación
para que entréis a formar parte de su pueblo
y seáis para siempre miembros de Cristo,
sacerdote, profeta y rey.


Los bautizados:
Amén.

Después, en silencio, el celebrante con el santo crisma unge a todos en la parte superior de la cabeza.

Pero si los bautizados son muy numerosos y están presentes varios sacerdotes o diáconos, cada uno puede ungir con el Crisma a varios bautizados.
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Imposición de la vestidura blanca

225. El celebrante dice:

N. y N., sois ya nueva criatura
y habéis sido revestidos de Cristo;
recibid, pues, la blanca vestidura,
que habéis de llevar limpia de mancha
ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo,
para alcanzar la vida eterna.


Los bautizados:
Amén.

A las palabras Recibid, pues, la blanca vestidura, los padrinos o madrinas imponen a los neófitos la vestidura blanca, a no ser que las costumbres locales aconsejen otro color más adecuado.

Si se juzga conveniente, se puede omitir todo este rito.

Entrega del cirio encendido

226. Después el celebrante toma o toca con las manos el cirio pascual, diciendo:

Acercaos, padrinos y madrinas, para que entreguéis la luz a los neófitos.

Se acercan los padrinos y madrinas y encienden un cirio en el cirio pascual, y se lo entregan al neófito. Entonces, el celebrante dice:

Habéis sido transformados en luz de Cristo.
Caminad siempre como hijos de la luz,
a fin de que, perseverando en la fe,
podáis salir con todos los santos
al encuentro del Señor.


Los bautizados:
Amén.

CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN

227. Entre el bautismo y la confirmación puede ser entonado por la asamblea, si se juzga oportuno, un canto apropiado.

La confirmación puede celebrarse en el presbiterio o en el baptisterio, según lo aconsejen las condiciones del local.

228. Si el bautismo lo confiere el obispo, conviene que sea también él quien confiera seguidamente la confirmación.

Si no está presente el obispo, el presbítero que haya administrado el bautismo puede administrar la Confirmación.

Cuando los que van a confirmarse son muy numerosos, el ministro de la confirmación puede pedir ayuda para administrar el sacramento a los presbíteros, que pueden ser designados para este oficio (cf. n. 46).

229. El celebrante habla brevemente a los neófitos, con éstas o parecidas palabras:

Queridos neófitos, regenerados ya en Cristo y transformados en miembros suyos y de su pueblo sacerdotal, ahora sólo os falta recibir el Espíritu Santo, que ha sido derramado sobre nosotros, el mismo Espíritu que envió el Señor sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y que ellos y sus sucesores confieren a los bautizados.

Vosotros, pues, recibiréis igualmente la fuerza prometida del Espíritu Santo, con la que, configurados más perfectamente a Cristo, deis testimonio de la pasión y resurrección del Señor y os hagáis miembros activos de la Iglesia, para edificar el Cuerpo de Cristo en la fe y en la caridad.

Después el celebrante (teniendo junto a sí a los presbíteros que le asisten), de pie y con las manos juntas, vuelto al pueblo, dice:

Oremos, queridos hermanos, a Dios Padre omnipotente, para que derrame bondadosamente sobre este neófito el Espíritu Santo, que le confirme con la abundancia de sus dones, y con su unción le haga conforme a Jesucristo, Hijo de Dios.

Y todos oran en silencio durante algunos momentos.

230. Seguidamente el celebrante (y los presbíteros que le asisten) imponen las manos sobre todos los que van a recibir la confirmación. El celebrante dice:

Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo,
a estos siervos tuyos
y les libraste del pecado;
escucha nuestra oración
y envía sobre ellos el Espíritu Santo Paráclito;
llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia,
de espíritu de consejo y de fortaleza,
de espíritu de ciencia y de piedad,
y cólmalos del espíritu de tu santo temor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


R. Amén.

231. Entonces, un ministro ofrece al celebrante el santo crisma, y los que van a confirmarse se acercan uno a uno al celebrante; o si se prefiere, el mismo celebrante se acerca a ellos. El padrino (o la madrina) pone su mano derecha sobre el hombro del neófito, y dice el nombre de éste al celebrante, o el mismo confirmando lo dice por sí mismo.

El celebrante, con la punta del pulgar derecho empapada en el crisma, hace la señal de la cruz en la frente del neófito, diciendo:

N., RECIBE POR ESTA SEÑAL EL DON DEL ESPÍRITU SANTO.

El confirmado:
Amén.

El celebrante añade:
La paz sea contigo.

El confirmado:
Y con tu espíritu.

Si otros presbíteros asisten al celebrante para conferir el sacramento, el obispo, si está presente, les ofrece a todos los vasos sagrados del santo crisma.

Los que van a confirmarse se acercan al celebrante o a los presbíteros; o bien el celebrante y los presbíteros se acercan a los confirmandos, a los que ungen del modo dicho.

Durante la unción se puede entonar algún canto apropiado.

CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA

232. Omitido el Símbolo, inmediatamente se hace la oración universal, en la cual participan los neófitos por primera vez.

Algunos de ellos llevan las ofrendas al altar.

233. En la plegaria eucarística I, se hace mención de los neófitos y se dice Acepta, Señor, en tu bondad propio, y de los padrinos en el memento de vivos Acuérdate, Señor (n. 377). Si se toman las plegarias eucarísticas II o III añádase la intercesión en favor de los neófitos, que se encuentra en el n. 391.

234. Conviene que los neófitos reciban la sagrada comunión bajo ambas especies, junto con los padrinos, madrinas, padres y cónyuges, más los catequistas seglares.

Antes de la comunión, o sea antes de Este es el Cordero de Dios, el celebrante puede exponer brevemente el valor de tan excelso misterio, que es la culminación de la iniciación y centro de toda la vida cristiana.

EL TIEMPO DE LA MYSTAGOGIA

235. Para que los primeros pasos de los neófitos sean seguros, es de desear que en todas estas circunstancias sean ayudados con interés y amistad por la comunidad de los fieles, por sus padrinos y pastores. Póngase todo empeño en conseguir su plena y gustosa integración con la comunidad.

236. Durante todo el tiempo pascual, en las misas dominicales, resérvese un sitio entre los fieles especial para los neófitos. Éstos han de procurar asistir a las misas con sus padrinos. En la homilía y, según la oportunidad, también en la oración universal, téngase en cuenta su presencia.

237. Para clausurar el tiempo de la mystagogia, al final del tiempo pascual, en la proximidad del domingo de Pentecostés, téngase alguna celebración litúrgica, festejando la fecha también con algún acto social de carácter civil según las costumbres de la región.

238. En el aniversario del bautismo sería de desear que los neófitos se reunieran de nuevo para dar gracias a Dios, y para cambiar entre sí sus experiencias personales y para renovar las energías espirituales.

239. Para comenzar su trato pastoral con los nuevos miembros de su Iglesia, cuide obispo, especialmente si no hubiera podido presidir en persona los sacramentos de la iniciación, que al menos una vez al año, en cuanto sea posible, se reúna con los neófitos últimamente bautizados y presida la celebración de la eucaristía, en la cual puede darles la comunión bajo las dos especies.

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